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México
La población oaxaqueña se indigna ante la apropiación cultural del Día de los muertos y su masificación
“La popularización de las tradiciones hace que se mercantilicen”, dice Mario Arturo Martínez, fotógrafo oaxaqueño de renombre internacional. “Vivimos las consecuencias de una lógica muy perversa que huele a colonialismo”.
Calles y bares repletos. Un público que sorprende por su homogeneidad. En las terrazas aesthetic del centro histórico de la ciudad, los clientes en su mayoría son rubios y hablan inglés. Este año, una atmósfera de glamour sorprendente caracteriza las festividades de Día de Muertos en Oaxaca.
“Hubo un parteaguas en 2017 cuando salió la película Coco, de repente empezaron a llegar miles y miles de turistas extranjeros para el Día de Muertos”, comenta la arquitecta oaxaqueña Diana García. “Cabe destacar que apenas estaba empezando el sexenio de Alejandro Murat”.
“Las familias van a velar sus muertos en los panteones y de repente llegan autobuses de turistas extranjeros”
El gobernador del Partido Revolucionario Institucional (PRI) desempeñó una estrategia turística a ultranza. En el 2022, su gobierno fue a promocionar el turismo en Oaxaca hasta Nueva York por medio de costosas publicidades.
“Las familias van a velar sus muertos en los panteones y de repente llegan autobuses de turistas extranjeros”, comenta la arquitecta originaria de la capital. “Ahora los barrios céntricos están convirtiéndose en lugares vacacionales y cambia completamente la dinámica social, imagínate que cada día ves enfrente de tu casa turistas que se están tomando una selfie”.
Al turismo de masa se ha sumado la gentrificación
“Mucha gente de las grandes ciudades empezó a llegar durante la pandemia, porque les resultaba más cómodo trabajar en línea y el fenómeno ha seguido incrementándose después de la crisis de salud pública”, explica Mario Arturo Martínez. “La vida está encareciéndose rápidamente y la mayor parte de los habitantes de los barrios céntricos ya han tenido que irse hacia las orillas por el aumento de las rentas”.
Como indica el fotógrafo, el turismo de masa y la gentrificación causan rupturas en el tejido social en Oaxaca: “Muchos extranjeros gringos o europeos llegan con una expectativa de Oaxaca, exigen que la ciudad se adapte a sus peticiones en vez de adaptarse ellos mismos”, comenta al respecto. “No se integran y no trabajan, porque no tienen necesidad de hacerlo y a veces, ni siquiera buscan aprender el castellano”.
Una segregación que siembra un viento de indignación. “Oaxaca siempre ha sido una ciudad en constante lucha y ahora hay un hartazgo general”, dice el fotógrafo, también maestro en el Centro Fotógrafo Manuel Álvarez Bravo. “Como ciudadanos, hay que entender y detener el problema; ahora hay un movimiento de resistencia que está cobrando fuerza”.
Un grito de indignación
El evento que sin duda alguna atrae la mayor cantidad de turismo en Oaxaca es la Guelaguetza. Inicialmente, esta tradición constituía una celebración del intercambio de las culturas en el estado. Su nombre designa una actitud de reciprocidad y proviene de la lengua zapoteca, hablada por aproximadamente 500,000 personas en Oaxaca. Adquiriendo un sentido evocando el apoyo mutuo entre los pueblos originarios que conforman el estado, esta noción importante de la cultura zapoteca dio su nombre hace casi cien años a lo que se considera como la Fiesta de los Oaxaqueños.
Si bien constituye una celebración de culturas y de costumbres muy arraigadas y profundas, ahora muchos en el estado se preguntan si sigue perteneciendo a los habitantes de Oaxaca. Convertida en evento comercial de alcance internacional, sus espectáculos de los Lunes del Cerro atraen a un público privilegiado, principalmente extranjero, lo cual encarece los precios de las entradas, incluso superando los mil dólares para ciertos asientos.
Yesenia Morales, líder social originaria de San Pablo Güilá, localidad ubicada a unos 72km de la capital y donde la lengua principal es el zapoteco, pronunció un discurso que dio voz a la indignación creada por esta situación. Su discurso se hizo viral en las redes y la prensa en México.
Durante los festejos de la Gelaguetza Yesenia Morales denunció a los restaurantes de lujo que se apropian de las cocinas de las mujeres para luego desecharlas, de ls empresas que se enriquecen con sus tejidos y a los visitantes que gentrifican sus comunidades. pic.twitter.com/RMdbeJKHhq
— Periodismo Comestible (@InfoComestible) June 22, 2024
“Aquí se han apropiado de elementos que pertenecen a las culturas de los pueblos originarios, olvidando su significado y dándoles un significado que no es”, dijo en entrevista Yesenia Morales, diplomada en administración de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “La gentrificación es global, es nacional y estatal”, indica al respecto. “Llega gente de mayor poder adquisitivo y la población tiene que migrar a otra zona; lo podemos ver en la ciudad, el desplazamiento es real”. Su discurso hizo resaltar el favorecimiento de la apropiación cultural. “A Oaxaca se le ha denominado el corazón cultural de México”, dice. “Se han visto muchos casos de apropiación cultural y es justo por la riqueza de nuestras tradiciones”. Una situación que implica relaciones con otros tipos de abusos, como la explotación del territorio. “La minería es una amenaza viva para las comunidades”, precisa Yesenia. “Es importante que la gente tome conciencia de estos peligros que siguen existiendo, sobre todo para los pueblos originarios de Oaxaca”. La líder social trabaja en la preservación de las culturas de dichos pueblos, comprometiéndose con varios proyectos en San Pablo Güila.
