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Palestina
El gobierno alemán utiliza el conflicto en Oriente Medio para recortar derechos en casa
“Lo mejor de todo es que dicen que hay un problema de antisemitismo importado, como si aquí no lo hubiera entre los alemanes”, explica a El Salto una activista de Madrid que vive en Berlín y se llama Iris. Y tiene razón, porque cualquiera que viva en este país desde hace más de dos semanas y, por tanto, antes del ataque de Hamas a Israel y de Israel a Gaza, sabe que en la capital alemana las sinagogas son escasas. Después del nazismo, la mayoría de templos judíos del país no se reconstruyeron. Hay judíos en la capital que tienen sus centros de culto en edificios de oficinas. Muchos tienen que vivir con seguridad. La escena del canciller Olaf Scholz en la reinauguración de una sinagoga el pasado domingo, reconstruida nada menos que 85 años después, es un buen símbolo de esta política algo hipócrita, que defiende a Israel, aun cuando el país lleve a cabo crímenes de guerra, porque argumentan se trata de una lucha contra el antisemitismo.
Poco antes de producirse el brutal ataque de Hamás en Israel, que se dirigió no solo contra judíos, sino también contra trabajadores y estudiantes extranjeros que se encontraban en los lugares asaltados, se publicaba el libro del periodista Niklas Frank titulado “¿Listos para exterminar de nuevo?” con el subtítulo “Nosotros, los antisemitas alemanes - y lo que nos espera“. Frank, que es hijo de Hans Frank, el gobernador general nazi de la Polonia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial, ha dedicado su vida a advertir sobre el antisemitismo. “Durante toda mi vida, me adentré en la sociedad alemana y, por lo tanto, sé que estas votantes están nuevamente dispuestas a exterminar a su enemigo principal, que aún está por determinar”, escribe en dicha obra sobre el ascenso de la Alternativa por Alemania (AfD). El enemigo número uno de la AfD es el inmigrante, en especial, el musulmán.85 Jahre nach der Zerstörung der Synagoge von Dessau schließen wir heute eine Lücke.
— Bundeskanzler Olaf Scholz (@Bundeskanzler) October 22, 2023
Diese neue Synagoge mitten in der Stadt zeigt: Jüdisches Leben ist und bleibt ein Teil Deutschlands.
Es gehört hierher. (1/2) pic.twitter.com/C6XkkeHR4r
Desde que Israel comenzó a bombardear la franja de Gaza hace dos semanas y decidió cortar el suministro de agua, luz, alimentos y comida a los alrededor de dos millones de personas, en lo que supone un castigo colectivo de libro, las protestas no han cesado. En todo el mundo. En Alemania, sin embargo, no se permiten con con el pretexto de que el estado de Israel es “una cuestión de estado” para el país, ya que fue fundado por las víctimas del holocausto nazi, y se considera antisemitismo. Las protestas han sido disueltas en Berlín y en otras ciudades una y otra vez. Los activistas, como Iris, aseguran que de forma violenta. En algún vídeo cuya autenticidad El Salto no tiene forma de comprobar pero que parecen corresponder, se ven ataques contra los manifestantes. “Un conocido tiene la pierna rota”, asegura Iris. Les han detenido por pegar pegatinas a favor de Palestina. Esta prohibición en la libertad de expresión recuerda a otras épocas y no a la Alemania moderna y cosmopolita que pretende ser. En un video de instagram aparece incluso la detención de un menor relacionada con estas protestas, algo que un manifestante confirma a El Salto, no así la policía.
“Una de las consignas que más reprimen es from the river to the sea”, explica Iris. Dicha afirmación se refiere a una Palestina que ocupe todo el territorio de lo que ahora es Israel y pone, por ello, la existencia de dicho estado en entredicho. La idea de que el estado formado por los judíos pueda desaparecer del mapa, con la consiguiente matanza y desplazamiento de judíos es algo que Alemania no quiere permitir, aún a costa de pisotear los derechos de otras personas, los palestinos, y a sabiendas de que la situación de estos últimos es de apartheid, discriminación y peligro constante. En Berlín, para mas inri, tratan de manifestarse y son reprimidos, además, también asociaciones de judíos. Iris explica a El Salto que vive en uno de los barrios más multiculturales, Neukölln, y que participa en las protestas no solo por Palestina, sino porque “están aprovechando para criminalizar a los inmigrantes”.
