Opinión
El arte de sembrar cultura: encuentro con Leire San Martín en el CGL de Granada
Como visitante llego puntual a la puerta del Centro Federico García Lorca de Granada. Atravieso el gran hall, donde veo a lo lejos un guarda y una limpiadora. Les pregunto por la charla de Leire San Martín y me indican que está en la segunda planta subiendo las escaleras. El resto del edificio parece vacío. Es hermoso, tiene cierto aire de templo grande. El eco impone, rebotando los sonidos de mis pasos entre paredes lisas y modernas. Somos alrededor de diez o quince personas en el público. El evento es gratuito. Leire San Martín comienza la presentación.
Nos presenta un texto reflexivo y poético que recoge su experiencia, investigación y conversaciones con otros mediadores culturales a nivel estatal. Desde el minuto uno expone de forma original, poética y a la vez académica, una recolección de distintos puntos respecto a la práctica de dicha disciplina, entre el arte y la planificación, entre la conexión social y los límites de lo institucional.
Menciona que el objetivo de su profesión es similar al acto de dejar que un árbol esté junto a otro, que se nutra de lo que hay a su alrededor y a su vez aporte su presencia.
Menciona que el objetivo de su profesión es similar al acto de dejar que un árbol esté junto a otro, que se nutra de lo que hay a su alrededor y a su vez aporte su presencia. En todo momento se proponía a la persona y el grupo social como centro de la mediación, con el objetivo de crear un entorno para ellos. Nos hace pensar acerca de la importancia de todo el proceso: no solo estamos recibiendo información de la charla, sino también del paso por el hall del museo, o la subida por las escaleras del centro, pasando junto a puertas cerradas o salas vacías hasta llegar al encuentro. Cada elemento cuenta, en una experiencia que define la cercanía o la lejanía de la persona receptora respecto al contenido. Referenció a una artista, Alejandra Riera, que re-pensó el jardín del Reina Sofía para devolverle su carácter natural y a su vez para ofrecer un pequeño pulmón verde al servicio colectivo dentro del entorno urbano. También mencionó su propia propuesta como mediadora de abrir una puerta en una zona no autorizada al público. Aunque cree que no lo aceptarán, ya que en el patio en cuestión hay una escultura bastante cara.
Habló del papel del mediador para hacer que las instituciones funcionen mejor. Señalar los problemas es incómodo, y ahí está la paradoja. Trabajan para los de arriba, pero tienen que servir a los de abajo. Esa tensión de verticalidad es en sí es uno de los retos principales. Los museos son a menudo espacios distantes, que no despiertan interés en la mayor parte de la población, y parecen existir en un cierto ensimismamiento de caja fuerte. Ella hablaba de redistribuir las monedas, hacer que esos espacios sean habitables.En una sociedad en la que algunos jóvenes conocen a Vito Quiles, pero no a Duchamp, que dicen que con Franco se vivía mejor, pero cantan con orgullo el We are the Champions de Queen o el poema Verde que te quiero verde de García Lorca, hay que preguntarse en qué podemos mejorar a nivel cultural. Por qué los jóvenes adquieren ciertas contradicciones ideológicas e intelectuales y no las cuestionan. Cómo hemos vuelto a un sentimiento social de pre-vanguardia. O es que tal vez nos hemos quedado anquilosados en el relato de una España que aún no se ha desprendido de su pasado reaccionario y dictatorial.
Leire San Martín nos hablaba también a través de sus entrevistados, entre ellos un mediador por la paz en el País Vasco, de la necesidad de encontrar espacios para la convivencia, en el que no se huya del conflicto, sino que se pueda ver en conjunto el problema y entenderlo de forma diversa a través de las visiones de las distintas partes. De la posibilidad de transformación a través del diálogo y el consenso compartido. De la función creadora de una paz viva, no estancada, no silenciadora. Eso lleva a pensar en el largo silencio impuesto durante años desde las instituciones respecto al Franquismo y la memoria democrática.
