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Policía
La trayectoria de ‘Marta la estupa’: del movimiento antiglobalización hasta Madres Contra la Represión
Madrid, 18 de noviembre de 2001. Ese domingo la plaza de Tirso de Molina es el escenario de una concentración antifascista que pretende hacer frente a la conmemoración franquista convocada por tres formaciones de ultraderecha (Federación Nacional de Combatientes, Fuerza Nueva y Movimiento Católico Español) en la cercana Plaza de Oriente. La policía antidisturbios carga y se producen choques con los manifestantes, que dejan un balance de varios detenidos, algunos de los cuáles serán enviados a prisión preventiva. Una persona que participó en aquellos hechos recuerda nítidamente haberse cruzado con ‘Marta la Estupa’ aquel día: “Pensé que era algo pintoresco que estuviera allí, por su edad, bastante más elevada que la media de los asistentes, y por su estética, ya que iba muy arreglada y maquillada”, relata. También le llamó la atención “su tranquilidad cuando empezaron las cargas, en un momento en el que a la mayoría se nos dispara la adrenalina”.
Aquella protesta fue de las últimas que convocó la Coordinadora Antifascista de Madrid antes de disolverse en esa etapa, unos meses más tarde. A sus asambleas ya asistía la agente María Ángeles G.A., entonces integrada en la Asociación de Familiares y Presos Políticos (AFAPP ) vinculada al PCE(r) y al GRAPO. Son varias las personas que recuerdan haberla visto allí, así como en el puesto del rastro que esta organización montaba los domingos en la misma Tirso de Molina.
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Policía ‘Marta la estupa’, más de dos décadas infiltrada en movimientos sociales
Unas calles más abajo, en la plaza de Cabestreros, se encontraba “El laboratorio 2”, un Centro Social Okupado(CSO) en el que también recuerdan perfectamente haberse topado con María Ángeles G.A. en aquellos años. Es de hecho la gente de este CSO quién le bautiza como ‘Marta la estupa’: “Empezó a frecuentar el Labo en actos relacionados con el movimiento antiglobalización, al que ella se había acercado desde la AFAPP”, relata el militante que le puso el mote y que acabó por expulsarla de allí. “Me enteré muchos años después que se había enrollado con una persona que paraba por allí, supongo que lo hizo también para ganarse la confianza de la gente”, recuerda. Una táctica, la de utilizar las relaciones afectivas, que se ha dado en muchos de los casos de infiltraciones policiales en estos espacios políticos.
A este militante no se le ha olvidado el día que le echaron: “Vino a varias asambleas abiertas y cuando en una se empezó a organizar la estrategia de acciones de los ‘monos blancos’ (Tute Bianche, grupos vestidos de blanco y con protecciones para estar en primera línea) para una manifestación que iba a recorrer la Gran Vía, le dije que no podía quedarse, que tenía toda la pinta de ser una policía secreta o que en cualquier caso su militancia no era fiable”.
“Su historia personal tenía incoherencias, no se sostenía. Decía que trabajaba en un colegio de Aranjuez pero se negó a decirme en cual, y allí la gente la conocía de muy poco tiempo antes, todos los datos que daba no se podían contrastar”
Este integrante del CSO explica que “su historia personal tenía incoherencias, no se sostenía. Decía que trabajaba en un colegio de Aranjuez pero se negó a decirme en cual, y allí la gente la conocía de muy poco tiempo antes, todos los datos que daba no se podían contrastar”. Marta no se dio por vencida e intentó que otros compañeros de militancia mediasen para ser ‘readmitida’. “No le hizo ninguna gracia que le dijese que se tenía que ir, pero la mandé fuera del Labo. Unos días después vino gente de AFAPP a pedirnos explicaciones. Les dije lo mismo, esa historia no encajaba. Hubo muy mal rollo, en otra manifestación varios días después volvieron a acercarse para confirmar que la tenía vetada. Les dije que sin duda, que no era fiable, que además si ellos no la expulsaban, nosotros no teníamos nada que trabajar con ellos. Me dijeron que me atuviera a las consecuencias”, explica.
