We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Renta básica
Salud mental y vivir de forma digna: la posibilidad de una Renta Básica Incondicional
La inestabilidad económica, la falta de ingresos y el miedo al despido, son situaciones precursoras de problemas en la salud mental. Cuando la vida está ligada a la precariedad laboral, la experiencia humana parece estar destinada exclusivamente a actividades para la supervivencia. Así mismo, se vuelve imposible para las personas, tener tiempo y disponibilidad hacia prácticas que desarrollen el raciocinio, la afiliación y la pertenencia —el poder para repensar el orden establecido y mejorar la vida—. La incertidumbre económica enlazada con el acceso y mantenimiento de un trabajo, genera continuos malestares e inseguridades a nivel psíquico. En esta misma línea, podemos decir que el trabajo —en su sentido más amplio— es un precursor de problemas y enfermedades mentales debido al deterioro de las condiciones laborales del mismo. Los empleos están constituidos por exigencias que la mayoría de trabajadoras y trabajadores se ven incapaces de gestionar.
El trabajo produce relaciones asimétricas: se despoja a las personas del poder de negociación y de su libertad. Trabajar en el contexto actual, significa moverse entre contratos basura, ritmos acelerados que no permiten el descanso, y al mismo tiempo, la explotación de las personas hasta enfermar. Precisamente, las características del trabajo en la era del capital son proclives a aumentar el empeoramiento de la salud. La precariedad es, en ocasiones, invisible ante los ojos de la sociedad debido a la normalización de la misma: un encadenamiento de trabajos precarios sin la posibilidad de llegar a tener buenas condiciones laborales nunca. Podemos decir que la pobreza está directamente vinculada a los trabajos precarios, no solo al desempleo, por tanto las personas son consideradas pobres a pesar de tener un trabajo “estable” —que no cubre las necesidades personales y las del entorno más próximo-. No obstante, esta “danza de la precariedad” puede llegar a alimentar la malograda idea de que el trabajo determina “quiénes somos” y ser un hervidero de insatisfacción, incertidumbre y dolor.
El precio de la desigualdad es alto, muy alto, sobre todo para ese 99% de las personas que no tienen los recursos que necesitan. El aumento de la precariedad laboral y la falta de oportunidades van de la mano en una sociedad donde una de cada cuatro personas —como es el caso de España— están en riesgo de exclusión social por problemas relacionados con el acceso al empleo y a la vivienda. El desempleo siempre ha sido un elemento característico del mercado laboral español con una de las tasas más altas de la UE —según la EPA de unos 11,9 millones de personas bajo la precariedad laboral, 9 millones son asalariadas, 1,2 autónomas, y 2,6 se encuentran en desempleo—. A estos datos tan desoladores, se une el problema de la brecha salarial desde la cual las mujeres no pueden remontar sus vidas por la falta de ingresos económicos que cubran sus necesidades: los desequilibrios salariales entre sexos y géneros, desdibujan la independencia y el bienestar social dejando a las mujeres en el umbral de la pobreza. Así es como esta tendencia al empobrecimiento de la sociedad, no se acaba cuando se obtiene un trabajo: “el acceso al ámbito laboral bajo unas condiciones precarias e inflexibles que no posibilitan salir de esa situación de exclusión social en la que se mantienen con recursos ínfimos” según el informe de las CC OO del pasado año. El azote de la crisis económica se deja sentir en el ámbito laboral por la falta de redes de seguridad y la desarticulación de los recursos para la población menos privilegiada.
En la actualidad el salario percibido por un empleo, no llega a cubrir las necesidades básicas de una gran parte de la población, así mismo es muy difícil tener recursos para cubrir la asistencia ante el malestar psíquico
El reciente informe PRESME desarrollado por un grupo de expertas y expertos sobre el impacto de la precariedad laboral, afirma que la desigualdad social y económica, la discriminación y las agresiones a la democracia son problemas globales de salud pública. La actual tendencia decreciente de los salarios y el desempleo refuerzan las desigualdades en relación a la salud mental. “De la población ocupada, unos 17,3 millones son asalariados, de los cuales un 46,9% puede considerarse que tiene un empleo precario (8,1 millones de personas)”. En la actualidad el salario percibido por un empleo, no llega a cubrir las necesidades básicas de una gran parte de la población, así mismo es muy difícil tener recursos para cubrir la asistencia ante el malestar psíquico. Un sistema de salud pública deficiente y cada vez más privatizado, no cubre, ni da soluciones para tratar los problemas mentales de las personas.
