Migración
“El trabajo que se está haciendo en Andalucía para reconocer su papel en la trata esclavista es muy necesario”

María Chaqués, directora de la Asociación Colectiva Afrolatidos, presentó en Sevilla el documental ‘Mare Mediterraneum’, acompañada de los colectivos La Sevilla Negra y Back to the Root. La película retrata el fenómeno migratorio en el Mediterráneo, tomando como protagonistas a las mujeres africanas.
Entrevista María Chaqués
La directora María Chaqués Serrano junto a su hijo.
10 abr 2024 14:01

Tras más de 15 años de gestación, el proyecto Mare Mediterraneum (juego de palabras entre mar y madre en valenciano) vio la luz el pasado 2023. La pieza, que se presentó en Sevilla el 6 de abril, presenta una visión muy personal de las migraciones africanas, a raíz de un encuentro entre una embarcación procedente de Senegal y el crucero en el que trabajaba María en aguas canarias en el año 2007.

A partir de aquel incidente la directora valenciana comenzó a interesarse por la realidad de las personas que deciden poner rumbo a Europa, especialmente la situación de las mujeres. El documental acerca al espectador tanto a la realidad de aquellas mujeres que ven adentrarse en el mar a sus hermanos, hijos o marido, así como aquellas que tomaron la decisión de embarcarse en la odisea que supone llegar a Europa por mar.

¿Quién es María Chaqués?

Suelo decir que soy mediterránea de nacimiento, y africana de sentimiento. Una persona a la que le apasiona compartir con gente de otras culturas y tejer mundos. También soy madre y activista feminista y antirracista. En lo profesional me he movido en diferentes ámbitos pues empecé en el teatro, para continuar con la comunicación, la acción social, la mediación y la arteterapia. Actualmente tengo la suerte de ejercer como trabajadora social.

¿En qué momento decidiste crear la Asociación Colectiva Afrolatidos?

Nació en 2017, con mi regreso a Valencia tras varios viajes. Acabada de empezar a trabajar como educadora en un proyecto con chavales africanos y me preguntaba de que otra manera podía contribuir a mejorar sus vidas. Sabía que tanto en lo laboral como en lo financiero podía hacer poco, sin embargo, junto con algunas amistades de diferentes lugares y realidades, apostamos por generar un espacio de intercambio. Teníamos vocación de hacer algo que fuera horizontal y aglutinase a gente diversa. Nacimos en el seno de otra asociación con la que no compartíamos los mismos valores. Ante esta falta de entendimiento, surgió la necesidad de crear una entidad compuesta por personas originarias de Valencia, así como por población migrada, con la que contribuir a promocionar y a educar en la defensa de la diversidad y los Derechos Humanos. 

Nunca me he sentido cómoda con la idea de dar voz a los sin voz, pues todo el mundo tiene voz, pero a veces carecen de medios para ser escuchadas. La misión de este documental es servir de amplificador.

El documental que has presentado en Tramallol nació en el 2007 y tras 15 años de gestación finalmente vio la luz en 2023. ¿Cómo ha sido la experiencia de producir este trabajo?

No fue hasta la realización de un taller audiovisual en 2017 que el documental empezó a tomar forma. Hasta ese momento habíamos estado generando material, pero sin guion establecido. Casualmente me había quedado sin trabajo y, en ese momento, una amiga que tenía que viajar a Senegal cambió sus planes y me preguntó si quería comprar su billete. Yo había estado antes en Senegal, y me pareció interesante volver al país con intención de retratar el fenómeno migratorio desde aquel lado. Pasé semanas contactando con gente y recabando testimonios. He de reconocer que desde el principio he cuestionado la valía de mi trabajo, fue gracias a compartir con amistades africanas que gané confianza en el proyecto, pero hubo muchos momentos en los que creía que no estaba logrando mi objetivo. Nunca me he sentido cómoda con la idea de dar voz a los sin voz, pues todo el mundo tiene voz, pero a veces carecen de medios para ser escuchadas. La misión de este documental es servir de amplificador.

