Periodismo
            
            
           
           
Jesús Cintora: “Nunca había estado tanto tiempo fuera de la televisión o la radio... no sé por qué será”
           
        
         
Jesús Cintora (Ágreda, Soria, 1977) es uno de los periodistas más conocidos de la radio y la televisión española. Fue pupilo de Iñaki Gabilondo y otros grandes informadores de la «vieja guardia» de la Cadena SER y, con posterioridad, ha moderado varios programas audiovisuales en los distintos canales de Mediaset, Atresmedia y Radiotelevisión Española.
A inicios de la década de 2010, era el anfitrión de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera, Pablo Casado y otros líderes políticos y sociales de marcada relevancia en el espacio matinal de mayor audiencia de la televisión española. Once años más tarde, enfrenta nuevos proyectos en el emergente ecosistema digital debido a la censura impuesta por el poder contra un periodista crítico que ha honrado a la profesión con media vida de servicio ejemplar.
Aunque Cintora se lo toma con humor. Es descendiente de los numantinos y ha sido criado en la cultura del esfuerzo y la perseverancia. Y, sin casarse con nadie, sigue disparando palabras contundentes a través de su nuevo libro: El precio de la verdad. Recibe a El Salto en una terraza del madrileño barrio de La Elipa y responde de forma cordial y precisa a todas las preguntas.
En  tus dos últimas obras hablas sobre el acoso al que están sometidos  los periodistas que se preocupan por los verdaderos problemas de la  ciudadanía. ¿Hasta qué punto se ejerce presión sobre ellos?
En  la actualidad, los profesionales de la información tienen grandes  dificultades para realizar su trabajo de manera independiente y  crítica. Muchas de las personas que se han formado para ejercer el  periodismo prefieren narrar los relatos impuestos por las élites  antes que la realidad porque estas les pagan mejores salarios si  trabajan como sus agentes de relaciones públicas. Por  desgracia, hay cada vez más periodistas en los gabinetes de prensa  de los partidos políticos y de las empresas que en las redacciones  de los medios de comunicación. No estoy diciendo que este tipo de  organizaciones no deban contar con expertos en la materia, pero me  parece que es importante que los medios tengan reporteros con los que  proveer de información a la sociedad.
El periodismo es un pilar fundamental en cualquier sistema democrático, y el de nuestro país se está pervirtiendo porque seguimos teniendo pendiente esa asignatura
¿Cuál  es el objetivo que buscas con la publicación de El  precio de la verdad?
Quiero  dar una panorámica general del estado actual del periodismo. Y  parece que a los que coartan la libertad de información les ha  molestado la idea, ya que solo unos pocos medios han querido debatir  conmigo sobre lo que cuento. Creo  que en España hay asuntos muy delicados sobre los que los ciudadanos  deberíamos reflexionar, y uno de ellos es el de la nula  transparencia existente con respecto al dinero público que las  distintas entidades gubernamentales destinan a los medios de  comunicación. El  periodismo es un pilar fundamental en cualquier sistema democrático,  y el de nuestro país se está pervirtiendo porque seguimos teniendo  pendiente esa asignatura.
Las fuerzas combinadas de los poderes mediático, político y económico me expulsaron de un puesto de trabajo para el que he demostrado estar preparado
Podría  haber algún resquicio de libertad informativa si los medios  “públicos” funcionaran con verdadera independencia, pero tú mismo  has vivido la censura en RTVE cuando cancelaron tu programa Las  cosas claras (2020-2021)  a pesar de que este tenía un buen nivel de audiencia y de que  respetaba el código deontológico de la Federación de Asociaciones  de Periodistas de España (FAPE). ¿El control político de los  medios los hace públicos o gubernamentales?
En  mi opinión, las radios y las televisiones públicas de todos los  países que las tengan deberían organizar proyectos a medio y largo  plazo que no se vieran influidos por los gobiernos de turno. Y su  gestión y dirección tendrían que llevarlas a cabo personas  elegidas en base a criterios profesionales. Prefiero  no hablar mucho de mi caso porque solo es uno más dentro del  panorama general y no quiero que parezca que estoy ajustando cuentas  con nadie, aunque las presiones que sufrí, incluso antes de firmar  el contrato del programa, fueron tremendas. Se  montó una cacería completa contra mí, pero repito que este es solo  un ejemplo más que demuestra uno de los aspectos más indecentes del  periodismo español: en el negocio hay una reducida lista de  individuos protegidos, y luego está la gente a la que se puede  linchar sin que ocurra nada.
