Opinión
Organizar el boicot contra Altri y Greenalia

El poder de la oligarquía gallega ya ha demostrado su capacidad para llevar adelante la construcción de una celulosa que buena parte de Galicia rechaza. Tras el visto bueno ambiental de la Xunta, conviene dar un giro en la estrategia de presión.
Manifestación Altri Greenalia 16-03-25 - 3
Concentración en el Puente Medieval de Pontevea, sobre el río Ulla en contra de la macrocelulosa Altri. Elena Fernández

Ya es un hecho. La Xunta de Alfonso Rueda ha aprobado la declaración de impacto ambiental de la fábrica de celulosa que la multinacional portuguesa Altri y la empresa gallega Greenalia pretenden instalar en el centro geográfico de Galicia. Es, a juicio de los “técnicos” de la Consellería de Medio Ambiente, “ambientalmente viable”. ¿Que quiere decir esto más allá de lo obvio? Que la vía institucional para frenar esta barbarie ecológica empieza a agotarse. 

Quedan instancias políticas y judiciales todavía en pie a las que acudir —deben seguirse hasta el final, no cabe duda—, pero como ya hace tiempo que se veía venir, esta industria que pretende absorber la misma cantidad de agua que toda la provincia de Lugo junta no se va frenar en ningún despacho. Se va a parar en la calle y gracias a la inteligencia colectiva de cientos de miles de personas que no pararán hasta lograrlo. Nos va la vida en ello. Toca, por lo tanto, abrir el foco de la protesta y comenzar a buscar, señalar y boicotear a todas las empresas que, de una forma u otra, trabajan de manera velada para que esta fábrica salga adelante.

Galicia
Galicia ¿Quién es quién en el proyecto de la celulosa de Altri en Galicia?
Detrás de la factoría que la multinacional portuguesa y la Xunta quieren instalar en A Ulloa hay intereses políticos y hombres con dinero. Aunque lo llevan con discreción, tienen nombre, cara y patrimonio. Están tras Greenfiber y el Proyecto Gama.

Si algo nos ha enseñado el movimiento de boicot, desinversión y sanciones (BDS) hacia Israel y, antes, el movimiento sudafricano contra el apartheid o la lucha anticolonial india es que al poder económico también se le puede condicionar con las pequeñas acciones coordinadas de una mayoría social en calidad de consumidora. Está sobradamente demostrado que se puede.

También, gracias a esa memoria de los movimientos sociales, tenemos a nuestra disposición todo un trabajo previo que nos permite no caer en errores ya cometidos en el pasado y afinar nuestras acciones. La cuestión central es, por lo tanto, cómo hacer que los boicots sean eficaces y tengan el mayor impacto posible a la hora de responsabilizar a las empresas, partidos, asociaciones y cargos que, por su complicidad, son condición de posibilidad para que la construcción de esta celulosa siga adelante.

Galicia
Galicia ¿Quién es quién en Greenalia? La empresa que quiere otra celulosa en Galicia y arrasa olivares en Andalucía
Los tentáculos del entramado empresarial tras esta corporación tocan a gran parte de la oligarquía gallega. Desde medios de comunicación como 'La Voz de Galicia' hasta equipos de fútbol como el Deportivo o entidades financieras como Abanca.

La lista de cómplices físicos y jurídicos será larga, desde luego, y debe ser construida de manera colectiva, como todo este movimiento de contestación social que tiene como punta de lanza a la Plataforma Ulloa Viva, a las vecinas más afectadas organizadas. Ahora bien, el boicot debe ser estratégico, poniendo el foco en pocas entidades para que el impacto sea mucho mayor.

¿Qué bancos apoyarán financieramente el proyecto? ¿Qué medios de comunicación llevan más de un año legitimando su construcción? ¿Qué partidos políticos ya sea por acción o por inacción la favorecen? ¿Qué otras empresas tienen los directivos y accionistas de Altri y Greenalia? ¿Qué empresarios votaron a favor del actual presidente de la patronal gallega que ha demostrado su ferviente apoyo a la celulosa? ¿Qué sindicatos se han mostrado públicamente a favor? ¿Qué empresas textiles comprarán el lyocell que se producirá? ¿Qué empresas está subcontratando Greenfiber —la sociedad instrumental del proyecto— para solicitar todos los estudios e informes que necesita aportar a la administración? ¿Qué empresa ejecutará la obra millonaria? ¿A quién alquilarán los tractores, las grúas o los camiones? Debemos cuestionarnos a nosotras mismas y dejar de colaborar con todas ellas con nuestro dinero y nuestra simpatía. Debemos obligarlas a tomar una posición clara.

Hay cientos de preguntas que debemos hacernos y las respuestas son, obviamente, demasiadas. Por eso, debemos ir de arriba hacia abajo. Concentrarnos en empresas que tengan un papel directo en la ejecución de este atentado medioambiental y priorizar campañas informativas y acciones dirigidas en las que haya posibilidades reales de ganar. Hay cuatro factores clave que el movimiento BDS nos ha enseñado en los últimos años y que conviene tener en cuenta: investigar el nivel de complicidad de cada una, basado en una investigación precisa y convincente que lo demuestre; la interseccionalidad, es decir, la relevancia transversal de la empresa objetivo; el reconocimiento de marca y atractivo mediático, ya que ayuda a llegar a un público más amplio; y por supuesto, el potencial de éxito que aspiramos a tener.