¿De qué manera crees que tu documental contribuye a contrarrestar las narrativas imperantes en la prensa española sobre el fenómeno migratorio, basado en la idea de generar otredad?

En mi opinión el documental tiene la intención clara de humanizar la migración y ver que detrás de las cifras y de las narrativas que abordan las migraciones como si fueran desastres naturales, existen personas normales que de desplazan por diferentes motivos. Con la pieza quiero promover la igualdad en las movilidades humanas, y pongo el foco principalmente en las mujeres, ya que en mi opinión existen pocos trabajos que se centren en su realidad. Obviamente este trabajo ha supuesto un largo proceso de documentación en el que han sido fundamental los aportes de la diáspora senegalesa. Gracias a ello, pudimos acercarnos a historias de vida de mujeres que permanecían en el país de origen. Con esta pieza queríamos tocar tres temas: las migraciones como tal, el género y la maternidad, pues no es casual que el título del documental sea un juego de palabras entre mar y madre en valenciano, y la comunidad. No queríamos céntranos solo en la denuncia y exigencia de vías legales y seguras en el Mediterráneo, sino que pretendíamos invitar a la reflexión individual. El objetivo es que el público recapacite sobre qué puede hacer.  Este triángulo de temas era la mejor forma de evitar una sensación de desesperanza tras el visionado del documental. La pieza ofrece una mirada crítica y constructiva sobre el fenómeno migratorio.

¿Cuáles han sido los grandes desafíos a la hora de construir el documental poniendo el foco en la situación de la mujer migrante negro-africana?

Ha sido muy difícil, pues no solo se trata de una cuestión de números. De por sí hay menos mujeres migrantes que hombres procedentes de África, pero, además, fue complejo encontrar mujeres que quisieran contar su historia. En un principio, muchas querían dar el paso, pero en el último momento, la presión familiar, social y cultural era tan grande que acababan dando marcha atrás. Finalmente encontramos a Ellette Djomatou, quien se animó a contar su experiencia. Como ella dice, lo hizo por sí misma, pero también por todas las mujeres africanas, ya que es necesario que sus vivencias se conozcan. Por otro lado, fue todo un desafío generar una conexión con las mujeres africanas en los países de origen. Había que ganarse la confianza, lo que fue complejo pues apenas contábamos con medios económicos. Nuestro proyecto es autogestionado y necesitábamos contar con profesionales de la realización, el manejo de cámaras y la traducción allí en Senegal para que nos acompañasen.

¿Crees que en los 15 años de trabajo que ha llevado la realización del documental ha cambiado la forma en la que la prensa española aborda el fenómeno de las migraciones?

Lo cierto es que me da pena, pero tristemente todavía hay mucha desinformación. Por supuesto que hay cada vez más personas que se informan y conocen la realidad, pero aun así se sigue manteniendo una visión de África muy distorsionada, conectada a las hambrunas, las guerras o los safaris. Se conoce como un “país subdesarrollado”, cuando no es un país, sino un continente, y no es pobre, sino que está empobrecido. Hay que hacer todavía un gran trabajo de sensibilización y concienciación. Creo que contamos con organizaciones antirracistas muy potentes y con personas migrantes muy resilientes con cada vez más presencia en centros educativos, pero, todavía hace falta incidir para que la visión sobre las migraciones cambie.

Entrevista Maria Chaqués 2
Vecinas de Thiaroye sur Mer durante la grabación de Mare Mediterraneum./ Fotograma del documental.

Concretamente el producto que habéis generado se centra en concienciar la población española sobre el fenómeno migratorio, pero ¿tenéis la idea de que pueda visibilizarse en territorios africanos, como es el caso de Senegal?

