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Palestina
“Es nuestra tierra”: colonos israelíes acampan en la frontera con Gaza para lograr un regreso permanente
Tiendas de campaña, estructuras prefabricadas, ropa, cajas y muebles distribuidos de forma desordenada. A la altura del kibutz Erez, en el sudoeste de Israel, se ha instalado a pocos metros de la Autopista 34 un pequeño campamento bajo un puente ferroviario que corta el cielo. Al pasar de largo, sería comprensible confundir este extraño paisaje con una especie de refugio para personas sin hogar. Pero la presencia de una mujer judía ortodoxa con velo tradicional y dos niños con mechones rizados en los laterales de la cabeza cuenta una historia distinta: están esperando ser los primeros israelíes en volver a la Franja de Gaza.
En esta cálida tarde de otoño, Seagal y sus dos hijos se encargan de vigilar el campamento. “Hay un par de familias que duermen aquí de forma permanente. Durante los fines de semana, hay hasta cinco familias”, explica ella. Su marido está trabajando, pero volverá por la tarde para pasar la noche. Seagal y los niños están ocupados moviéndose entre la cocina improvisada y una gran mesa donde se servirá la cena, cortando lechuga, tomates y zanahorias para preparar una sencilla ensalada antes de que se ponga el sol y se haga oscuro.
Desde principios de julio, este grupo de israelíes ultranacionalistas ha estado acampando cerca de la frontera norte de la Franja de Gaza. Obligados a mudarse varias veces por las autoridades, dormían en un bosque cercano antes de instalarse bajo este puente ferroviario. “Pedimos permiso a la compañía del tren y nos ha permitido quedarnos aquí todo el tiempo que queramos”, dice Seagal. “Ahora solo necesitamos que el gobierno haga lo mismo y nos permita cruzar la frontera para vivir ahí”.
Israel
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Un cambio de percepción
Eso podría pasar más pronto que tarde. Aunque en el pasado la Franja de Gaza albergaba una serie de asentamientos israelíes, desde su desmantelamiento en 2005 la idea de regresar al territorio palestino se consideraba una quimera que solo los activistas colonos más radicales y políticos extremistas marginales habían creído posible. Ahora todo eso ha cambiado, impulsado por el contexto de guerra y por la presencia de miembros de extrema derecha dentro del gabinete israelí encabezado por el primer ministro Benjamin Netanyahu.
Las dos figuras políticas clave que alientan este movimiento son el ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben-Gvir, líder del Partido del Poder Judío, y el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, líder del Partido Sionista Religioso. Ansiosos por brindar apoyo oficial a los colonos, se han envalentonado desde el ataque del 7 de octubre de 2023, y ahora defienden la recolonización judía de Gaza como una medida necesaria para la seguridad de Israel. Netanyahu depende de su apoyo para conservar una mayoría en el gobierno, lo que explica su negativa a censurarlos. De hecho, algunos miembros de la línea más dura de su partido, Likud, también han mostrado apoyo a la propuesta.
A lo largo de este año, Ben-Gvir ha descrito la situación en la Franja de Gaza como una oportunidad para que Israel conserve el control del territorio palestino en el futuro y restablezca ahí comunidades israelíes. “No solo no descarto asentamientos judíos allí, sino que creo que es algo necesario”, dijo en una declaración pública en enero. Mientras tanto, Smotrich ha afirmado que estas comunidades en la Franja son “inevitables”. “Para mí está claro que eventualmente habrá asentamientos judíos en Gaza”, prometió en un evento en octubre.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han construido bases e infraestructura que luego podrían transformarse en emplazamientos permanentes en Gaza
Esta no es la posición oficial del gobierno, y en el pasado Netanyahu ha declarado que “Israel no tiene intención de ocupar Gaza de forma permanente”. Sin embargo, la negativa del primer ministro a presentar un ‘Plan del día después’ para la Franja de Gaza solo ha alimentado las especulaciones sobre qué sucederá con el enclave. La realidad sobre el terreno también apunta hacia una presencia militar prolongada y una posible anexión, ya que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han construido bases e infraestructura que luego podrían transformarse en emplazamientos permanentes.