Las deportaciones son procesos traumáticos que la sociedad recibe mejor en un momento como éste, en el que se acusa al musulmán de ser antisemita.
Lo cierto es que han salido en las noticias una y otra vez manifestaciones en las que aparecían personas de procedencia árabe y se aseguraba que cantaban cánticos antisemitas. Sea como fuere, el gobierno de socialdemócratas, verdes y liberales ha aprovechado la ocasión para meter a marchas forzadas un cambio en la ley de extranjería que facilita las deportaciones. “Un conjunto de medidas restrictivas”, como lo ha llamado la Ministra del Interior Nancy Faeser. La prensa asegura que solo se trata de la implementación del acuerdo de gobierno.
A pesar del racismo institucional, presente en cada país occidental, en Alemania se había hecho un gran esfuerzo por integrar a cientos de miles de personas. Las deportaciones son procesos traumáticos que la sociedad recibe mejor en un momento como éste, en el que se acusa al musulmán de ser antisemita. De hecho, no ha habido grandes protestas en contra del anuncio de “deportaciones más rápidas y numerosas”, como ha asegurado el canciller Olaf Scholz. En otro momento, el movimiento “levantarse contra el racismo” habría congregado a decenas de miles. En esta ocasión, el silencio y las muestras de solidaridad tan solo han sido para Israel, por parte de todos los partidos con representación parlamentaria. Un aviso a navegantes que resuena en los oídos de quien escuchase el viernes al Ministro de Defensa asegurar que quien proponga salir de la OTAN, da igual si es de derechas o de izquierdas, “nos pone en peligro a todos”. Éste podría ser el siguiente ámbito en que aplicar la nueva política iliberal y restrictiva.
Ataques a las voces críticas con Israel
La represión contra las protestas para detener el posible genocidio en Gaza parece ir más allá de la actuación policial y del Ministerio del Interior. En la noche del pasado martes, unos desconocidos asaltaron un centro autogestionado por inmigrantes llamado 'Die ganze Bäckerei' en Leipzig. Según el diario junge Welt, los autores del ataque con piedras y grasa de cerdo, que costará unos 2.800 euros en reparaciones, serían personas del entorno de la llamada 'izquierda antialemana'. En una carta de autoría explicaban que habían atacado el centro para 'complicar el ejercicio del odio antisemita' y por haber 'festejado y trivializado el ataque a Israel'. Con sus protestas, no estarían interesados en el dolor de los palestinos, sino 'en poder ejercer el antisionismo'. Leipzig está considerado uno de los centros de la llamada 'izquierda antialemana', que combate el nacionalismo alemán y defiende al estado de Israel bajo cualquier circunstancia.
Heusgen aseguraba que, si la existencia del estado de Israel es cuestión de estado alemana, el estado alemán también debía preocuparse de que el país cumpla el derecho internacional.
Los activistas no son los únicos afectados por la caza de brujas. El ex embajador de Alemania en la ONU y actual jefe de la Conferencia de Seguridad de Múnich, ese encuentro de la industria armamentística con la política, Christoph Heusgen, alguien conocido por sus posiciones belicistas en la guerra de Ucrania a favor de los envíos de armas, era objeto esta semana de 'un escándalo'. En relación a la reprimenda al Estado de Israel por parte del Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, Heusgen afirmó que 'Si Guterres se refiere a la ocupación de los territorios palestinos desde hace 56 años, ello no es más que lo que dice el derecho internacional de los pueblos, así como la última resolución de la ONU que dice que la ocupación es una flagrante violación del derecho internacional'.
El shitstorm estaba garantizado. Le llovieron las críticas en numerosos medios, tanto que, al final, tuvo que disculparse por haber expresado no solo su opinión, sino también los hechos objetivos. Otra que tuvo que soportar críticas parecidas fue la hasta el pasado lunes política de Die Linke Sahra Wagenknecht. La economista y figura emblemática de la izquierda poscomunista respondía a la pregunta de un periodista durante la presentación de su nuevo proyecto con respecto a la guerra en Israel y Palestina que condenaba los ataques de Hamás, pero que había que ver el contexto de apartheid en que se producen. Los ataques contra la política, por otro lado criticada por querer reducir la inmigración, no se hicieron esperar. La palabra apartheid, aunque utilizada por la propia ONU, supone en Alemania de facto una expresión antisemita."