El trabajo está abierto a cualquier persona que quiera escucharlo y conocerlo, sea a un lado u otro del Mediterráneo. Obvio que como persona europea tengo más conocimientos para poder llegar a la gente de aquí, pero mi sueño sería poder volver a Senegal para proyectar y compartir allí el documental. Por lo pronto la pieza ha viajado por países europeos, asiáticos y de América Latina, pero aún no ha llegado a África. Estamos pendiente de algunos festivales. La temática del documental se entronca con la labor de muchos hermanos y hermanas africanas implicados en concienciar a sus compatriotas sobre los peligros que conlleva migrar sin vías legales. Ojalá la pieza pueda servirles, pero tampoco pretendemos dar lecciones morales.

¿Es fácil para una mujer joven que quiere centrarse en abordar la crisis migratoria desde otra perspectiva, obtener financiación para sacar adelante el proyecto?

Al menos en Valencia en los últimos años han empezado a salir muchas ayudas para las mujeres, pero cuando empezamos el proyecto era más complicado. Alcanzar ahora este tipo de financiación es complejo porque comenzamos hace mucho tiempo y nunca nos ceñimos a un guion, algo que suele ser un requisito para obtener financiación. Por otro lado, siempre hemos querido tener independencia, y no estar condicionadas por ninguna institución ni ninguna organización que nos dirigiera. Fue en 2020 cuando pusimos en marcho un crowdfunding para costear la producción final y los últimos rodajes en Valencia y Cataluña. El total invertido fue muy modesto, unos 5.000 euros, que cualquier persona que conozca el mundo audiovisual, sabe que es nada. A mi parecer, uno de los aspectos que hace diferente este documental es que alterna imágenes muy caseras con otras profesionales. Da la impresión de ser un meta documental. Con el dinero también costeamos la banda sonora del proyecto que cumple un papel fundamental en el hilo narrativo.

Es muy interesante que sea la juventud negroafricana de Sevilla quien empiece a liderar de forma independiente y autoorganizada este tipo de iniciativas.

En la presentación de la obra en Sevilla estuviste acompañada de organizaciones locales muy potentes comprometidas con promover el antirracismo en la ciudad ¿qué impacto crees que tiene este apoyo a la hora de difundir la pieza?

Para nosotros colaborar con organizaciones como Sevilla Negra, Back to the Roots o MAD África ha sido fundamental. Con algunas tenemos relación desde hace tiempo y seguimos de cerca su trabajo. Es muy interesante que sea la juventud negroafricana de Sevilla quien empiece a liderar de forma independiente y autoorganizada este tipo de iniciativas. El trabajo que se está haciendo en Sevilla y Andalucía para reconocer el papel de este territorio en la trata esclavista es super necesario. Para nosotros poder sumarnos y apoyar todas estas iniciativas es un lujo. Reconocemos que nuestro papel es el de mantenernos en un segundo plano y que sea la población migrante la protagonista. Creo que todas las organizaciones que trabajamos por la defensa de los Derechos Humanos debemos coordinarnos y priorizar la lucha sobre egos personales.

Tras haber presentado la pieza el año pasado, ¿cuáles son los siguientes pasos que esperáis dar?

Todavía nos encontramos en el periodo de los dos primeros años en el que presentamos la pieza en festivales. Ya hemos participado en 10 festivales de carácter internacional con enfoque social y de defensa de Derechos Humanos. Hemos conseguido dos premiaciones y de momento queremos seguir por esta senda. Al mismo tiempo, estamos participando en encuentros organizados por otras entidades con la intención de sensibilizar a la audiencia. Una vez concluyamos con esta fase, queremos liberar el documental y permitir que sea accesible para todo el mundo. Uno de los proyectos que más me apasiona es el de convertir y adaptar la pieza a un material educativo. Nos encantaría crear una guía didáctica para llevarla a los centros educativos de cara a generar reflexión entre el profesorado y el alumnado. Sin duda nuestro gran sueño sería poder regresar a Senegal y mostrar la pieza allí, concretamente en la ciudad de Thiaroye sur Mer, el pequeño pueblo de pescadores a las afueras de Dakar donde grabamos las entrevistas con las familias. Siempre decimos que lo más importante de nuestro trabajo no es la proyección, sino el conversatorio de después.

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