Por tanto, la profunda precariedad bajo la que trabaja la mayoría de personas a lo largo del mundo, se infiltra en los cuerpos y deriva en vidas inseguras, envejecimiento prematuro y una muerte que llega antes de tiempo. La disciplina del trabajo es invisible y altamente nociva para la salud: una estigmatización del pobre y del precariado bajo un malestar psíquico constante. De la misma forma, este sufrimiento psíquico aumenta cuando hay un desconocimiento sobre qué es lo que lleva a tantos individuos a aceptar lo inaceptable en situaciones de explotación. Esta posición de desamparo se intensifica con los discursos meritocráticos: “hay que ponerle más ganas para alcanzar la plenitud laboral”.
Salud mental
La pandemia de salud mental ya ha llegado
El sociólogo David Casassas refiere que si las personas llegan “desposeídas” al mundo del trabajo, es improbable que puedan tener la fuerza para exigir sus derechos: se pierde la capacidad de autodeterminación individual y colectiva. La salud mental depende de diversas situaciones de la cotidianidad que la determinan —una combinación de múltiples factores sociales—. Como explica PRESME, hay evidencias científicas que avalan las teorías sobre la precariedad laboral y los problemas psíquicos. La pobreza laboral está incentivada por “las condiciones socioeconómicas, decisiones políticas o legislativas, y en estrategias o prácticas laborales de muchas empresas”.
“Hay que abrir debates y poner en práctica políticas tan esenciales como la gestión del tiempo y el reparto del trabajo, el trabajo garantizado, la implementación de una renta básica universal o garantizada y, muy especialmente, el desarrollo de la democracia económica en las empresas para avanzar en la realización de trabajos socialmente necesarios y ecológicamente sostenibles” (PRESME, 2023)
Una Renta Básica Incondicional como aliada de la salud mental
No es de extrañar que la falta de ingresos empeore progresivamente las condiciones de vida: repercute en todos los ámbitos del desarrollo, sobre todo en la salud mental. Ante estos fenómenos que disminuyen la esperanza de vida, la renta básica universal e incondicional (RBI) podría dar una respuesta a los dramas cotidianos que sufre la mayoría. Con esta cuestión, se abre un debate extenso y necesario, debido a que hay un gran desconocimiento sobre lo qué es lo que se plantea. En concreto, se habla de la renta básica como una asignación monetaria a toda la población individual, de forma universal e incondicional: sin ningún tipo de condición. No se debe confundir la Renta Básica Incondicional, con subsidios o ayudas que están condicionadas por otras variables, es decir, que las personas deben cumplir con una serie de requisitos para obtener la ayuda tramitada —en su mayoría son incompatibles con otros subsidios—. Desde EUREKA (Red Activista por la Renta Incondicional) se denuncia la tendencia a manipular los objetivos de la renta básica para que las personas que realmente lo necesitan, se pongan en contra.Una renta básica como la que plantean algunos autores —Daniel Raventós entre otros— cambiaría la vida de muchas personas. Este nuevo derecho fundamental podría dar un vuelco en las relaciones humanas: no solamente se acabaría con el problema de la pobreza, sino que el trabajo no estaría directamente orientado al mercado. En el caso de que una persona obtuviera una renta básica todos los meses de 900 euros, debido a que es incondicional y universal, se podrían tener otros ingresos provenientes del trabajo o de alguna pensión/ayuda que se percibe por derecho. Esta garantía de ingresos podría suponer una vinculación al trabajo sin la presión continua de la vida precaria, además de suprimir la obligación de aguantar condiciones de explotación: las personas tendrían más poder de negociación frente a las condiciones de los empresarios.
El economista y activista por la renta básica, Daniel Raventós, explica que hay una serie de “objeciones” detrás de la cuestión de la renta básica. Se trataría de mitos y especulaciones sobre una supuesta ruptura de la reciprocidad: un impulso al individualismo debido a que, la renta básica, podría permitir a las personas dedicar su vida de manera plena a “aquello que deseen” —sin compromiso, ni colaboración colectiva—. Pero este descrédito se propulsa por la desconfianza que genera la precariedad hacia los demás y el miedo de los empresarios a que los trabajadores ya no acepten unas condiciones precarias. Estos bulos desde el desconocimiento influyen de manera negativa en la percepción que tienen las personas de la Renta Básica. No obstante, a lo largo de la historia, se ha visto que en los proyectos que redistribuyen la riqueza (y también el poder) prima el principio de colaboración y responsabilidad social.