También recuerda habérsela encontrado después de aquello: “Cuando me cruzaba con ella en sitios de Vallecas u otros lugares desaparecía al instante, pero sí sabía que estaba militando en otros rollos. Obviamente yo no tenía la seguridad al 100% de que fuera madera, pero estaba clarísimo que no era de fiar”.
Otro militante de aquella etapa, conocedor de primera mano de aquellos hechos, señala que “no es cierto es que ‘participara’ en algún Laboratorio, si medimos participación por formar parte del espacio organizado de gestión, de la asamblea política. Teníamos estructuras políticas propias y estructuras abiertas. En las estructuras políticas propias no habría podido entrar, porque se exigía no solamente el compromiso, afectividad y confianza, sino también cierta eficacia política, y esa mujer, pues tampoco era muy lista”. Añade que “desde el principio sospechábamos de ella, lo que sí es seguro es que estuvo en convocatorias públicas y abiertas donde nada importa si va una estupa o van cien”.
“Tener un infiltrado de la policía, nosotros que veníamos del movimiento de la insumisión, lo dabamos por supuesto. La cuestión siempre ha sido que quién te sigue los pasos no te joda lo que quieres hacer, las acciones que preparas”
Esta persona señala que “tener un infiltrado de la policía, nosotros que veníamos del movimiento de la insumisión, lo dabamos por supuesto. La cuestión siempre ha sido que quién te sigue los pasos no te joda lo que quieres hacer, las acciones que preparas”. También reprocha este tipo de prácticas por parte de la policía: “Lo que es de resaltar es la voluntad de esta gente de querer controlar espacios que ni siquiera deberían merecer su atención. La ocupación y la desobediencia civil no parecen una cosa tan grave como para que este ahí el Ministerio del Interior haciendo seguimientos, es una estructura que se mantiene a sí misma desde tiempos franquistas”.
Del Foro Social al Prestige y el No a la guerra
En los primeros dos miles, el movimiento antiglobalización había desplegado un repertorio por el que a cada cumbre de presidentes y jefes de estado, bien en el marco del G-7, la OTAN o la Unión Europea, respondían con una movilización paralela. María Ángeles G.A. participó en las reuniones preparatorias del Foro Social Transatlántico, un evento contra la cumbre de la UE y Latinoamérica y el Caribe que se celebró en Madrid en mayo del 2002: “La recuerdo porque teníamos muy identificado un problema de conflicto generacional por el repertorio de acciones entre un sector de militancia como ‘mayor’, llamémoslo así, y el sector más joven, del que yo formaba parte, y yo la recuerdo sentada del lado veterano”, relata una activista presente en aquellas reuniones.
La misma persona recuerda habérsela cruzado en otros espacios de ese ciclo de movilizaciones del 2000 al 2004. “Estuvo en las movilizaciones del Prestige, en una acción en la que se hizo una entrega de chapapote en la Puerta del Sol”, cuenta. También estuvo presente en asambleas y movilizaciones del ciclo del No a la Guerra. “En aquel momento, la transversalidad y masividad de aquellas protestas, le permitieron pasar desapercibida, porque además tenemos la certeza que no era la única policía infiltrada que andaba por ahí”, resume.
De Rompamos el Silencio a V de Vivienda
La iniciativa “Rompamos el Silencio”(RES) la organizaban diversos colectivos de Madrid para desarrollar una intervención política desde lo social, basada en acciones de desobediencia civil. Aunque las primeras ediciones fueron a final de los noventa, tras un parón, se retoma la actividad en el 2005. Desde este espacio se organizaba una “Semana de lucha social”, en la que se desarrollan diferentes acciones que pretenden visibilizar conflictos sociales. María Ángeles G.A. estuvo presente en varias de sus ediciones. “No recuerdo haberla visto en las asambleas de gestión y desde luego no estaba en los grupos que diseñaban las acciones, pero sí que estaba en los círculos a los que se daba la cita, privada, o bien acudía cuando había convocatorias públicas. Recuerdo perfectamente que estuvo en la ocupación de los cines Bogart, allá en el 2006”, cuenta una activista que formó parte de la coordinación de esta iniciativa.
