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Opinión
Una movilización de extrema necesidad
En Correos viene gestándose desde hace tiempo una pulsión creciente entre la plantilla: hace falta una gran movilización como el comer para tener futuro. Y no es para menos. El permanente declive durante más de veinte años de las condiciones laborales nos asemeja peligrosamente a la precariedad reinante en el sector privado. Un proceso que convive con el arrinconamiento del Servicio Público Postal (SPU) y el desarraigo forzoso de la Administración Pública, que nos ha situado a merced de un mercado caracterizado por la ultra competencia y la desregulación de las condiciones laborales.
A nadie se le escapa que Correos no solo coexiste con gigantes como Amazon, sino también con su propia filial Correos Exprés y un sinfín pequeñas y medianas empresas (incluidos riders), que los de arriba usan para expandir el dumping laboral entre los de abajo. Los empresarios y accionistas del sector de la distribución y la logística han arrojado a las plantillas a los pies de los caballos del consumo. Todo gira en torno a ello, incluidas las condiciones y los derechos en el trabajo.
Han plagado el sector de falsos autónomos, de horarios flexibles y de competencia a la baja. En otras palabras, han edificado los beneficios para unos pocos sobre el recorte de personal, la agudización de la precariedad y la inseguridad laboral de unos muchos.
Sector Público
Huelga indefinida La amazonización de Correos
Todos estos ingredientes se suman a la situación socioeconómica general, con una inflación disparada que ha dinamitado nuestro ya maltrecho poder adquisitivo, colocándonos en una posición de gran vulnerabilidad.
Y es que la plantilla postal hemos visto como nuestro salario no ha parado de devaluarse. Los cálculos realizados por CGT recientemente —en los que se compara la evolución del IPC y de nuestros sueldos desde 2008— arrojan una pérdida salarial mensual de entre el 20 y 25% (laborales y funcionarios, respectivamente), es decir, alrededor de 250 y 300 euros. Si el salario medio en Correos con jornada completa fluctúa entre los 1.100 y 1.200 euros, significa que el SMI ya lo vemos por el retrovisor.
Resulta escandaloso que aún tengamos pendiente la subida del 2% (y del 1.5% ampliado posteriormente) que los PGE establecieron para este año, como también que CCOO, UGT, CSIF y Sindicato Libre firmen que dan por cerradas las subidas de 2022.
La política sostenida de abandono de lo público y priorización del mercado privado nos han traído hasta un abismo que pone en peligro a toda la plantilla y la propia supervivencia de Correos como empresa pública
La política sostenida de abandono de lo público y priorización del mercado privado, promovida por las diversas directivas y permitidas por los diferentes gobiernos de PP y PSOE, nos han traído hasta un abismo que pone en peligro a toda la plantilla y la propia supervivencia de Correos como empresa pública.
En la Unión Europea los servicios postales fueron liberalizados en 2008, provocando que cada vez más países “desestatalicen” el servicio público postal. Es evidente que para quienes mandan, Correos no parece tener lugar en el proyecto público de este país. Solo así se explica la secuencia de decisiones políticas que han ido reconvirtiéndonos en una empresa más dedicada a lo privado que a cuidar de servicios esenciales para el conjunto de la ciudadanía.
¿Acaso no hay actividades públicas —más allá del tráfico postal tradicional— que Correos pueda prestar a favor de la comunidad? En un Estado caracterizado por los fuertes contrastes entre las zonas urbanas y rurales, ¿no hay cabida para servicios de comunicación, conexión y cohesión social? Es más, ¿no se pueden repartir cartas y paquetería sin necesidad de trabajar en condiciones de precariedad extrema y bajo el látigo de la obsesión por conseguir más y más beneficios como ocurre en el sector privado? Por supuesto que sí, pero falta voluntad política para defender lo que es de todos y enfrentarse a los lobbies del sector.
