We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Opinión
Si no es ahora, ¿cuándo?
Esto no pretende ser una llamada a la insurrección. Intenta, modestamente, ser una llamada más a la insumisión, que es previa y necesaria. Lo primero, no someter ni la voluntad, ni la mente, ni la conducta. Lo segundo, ponerse de acuerdo en lo que se pretende conseguir en lo próximo. Lo tercero, intentar acuerdos sobre cómo conseguirlo. Desde la diversidad. Desde la sinceridad y el respeto.
Si no es ahora cuando nos sacudimos, nos levantamos, nos organizamos, actuamos, los desenmascaramos ―a ellos y a sus cómplices activos―, los denunciamos, salimos a la calle, nos exponemos, nos pronunciamos...
Si no es ahora... los nuevos fascismos neoliberales, en los que no entra sólo Vox y a los que tal vez ―para entendernos― podríamos llamar trumpistas, se apropiarán sorprendentemente del descontento, la frustración y la rabia, utilizando la manipulación más burda y mejor financiada, mintiendo sin límite, prometiendo sin intención de cumplir, asaltando de mil formas los diferentes “capitolios”. Y, siempre para nuestra desgracia, no la dirigirán hacia los verdaderos culpables ―los grandes multimillonarios― a cuyo servicio están, sino contra otros pobres, descontentos, frustrados y, aún no suficientemente, rabiosos. Y, al final, contra cualquier forma de disidencia o rebeldía real. Contando con los medios de comunicación, con la ultraderecha judicial, con el trumpismo político y con el poder del dinero, trabajando sobre todo un proceso de infantilización e idiotización de amplio recorrido y notables resultados así como sobre la inoperancia, el desconcierto y la confusión de la supuesta izquierda.
Lo primero, no someter ni la voluntad, ni la mente, ni la conducta. Lo segundo, ponerse de acuerdo en lo que se pretende conseguir en lo próximo. Lo tercero, intentar acuerdos sobre cómo conseguirlo. Desde la diversidad. Desde la sinceridad y el respeto
Si no es ahora… el tsunami de la mentira lo engullirá todo. No sólo aceptaremos pulpo como animal de compañía, sino que asumiremos que las multinacionales contaminantes están sinceramente preocupadas y luchando contra la crisis climática en marcha; que quienes están destruyendo la naturaleza, esquilmando sus recursos y engordando por encima de nuestras posibilidades como especie son quienes van a encontrar soluciones milagrosas que, además, les permitirán seguir engordando, esquilmando y destruyendo; que políticos cuya máxima preocupación es ―además de acumular votos― no enfadar a los poderes reales y cuya complicidad ha sido clave para el incremento terrible de la pobreza, de la miseria, de la enfermedad, la inseguridad, la precariedad y la destrucción son quienes van a salir del bla, bla, bla y van de verdad a cambiar el rumbo, a defender a los de abajo con la fuerza, la decisión y la energía que se requieren.
Si no es ahora… todo terminará siendo publicidad ―explícita y/o encubierta―. Sus métodos, sus trucos, sus saberes corruptos, invadirán hasta los últimos rincones, nos tratarán como personas incapaces, imbéciles, inmaduras y fácilmente manipulables, de manera que terminaremos mirando hacia donde quieran, viendo lo que decidan que veamos, opinando aquello con lo que continuamente nos machacan, votando a quien ofrezca la mejor ―y mejor financiada― campaña electoral (próxima y remota)… y terminaremos siendo lo que pretenden: menores de edad mental, emocional y ética, aislados e impotentes. Y si no es publicidad, terminará siendo represión pura y dura, persecución, palo y cárcel… o algo peor.
Si no es ahora… todo terminará privatizado, incluidas nuestras emociones, nuestros pensamientos, no sólo los satisfactores de nuestras necesidades de salud física, emocional, intelectual y ética. Todo, casi absolutamente todo, será objeto de negocio y estará sometido a la psicosis del lucro. Y “cuando todo sea privado, estaremos privados de todo”, la mayoría de la población sólo tendrá “derechos de papel”, no reales, y la población que no puede satisfacer sus necesidades más básicas ni, mucho menos, llevar una vida digna, se extenderá y multiplicará hasta extremos imprevisibles. La riqueza insultante y la prepotencia producirán, como lava de un volcán inextinguible y creciente, cada vez más desigualdad, más miseria y, por desgracia, más resignación. Terminaremos pidiendo trabajo como quien pide limosna y nos olvidaremos ―ya nos hemos olvidado― de reclamar la tierra, las fábricas, los bancos… y todo lo que debería ser común para poder empoderarnos de nuestra vida.
Terminaremos pidiendo trabajo como quien pide limosna y nos olvidaremos ―ya nos hemos olvidado― de reclamar la tierra, las fábricas, los bancos… y todo lo que debería ser común para poder empoderarnos de nuestra vida
Si no es ahora… el truco de los y las representantes que no rinden cuentas, que no obedecen a quienes les eligen, sino que les sustituyen, deciden por ellas y ellos… que, en definitiva, no son representantes, “no nos representan”, habrá terminado de expulsarnos de las decisiones sobre nuestra propia vida. Y la democracia, que no es democracia ―que no es la solución colectiva a los problemas colectivos para que las personas, todas, puedan existir, crecer y vivir una vida que merezca la pena y tenga sentido― será una cáscara cada vez más vacía de contenido. O lo que es peor, una herramienta coactiva de los amos. Y la desfachatez del Estado seguirá creciendo monstruosamente, convirtiendo en terroristas y, por tanto, perseguibles y castigables a quienes protestan, a quienes disienten, a quienes resisten sus embestidas e incluso a quienes crean, o intentan crear, otras realidades.
Si no es ahora cuando reaccionamos, tal vez no podamos hacerlo en mucho tiempo. Y la edad oscura que se avecina vendrá del peor modo posible, tanto en su duración como en su intensidad.
El futuro no está escrito, incluso aunque veamos cómo confluyen los diversos procesos decadentes, aunque seamos conscientes de que el jerarquismo, la funesta manía de vernos siempre en lucha por situarnos más arriba ―o no situarnos más abajo―, por ver incluso la vida siempre como una pirámide competitiva, está sólidamente integrado en nuestras decisiones.
Es ahora.