Otro militante recuerda que “para la propia estructura del RES y de nuestra manera de actuar, que era la desobediencia civil no violenta, no nos venía bien que hubiera una policía, porque eran una serie de acciones que se preparaban secretamente —no en la clandestinidad, porque luego todo el mundo estaba con la cara descubierta y se hacía una acción pública— pero se preparaba discretamente para que no fuera interrumpida por la policía”. Este mismo participante, que la recuerda perfectamente, señala que “ella estaba todo el tiempo intentando saber qué íbamos a hacer y ya sabíamos que ella no tenía que saberlo”.
"Ya la habíamos marcado como indeseable y habíamos hablado con mucha gente. Pero no puedes coger a una tipa y sacarla de todos los ambientes de Madrid, porque no funciona así y porque preferíamos tenerla controlada”
No obstante, otro militante de aquella etapa señala que "el problema es que hubo un año del Rompamos el silencio que alguien contó con ella dentro de la estructura de su propio colectivo y, casualmente, salieron muy mal muchas acciones”. Para entonces, matiza, “ya la habíamos marcado como indeseable y habíamos hablado con mucha gente. Pero no puedes coger a una tipa y sacarla de todos los ambientes de Madrid, porque no funciona así y porque preferíamos tenerla controlada”.
En esa misma etapa, María Ángeles G.A. también fue vista en las asambleas del movimiento V de Vivienda, una protesta previa al ciclo de la crisis y en la que el reclamo principal era protestar por la dificultad de la juventud para acceder a un casa. “Tras dos manis espontáneas se convocó una asamblea en una Facultad de Ciudad Universitaria, y allí estaba ella. Recuerdo que se apuntó a algún grupo de trabajo, no te sé decir si fue comunicación o algún otro”, explica una participante de aquel movimiento.
Su último ciclo antes de Madres Contra la Represión
María Ángeles G.A estuvo de forma prácticamente continúa desde la refundación de la Coordinadora Antifascista, que se da en 2005, hasta que aterriza en Madres Contra la Represión. Algunos militantes la recuerdan de esa época, siempre alineada con la mayoría, en una época en la que hubo purgas y expulsiones de este espacio. También recuerda su presencia otro activista en las reuniones preparatorias del Rodea el Congreso, en donde le llamo la atención “además de ella, que decía que venía de parte de la Coordinadora Antifascista, y no era el prototipo que pensaba que militaba en ese espacio, el tipo que había a su lado, que no dejaba de tomar notas, algo que me pareció un poco sospechoso”.
Del ciclo de protestas del 15M, le recuerdan haciendo esperas en las puertas de comisaría. “Sí, la he visto a veces junto a familiares y amigos de las detenidas esperando a que salieran liberadas, la recuerdo perfectamente”
De ese ciclo de protestas del 15M, le recuerdan haciendo esperas en las puertas de comisaría. “Sí, la he visto a veces junto a familiares y amigos de las detenidas esperando a que salieran liberadas, la recuerdo perfectamente”, señala una abogada que atendió a varios detenidos en esa etapa. Precisamente es en una de esas esperas cuando conoce de la existencia del colectivo en el que acabará pasando sus últimos siete años como agente infiltrada, Madres Contra la Represión.
En el ciclo siguiente de movilizaciones, tal y como documentó gráficamente La Directa, María Ángeles también acudió a convocatorias de apoyo a independentistas catalanes en Madrid, convocada por organizaciones castellanistas. No era su primer contacto con este entorno, ya en los 90 se dejaba caer en las convocatorias y actividades de esta rama de la izquierda madrileña.
El pasado lunes 2 de septiembre, este medio junto a La Directa, destapaba la verdadera identidad de esta agente, María Ángeles G.A., que es la novena desvelada por estos medios desde 2022. La funcionaria fue contactada para realizar este reportaje, pero ha rehusado confirmar o aclarar ninguna de las infiltraciones que ha protagonizado durante estos años.