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Opinión
Cuando Brubaker se hizo etnógrafo: un sindicalista infiltrado
En mis clases de antropología suele salir a relucir la película Brubaker. Para aquellos y aquellas que no la conozcan, Brubaker, protagonizada por Robert Redford, pertenece a esa serie de producciones estadounidenses de los años 70 con cierta conciencia social. Las movilizaciones que condujeron a la aprobación de la Ley de Derechos Civiles de 1964, así como los cambios culturales acontecidos durante esa misma década, con el apogeo del 68 como epítome representativo, continuaron durante buena parte de los siguientes años con manifestaciones en la música, la literatura, los cómics o el cine. Surgen entonces gran cantidad de autores y autoras cinematográficos que van más allá del relato típico del sueño americano para relatar las historias de los pueblos nativos norteamericanos (Little Big Man, con Dustin Hoffman, de 1970), el papel de la mujer en las luchas de los movimientos sociales y sindicatos (Norma Rae, con Sally Field, de 1979) o la dureza y crueldad, así como la falta de derechos, que se vivía dentro del sistema penitenciario estadounidense (La leyenda del indomable, con Paul Newman, 1967). Del año 1980 es el libro del historiador marxista Howard Zinn, La otra historia de los Estados Unidos, donde el autor cuenta los 200 años de existencia del país no en base a sus relatos míticos llenos de padres fundadores y grandes batallas, sino en la de las luchas de los grupos sociales tradicionalmente excluidos y explotados.
Glovo
Tres meses infiltrado en Glovo
Paul Iano, estadounidense, trabajó durante tres meses para Glovo en País Vasco. Lo hizo para conocer desde dentro las condiciones laborales de un tipo de empresa con una forma de funcionamiento ya habitual en Estados Unidos, en el que se externalizan los costes y se quedan solo con el beneficio.
Brubaker cuenta la historia de un director de prisión norteamericano, Henry Brubaker, que, concernido por las vicisitudes en la que viven los centenares de presos de la cárcel que va a dirigir, elige hacerse pasar por uno de ellos para conocer, de este modo, de primera mano su situación. Es de esta manera que el personaje encarnado por Robert Redford es vejado, torturado, chantajeado y maltratado por los distintos individuos que conforman el sistema de la prisión de Wakefield. No hago ningún spoiler si avanzo que, una vez destapada la trama, Brubaker vuelve a su posición de director para, con no pocas dificultades, intentar cambiar el modo de funcionamiento de la institución a su cargo. Para un estudiante de antropología, o un antropólogo o antropóloga, la película muestra muy a las claras cuál podría ser, dramatizado, el papel de la etnografía, esto es, la vivencia personal y desde dentro de las relaciones sociales que protagonizan un determinado proceso social objeto de estudio. Una metodología, o grupo de técnicas de investigación, que agrupa tanto la realización de observación participante, entrevistas, diálogos informales, etc., y que persigue la aprehensión de la mayor cantidad de información posible de primera mano para, con posterioridad, hacer una interpretación científica a la luz de uno o varios marcos teóricos y elaborar un informe, artículo o libro.
Raúl García es ingeniero informático y trabaja para la empresa INDRA pero, sobre todo, es un sindicalista preocupado por las nuevas relaciones laborales que se están poniendo en marcha
Pues bien, en el libro El sindicalista infiltrado. El trabajo en la nueva esclavitud, de Raúl García Agudo y editado por Apostroph, su autor y protagonista, sindicalista de Comisiones Obreras (CC OO) en Valladolid actúa precisamente así: una mezcla entre Brubaker y etnógrafo que, mediante el relato recogido en la obra que ahora se reseña, persigue denunciar y modificar los comportamientos para-legales y esclavizadores de empresas que, como Glovo, pertenecen a eso que se ha venido en denominar capitalismo de plataforma.
Raúl García es ingeniero informático y trabaja para la empresa INDRA pero, sobre todo, es un sindicalista preocupado por las nuevas relaciones laborales que se están poniendo en marcha, y se presentan a veces como auténticos avances, dentro de las nuevas empresas tecnológicas desde hace unos años. No en vano su libro se encuentra prologado e introducido por el Secretario Confederal de Estudios y Formación Sindical de CC OO, Fernando Rocha, y la periodista y escritora, autora del libro La España precaria, Alejandra de la Fuente. Porque de eso va el libro, de derechos laborales incumplidos y precariedad.
La obra consta de ocho capítulos cortos pero con suficiente material e información como para tomarse un rato disfrutando de sus páginas. Parte de la propia historia de Raúl García que, al ver el constante movimiento de riders en las inmediaciones de la sede de CC OO en la capital de Castilla y León y siguiendo su interés por las condiciones de los y las trabajadoras de las nuevas plataformas de reparto, decide infiltrarse, en el sentido de participar en un proceso selectivo de una de ellas, Glovo, con la intención de conocer el nivel de vulneración de derechos que se están produciendo en esta empresa. Su corto episodio, así como posterior difusión a través de las redes sociales, le da el conocimiento inicial y el interés de poner en marcha una campaña local de información y empoderamiento de los trabajadores de Glovo en Valladolid. Desde la apertura de una oficina específica de información, pasando por campañas y manifestaciones hasta llegar a una performance en plena calle, cuando una pirámide construida con cajas de cartón que simulan mochilas de Glovo fue finalmente quemada y derrumbada, demostrando simbólicamente que es posible acabar con esa esclavitud. Es así que Raúl narra sus peripecias como sindicalista infiltrado.
El libro acaba con el relato de la aprobación de la conocida como Ley Rider, poniendo de manifiesto algunas de las modificaciones y novedades específicas que introdujo para los trabajadores de este sector
Los hechos relatados ocurren durante el caluroso verano de 2019, de hecho, la acción de la pirámide es del día 12 de julio, justo unos meses después de la muerte por atropellamiento del rider bangladesí Pujan Koirala, el cual que trabajaba con una cuenta ajena para Glovo en Barcelona. Su lamentable pérdida puso el foco de atención sobre las prácticas de estas empresas, sin dejar de reconocer nunca la labor de colectivos como RidersxDerechos, también en la capital catalana, que tan eficaz y diligentemente supo convertirse en portavoz de los trabajadores de estas plataformas.
El libro acaba con el relato de la aprobación de la conocida como Ley Rider, mediante Real Decreto-Ley 9/2021, un año después, y poniendo de manifiesto algunas de las modificaciones y novedades específicas que introdujo esta ley para los trabajadores de este sector: desde desvelar las características del algoritmo, que es el auténtico jefe de los trabajadores, hasta llegar a la obligación de contratar, como trabajadores por cuenta ajena, a todos los riders que, en ese momento, se encontraran dados de alta en la plataforma. La obra no deja atrás algunas de las debilidades de la Ley, como la falta de aplicación de algunas empresas, donde destaca Glovo, que han creído encontrar las grietas a partir de las cuales continuar funcionando hasta ahora, así como manifestar la necesidad de seguir luchando, no solo en el ámbito del Estado español, sino también en el resto de la Unión Europea (UE).
En definitiva, un libro corto, menos de 100 páginas, sencillo y ágil de leer, que, aunque deja ganas de más y a veces se muestra algo autocomplaciente, se nos muestra como una etnografía urbana actual en manos, no ya de un antropólogo o un periodista, sino de un sindicalista infiltrado, un auténtico Brubaker para los trabajadores del siglo XXI.