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Medio ambiente
El proyecto de mina de uranio en Salamanca se desinfla después de la retirada de su principal inversor
Las dos principales bazas que tenía la multinacional Berkeley para explotar la mina de Uranio de Retortillo en Salamanca se han esfumado. Al veto del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) emitido en julio y actualmente recurrido por la minera, se le suma la ruptura con su principal inversor, nada menos que el sultanato de Omán. En 2017, el fondo soberano de este país había insuflado 100 millones de euros a Berkeley Energía, filial dedicada exclusivamente a preparar el proyecto de extracción de uranio. El Sultanato se había convertido en el principal inversor del Proyecto Salamanca con un 37% del capital.
Ahora, este fondo soberano exige el pago de una deuda de 56 millones de euros al considerar “frustrado” el proyecto. Con efectos inmediatos, la Comisión Nacional del Mercado de Valores suspendió cautelarmente la cotización de la compañía hasta que se esclarezca la información de la ruptura de Berkeley con su principal inversor. Poco antes, la Bolsa de Australia, sede de la empresa matriz, también había decidido suspender su cotización tras recibir una reclamación de Singapore Mining, subsidiaria del fondo soberano de Omán.
Con la retirada del fondo soberano, el Sultanato de Omán se suma a la larga lista de afectados por la estrategia de Berkeley, donde el negocio está asegurado haya o no extracción de uranio
El 11 de julio pasado, el CSN rechazaba, con cuatro votos a favor y uno en contra, la autorización al plan de fabricación de concentrados de uranio de Retortillo. Entre los motivos de este veto, el CSN aducía “deficiencias técnicas”, “la escasa fiabilidad” y “las elevadas incertidumbres de los análisis de seguridad de la instalación radiactiva en los aspectos geotécnicos e hidrogeológicos” de la planta.
Investigación
La pesadilla del sueño nuclear español
Un pasado de escándalos
En sus dos décadas de historia, los escándalos han sido la norma y la actividad de la compañía ha dejado detrás un reguero de afectados, deudas y denuncias de estafa. En la mayor de ellas, el principal afectado fue el Estado francés, que perdió nada menos que 2.500 millones de euros. En ese caso, el nombre de la empresa no era Berkeley, pero estaba regentada por los tres inversores que poco después relanzarían Berkeley: James Mellon, Ian Stalker y Stephen Dattels.
Con el nombre de UraMin, estos tres empresarios convencieron a la empresa nuclear francesa (Areva) de que la mina de uranio de Trekkopje, Namibia, era la mina de combustible nuclear “más grande del mundo”. Para ello, se valieron de diversos informes amañados y de la complicidad de altos funcionarios franceses. Areva terminó comprando en 2006 la totalidad del proyecto por 1.800 millones de euros y realizó inversiones millonarias para rentabilizar la mina. Cuando el Estado francés se retiró del proyecto en 2011, se habían gastado 2.500 millones y los responsables de UraMin se habían enriquecido con espectaculares movimientos en bolsa. “Es una historia fantástica. Nunca nos hubiéramos imaginado semejante recorrido. Empezamos en 400 millones [dólares de valor bursátil], y terminamos en 2.500 millones”, se jactaba Mellon.
La estrategia de Berkeley y de sus principales impulsores fue desde sus inicios sacar provecho de las variaciones en Bolsa de sus proyectos sin necesidad de llegar a explotarlos
Cuando Berkeley entró en España en 2006 era una empresa desconocida. Su único aval era una participación del 3% de la estatal francesa Areva, que no tardó en retirar. En marzo de 2009 los tres inversores de UraMin se hicieron con el control de Berkeley y repitieron estrategia en España: un gran acuerdo con la estatal Unesa para explotar conjuntamente las minas de Salamanca y gigantescas ganancias en Bolsa. Antes de que Unesa rompiera el acuerdo con Berkeley en 2012 por la falta de rentabilidad de las minas, los tres inversores ya habían vendido más de la mitad de sus acciones asegurándose enormes ganancias. Berkeley denunció a Enusa por violación del contrato por 150 millones de euros en los tribunales internacionales y consiguió quedarse con el 100% del consorcio y con una serie de reservas de uranio del Estado por 90 años, el proyecto de Retortillo entre ellas.
Energía nuclear
Cristina Narbona habla sobre el Proyecto Salamanca
La exministra de Medio Ambiente y exconsejera del Consejo de Seguridad Nuclear habla para El Salto sobre los peligros de la mina de uranio de Salamanca, sobre la crisis de la energía nuclear y sobre la minera Berkeley, “especializada en comprar y vender derechos mineros más que en explotarlos”.
Entre 2013 y 2016, la empresa se lanzó a conseguir los permisos necesarios a través de un potente lobby, que contó con la participación de personalidades bien conectadas como Miguel Arias Cañete en la Unión Europea o con el exconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid Manuel Lamela. El plan de viabilidad definitivo, presentado en 2016, seguía defendiendo que los costes de producción eran los “más bajos del mundo”. En el estudio de impacto ambiental participaron dos de los encargados —Jim Pooley y Pat Willis— de los informes que llevaron a la estatal francesa Areva a perder 2.500 millones de euros por su inversión en Namibia.
En estos años, la presión dio resultados y consiguieron buena parte de los permisos necesarios. En 2017, el Sultanato de Omán dio un nuevo impulso al proyecto al financiar con 100 millones de euros la construcción de la futura planta de concentrados, sin la cual la mina no sería viable. Una planta que no contaba ni cuenta con los permisos necesarios del Gobierno y del CSN.
La operación con Omán no se libraba de la sospecha y la actual ruptura confirma que la estrategia de la compañía no ha variado tanto con el tiempo: el responsable de inversión minera por parte de Omán, Timothy (Tim) Keating, estaba vinculado con exdirectivos de Berkeley
A cambio de la financiación, el Sultanato de Omán se reservaba el derecho preferente de compra de un millón de libras de uranio. La operación con Omán no se libraba de la sospecha y la actual ruptura confirma que la estrategia de la compañía no ha variado tanto con el tiempo: el responsable de inversión minera por parte de Omán, Timothy (Tim) Keating, fue directivo en la misma compañía australiana de exploración minera, Kore Potash, que Ian Stalker, el exdirector de operaciones de UraMin y Berkeley.
Con la retirada del fondo soberano, el Sultanato de Omán se suma a la larga lista de afectados por la estrategia de Berkeley, donde el negocio está asegurado haya o no extracción de uranio.