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Pista de aterrizaje
Pilar Pérez Solano: “La gente demanda los valores de las maestras de la República”
Hablamos con Pilar Pérez Solano, directora del documental Las maestras de la Republica.
Pilar Pérez Solano (Alicante, 1967) tuvo una profesora de Historia a la que considera su maestra espiritual. Hace pocos años la invitó a una de las proyecciones de su documental Las maestras de la República (2013), que resultó premiado en los Goya en 2014. Fue en el posterior coloquio cuando la directora, productora y guionista preguntó directamente a la que fue su docente si era de la Institución Libre de Enseñanza. La mujer espetó: “Yo soy institucionista de toda mi vida”. Y Pilar comprendió dos cosas: que había tenido que producir el largometraje para saberlo y que quien fue su maestra la había inspirado más de lo que ella podía haber sido consciente durante su etapa estudiantil.
¿Cómo nace Las maestras de la República?
Inicialmente iba a ser un vídeo corto y viral a petición de un sindicato de enseñanza —ya desaparecido— que estaba trabajando en un proyecto sobre estas mujeres. Pero se me contagiaron las ganas de las investigadoras implicadas en rescatar la memoria de las maestras de la República, el “virus de las maestritas”, como ellas le llaman. Y aunque no teníamos recursos, comprendimos que había tanto material, interés e ilusión que debíamos hacer algo más.
¿Y cómo fue el proceso?
Realmente intenso. Recibí material impresionante. Un día nos enteramos de que la fundación Niceto Alcalá Zamora (Córdoba) había descubierto latas de película de la República al hacer obras en el edificio. Les llamé en cuanto lo supe y me enviaron una copia. En el filme me encontré a una mujer dirigiendo una orquesta en la Plaza de Toros de Madrid: era la compositora del himno de la República. También visualicé a Victoria Kent agradeciendo ser la primera mujer que recibió un cargo público institucional –directora de prisiones– en el Gobierno de la República y quedó confirmado: ¡claro que la II República apoyó a las mujeres! Así que nos pusimos a trabajar intensamente. Construir el relato fue complicado, porque también considerábamos necesario incluir testimonios de familiares y hubo que lidiar con la falta de recursos. Pero fue precioso.
Lo más bonito fue la reacción de la gente. Muchas personas nos agradecieron que hubiéramos recuperado la memoria de estas mujeres, recordado su dignidad y hecho el gesto por ellas y sus familias
Ver en lo que resultó debe de ser emocionante.
Sí, sobre todo por la acogida que tuvo. Lo más bonito fue la reacción de la gente. En todos los sitios donde se emitió hubo personas que nos agradecieron que hubiéramos recuperado la memoria de estas mujeres, recordado su dignidad y hecho el gesto por ellas y sus familias. Todas las salas se llenaban por el boca a boca, porque, desde luego, no teníamos presupuesto para promocionarlo. Homenajear a las maestras fue gratificante, pero puede que el hecho de que el trabajo resultara colaborativo lo fuera incluso más. Lo hicimos sin nada y lo devolvimos por nada, porque en todos sitios se emitía gratis. Fue alucinante.
¿Es la falta de medios lo que hace que no exista segunda parte?
Sí, desde luego no es por falta de información ni de ganas. Las historias que nos contaban en los coloquios, tras la visualización del documental, son muy valiosas. En la primera parte pudimos hablar de las mujeres que fueron a la cárcel o asesinadas, pero no pudimos contar nada del exilio. Y hay mucho de lo que hablar ahí, sobre todo en países como México, donde todavía existen colegios de los descendientes de exiliados españoles que mantienen los principios de la II República. Y del exilio interior se ha hablado muy poco, pero es importantísimo. Hay gente que no se marchó del país pero cuya historia es la del silencio y del miedo; personas que tuvieron que ocultar su identidad para proteger a sus familias. Intentamos financiar esta continuación, pero todavía no hemos podido. Algún día se darán las condiciones, sé que lo haremos y lo haremos bien.
Se ha hablado muy poco del exilio interior, pero es importantísimo: son las historias del silencio y del miedo, de las personas que tuvieron que ocultar su identidad para proteger a sus familias
¿Los maestros y maestras de hoy son conscientes de este legado?