Hoy tenemos sobre la mesa un ambicioso calendario de movilizaciones encabezado por el lema “Por un Convenio justo, por un futuro público para Correos”, el cual condensa de forma inequívoca los objetivos del proceso huelguístico
Un nuevo convenio para sumar derechos
Esta desastrosa reconversión ha profundizado el deterioro de las condiciones de trabajo y atentado contra las capacidades de un servicio público fundamental que pagamos la ciudadanía. Este y no otro es el foco principal del conflicto existente en Correos. El malestar no ha parado de crecer, sobre todo en los últimos años, donde el acumulado de todo este proceso va generando situaciones ya insostenibles. Es justo decir que la gestión del actual Presidente solo ha servido para agudizar los grandes problemas de la empresa pública.
Por eso hoy tenemos sobre la mesa un ambicioso calendario de movilizaciones encabezado por el lema “Por un Convenio justo, por un futuro público para Correos”, el cual condensa de forma inequívoca los objetivos del proceso huelguístico.
Somos muchos los que consideramos que buena parte de los problemas (no todos) guardan relación directa con nuestro convenio colectivo, en vigor desde 2011 y aunque caducó en 2013 prosigue su aplicación debido a la ultractividad, a pesar de que varios de sus artículos han quedado obsoletos por la aprobación de legislaciones posteriores.
Más de once años de vida permiten tener un conocimiento profundo del mismo y, lo que es más importante, de su impacto en las condiciones laborales en Correos. Sería imposible enumerar la cantidad de “afrentas” que aquel Convenio supuso y aún supone para la plantilla, pero por intentar sintetizar, diremos que:
- Existen artículos ilegalizados por la Audiencia Nacional tras denuncia de CGT.
- Desequilibró aún más las relaciones laborales en favor de la Directiva, dándole poder casi absoluto sobre procesos de primer orden como los de movilidad interna, las Bolsas de Empleo eventual, la provisión de puestos y sistemas de promoción o la introducción de “las necesidades del servicio” como eje para la concesión de permisos asociados al descanso.
- Estipuló la penalización de las bajas por enfermedad (con algunas excepciones parcialmente corregidas en el Acuerdo Plurianual de 2018).
Un convenio (o cualquier otra normativa) no sólo puede ser lesivo por lo que contiene, sino también por lo que omite. Es por ello que ahora, en el marco de la negociación IV convenio colectivo (que se retomó con altibajos el pasado mes de abril) algunos sindicatos vamos a pelear porque se incorporen cuestiones de justicia que mejoren derechos y den seguridad al colectivo postal.
Reivindicaciones para tener futuro
La negociación de un convenio abre la posibilidad de conseguir mejoras de calado para todos. En CGT sabemos que una negociación sin implicación, presión y movilización de la plantilla lo más probable es que termine en un retroceso de nuestros derechos.
Aunque Serrano y su Directiva aún no han mostrado todas sus cartas, sí que dieron a conocer su pretensión de desregular el horario laboral, planteando incluso la jornada partida. Es nefasto que estas sean las coordenadas en las que la empresa quiere negociar un nuevo convenio. Sin embargo, en ningún caso esto tendría que conducirnos a cerrar de antemano la ventana de oportunidad de tener uno mejor. Ningún sindicato tiene la obligación de estampar su firma si el resultado de todo el proceso no es satisfactorio para la plantilla. Lo que no admite dudas, y cualquiera que acuda al puesto de trabajo lo sabe, es que no podemos aguantar más tal y como estamos.
En CGT creemos firmemente que cada convenio o acuerdo general debería ser votado y refrendado por todo el colectivo. Así tendríamos un proceso abiertamente democrático e inclusivo, en lugar de un acuerdo “por arriba” entre la Directiva y los sindicatos de siempre, donde normalmente acaban primando otros intereses que no son los del conjunto de trabajadoras y trabajadores.
Por eso debemos volcarnos y poner nuestras mejores energías en el proceso movilizador que tenemos por delante, en busca de la fuerza colectiva suficiente como para empujar, por un lado, a la empresa a tener un buen convenio y, por otro, al Gobierno un proyecto público de futuro para Correos.
A pesar de la existencia de un largo listado de reivindicaciones y propuestas de mejora, sin duda, sobresalen algunas bien por su urgencia, bien por su trascendencia.