Con el sistema que tenemos actualmente, nos enfrentamos a una serie de problemas psicológicos derivados de la pobreza y la falta de acceso a los recursos mínimos para la existencia. La Renta Básica reduciría los niveles de exclusión junto a esa sensación de vivir bajo una amenaza constante
En un documental dirigido por Christian Todd, se describe un proyecto piloto de la Renta Básica en la población de Anchorage. Con el yacimiento de petróleo considerado el más grande del mundo, la población vivió un boom económico nunca antes visto. Bajo este incremento de capital, se estableció la mejor forma de destinar este dinero a fondos sociales. Teniendo en cuenta que el petróleo era un bien que se podría acabar en algún momento, y con él, el dinero, los gobernadores y legisladores propusieron establecer una cuenta de ahorros: el Fondo Permanente de Alaska. Cada ciudadano de la zona recibiría una renta básica que se anuncia cada año —entre los 1.500/2000 dólares—. Las petroleras extraen la materia prima de este paraje natural, así que los ciudadanos reciben esta compensación económica. Las personas de la localidad, experimentaron una vida con facilidades que les permitían ser prósperos en base a un patrimonio común, y pesé a los bulos sobre la renta básica, no dejaron de trabajar, pero vivían sin el miedo a la precariedad o a ser despedidas.
Con el sistema que tenemos actualmente, nos enfrentamos a una serie de problemas psicológicos derivados de la pobreza y la falta de acceso a los recursos mínimos para la existencia. La Renta Básica reduciría los niveles de exclusión junto a esa sensación de vivir bajo una amenaza constante. Pero, ¿cuáles son las objeciones que tiene la gente ante la renta básica? Raventós enumera las siguientes: En primer lugar, al son del mito “mantendremos a vagos y parásitos” se suele especular con el hecho de que las personas con necesidades producen muchos costes, y que no llegan a retribuir estas ganancias a las arcas del estado. Desde esta perspectiva, se intenta estigmatizar al pobre para negar su derecho a la existencia material garantizada.
Renta básica
Teoría y práctica de la renta básica universal en Europa: hacia el millón de firmas
Lo siguiente que expresa el economista es el temor a que “nadie trabajaría” refiriéndose a que se perdería el sentido de la responsabilidad socioeconómica. Pero la RBI no establece que la solución sea dejar de trabajar, sino que por medio de esta medida, se pueden llegar a blindar los derechos laborales de las personas. Hay que tener en cuenta que el trabajo va más allá de lo que ahora mismo se establece como remunerado: en referencia al trabajo doméstico y de cuidados que las mujeres suelen hacer de forma gratuita. La renta básica, en este caso, permitiría compaginar este bien material con subsidios o salarios sin estar condicionados por laberintos administrativos donde los recursos no llegan a quienes debería. Raventós, argumenta que hay una gran capacidad técnica para reducir las horas de trabajo, y la razón es que la capacidad productiva actual lo permitiría.
“... el modelo de renta básica universal, ha sido propuesta como potencial estrategia para reducir el impacto de la precariedad laboral en la salud mental de los trabajadores. Hasta el momento, se han realizado (o están en proceso de realización) experimentos sociales en Canadá (MINCOME, Ontario), Estados Unidos (Alaska, Stockton, Eastern Band of Cherokees), Finlandia, Escocia, Alemania, España (B-MINCOME de Barcelona; y Cataluña), Irán, Namibia, India, Kenia, Macao y Brasil (Marica). En la mayoría de los casos se produjo una mejora de la salud mental de las participantes, con una reducción del estrés psicológico y del consumo de drogas, alcohol y tabaco». (PRESME, 2023)
La última objeción que explica Raventós, tiene que ver con el típico dilema sobre la renta básica “no se puede financiar”. A esta cuestión el economista se respalda en los estudios que prueban la posibilidad de establecer una renta básica si se hace una reforma del IRPF, sin tener que tocar otras partidas —o subvenciones—. Sin ir más allá, la posibilidad de la renta básica se produciría a partir de los impuestos a las rentas altas, y sería producto de reducir las subvenciones a asuntos innecesarios como a la realeza, entre otros. En definitiva, los ricos recibirán una renta básica, pero pagarían un impuesto equivalente a lo que reciben e incluso más “los ricos no ganan nada”. Lo que no se tocaría nunca, serían las remuneraciones públicas imprescindibles para la sociedad, como por ejemplo, las pensiones, las ayudas públicas, el sistema de salud gratuito, en definitiva no se perdería el sistema de bienestar público. La renta básica —como explica Kathi Weeks— podría llegar a ser retribuida por medio de varias medidas, entre las más importantes: “Un sistema de impuestos simplificado, más progresivo y efectivo para individuos y corporaciones”.