Ellos tienen el poder económico, el político y, probablemente, el judicial. Nosotros y nosotras somos muchas más.

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Opinión
Organizar o boicot contra Altri e Greenalia

O poder da oligarquía galega xa demostrou a súa capacidade para tirar adiante coa construción dunha fábrica de celulosa que boa parte de Galiza rexeita. Tras o visto e prace ambiental da Xunta, cómpre cambiar a estratexia de presión.
Manifestación Altri Greenalia 16-03-25 - 3
Concentración en el Puente Medieval de Pontevea, sobre el río Ulla en contra de la macrocelulosa Altri. Elena Fernández

Xa é un feito. A Xunta de Alfonso Rueda aprobou a declaración de impacto ambiental da fábrica de celulosaque a multinacional portuguesa Altri e a galega Greenaliaprevén construír no centro xeográfico de Galiza. É, en opinión dos “técnicos” da Consellería de Medio Ambiente, “ambientalmente viable”. Que significa isto alén do obvio? Que a vía institucional para frear esta barbaridade ecolóxica comeza a esgotarse. 

Aínda quedan instancias políticas e xudiciais aínda en pé por abordar —hai que seguilas ata o final, non hai dúbida—, pero como era previsible dende hai tempo, esta industria, que pretende absorber a mesma cantidade de augaque toda a provincia de Lugo xunta, non se vai frear en ningún despacho. Vaise parar na rúa e grazas á intelixencia colectiva de centos de miles de persoas que non pararán ata conseguilo. As nosas vidas dependen diso. É hora, pois, de abrir o foco da protesta e comezar a buscar, identificar e boicotear a tódalas empresas que, dun xeito ou doutro, están a traballar de xeito velado para que esa factoría saia adiante.

Se algo nos aprendeu o movemento de Boicot, Desinversión e Sancións (BDS)contra Israel e, antes, o movemento antiapartheid sudafricano ou a loita anticolonial india é que ao poder económico tamén se lle pode condicionar a través de pequenas accións coordinadas dunha maioría social en calidade de consumidora. Está sobradamente demostrado que se pode facer.

Ademais, grazas a esta memoria dos movementos sociais, temos á nosa disposición un traballo previo que nos permite evitar a repetición de erros pasados ​​e afinar as nosas accións. A cuestión central, pois, é como facer efectivos os boicots e ter o maior impacto posible á hora de responsabilizar a empresas, partidos, asociacións e cargos que, coa súa complicidade, fan posible que continúe a construción desta celulosa.

A lista de cómplices físicos e legais será longa, por suposto, e debe construírse colectivamente, como todo este movemento de protesta social que encabeza a Plataforma Ulloa Viva, as veciñas organizadas máis afectadas. Porén, o boicot debe ser estratéxico, centrándose nunhas poucas entidades para que o impacto sexa moito maior.

Que bancos apoiarán financeiramente o proxecto? Que medios de comunicación veñen lexitimando a súa construción dende hai máis dun ano? Que partidos políticos, xa sexa por acción ou por inacción, fan por favorecela? Que outras empresas posúen os conselleiros e accionistas de Altri e Greenalia? Que empresarios votaron ao actual presidente da patronal galega, quen demostrou o seu fervoroso apoio á industria desta pasteira? Que sindicatos manifestaron publicamente o seu apoio? Que empresas téxtiles comprarán o lyocell que se vai producir? A que empresa subcontrata Greenfiber —a empresa instrumental do proxecto— para solicitar á administración todos os estudos e informes que precisa entregar? Que empresa levará a cabo a multimillonaria obra? A quen lle alugarán os tractores, guindastres ou camións? Debemos cuestionarnos e deixar de colaborar con todos eles co noso diñeiro e a nosa simpatía. Hai que obrigalos a tomar unha posición clara.

Hai centos de preguntas que debemos facernos e as respostas son, obviamente, demasiadas. Polo tanto, debemos ir de arriba a abaixo. Debemos centrarnos nas empresas que xogan un papel directo na realización deste ataque ambiental e priorizar campañas de información e accións dirixidas onde existan posibilidades reais de gañar. Son catro os factores fundamentais que o movemento BDS aprendeunos nos últimos anos que cómpre ter en conta: investigar o nivel de complicidade de cada un, a partir dunha investigación precisa e convincente que o demostre; a interseccionalidade, é dicir, a relevancia transversal da empresa destinataria; o recoñecemento de marca e atractivo mediático, xa que axuda a chegar a un público máis amplo; e, por suposto, o potencial de éxito que aspiramos a ter.

Eles teñen o poder económico, político e, probablemente, xudicial. Nós somos moitas máis.

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