La percepción pública sobre la propuesta también ha cambiado en los últimos tiempos. Si bien en el pasado la gran mayoría de la gente consideraba que la recolonización de la Franja de Gaza no era una opción deseable, las encuestas más recientes muestran un apoyo fluctuante que varía entre el 25% y “alrededor del 40%”, según una experta israelí. Hablando con El Salto, la analista del International Crisis Group, Mairav Zonszein, explica el motivo del cambio en la opinión pública y por qué las propuestas de Ben-Gvir y Smotrich están cobrando impulso. “Mucha gente las respalda porque no existe una voluntad política para hacer otra cosa”, dice.
“No hay un enfoque alternativo al conflicto palestino que tenga capital político o apoyo popular de ningún tipo, no hay nada que llene el vacío”, añade. En cambio, las propuestas ultranacionalistas de Ben-Gvir y Smotrich, aunque todavía “algo marginales”, se alzan para muchos israelíes como “la única posición coherente, clara y políticamente fuerte” frente a la cuestión palestina, según Zonszein. El ataque del 7 de octubre resultó en una “especie de terremoto” en la política nacional, y desde entonces hay “aún menos apetito” para plantear propuestas que no sean tan extremistas.
¿Qué pasará con los palestinos?
Construir comunidades judías en los territorios palestinos es ilegal, según el derecho internacional, y a la práctica impide la posibilidad de una solución de dos estados. Los asentamientos en Gaza resultarían en un mayor desplazamiento de los residentes nativos, cuyas vidas ya se han visto severamente afectadas por las operaciones militares, a la vez que llevarían a la apropiación de tierras, limitando así el acceso a recursos vitales. Además, una presencia militar y civil israelí en el enclave podría conducir a un aumento de la violencia, con enfrentamientos entre colonos y palestinos cada vez más frecuentes.
La cuestión principal es qué pasará con los palestinos que todavía consideran la Franja de Gaza su hogar, aunque su lugar de residencia haya sido destruido. Según las Naciones Unidas, durante el curso del genocidio 1,9 millones de personas han sido desplazadas en un enclave que tiene una población total de 2,2 millones, mientras que dos tercios de los edificios en la Franja han sido dañados o destruidos. Todo ello mientras las bombas siguen cayendo sobre un territorio que ya está en ruinas.
El ruido de la destrucción se puede escuchar desde dentro de Israel. El campamento que Seagal y los otros activistas colonos han establecido está a solo dos kilómetros de la frontera norte de la Franja de Gaza, y aquí el flujo constante de tráfico pesado ahoga cualquier otro sonido. Sin embargo, solo basta alejarse unos metros de la autopista cercana para que el ruido repetitivo de las ametralladoras y las explosiones se haga evidente. Por la noche, cuando hay poco tráfico Seagal afirma que a veces se oyen desde el campamento. “Pero ya no nos damos cuenta”, añade.
El norte de Gaza es precisamente la zona que está siendo más duramente golpeada por la última ofensiva israelí. Tras dividir la Franja a lo largo del Corredor Netzarim, que se extiende justo al sur de la ciudad de Gaza, las FDI han iniciado un asedio que pretende expulsar a los palestinos. Unas 400.000 personas permanecen en el tercio norte del enclave, bajo la amenaza constante de las operaciones militares que siguen en curso. Mientras tanto, las Naciones Unidas han denunciado en repetidas ocasiones que desde principios de octubre se ha bloqueado el acceso de ayuda humanitaria a la población civil.