¿Los  periodistas censurados suponéis una incomodidad para el poder?
Lo  único que sé es que yo estoy en tierra de nadie, y que las fuerzas  combinadas de los poderes mediático, político y económico me  expulsaron de un puesto de trabajo para el que he demostrado estar  preparado. ¿Por qué? Porque no estoy alineado con ningún partido  político. No tengo protectores que le digan a la persona adecuada  que soy intocable, ni los quiero.A  mí me han quitado de programas que iban bien. tanto con un Gobierno  de determinado color como con el contrario. He sido vetado de RTVE  por el penúltimo Ejecutivo, y, sin embargo, el presidente Sánchez  ha seguido concediendo entrevistas a Ferreras después de haberle  oído decir que emitía desinformación de forma intencionada en una  reunión con el excomisario José Manuel Villarejo.
¿Casos  como estos pueden servir para que otros periodistas se autocensuren?
La  realidad es que la situación económica del periodismo tradicional y  la irrupción de las nuevas tecnologías han hecho que cada vez más  medios de comunicación dependan del dinero público, y eso está  condicionando mucho sus líneas editoriales.
¿Nos  hemos convertido en las víctimas de las guerras discursivas de los  políticos?
Sí,  pero algunos de nuestros compañeros también colaboran manteniendo  esta situación porque ganan mucho dinero silenciando determinadas  cuestiones.
Hay  facultades de periodismo donde algunos profesores hablan del proceso  de concentración de los grandes medios de comunicación como de un  fenómeno casi positivo. ¿Qué opinas tú sobre ello?
Es  un problema de carácter mundial. En España, hay un duopolio  televisivo muy potente que obtiene la mayor parte de sus ingresos por  la publicidad. El asunto ha empeorado desde que la radiotelevisión  pública renunció a transmitir anuncios en sus cadenas… Además,  si los medios se funden en grandes grupos de comunicación, es más  fácil controlarlos porque se reduce su número y todos ellos quedan  en las manos de los mismos directivos.
Este país tendrá una verdadera salud democrática cuando los programas de cocina y los que se ocupan de investigar la fortuna del rey emérito compartan los minutos de TV disponibles
Aun  así, a sus propietarios no les importa apostar por dos caballos en  la misma carrera con tal de no perder la hegemonía del relato. Aquí,  los ejemplos más claros son Atresmedia, que posee Antena 3 y La  Sexta, y Mediaset, que tiene Telecinco y Cuatro.
Hace  años, la línea editorial de cada uno de estos canales podía estar  más diferenciada, aunque, al final, estamos hablando del sistema.  Ahora mismo, el periodismo vive entre dos mundos: el tradicional y el  de las nuevas tecnologías. Los  medios convencionales siguen repartiéndose la mayor parte del pastel  económico porque los anunciantes más poderosos y con mayor  capacidad financiera siguen acudiendo a ellos. Pero todos sabemos que  el público se está mudando de forma paulatina al formato digital. Las  nuevas tecnologías son la piedra en el zapato de los que quieren  seguir controlando la industria mediática, ya que son las que están  dando a conocer a personas de 20 o 30 años con un enorme talento  cuyos discursos no son del agrado de La Moncloa, del número 13 de la  calle Génova ni del Ibex35.
A  pesar de ello, tanto los medios tradicionales como los innovadores se  enfrentan al mismo desafío: el fenómeno de la espectacularización.
Estoy  de acuerdo. No estoy diciendo que no deba haber entretenimiento,  aunque es importante que se dediquen más espacio y tiempo a los  contenidos informativos, así como que estos sean de calidad. Está  muy bien que haya gamers,  pero tiene que haber periodistas que nos cuenten, critiquen y  denuncien cosas como el deterioro de la sanidad pública, el  encarecimiento de los precios de la vivienda o los problemas  medioambientales. Lo  que ocurre es que los poderosos están impidiendo que la gente pueda  acceder a determinadas informaciones. También intentan que leamos y  pensemos menos. Les conviene que estemos más centrados en los  últimos cotilleos de los famosos que en los abusos del precio de la  energía.
