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Pobreza energética
Un informe sobre salud mental califica de “entorno torturante” la vida en la Cañada Real
“Apagar el barrio más humilde de Madrid durante más de dos años constituye uno de los mayores atentados contra los Derechos Humanos en la historia reciente de España”, así comienza el informe, que se presentó el 25 de mayo, “La Cañada Responde. Impactos psicosociales derivados del corte del suministro eléctrico”. El estudio surgió a raíz del documento pericial que se solicitó al Centro Sir[a] y fue elaborado por el Grupo de Acción Comunitaria, con el apoyo de la Plataforma Cívica por la luz y el conjunto del vecindario.
Más de 7.000 habitantes en 16 kilómetros de largo. Dividida en seis sectores que atraviesan Madrid, Coslada, Rivas y Getafe. Un barrio en construcción que ninguna administración ha querido reconocer hasta el momento. La Cañada Real de Galiana no tiene luz desde octubre del 2020, castigando más a quienes viven entre los sectores 5 y 6. Nada ha cambiado a pesar de que en noviembre de 2022, tras la visita de una delegación de la Plataforma Luz al Parlamento Europeo, el Consejo de Europa le dio a España hasta el 15 de diciembre de ese año para restablecer el suministro eléctrico.
“En verano más o menos estás tranquila. En invierno te vienen los nervios porque hay poca luz solar. No nos queda más remedio que aprender. Hay que jugar con la luz para poder pasar el día lo mejor posible. Lo más importante es la nevera porque si no se estropea toda la comida, el resto nos apañamos con linternas. Yo por ejemplo tengo linternas colgadas en todos los lados de la casa”, cuenta Elena Martín, una vecina que lleva ya 30 años viviendo en el sector 6.
“Más de cinco mujeres han intentado suicidarse. Recuerdo perfectamente cuando pasó lo de Filomena que nos quedamos atrapadas"
Las consecuencias de no tener luz son muchas y diversas. Para Houda Akrikrez, de la Asociación Tabadol, es importante señalar el efecto sobre la salud mental de las mujeres. “Más de cinco mujeres han intentado suicidarse. Recuerdo perfectamente cuando pasó lo de Filomena que nos quedamos atrapadas. Mi vecina tenía una bebé de seis meses y se quedó sin leche, la puerta de su casa estaba atascada y no podía abrirla porque aquí no vinieron a limpiar la nieve. No tenemos luz para la calefacción, para mantener los alimentos, ni para lavar la ropa. Hemos retrocedido en el tiempo las mujeres de Cañada”.
Leña, velas, generadores o estufas de gas son algunos de los recursos que utiliza este vecindario para sobrevivir sin luz. A pesar de que estas alternativas provocan muchas veces infecciones respiratorias, quemaduras, incendios, caídas o accidentes, y en el peor de los casos, la muerte. En 2021, se presentó la primera denuncia contra la Comunidad de Madrid y Naturgy por la muerte de un vecino de 72 años como consecuencia del frío. A finales de marzo de 2023 murió Julián, otro vecino de 46 años, en este caso por un incendio en la casa donde estaba acogido por una vecina.
Según el informe, estas condiciones extremas de supervivencia provocadas por la privación de recursos básicos para la vida, como es la luz, crean un enorme impacto en la salud mental de la población al “experimentar sentimientos de miedo e incertidumbre”. La vulneración sistemática de derechos ha generado un quiebre en las personas de este barrio. Además, la población más joven sufre enormes impactos en su salud física y psicológica, así como en el ámbito educativo, social y lúdico.
Crisis energética
Reportaje Cañada Real. Dos años a oscuras
“Mi hija lee cuentos con velas. Cuando llega del colegio no pueda encender la tele para ver los dibujos. En la Cañada 1.800 niños y niñas no tienen derecho a la infancia. Han escrito varias cartas contando lo que les pasaba día a día y han sido bien recibidas en las Naciones Unidas y los relatores se han pronunciado, después de un corte de luz provocado por Naturgy y la Comunidad de Madrid por una presión urbanística en el sureste de Madrid”, explica Akrikrez.
“Hemos pasado por 40 órdenes de derribo. Mucha gente se ha tenido que ir porque no aguantaron esta situación. Quisieron destruir el barrio porque no quieren que estemos aquí. Esto vale mucho y por eso nos echan”
Un estorbo para los planes urbanísticos
En abril de 2011, el Ayuntamiento de Madrid promovió un acuerdo Marco para impulsar el desarrollo de nuevos barrios en la zona este. Los famosos Planes de Actuación Urbanística (PAU) de Los Cerros, El Cañaveral, Ahijones, Berrocales y Valdecarros se localizan en las zonas limítrofes de la Cañada y han provocado la revalorización del terreno. “Hemos pasado por 40 órdenes de derribo. Mucha gente se ha tenido que ir porque no aguantaron esta situación. Quisieron destruir el barrio porque no quieren que estemos aquí. Esto vale mucho y por eso nos echan”, critica Elena Martín. “A nosotros no nos quieren, pero que haya una incineradora sí”, denuncia Raquel Pérez, también vecina del sector 6.