El general de brigada de las FDI, Itzik Cohen, pareció revelar las verdaderas intenciones de Israel en el norte de Gaza a principios de noviembre, al afirmar en una conferencia de prensa con periodistas que el ejército se está acercando a la “evacuación completa” de Jabaliya, Beit Hanoun y Beit Lahiya, las tres ciudades más septentrionales de la Franja. Ahí se está creando un “espacio despejado” y “no hay intención” de permitir que estos residentes regresen a sus hogares, dijo Cohen, según The Guardian. El ejército israelí se apresuró a distanciarse de estos comentarios, y un portavoz aseguró que se habían sacado de contexto y que no reflejaban “los objetivos y valores de las FDI”. Pero eso no ha sido suficiente para aplacar los temores de que el propósito real de Israel sea precisamente limpiar esta zona de la Franja.
Ocupación israelí
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Una “emigración voluntaria” sin alternativa
Desde la seguridad del campamento, Seagal confía en que así sea, y que inicialmente se permita a los colonos trasladarse allí. “Esperamos que el gobierno nos permita entrar primero en el norte”, dice, mientras se encarga de colocar las sillas que hay repartidas por el campamento alrededor de la mesa. Pero ese no es el objetivo final ni para ella ni para el resto del movimiento de colonos, ya que Seagal espera que la presencia judía se extienda a lo largo de la franja. “Más adelante, a medida que ganemos más territorio, queremos movernos hacia el sur”, reconoce.
¿Y los palestinos? “Si quieren vivir juntos en paz, podemos hacerlo”, argumenta Seagal. Su idea es que los asentamientos judíos coexistan con las ciudades y pueblos palestinos, de forma similar a Cisjordania o a la Franja de Gaza antes de 2005. Pero si eso no es posible, no descarta una evacuación de los palestinos de Gaza. “De lo contrario, pueden irse a España, Francia u Holanda”, añade, sin explicar por qué ni cómo se produciría este éxodo, pero afirmando que “la mayoría de la gente no quiere seguir viviendo allí”. Aunque los palestinos deseen ahora abandonar temporalmente la Franja para escapar de la guerra, no hay pruebas de que quieran irse de forma permanente.
Es una postura que no difiere de la de los políticos extremistas. Durante meses, Itamar Ben-Gvir ha sido vocal a favor de alentar la “emigración voluntaria” de los palestinos de la Franja como una “solución correcta, justa, moral y humana” al conflicto. Bezalel Smotrich también ha sido tajante en su apoyo a este enfoque, afirmando en una entrevista que “si hay 100.000 o 200.000 árabes en Gaza, y no dos millones, todo el discurso sobre el ‘día después’ será diferente”. El pretendido éxodo de los palestinos también ha obtenido el apoyo de otros sectores del espectro político, incluidos miembros del Likud de Benjamin Netanyahu.
Algunos dentro del movimiento de colonos han ido incluso más lejos, como la veterana líder Daniella Weiss, quien ha pedido lo que viene a ser una limpieza étnica del enclave. Según ella, a raíz del ataque del 7 de octubre los palestinos “han perdido su derecho” a vivir en Gaza. “No se quedarán aquí, se irán a otros países, convenceremos al mundo”, prometió, añadiendo que serán reemplazados por israelíes. “Los judíos irán a Gaza mientras que los árabes desaparecerán de Gaza”, dijo.
Itamar Ben-Gvir ha sido vocal a favor de alentar la “emigración voluntaria” de los palestinos de la Franja como una “solución correcta, justa, moral y humana” al conflicto
Conferencias ultranacionalistas en la frontera
Weiss hizo estas declaraciones durante una conferencia ultranacionalista que se celebró a mediados de octubre cerca de la frontera israelí con la Franja, justo enfrente del Corredor Netzarim. El evento, titulado ‘Preparación para colonizar Gaza’, fue organizado por la organización Nachala de Weiss, que durante años ha fomentado el establecimiento de asentamientos ilegales en Cisjordania y ahora ha trasladado su atención hacia el enclave palestino desgarrado por la guerra. Asistieron tanto Ben-Gvir como Smotrich, así como otros ministros de alto rango y varios miembros del Likud.