En relación a la cuestión salarial (planteada más arriba), además de subidas que vayan en la línea de compensar la enorme pérdida de poder adquisitivo, incorporamos la necesidad de regular en el Convenio la cláusula de revisión salarial acorde al IPC con el objetivo de impedir nuestro empobrecimiento.
Sobre la jornada, reclamamos horario continuo de 35 horas de lunes a viernes (y 30 horas para el turno de noche). Asimismo, nos oponemos a la extensión de la parcialidad que Correos ha convertido en fetiche.
Necesitamos estabilidad en el empleo y recuperación de las decenas de miles de puestos de trabajo destruidos en lo que va de siglo. Hay que acabar con la política de recortes y ajustes de las plantillas que provocan un día a día infernal para quienes estamos en activo, mientras condenan al paro a miles de personas en todo el país. Hay que cubrir todos los puestos estructurales realmente existentes, como una fórmula óptima para mejorar nuestras condiciones y asegurar la calidad del servicio que prestamos.
Y por supuesto, la inclusión en el Estatuto Básico del Empleado Público (EBEP) tras ser excluidos del mismo en 2007 de forma vergonzosa. Lógicamente, esta reivindicación histórica es de suma relevancia, pues no solo afectaría a los derechos laborales de la plantilla sino también al propio “status”, al convertirnos en trabajadores públicos de pleno derecho. Dejaríamos de estar empotrados junto a tropecientas empresas privadas, para reencontrarnos con el resto de servicios públicos.
Esta demanda combina, por tanto, la vertiente económica y la política, interpela a la Directiva de la empresa, al Gobierno central y a la sociedad misma, en tanto en cuanto, lo público debería responder al interés general.
Precisamente porque somos conocedores del carácter refractario de Correos a cualquier mejora significativa en favor del colectivo postal y del abandono al que los diversos gobiernos nos han sometido, estamos convencidos de que sin una amplia y contundente movilización, no será posible ganar este pulso.
El calendario fue acordado en CGT en nuestras secciones democráticamente y consta de cinco días de huelga general: 28 de noviembre, 22 y 23 de diciembre y 4 y 5 de enero
A la huelga que ya es hora
El calendario fue acordado en CGT en nuestras secciones democráticamente, trasladado a todas las organizaciones sindicales en julio y, entre los meses de septiembre y octubre, mediante un proceso asambleario en un gran número de centros de trabajo, lo estamos presentando y consultando a nuestros compañeros, al estilo del trabajo realizado por el sindicato CWU en las movilizaciones de Royal Mail (Reino Unido).
Consta de cinco días de huelga general: El 28 de noviembre (en pleno Black Friday), los días 22 y 23 de diciembre (vísperas de Navidad) y 4 y 5 de enero (antes de Reyes). Hablamos de fechas absolutamente estratégicas desde un punto de vista productivo, pero también mediático.
CIG, LAB, ESK, ELA, SiPcte, Intersindical Canaria, Intersindical Valenciana y CNT, han sido las organizaciones que han dado su respaldo al calendario situado por CGT
A día de hoy, CIG, LAB, ESK, ELA, SiPcte, Intersindical Canaria, Intersindical Valenciana y CNT, han sido las organizaciones que han dado su respaldo al calendario situado por CGT. Por su parte, CCOO y UGT, que en ningún momento han querido participar en la “mesa de unidad de acción sindical” forjada en diciembre de 2021 y a la que estamos asistiendo todos los demás sindicatos, parecen desmarcarse de la propuesta y consideran que no es necesario un nuevo convenio. Tal vez estén esperando a Feijóo para negociarlo… Mientras que CSIF y Sindicato Libre, no creen que la época de máxima producción del año sea la más adecuada para presionar. Prefieren negociar primero y ya después valorar si es necesario movilizarse.
Sin duda, la unidad sindical es un elemento muy importante y deseable, sobre todo en situaciones de extrema necesidad. En CGT sabemos que toca tener altura de miras, poner por delante los intereses colectivos e implicarnos todas las partes en conseguir una gran movilización que nos permita conseguir tantos objetivos y mejoras como sean posibles. Aún estamos a tiempo de luchar juntos. Por nuestros derechos, por un futuro público: ¡Todas y todos a la huelga!