Para las vecinas de la Cañada estas promociones urbanísticas tienen que ver directamente con la vulneración de sus derechos, consideran que el asedio y el corte del suministro eléctrico son estrategias para ahogar cada vez más al barrio y conseguir vaciarlo. Mientras tanto los datos del informe nos advierten de que el 90,2% siente tristeza habitualmente; el 82,7% siente rabia por la sensación de injusticia, impotencia y discriminación; y el 68,2% experimenta miedo por no saber qué pasará con su casa, su salud, su futuro y el bienestar de su familia.
Especulación urbanística
El movimiento de tierras que desplaza a los habitantes de la Cañada Real Sector 6
“Las administraciones maltratan el vecindario privándoles de luz y esto ha generado un entorno torturante”
Vivir en La Cañada, una tortura
El informe concluye que “los sectores afectados por el corte de suministro eléctrico de la Cañada reúnen un conjunto de elementos contextuales, condiciones y prácticas ejercidas con responsabilidades institucionales con un objetivo punitivo o discriminatorio, que han provocado y provocan un sufrimiento físico y psicológico severo en la población, pudiendo considerarse la existencia de un entorno torturante”. Es decir, las administraciones maltratan el vecindario privándoles de luz y esto ha generado un “entorno torturante”. Vivir en la Cañada, en concreto en los sectores 5 y 6, se convierte en una tortura. Y esta tortura a quien más afecta es a la salud mental de las mujeres.
Según los resultados del informe las mujeres son las más perjudicadas, por ejemplo, respecto a los impactos en las funciones básicas para la supervivencia, como la higiene personal o los cuidados en el hogar, o la vulneración económica, el acceso a las tecnologías y la interacción social. “Desde el punto de vista psicológico, se ha quintuplicado la necesidad de atención en salud mental, pasando del 11,8% antes del corte de la luz al 55% que refiere haber acudido o necesitarla posteriormente. Un 60,2% han tenido sentimientos desesperanza y deseos de no seguir viviendo. De ellas un 15,7% reconocen pensamientos de suicidio”.
Para Akrikez esto se debe en parte a que “las mujeres somos las que estamos más tiempo dentro de las viviendas. Nos encargamos de las casas, la limpieza, la lavadora, la comida, todo lo que conlleva estar en una casa sin suministro eléctrico. Nos tenemos que buscar las maneras para sacar adelante nuestras tareas diarias y además sacar adelante a nuestros hijos e hijas”.
“No nos queda más remedio que organizarnos, reconocer y conocer el estigma que nos rodea y que hay unos intereses urbanísticos bastante importantes que se están llevando a cabo"
Ellas son las más vulnerables pero también son las que lideran en primera línea la lucha por los derechos en la Cañada. “No nos queda más remedio que organizarnos, reconocer y conocer el estigma que nos rodea y que hay unos intereses urbanísticos bastante importantes que se están llevando a cabo. Las que vivimos en el sector 6 de Cañada somos principalmente mujeres magrebíes y gitanas, en sí tendemos a luchar siempre y constantemente”.
Juventud
Juventud Chicos de la Cañada
La luz de la Cañada también en juego este 28M
Naturgy justificó en su día el corte del suministro eléctrico en la Cañada alegando una sobrecarga de la línea provocada por muchos enganches ilegales y atribuyendo el uso de esta energía al cultivo de marihuana. Recientemente, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y candidata del PP a la reelección, afirmó en el debate de Telemadrid, del 16 de mayo, que la Cañada “es un problema de delincuencia. Díganle a los señores de la marihuana que cultivan y que tiran abajo la luz que dejen de hacerlo”.
A estas palabras Akrikrez responde: “No somos delincuentes. Somos una inmensa mayoría de personas obreras, que queremos salir adelante. El corte de luz nos acorta la vida, nos mata de manera muy lenta. El hecho de sentir que no tienes ningún derecho en una sociedad democrática es algo bastante lamentable y fuerte para el impacto de nuestras vidas y la de nuestros hijos. En la Cañada no tenemos derechos 365 días al año. No es cuestión de verano o invierno. Cada vez que empieza el día, empieza una violación de derechos humanos más”.
En estos cuatro años de legislatura las vecinas aseguran que ni Ayuso ni Almeida se han sentado nunca a negociar, a pesar de las numerosas peticiones. “Esta casa está hecha por mi ladrillo a ladrillo. No me quiero ir. Hemos perdido el correo, casi la basura y el butano. Encima ahora nos cortan el agua durante el día, y en verano durante más horas. Hace 20 años la Cañada no era así, no estaba tan mal. Los políticos nos han maleado nuestro barrio”, denuncia Elena Martín.
Al otro lado de la Asamblea, Más Madrid, PSOE y Podemos-Izquierda Unida-Alianza Verde acaban de suscribir un compromiso conjunto para devolver el suministro eléctrico a la Cañada, establecer contratos y abrir una mesa de seguimiento con participación vecinal, de Naturgy y las administraciones, en el caso de que consigan gobernar en coalición a partir de las elecciones de este domingo. Esta iniciativa de la Plataforma cívica por la luz ha sido firmada la mañana del 25 de mayo, justo antes de la presentación del informe “La Cañada Responde”.