El evento, que incluyó talleres en los que se enseñó a los participantes cómo construir asentamientos desde cero y se mostraron mapas de las comunidades israelíes planificadas, fue la tercera gran conferencia de este año que promovía el retorno del pueblo judío a la Franja de Gaza. Acudieron centenares de personas, entre las que se encontraban algunos de los activistas colonos que han dormido en el campamento cerca de la frontera. “Fue increíble ver a tanta gente junta con el mismo objetivo”, dice Seagal.
Sin embargo, aunque los activistas ultranacionalistas han acudido a estas conferencias esporádicas, ha sido difícil retenerlos. Segal y los demás han intentado atraer a los israelíes para que el campamento crezca, organizando eventos festivos con música y actividades para niños. “Deberías haber estado aquí la semana pasada, éramos decenas de personas cantando, comiendo y pasándolo bien”, dice. Sin embargo, la mayoría de las familias se han quedado sólo unas noches y se han ido, admite.
El apoyo ha llegado de otras formas. Mostrando con la mano abierta la variada colección de muebles que componen el campamento, Seagal explica que la mayoría ha sido donada por personas de todo el país. “También nos han dado comida y dinero”, añade. Hasta hace poco, había una gran pancarta colgando del puente que explicaba el propósito del campamento. Al verla, “mucha gente se detenía todos los días” y les mostraba su apoyo. “Cuando dormíamos en el bosque era muy agradable, pero nadie podía vernos”, explica Seagal. “Así es mejor”.
El movimiento también ha llamado la atención de políticos de derechas. “Hemos tenido miembros de la Knesset que han venido a hablar con nosotros”, dice con una muestra de orgullo. “Han dicho que les damos esperanza”. Entre ellos, destaca la visita de la diputada de extrema derecha Limor Son Har-Melech. En los últimos meses ha acaparado titulares por acusar a los funcionarios de Justicia que procesan a soldados israelíes por actos criminales en Gaza de ser “traidores del más bajo nivel”, y también ha afirmado que la franja es “propiedad de nuestros antepasados desde tiempos inmemoriales, y no descansaremos hasta que la volvamos a poblar”.
'Alon and Lebanon' is a children’s book promoting the normalization of Jewish settlement in southern Lebanon. The book was written & crowd-funded by Amos Azaria, a member of the far-right 'Uri Tzafon' (Wake Up North) movement which includes figures like Danniella Weiss. pic.twitter.com/x6TQ6lbJiw
— OliviaThym (@ThymOlivia28234) October 5, 2024
Tras Gaza, ¿el sur del Líbano?
Un par de horas más tarde, cuando el sol se ha puesto, el marido de Segal llega al campamento y es recibido con entusiasmo por el resto de su familia. Amos Azaria es profesor de informática en la Universidad de Ariel, que resulta ser el mayor asentamiento judío de Cisjordania, una auténtica ciudad en el corazón de este territorio palestino. También es la persona que se ha encargado de organizar y promover el movimiento del campamento. Antes de decidir mudarse a la frontera, la familia vivía en Ariel. Ahora tienen la vista puesta en establecerse definitivamente en la Franja de Gaza.
Amos explica los motivos que justifican la creación del campamento. “La idea era demostrar que podemos mantener un asentamiento y estar listos para instalarnos al otro lado de la frontera lo antes posible”, explica. A finales de febrero, un grupo de israelíes ultranacionalistas irrumpió en Gaza, cruzó el puesto de control militar sin obstáculos y logró construir un puesto de avanzada simbólico, antes de ser expulsados por el ejército. El profesor universitario espera que pueda repetirse un experimento similar en el futuro, solo que esta vez los colonos no sean expulsados.
Aunque Amos ha puesto el foco en la Franja de Gaza, también lo ha trasladado a otro lugar: es uno de los principales activistas detrás de un grupo que llama a colonizar el sur del Líbano. El movimiento, que cuenta con casi 800 seguidores en su canal de Telegram, celebró una conferencia online en junio que fue dirigida precisamente por Daniella Weiss, y Amos incluso ha publicado un libro infantil que pretende normalizar esta propuesta extremista. La invasión israelí del país vecino no ha hecho más que aumentar los llamamientos para colonizar el Líbano, pero el movimiento ha tenido dificultades para obtener un apoyo claro de los políticos y seducir a la población general, aún más tras sellarse un alto el fuego en los últimos días. Por eso, ahora mismo la prioridad es el enclave palestino. “Es mucho más realista”, argumenta Amos.
