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Palestina
La campaña militar de Israel contra los hospitales gazatíes amenaza la vida de 37 bebés prematuros
Tras más de cinco semanas de bombardeos y al menos 11.100 palestinos y palestinas asesinadas en Gaza (de los cuales 4.800 menores) y 172 en Cisjordania, Israel no ha conseguido convencer a toda la prensa internacional de que lo suyo es una respuesta legítima tras el ataque de Hamás del 7 de octubre, y que no es más que un país democrático que defiende su derecho a existir.
Después de presionar a los medios occidentales para imponer narrativas favorables a sus intereses —cabe recordar que el propio presidente israelí Isaac Herzog abroncó al primer ministro de Reino Unido, Rishi Sunak, al considerar que la BBC no remarcaba suficientemente que Hamás era un grupo terrorista— y aniquilar a 35 periodistas palestinos en Gaza en ocasiones junto a sus familiares, según los registros a 12 de noviembre del Comité para la protección de periodistas, hoy 13 de noviembre el gabinete de seguridad de Israel ha aprobado una ley que permite clausurar medios extranjeros en el país cuando se considere que perjudican la seguridad del estado, según ha informado el canal israelí Kan 12, y reporta la agencia Europa Press.
Israel acaba de perder a una de sus principales defensoras en la comunidad internacional, la ahora ex ministra de interior británica Suella Braverman, que tras tachar las manifestaciones contra el genocidio palestino de marchas del odio e insistir en la necesidad de prohibirlas, atravesaba la semana pasada una línea roja al publicar en The Times un artículo en el que acusaba a la policía londinense de doble rasero, dando un trato de favor a los manifestantes de izquierdas, y demandaba que se prohibiese, para “evitar el antisemitismo”, la manifestación del pasado sábado, que resultó ser una de las más numerosas de la historia británica.
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Mientras, el cuerpo diplomático israelí se dedica a señalar toda acción que critique el exterminio como un discurso anti Israel, y por tanto antisemita, según la definición de antisemitismo de la IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance), que asimila antisemitismo a antisionismo y que Israel ha logrado imponer con éxito al menos en buena parte de Occidente. Así se expresó la embajadora israelí en España, hace pocos días, cuando pidió que se prohibiesen las concentraciones convocadas en más de 40 colegios públicos madrileños en defensa de la infancia palestina.
Niños y niñas palestinas como las que el personal médico ha intentado salvar desesperadamente en los últimos días en el hospital El Shifa, asediado por las fuerzas israelíes que lo rodean con sus tanques, y que han atacado a pacientes en los alrededores de las instalaciones. Este hospital, atacado primero por aire en los primeros días de la ofensiva israelí y desde que se concretara la invasión, también por tierra, junto al hospital Al Quds, son los dos más grandes y están dejando de funcionar por falta de combustible, algo que amenaza tanto la vida de 37 bebés prematuros internados en el hospital Al Shifa que ya no pueden mantenerse en sus incubadoras (ya habrían muerto dos recién nacidos el pasado viernes). Respecto a Al Quds, que lleva varios días siendo objeto de los disparos del ejército israelí, efectivos militares entraron el pasado sábado 11 de noviembre, abriendo fuego en la unidad de Cuidados Intensivos, según denunciaba la Media Luna Roja.
El Ministerio de Salud de Gaza está teniendo problemas para actualizar las estadísticas de personas fallecidas bajo fuego israelí, dado el ataque masivo que están sufriendo los hospitales
Ante la implacable ofensiva israelí contra los hospitales gazatíes, el Ministerio de Salud de Gaza está teniendo problemas para actualizar las estadísticas de personas fallecidas, dado el ataque masivo que están sufriendo estas instalaciones sanitarias, lo que dificulta registrar los decesos tanto de heridos que acceden a los centros, como de aquellas personas enfermas que mueren por la imposibilidad de recibir la atención médica necesaria dados los cortes de energía a los que Israel somete a los centros, junto a la falta de suministros médicos. Además, según recoge Al Jazeera, casi 3.000 palestinos permanecen desaparecidos y podrían estar atrapados o muertos tras las ruinas de los bombardeos. Las personas heridas, con diversa gravedad, ascienden a 27.490, todas ellas expuestas a un sistema sanitario colapsado. Tanto la OMS como la Media Luna Roja han señalado que Israel ha abierto fuego en ambos hospitales contra familias mientras huían.
Tampoco hay lugares seguros hacia los que huir, pues los refugios de la ONU no ofrecen garantías, el viernes 10, las propias Naciones Unidas comunicaban que 66 personas desplazadas habían sido ya asesinadas en sus instalaciones, mientras 588 habrían sido heridos. El pasado 5 de noviembre, una carta firmada por al menos 90 médicos israelíes justificaba el bombardeo de los hospitales palestinos: “Los residentes de Gaza, que aprobaron convertir los hospitales en nidos terroristas para aprovecharse de la moralidad occidental, son quienes trajeron la destrucción sobre sí mismos- el terrorismo debe ser eliminado en todas partes y de todas las maneras”. No hay pruebas de que los cuarteles de Hamás se hallen bajo los hospitales, fuera del discurso israelí.
Mientras prosiguen las movilizaciones que denuncian el exterminio de la población gazatí en todo el mundo, a los líderes mundiales les está costando más mantener su apoyo incondicional a Israel, al menos de cara al público. Es el caso del muy pro-israelí Sunak que con la destitución de la que fuera su ministra de interior responde a las voces que exigían despojarla de su cargo dado su discurso extremista.
El pasado sábado, en la ciudad de Lyon, un grupo de ultraderechistas invadían una conferencia dedicada a Palestina, hiriendo a varios de los asistentes
También el presidente Emmanuel Macron, que el viernes, en una entrevista en la BBC pedía a Israel que dejase de matar mujeres y niños, en un ejercicio que dejó a poca gente conforme: mientras se le acusaba de posicionarse de manera tardía e hipócrita, por parte de quienes recordaban que Francia está ejerciendo como uno de los principales aliados de Israel, y que el ejecutivo francés ha prohibido manifestaciones que señalan el genocidio, el propio Netanyahu le censuraba en los medios, acusándole de cometer un gran error “fáctico y moral”. El mismo sábado, en la ciudad de Lyon, un grupo de ultraderechistas invadían una conferencia dedicada a Palestina, hiriendo a varios de los asistentes.
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Por su parte, el pasado viernes Anthony Blinken compartía desde la India su preocupación por el número de gazatíes asesinados por Israel, calificándolos como “demasiados”, solo una semana después de que Estados Unidos haya aprobado una ayuda extraordinaria de 14,5 mil millones de dólares para apoyar militarmente a su aliado, y mientras el país norteamericano ha desplegado uno de sus submarinos nucleares en la zona. Es más, algunos testimonios de gazatíes ubican a soldados estadounidenses entre las tropas israelíes durante la invasión de la franja.
De momento, Israel tampoco tiene por qué preocuparse de posibles sanciones por parte de los países árabes aliados, reunidos este fin de semana en una cumbre conjunta de la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica en Arabia Saudí, donde la falta de consenso entre los asistentes ha derivado en una declaración que se limita a pedir un embargo de armas contra Israel sin concretar acciones claras contra el Estado ocupante.