Movimiento social
El 27 de enero del 2024, una marcha en contra de la gentrificación tuvo lugar en Oaxaca. Varias organizaciones sociales tomaron las calles para denunciar la conversión de colonias enteras en zonas turísticas, así como la situación global de injusticia creada por este fenómeno. El evento se hizo también viral, principalmente por la violencia de la represión que tuvo lugar el 27 de enero del 2024.
La marcha se terminó con la detención de seis participantes, quienes denunciaron haber vivido tortura psicoemocional, sexual y física durante las 72 horas que duró su detención. “Aún no he logrado salir a hacer ejercicio desde la detención, debido a las graves heridas en la espalda que me causaron sus agresiones físicas”, comenta en entrevista Filadelfx Aldaz. “Ahora estoy bajo tratamientos psicofarmacológico y médicos muy costosos, impagables y además me toca lidiar con un proceso jurídico; entonces esto ha sido muy desgastante”.
Filadelfx es parte de un proyecto Comunitario, que tiene una misión excepcional en Oaxaca, la Comedora Comunitaria Nkä’äymyujkëmë. “Es un nombre en lengua Ayuuk, perteneciente a la región y cultura Ayuuk dentro de esto que se llama “Oaxaca” y en castellano se puede interpretar como “organicémonos y juntémonos todas las personas para comer”. Afirma que si se sumó a la marcha, es porque la injusticia y el racismo están tomando proporciones alarmantes en la ciudad de Oaxaca.
“Usan las culturas que existen en Oaxaca, para hacer un espectáculo millonario como la Guelaguetza, lo que nos hace sufrir una folclorización”
La Comedora Comunitaria prepara y da comida a las personas más vulnerables —principalmente migrantes y sin techo— del centro de la capital. “Veo la racialización, la criminalización, los desalojos violentos que sufren las personas con menos recursos por la turistificación y la gentrificación”. Se indigna de la lógica comercial que hay detrás de los eventos como la Guelaguetza y el Día de Muertos, explicando que sirve a los intereses de una minoría y causa graves daños a la población.
“Usan las culturas que existen en Oaxaca, para hacer un espectáculo millonario como la Guelaguetza, lo que nos hace sufrir una folclorización”, se indigna Filadelfx. “A las personas indígenas nos quieren como el folklore, nos quieren como los personajes que pintan en ciertas paredes, con la indumentaria indígena, pero reducida a un disfraz, para que vaya agregando cosas más bellas a la vista de los empresarios, de los gobernantes o de los turistas y que puedan hacer más negocio”.
Ayuuk, Filadelfx es originarix de Po’kxtäkn Ääy, Estancia de Morelos, municipio de Santiago Atitlán Mixe, en la Sierra Norte de Oaxaca. Estudió Ciencias de la Educación, en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) y además de manejar el proyecto comunitario en la capital, es maestrx y enseña la lengua Ayuuk en Oaxaca.
Afirma que los pueblos originarios se están enfrentando a una situación muy grave. “Lo que hace el gobierno puede causar un lengüicidio, un epistemicidio”, dice Filadelfx. “Además de la apropiación cultural, está incrementado el extractivismo territorial, hay proyectos de muerte que siguen expandiéndose, como el corredor interoceánico en el Istmo de Tehuantepec”.
Resalta que un movimiento social sigue organizándose en reacción a los proyectos que promociona el estado. “La gentrificación es despojo, es lengüicidio, es ecocidio y feminicidios y transfeminicidios; esto es un asunto social y veo la labor comunitaria como un compromiso, creo que no hay nada más opuesto a la gentrificación que crear un tejido comunitario; compartir es una forma de sobrevivir, de resistir y defender nuestras vidas, nuestros derechos”.
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Una desigualdad agudizada
Si la gentrificación y el turismo de masa existen y tienen consecuencias en varias partes del mundo, la apropiación cultural y la desigualdad social hacen la situación particularmente crítica en Oaxaca.
“Se intensificó la estrategia de captación de turismo a través de explotar lo que para las personas se consideran las tradiciones y los patrimonios locales que ahora atraen a las personas extranjeras a Oaxaca, resalta la doctora Charlynne Curiel, profesora de sociología en la UABJO (Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca). Ahora se venden como experiencias culturales aspectos que caracterizan a los pueblos con habitantes que se ubican en la línea de la pobreza”.
Con 16 lenguas habladas en el estado aparte del español, Oaxaca se destaca por su diversidad cultural y sus tradiciones ancestrales. Sin embargo, el negocio turístico millonario a su alrededor ha explotado en la última década. “Se decidió que Oaxaca iba a ser un destino turístico y que había un patrimonio que explotar a nivel cultural, dice la Dra Curiel. Mientras los gobiernos hablan de millones y millones de pesos, no se percibe que la brecha de desigualdad disminuya”.
Si la sociedad civil toma muy en serio esta situación, es porque crea muchas dificultades. “La gentrificación les ha pegado a las personas precarizadas, en muchas de sus necesidades básicas”, nota la docente de la UABJO. “Mucha gente pagaba una cifra medianamente aceptable y en el siguiente contrato les quisieron subir la renta cuatro, cinco, seis veces.”
Una realidad hecha posible por la falta de regulación de la vivienda en Oaxaca. “Las personas se ven amenazadas”, indica la antropóloga. “El problema de la distribución de riqueza y de quienes están acumulando capital con el negocio del turismo es clave para entender por qué la gente está molesta, pero también por qué no hay interés en regular los precios o promover un impuesto especial a la actividad turística”.
La doctora afirma que se vive un despertar ahora en el estado: “La gente ya tiene conciencia de lo que está sucediendo, pero aún hay mucho trabajo que hacer para que se convierta en cambios concretos para Oaxaca”.