Para crear estos entornos de paz y participación hacen falta también presencia y escucha. Nunca hemos tenido tanta información ni difusión a nuestro alcance. Es común organizar pequeñas colecciones particulares, ya sea de memes, de fotografías de la playa, o de nuestros poemas y dibujos. ¿Pero guardamos tiempo para ir al museo a ver la última exposición? Las tasas de analfabetismo son bajas, y podemos acceder a la cultura de una manera más o menos democrática (insertar matización grande aquí, porque las oportunidades no son las mismas para todos). Pero, ¿somos todos capaces de comprender un lenguaje artístico a menudo técnico, académico y complejo?
Como se comentaba en la charla, es la conexión entre personas, la colaboración altruista, para el apoyo y el gozo mutuo lo que realmente haría la diferencia. Aquí radica otro gran escollo. Hay todo un sistema ideológico y económico, que impide este contacto humano y potencia el placer basado en el consumo individual, en una pugna constante de atraer la atención del usuario. Los nuevos grandes mecenas son compañías tecnológicas y marcas de consumo conocidas que albergan en sus plantillas a gran parte de los egresados de las universidades de arte como diseñadores visuales. ¿Cómo nos puede extrañar que ya no se acuda a los museos públicos cuando gran parte del estímulo cultural se proporciona por vías capitalistas?
No es de extrañar que aquellos que viven produciendo arte en las atalayas de los museos no lleguen a conseguir transmitir sus obras a las personas que acuden semanalmente al bar o al gimnasio. Sus lenguajes son completamente distintos. Casi parecen surgidos de distintos planetas. Unos en un prestigioso entorno artístico inaccesible para el público general, aunque sus sueldos y estabilidad laboral a menudo no difieran tanto del resto en cuanto a precariedad. Y los otros a menudo sobrecargados de notificaciones, enviando emojis y pensando en el próximo Black Friday.
¿Por qué ahora no se involucra tanto la clase trabajadora? La respuesta está sin duda en la reflexión que hacía Leire en su charla sobre la importancia del sentido de pertenencia, de participación, de implicación social
Recuerdo una charla de Antonina Rodrigo en la que hablaba de los Ateneos libertarios. Aquellos espacios culturales gestionados por trabajadores. Aún perviven de manera activa, aunque eran bastante más importantes antes de la Guerra de España o Guerra Civil. Por aquel entonces, después de un horario de lunes a sábado, los obreros, los campesinos, las costureras, acudían a estos centros, a menudo a pie, donde desarrollaban obras de teatro y escuchaban textos filosóficos y de poesía.
Así mismo se abonaban a boletines literarios que recibían en sus casas por una pequeña mensualidad. ¿Por qué ahora no se involucra tanto la clase trabajadora? La respuesta está sin duda en la reflexión que hacía Leire en su charla sobre la importancia del sentido de pertenencia, de participación, de implicación social. Dejar que los propios colectivos creen, que hablen por sí mismos, que elijan qué quieren compartir y qué cultura quieren recibir. También por otro lado cabe destacar la conciencia e implicación que tenía el gremio artístico en los mencionados años 30, a menudo involucrados en causas sociales, organizando exposiciones colectivas donde convivían nombres importantes con artistas amateurs o las misiones pedagógicas que llevaban obras artísticas a lugares remotos.
Mencionaba Leire también una frase que decía que la mediación cultural es el arte de mediar mediando. Hablaba de los retos de trabajar para instituciones que no siempre escuchan, que no siempre son abiertas. De trabajos precarios con una remuneración baja. De la transversalidad de estas cuestiones. Que no solo les afectan a ellos para hacer bien su trabajo. Y por otro lado que su labor no es solo de su competencia. Es un esfuerzo social, colectivo y que tiene que venir tanto de abajo-arriba como de arriba-abajo.
Hoy salió la noticia de que van a arrancar los árboles de la Avenida de Cervantes en Granada. Pese a las protestas de los vecinos. Frente a la creciente crisis medioambiental. Probablemente haya un arquitecto, una empresa de construcción, un equipo de obreros… También hoy mientras paseaba vi a una mujer mayor en el suelo aplastada por una valla de construcción mal apilada junto a otras en el centro de la ciudad. Todo era un resumen muy claro de la deshumanización del espacio público. Seguro sin duda que dejarán la calle muy limpia y muy moderna. A la alcaldesa le va a encantar.
Los artículos de opinión no reflejan necesariamente la visión del medio.
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