Ayer  por la noche, estaba paseando por la calle y me sorprendí de la  cantidad de personas que celebraban a gritos la victoria del Real  Madrid mientras guardaban silencio sobre las bombas que las tropas de  Israel están lanzando sobre los civiles palestinos refugiados en  Rafah.
Tiene  que haber tiempo para las dos cosas. No obstante, está claro que el  drama que está viviendo Oriente Próximo merece un análisis más  duradero que la final de la Champions. Este  país tendrá una verdadera salud democrática cuando los programas  de cocina y los que se ocupan de investigar la fortuna del rey  emérito compartan por igual los minutos disponibles en el horario de  una cadena. Pongo este ejemplo porque vivimos en un lugar donde la  información relacionada con la monarquía, cuya cabeza visible es el  representante de la Jefatura del Estado, se trata siempre con  evidentes tintes rosáceos. No  puede ser que le demos más importancia a que la reina lleve un  zapato alto y plano que a que su suegro oculte el dinero fuera de  España. Al hacerlo, nos estamos acostumbrando a ser poco críticos  e, incluso, a asustarnos de hablar demasiado claro. Eso es algo  terrible.
El Parlamento debería haber condenado el franquismo hace mucho tiempo. Pero yo mismo pertenezco a una generación a la que no se le explicó bien en clase lo que fue la dictadura
Ya  que mencionas el tema, ¿no son los medios de comunicación los  primeros culpables del silencio creado en torno a la monarquía?
Por  supuesto. Antes, muchos periodistas afirmaban que Juan Carlos I era  un rey ejemplar y campechano y que era la figura institucional que  mejor puntuación sacaba en las encuestas de valoración del Centro  de Investigaciones Sociológicas (CIS). Luego, nos enteramos de que  ocultaba el dinero fuera de España, que tenía testaferros y que no  convivía con su esposa. Fue  en ese momento cuando nuestros dirigentes decidieron dejar de  preguntar a los ciudadanos su opinión sobre él. Nos trataron como a  unos imbéciles, y lo peor es que algunos se lo consintieron. Quieren  que mantengamos prietas las filas y que no realicemos debates  maduros, rigurosos y serios sobre el modelo de Estado o el patrimonio  de la Casa Real. Prefieren  que hagamos más caso a personas que hablan de extraterrestres que a  las que analizan conflictos como los de Ucrania o Palestina. Después  se preguntan por qué ciertos sectores del periodismo sufren una  crisis de credibilidad. Igual no se han dado cuenta de que la mayoría  sabe lo que va a encontrar en esos espacios y por eso busca en otros  lugares.
El  rey emérito fue nombrado por el dictador Francisco Franco como su  sucesor en 1969. Hay políticos, historiadores y periodistas que  aseguran que algunos aspectos del régimen franquista han permeado el  sistema político y mediático de la democracia. ¿Estás de acuerdo?
Claro.  Hay una parte de nuestra sociedad que es homófoba, machista,  antiecologista… Sus miembros cuestionan y criminalizan a algunos  hombres por llevar el pelo largo o vestir como roqueros. Son los  típicos que dicen: «Mira tú qué pintas...». Y, aun así, saben  que, aquí, el que más roba es el que se lleva dinero a Suiza en un  maletín, el que viste de traje y corbata y lleva la pulsera de la  bandera de España en la muñeca. El  caso de España es una absoluta anomalía. El Parlamento debería  haber condenado el franquismo por consenso absoluto hace mucho  tiempo. Pero yo mismo pertenezco a una generación a la que no se le  explicó bien en clase lo que fue la dictadura. Es  indiscutible que esta surgió de un golpe de Estado, que tal  acontecimiento representó una traición militar al Gobierno elegido  en las urnas meses antes y que los que se sublevaron establecieron  una firme alianza con los nazis alemanes y los fascistas italianos  para poder ganar la Guerra Civil (1936-1939). Personas  que decían ser de misa y comunión diarias apoyaron a un grupo de  oficiales respaldados por Hitler y Mussolini con la intención de que  todos los que no pensaban como ellas fueran exterminados.
