Opinión
Fascist Solutions S.A

El gran dictador a todo color convierte la política internacional en una parodia, baila sobre las fosas comunes de miles de personas que estima sobrantes.
Donald Trump USA
Donald Trump, presidente de los USA. Foto: Gage Skidmore. CC BY-NC
5 sep 2025 05:38

Cuando Donald Trump volvió a la Casa Blanca, a principios de un 2025 que se nos está haciendo larguísimo, prometió que en poco tiempo solucionaría lo de Gaza de una vez por todas. Este sagaz empresario tenía ya en mente un proto plan de negocio post genocidio. Y aunque por entonces no lo sabíamos, su plan estaba destinado a ser la obra suprema del capitalismo del desastre.  Hace pocos días se público un escueto borrador al respecto, directamente parido por las mentes de los mejores genocidas, los promotores inmobiliarios más visionarios y las consultoras más punteras. El resultado parece un crossover entre La Doctrina del Shock de Naomi Klein, y El Gran Dictador de Charles Chaplin.

Nuestras sospechas se confirman, el fin del colonialmente llamado “conflicto árabe-israelí” no lo van a traer las ya amortizadas Naciones Unidas, sino un holding de ultracapitalistas dopados, tecnoiluminados que se creen los elegidos de dios, y emires que se sienten elegidos por la geopolítica imperial. Y todo esto orquestado bajo la batuta fálica de un abusón sin complejos. Qué mejor profeta para este credo de solucionistas, para esta santa trinidad que bien podría llamarse High Genocide Consulting, Deshumanisation Systems Ltd, y Netanyahu & Co Advanced Ethnic Cleaning Services que el propietario de The Trump Organization.

Los argumentos de la resistencia política y la lucha anticolonial palidecen ante la oferta del solucionismo genocida, dispuesto a extender un cheque a quien se quede tranquilo en un campo de concentración

Quién quiere movimientos sociales, pueblos organizados o incluso partidos políticos contando con tecnócratas colocados de MBAs, capaces de poner sus grandes dotes para gestionar y maximizar el beneficio de lo que les pongas por delante al servicio de la paz.  ¿Quién necesita deliberaciones públicas, derecho internacional, constituciones estatales, acuerdos supranacionales cuando el horizonte que nos ofrecen bien cabe en el neutralísimo marco de un contrato mercantil? 

Los argumentos de la resistencia política y la lucha anticolonial palidecen ante la oferta del solucionismo genocida, dispuesto a extender un cheque a quien se quede tranquilo en un campo de concentración después de que le hayan diezmado a la familia y despojado de todo. ¿Para qué meterse en enrevesados procesos de justicia y reparación, pudiendo pagar a los supervivientes billetes de avión que les saquen en pocos meses del infierno? Si aceptan, en cuestión de horas podrán hallarse finalmente a salvo, en funcionales desarrollos urbanos construidos por una BlackRock cualquiera, en un erial arrendado a tal propósito en Sudán del Sur por ejemplo. No faltarán los estados arrasados por el colonialismo, dispuestos a ofrecer lo que haga falta a cambio de unos miles de millones de dólares. 

¿Quién es el burro que desearía vivir en una tierra arrasada teniendo todas estas opciones que el mercado les abre? ¿Cómo van a valer más los vínculos que entretejiste con tus calles y tus vecinos, la memoria arraigada en el corazón y en la tierra, que un cheque de miles de dólares y el teórico acceso preferencial a una espaciosa vivienda? Aunque en estos tiempos la distopía se escribe en arrogantes mayúsculas, mejor no olvidarse de leer la letra pequeña. 


El gran dictador a todo color convierte la política internacional en una parodia, baila sobre las fosas comunes de miles de personas que estima sobrantes. El gran dictador en alta resolución ni siquiera necesita fingir que se debe a su pueblo, dentro de sus fronteras arrampla con los últimos vestigios de la democracia, ese régimen caduco que aún le pone algunas pegas para construir torres y campos de concentración donde a él le dé la santa gana. El gran dictador se codea con los emires porque le excita su modelo de sociedad de castas. Famiglias con acceso a torres y oropeles, y esclavos con visado de currante levantando palacios en su honor.

Al final parece que los Acuerdos de Abraham puestos en marcha cuando Trump fue por primera vez CEO del “mundo libre” eran una especie de UTE destinada a rediseñar una vez más la geografía de Gaza y el mundo al gusto de sus dueños: rascacielos, avenidas y muelles deportivos bautizados con el nombre de sus majestades, resorts para multimillonarios. Y entre tanto brilli brilli, puertos para trasladar las riquezas de los países empobrecidos al imperio y hubs tecnológicos donde seguir afinando la maquinaria del fascismo. 

Así es el mercenariado low cost de la élite absolutista: Guerreros de video juego, disparando a salvo, persiguiendo a los exhaustos desheredados de la tierra en manadas provistas de cadenas y palos

Queda decir que Fascist Solutions S.A es un oligopolio bien nutrido en términos de recursos humanos. Cuenta con una clase desenfadada y sonriente de postadolescentes de cincuenta años con pinta de no haber limpiado jamás un baño, que seguirán encantados aceitando la industria de los tokens, la vigilancia y el asesinato inteligente de niños con sus brillantes mentes matemáticas.

Mientras los tecnomercenarios entregan todo su aliento al enriquecimiento sin límites propio y ajeno, no faltarán los hombres uniformados, sea por un estado o por la última milicia fascista, dispuestos a emplear toda su energía y su fuerza en luchar contra quienes no pueden defenderse. Así es el mercenariado low cost de la élite absolutista: Guerreros de video juego, disparando a salvo, persiguiendo a los exhaustos desheredados de la tierra en manadas provistas de cadenas y palos, gamificando la violencia de toda la vida. Bandas de hombres incapaces de hacerse cargo de sus propias vidas, pero encantados de ser amenaza de la vida de otros. Adictos al cobarde placer de hacer daño.

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