Muchos me han dado las gracias por recordarles esta parte de nuestra historia, porque es un proceso muy complicado. Es verdad que el discurso de las maestras de la República les interesa muchísimo, pero la lucha del día a día les impide enfocarse en ello. Creo que tienen que ser más conscientes de su capacidad transformadora y del poder que tienen. Lo que hacían estas maestras no se puede calcar en la actualidad porque la sociedad ha cambiado totalmente, pero sí se puede adaptar la filosofía. La gente necesita y demanda los valores de las maestras de la II República, pero es complicado porque la sociedad no ayuda a que eso germine y tenga una continuidad.
Nos perdemos en el consumo.
Sí, eso es. Tampoco ayudan las leyes educativas. Ahora se conoce lo que hizo la Institución Libre de Enseñanza y los métodos pedagógicos que se usaban en la II República, pero otra cosa es que las leyes que se dictan en materia de educación permitan el desarrollo de esos pilares o de esos tipos de pedagogía. Hoy en día se estudia para aprobar y no para aprender.
¿Cómo se podría mejorar?
Debería existir un pacto estatal y un plan de desarrollo educativo –y no de desarrollo político– que deje al margen asuntos ideológicos y sobre todo de religión. Superadas esas barreras, quizás tengamos un sistema educativo serio y solvente. El profesorado puede hacer cosas, y lo sabe. Pero necesitan apoyo, y no lo tienen. En cualquier caso, yo he sentido la fuerza de esas maestras. Y si teniéndolo ellas todo en contra fueron capaces de luchar por lo que pensaban, nosotros debemos hacerlo también, aunque no tengamos medios.
Debemos mucho a movimientos como #MeToo porque ayudan a comprender que tenemos que reivindicarnos cada día. Creo que ahora nos sentimos con mucha fuerza y muy vivas
Hablando de luchas, ¿qué piensas sobre el #MeToo?
Que le debemos mucho a ese movimiento, y que el hecho de que se haya convertido en algo global es lo más valioso que tiene. Creo que hay que agradecer a estas mujeres de Hollywood que hablaran en nombre de todas, que hayan empleado su visibilidad para hacer de altavoz de aquellas que no acaparan la atención de los medios. También he estado siguiendo el movimiento Time’s up, que han apoyado actrices pero que fue iniciado por mujeres del mundo agrícola, y que viene a repetir lo mismo: el tiempo del silencio, el abuso y la violencia contra las mujeres ha terminado. Hemos comprendido que tenemos que reivindicarnos cada día, y creo que ahora nos sentimos con mucha fuerza y muy vivas. Pero aunque estemos en el camino, el techo de cristal es un gran problema. En la televisión se percibe claramente: la presencia de mujeres en puestos de responsabilidad es muy escasa.
Precisamente sobre puestos de responsabilidad, desde 2015 eres presidenta del Consejo de Administración de Ciudad de la Luz. ¿Cuáles son los proyectos para estas instalaciones?
La Ciudad de la Luz podría ser un motor maravilloso para el sector audiovisual así que debemos aprovecharlo. Yo me impliqué mucho con la Ciudad de la Luz porque soy alicantina y sinceramente me duele ver lo que ha pasado con sus instalaciones. Ha sido un proceso muy largo y complejo para que pase a gestionarse a través de la Sociedad de Proyectos Temáticos. Y además de que albergue la sede alicantina de Àpunt, desde el Govern hay mucho interés en generar otros modelos económicos alternativos a la especulación y la construcción, que es lo que ha funcionado desde siempre en Alicante y que se ha traducido en una grave carencia de industria en la ciudad... Se trata de conseguir que la Ciudad de la Luz sirva como un espacio donde desarrollar nueva economía relacionada con sectores en auge (videojuegos, aplicaciones móviles...) que tienen muchas salidas profesionales y donde hay gente joven muy preparada e interesada en trabajar en ello. Creo que la Ciudad de la Luz tiene que encontrar su camino, y yo soy muy optimista. Si no no estaría aquí.
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Todavía mejor, el espíritu académico de la institución de libre enseñanaza de Francisco Giner de los Ríos.