Hay  parlamentarios que se niegan a condenar la dictadura y sus crímenes…
El  mejor antídoto para frenar a la extrema derecha es el Boletín  Oficial del Estado (BOE). El hecho de que haya gente que niega los  avances científicos, que el calentamiento del planeta es una  realidad o que la condición sexual de una persona no puede ser un  motivo para su discriminación significa que tenemos un gran  problema. Y solo podemos arreglarlo fomentando la cultura y la  educación. Lo que no hay que hacer es censurar a periodistas  críticos o prometer soluciones fáciles. Es  necesario que los que ejercemos nuestro oficio hagamos pedagogía. No  basta decir: “¡Cuidado, que viene la ultraderecha!”. Tiene que  haber algo más. Lo otro, por sí solo, puede hacer que un día no  nos levantemos de las sillas para frenarla. Debe haber medidas  efectivas para que cada uno de los españoles pueda alquilar un piso  a un precio razonable o para que pueda ver a su médico de atención  primaria en 10 días en vez de en 15. La  política tiene que estar para equilibrar la balanza, no para aprobar  la ley mordaza, traicionar al pueblo saharaui u ocultar el incremento  vertiginoso del gasto público en armamento.
¿Hace  falta una participación política más activa por parte de la  ciudadanía para resolver estos problemas?
La  verdadera política la hace la gente implicada en sus barrios,  pueblos y provincias día a día, sea a través de partidos o de  colectivos civiles. Tanto la derecha como la izquierda recurren cada  vez más a los hiperliderazgos, y han acabado convirtiendo sus  formaciones en clubes de fanes donde los individuos profesan una  lealtad completa a sus dirigentes para prosperar. Eso es un error.  Debemos tener autonomía y sentido crítico, ya que hacer política  es hacer el bien por la polis y sus habitantes, defender nuestros  derechos.
Los  medios de comunicación no solo están relacionados con la política,  dado que muchos de ellos son «negocios». Sus intereses  empresariales y periodísticos chocan muchas veces en el día a día.  ¿Cuál de estos criterios debe prevalecer?
Tenemos  que buscar un equilibrio. Una empresa informativa ha de ser viable  desde un punto de vista económico para poder pagar a sus  trabajadores. Otra cosa es que haya personas que solo quieren ganar  dinero y que se olvidan del periodismo.
Eres,  como decías antes, un representante veterano del gremio en nuestro  país. Llevas casi tres décadas ejerciendo esta profesión y, aun  así, desde tu salida de RTVE, no has desarrollado ninguna actividad  en grandes medios. Antes de empezar la entrevista me decías que  estás montando tu propia productora. ¿Qué nuevos proyectos vas a  acometer?
Siempre  tengo la inquietud de trabajar. A veces pienso que ojalá me diera  por irme a una playa a tomar el sol y por, como dijo Fernando Fernán  Gómez, «tener la enorme capacidad de no hacer nada». Pero no  puedo. Entre  otras cosas, he publicado este quinto libro. Me parece importante el  hecho de que tanto los medios izquierdistas como los derechistas me  hayan sacado pocas entrevistas hasta ahora. Coincidirás conmigo en  que eso indica que hay que leerlo. Por  otro lado, me he creado un canal de Youtube y estoy haciendo  conferencias en muchas localidades españolas. Y sí, estoy montando  mi propio estudio aquí, en La Elipa. Asimismo, sigo presentando  proyectos a algunas cadenas de televisión. Las promesas que me hacen  nunca se materializan, aunque no me cierro a nada. Estoy  viviendo nuevas experiencias. Nunca había estado tanto tiempo sin  presentar un solo espacio en la televisión o la radio. En julio  harán tres años. No sé por qué será…
¿Puede  que internet acabe siendo la solución para librarte de la censura?
Me  parece que el mundo digital es una enorme oportunidad. Recuerdo que,  cuando iba a la universidad en los años 1990, tenía un profesor de  radio de ideología bastante derechista que un día llegó a clase y  puso en letras grandes en la pizarra: “romper las cadenas”. La  frase se me quedó muy grabada. El maestro no había oído la canción  En  la silla eléctrica  de Barricada ni de coña. Sin embargo, él hablaba de lo mismo.  Pensaba que debíamos romper con lo que se había quedado estancado  en las cadenas de radio y televisión. Parece  que ahora está pasando. Las nuevas tecnologías han dado el acceso a  un enorme caudal de contenido y creadores. Como en tantos ámbitos de  la vida, eso ha generado cosas buenas, malas y regulares. Este es un  tema complejo de abordar, pero sigo reivindicando que, cuanto más  periodismo haya, mejor para todos.
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