Centenares de familias al acecho
La presencia judía en la Franja de Gaza comenzó en 1970, cuando se construyeron los primeros asentamientos tras la ocupación israelí del territorio con la Guerra de los Seis Días. Durante las siguientes décadas, estas comunidades civiles fueron creciendo en número hasta albergar a unos 8.500 colonos. Los 21 asentamientos fueron evacuados a la fuerza por el ejército en 2005, durante una retirada unilateral de la región. Gran parte de la derecha política israelí y de los colonos cree que esta decisión fue un error estratégico que permitió a Hamás acumular poder.
Lo mismo opinan Amos y Segal. Una de las principales razones por las que apoyan el reasentamiento en Gaza es “para aumentar nuestra seguridad”. Pero Segal también cree que los asentamientos servirán como castigo a los palestinos por el ataque del 7 de octubre, y declara que “tienen que pagar un precio por lo que hicieron”. Coincidentemente, recuerda, el cercano kibutz Erez fue una de las comunidades a lo largo de la frontera que fue emboscada, aunque el equipo de seguridad logró repeler el ataque en una batalla que duró horas. Y luego, por supuesto, está la visión mesiánica que considera la Franja de Gaza parte del histórico dominio de Israel. “Es nuestra tierra, según la Biblia”, afirma Seagal. “No regalaríamos a nuestros hijos, así que ¿por qué regalaríamos nuestra tierra?”.
Hay miles de personas que piensan como ellos. En una entrevista reciente, la líder de los colonos Daniella Weiss detalló que su movimiento cuenta ya con el apoyo de más de 700 familias que, como Seagal, sueñan con mudarse al enclave. También confesó que había cruzado la frontera del norte de Gaza, con el permiso de militares, para explorar posibles ubicaciones para futuras comunidades judías. Se están haciendo preparativos, prometió, incluso si el movimiento está “aún a unos pasos de empezar a construir inmuebles”.
בקרוב pic.twitter.com/Qmub8IfEoq
— ינון מגל (@YinonMagal) December 17, 2023
Sin embargo, algunas empresas de vivienda ya se frotan las manos ante la perspectiva. El pasado mes de diciembre, la firma Harey Zahav, que se especializa en la construcción de asentamientos en Cisjordania, publicó una imagen en las redes sociales de una zona arrasada de la Franja de Gaza, cerca del mar Mediterráneo, en que se mostraban los bocetos de nuevos inmuebles para israelíes. El anuncio añadía: “Despierta, una casa en la playa no es un sueño”. Los soldados desplegados en Gaza también han publicado videos online que animan a edificar asentamientos desde los portales en ruinas de edificios derruidos.
Construir casas llevará tiempo y, hasta entonces, los colonos tendrán que vivir en condiciones terribles. Pero Seagal dice que ella y el resto de su familia están preparados para ello. De hecho, vivir en el incómodo campamento durante tanto tiempo servirá precisamente para prepararlos para las dificultades que les aguardan en Gaza. No tienen agua ni electricidad, y se ven obligados a soportar el ruido de la autopista y la falta de privacidad. “La vida es difícil ahora y sabemos que será aún más difícil cuando estemos al otro lado de la frontera”, dice. “Lo aguantaremos todo hasta que podamos convertirlo en nuestro hogar”.
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Los israelís-sionistas cada vez se parecen más a los nazis, aquellos con la falacia de la raza aria y estos con el cuento de la Biblia (Y luego, por supuesto, está la visión mesiánica que considera la Franja de Gaza parte del histórico dominio de Israel. “Es nuestra tierra, según la Biblia”, afirma Seagal). En cuanto a maldad y exterminio son iguales.