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Migración
Buscar a los que se fueron
Se llama Mama Umi y perdió a su hermano en el 2006. Contó su historia el martes 6 de noviembre, en el centro social La Ingobernable (Madrid), rodeada de activistas en temas migratorios. Pocos días antes, esta mujer senegalesa participaba en la primera Cumbre Mundial de Madres de Migrantes Desaparecidos que tuvo lugar entre el 2 y el 4 de noviembre en la Ciudad de México. Allá acudió junto a otras mujeres africanas para poner en común sus experiencias con madres latinoamericanas. Experiencias de dolor y de pérdida, pero también de organización para seguir el rastro de quienes no volvieron, de quienes se perdieron, sobre los que nadie contesta.
El hermano de Mama Umi partió, junto a un grupo de amigos, hacia Mauritania con el objetivo de tomar un cayuco que le llevase a tierras españolas. Atrás dejó a sus dos hermanas. Pocas semanas después les contaron que su embarcación se había perdido en el mar. “Desde que me dijeron que mi hermano había muerto ya no soy la misma. Pasé tres meses sin salir de mi casa. No podía dejar de llorar”, cuenta Mama Umi. Poco después se rebelaría contra el duelo y el encierro, uniéndose a otras mujeres de su ciudad.
En la ciudad de Mama Umi, cansadas de decir adiós a hijos que nunca vuelven, intentan convencerles de quedarse en el país
Mama Umi representa al Colectivo de Madres contra la Emigración Clandestina, organización fundada en 2007. Desde allí, cuenta, cansadas de decir adiós a hijos y hermanos que nunca vuelven, intentan convencer a los jóvenes de que se queden en el país. Ella se encarga de acompañar y facilitar la escolarización de las niñas y niños que quedaron atrás, muchos de ellos sin documentación, pues en Senegal es el padre quien debe de inscribirles. Explica que hasta ahora han tenido muchas dificultades para rastrear el destino de sus desaparecidos, pero se ha vuelto de México con muchas ideas.
Nadia Azougagh pertenece a la organización Iberoamericamigrante, que ha facilitado la participación de estas mujeres africanas en la cumbre. En el encuentro del pasado martes, la activista intentaba trasladar el clima de una reunión donde se dieron cita madres y familiares procedentes de 13 países. Azougagh destacó la experiencia de la Caravana de Madres Centroamericanas, con 14 años de historia, y numerosos migrantes encontrados. A su lado, Yousra El Otmany, de Caminando Fronteras, daba cuenta de las dificultades que se encuentran para localizar a quienes desaparecieron procedentes de África. “Nosotras tenemos una ficha muy exhaustiva. Cada vez que hay una desaparición localizamos a familiares, quienes completan la ficha. A partir de ahí investigamos centros de internamiento de extranjeros, forenses, tocamos todas las puertas habidas y por haber y, en última instancia, denunciamos en la Policía Nacional”, explicaba.
El Otmany alertaba que esta forma de actuar les causa problemas, pues se les criminaliza, estando la Unidad Central contra las Redes de Inmigración y Falsedades Documentales (UCRIF) pendiente de sus acciones. Para seguir el rastro de las personas desaparecidas, contaba la activista, han trabajado sobre todo con Senegal y Mauritania, si bien ahora están arrancando con Marruecos por la cantidad de casos que llegan de este país.
Los esfuerzos de búsqueda de migrantes desaparecidos que realiza la sociedad civil requieren de muchos medios económicos lo que dificulta la sostenibilidad de los procesos
Tras el encuentro en la Ingobernable, Nadia Azougagh y Mama Umi, viajaron a Granada, donde presentaban el informe de Iberoamericamigrante Madres Subsaharianas buscando a sus hijas e hijos migrantes desaparecidos. La descoordinación entre los organismos internacionales, la sociedad civil y las instituciones en la búsqueda de desaparecidos; la imprecisión de los datos que se manejan y la inexistencia de información suficiente sobre lo que ocurre en la ruta son algunas de las principales problemáticas que señalan en su diagnóstico. Todo ello dificulta seguir la pista a las personas migrantes y saber qué suerte les espera en su recorrido.
Por último, desde el colectivo recuerdan que estas labores de seguimiento requieren de una cantidad notable de recursos que acaba asumiendo la sociedad civil, lo que dificulta la sostenibilidad de los procesos.
Aterrizar lo compartido
Del otro lado de este pesimista diagnóstico está el testimonio de Mama Umi, quien tras su paso por México decía sentirse con muchas ganas de aterrizar lo compartido. “La gente estaba allí hablando en español, en inglés, idiomas que no hablo, pero al final nos entendíamos tan fácilmente, todas teníamos algo en común”, contaba la senegalesa. Para ella la experiencia habría servido para replantear su metodología y entender la necesidad de coordinarse en red con otras organizaciones africanas. “La verdad estaba sorprendida de toda la fuerza que tenían esas mujeres. Eran más mayores y tenían una energía desbordante”, manifestó el martes.
Hemos pensado en crear nuestra caravana europea- africana, para aglutinar luchas
Desde Iberoamericamigrante apuntan hacia una iniciativa a imagen de aquellas que en Centroamérica y México han contribuido a localizar a familiares desaparecidos: “Hemos aprovechado para hablar con otros grupos de Italia y de Francia. Vinieron con madres argelinas y tunecinas y tuvimos muchas reuniones. Pensamos en crear nuestra caravana europea-africana, para aglutinar luchas”.
Si bien el proyecto está por definir, Azougagh expone la posibilidad de que la caravana partiera de Marruecos para pasar por España, Francia e Italia, sostenida por el acompañamiento de las redes activistas de cada territorio. “Lo debatimos mucho por las particularidades de cada país. Por ejemplo, aquí se encuentran desaparecidos, pero en Italia no. Entonces, sería una caravana de sensibilización en un inicio, porque no podemos generar expectativas diciéndoles que vamos a encontrar a sus familiares en el contexto actual”, puntualiza.
Antes de volver a Dakar, Mama Umi aprovecha para seguir sembrando redes que le permitan acercar la posibilidad de reencontrar a quienes se fueron. De México, se marcharon integrando una Red Mundial de Madres de Migrantes Desaparecidos. Cuenta que la movilizó mucho ver a tantas mujeres, allí, con la foto de sus familiares. “Yo llevo la foto de mi hermano siempre, pero escondida. No puedo hablar de él sin llorar. Pero cuando estaba en la Cumbre me dije: juntémonos todas, las mujeres africanas, las latinoamericanas, juntémonos y hagamos algo”.