Opinión
Otro fracaso de la izquierda sevillana
Las siguientes reflexiones, aunque duras, no son (solo) fruto del cabreo por como se ha dilapidado (en dos ocasiones) un proyecto político sino porque creo necesario que estos errores salgan a la luz si nos planteamos la remota posibilidad de volver a articular algo desde abajo.

En el proceso previo a las elecciones de 2015, Sevilla perdió el tren de las ciudades del cambio. El fallido intento de una candidatura municipalista unitaria que se pretendía con Ganemos Sevilla consistió finalmente en un proceso tedioso, dominado por camarillas que no creían en la confluencia y boicoteaban cada acuerdo y propuesta de apertura. El proceso, finalmente, desembocó en tres candidaturas más un ganemos fake de regalo que dispersaron el voto, la ilusión y la posibilidad de una mayoría alternativa al bipartidismo. Las candidaturas de Participa Sevilla e Izquierda Unida consiguieron 3 y 2 concejalías respectivamente, con las que se han intentado estos cuatro años, desde la oposición, poner temas sociales olvidados en la agenda y ejercer un cierto control sobre las políticas de un Ayuntamiento del PSOE que no ha dudado en pactar con la derecha en numerosas ocasiones.
Los resultados de Adelante Sevilla en 2019, donde se han perdido miles de votos, un concejal y pasado prácticamente a la irrelevancia a la hora de decidir quién gobierna e influir en las políticas de ciudad, deben conducir a una profunda reflexión. Este año sí se ha conseguido la ansiada confluencia, pero se ha perdido algo por el camino: la gente. La confluencia en Sevilla ha sido entre partidos, es más, entre los sectores “mayoritarios” de dichos partidos. En Izquierda Unida se hurtaron las primarias estatuarias a la militancia, configurando una candidatura dominada por la cúpula del Partido Comunista en Sevilla que domina con puño de hierro la cada vez más escasa organización, aunque hubo intentos infructuosos de forzar mecanismos democráticos dentro de IU estos se encontraron con poco o ningún respaldo de los órganos andaluces.
En Podemos-Participa por otro lado, con los mejores cuadros de Participa desconectados o en retirada y con sectores enteros del partido morados en otras lides, ganó, por incomparecencia o cobardía del resto, una propuesta continuista con Participa pero desconectada de los movimientos sociales y boicoteada desde sus propias filas con perfiles falsos en redes sociales. La lista de Podemos contaba incluso con un candidato abiertamente contrario a la confluencia. Con estos mimbres, más la incorporación de EQUO, siempre en busca de la visibilidad política de un escaño o concejalía, y los restos de la galaxia andalucista se construyó el sujeto Adelante Sevilla, que, a pesar de ser vendido por muchos como un proceso ejemplar, no fue más que un pacto entre aparatos.
Se siguió optando por la política del selfie, apareciendo en conflictos y convocatorias y documentándolo en redes sociales frente a la construcción de movimiento real desde abajo
Se cerró la posibilidad de incorporar procesos democráticos en su interior, de abrirlo a los movimientos sociales, a los barrios hartos que se están movilizando por el derecho a la ciudad de una punta a otra de Sevilla. Las discusiones venían por los puestos que tocaban a cada cual en la lista y por quién salía en cada foto. Se siguió optando, salvo en honrosas ocasiones, por la política del selfie, apareciendo en conflictos y convocatorias y documentándolo ampliamente en redes sociales frente a la construcción de movimiento real desde abajo. Ni se hicieron primarias ni se las esperaba, ni siquiera la opción de incorporar figuras independientes capaces de aglutinar y atraer nuevos votantes fue tenida en cuenta para los puestos de salida.
En conclusión, como dice una buena amiga: “si haces confluencias de mierda, tienes resultados de mierda”. Esto es lo que ha pasado en Sevilla, no se ha generado ni un ápice de ilusión fuera de los aparatos, no se han incorporado personas nuevas, no se han sumado movimientos sociales y de barrio. Todo esto sumado al contexto general de desmovilización de la izquierda ha dado unos resultados catastróficos que nos deberían hacer cuestionarnos muchas cosas. Está claro que en algún momento del camino se olvidaron por completo de que no se trataba de cambiar de gobierno sino de cambiar la forma de hacer política desde las instituciones. Ante un modelo agotado, es necesario volver a colocar el municipalismo en su terreno natural: el espacio de los movimientos sociales y de barrio que cuestionan el modelo de ciudad existente que defiende y promueve el alcalde Espadas.
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