“Sistema fiscal progresivo, donde los que más ganan, más pagan. Un impuesto sobre los bienes de lujo y de productos contaminantes y el ahorro mediante la simplificación de una serie de subsidios actuales y de los servicios públicos asociados que han quedado obsoletos —como la monarquía—”. (EUREKA, 2023)
Renta básica
“Un partido que realmente apostara por la renta básica tendría mucha fuerza”
Por tanto, fuera de cualquier especulación, Daniel Raventós explica que sería posible implantar una Renta Básica —con datos económicos de comités de expertos que avalan su teoría—. La medida supondría un avance para las personas sobre el derecho de decidir por su economía y donde el bienestar pueda estar al alcance de todas y todos. Con una Renta Básica aumenta el nivel de libertad, precisamente para poder elegir entre la vida impuesta o lo que es más acorde con las tendencias/necesidades de cada persona y del colectivo.
La Renta Básica no produciría vagos, ni parásitos, sino gente sin la presión y la carga de la esclavitud del trabajo. Una RBI facilita que las personas no tengan que vivir bajo el estigma de una pensión que no llega a unos mínimos y se reducen los dramas para llegar a fin de mes: el sinvivir de la cotidianidad menguante entre la ansiedad y la depresión. Sin ir más lejos, para las mujeres, sería la oportunidad de no tener que tolerar la violencia laboral, el acoso, las condiciones denigrantes por obtener un salario. Una Renta Básica Incondicional sería una solución frente al problema de la brecha salarial en los empleos, y por otra parte, una liberación de la dependencia económica en los ámbitos familiares que llevan a muchas mujeres a aguantar durante años situaciones de abusos o maltrato. Las continuas cargas de trabajo a las que se deben enfrentar las mujeres en su día a día, deterioran su salud a nivel físico, mental-conductual y emocional. La ocupación permanente en las demandas externas tiene un coste en el cuidado de la salud de las mujeres. Por lo general, la doble presencia en la cual dividen su cotidianidad —trabajar en el hogar y en el ámbito laboral— establece una presión constante, donde el encargarse de los demás es “un estado mental”: estar disponible las 24 horas.
Una renta básica facilita que las personas no tengan que vivir bajo el estigma de una pensión que no llega a unos mínimos y se reducen los dramas para llegar a fin de mes: el sinvivir de la cotidianidad menguante entre la ansiedad y la depresión
Este estado de alerta permanente esclaviza a las mujeres, no solo en relación a los cuidados de la familia, sino también de las personas dependientes de su entorno. Para estas mujeres por lo general, no hay opción a derivar, ni activar estrategias de corresponsabilidad por la falta de recursos o la capacidad de gestión. La Renta Básica sería una potente solución para las relaciones de dominio que se crean por la precariedad laboral y el abandono de los cuidados por parte de la sociedad: serían unos fondos que permitirían liberar de ciertos trabajos a las mujeres y tener tiempo excedente para sus vidas. Sería un tipo de reivindicación clara para que todas las personas pudieran acceder no solo a los recursos que comportan beneficios al colectivo —salud, educación—, sino que se pueda tener tiempo de calidad para disfrutar de los derechos fundamentales y, con ello, blindar el bienestar de la ciudadanía. La seguridad que se adquiere al tener unos ingresos incondicionales, sería el impulso para que los colectivos de mujeres trabajadoras puedan llegar a liberarse de cargas y tener una mejor vida. Por tanto, la renta básica universal es un instrumento que puede llegar a facilitar una mayor igualdad y ser un desafío a la doble presencia para otorgar más dinero, tiempo y libertad a las mujeres, revelando aquellas tendencias económicas que precarizan la distribución de los ingresos.
Una renta básica según Raventós, ordenaría de manera racional los recursos económicos que deberían ir destinados a las personas. Para que esto llegara a funcionar sería necesario establecer controles más exhaustivos para que las rentas incondicionales, estuvieran a disposición de los destinatarios y no se produzcan situaciones de abuso, fraude o desamparo: el silencio administrativo.
La renta básica, es fácil de caricaturizar cuando no se tienen plenos conocimientos. Sin embargo, cuando se entiende la propuesta se puede llegar a contemplar el ingreso incondicional como un medio para obtener más tiempo fuera del trabajo, desarrollar las propias capacidades y tener menos presión en la vida diaria. Por ende, como refiere Raventós, la renta básica tendría el poder de mitigar problemas económicos estructurales, reduciría la deuda, reforzaría la salud pública, beneficiaría la economía del país, además de colocar la vida, los cuidados y la salud mental en el centro de la política.
Relacionadas
Renta básica
Renta básica Sergi Raventós: “Se ha utilizado toda la maquinaria discursiva demagógica posible para hundir el Plan Piloto”
Opinión
Opinión Cuidar en tiempos sucios: mujeres, cuidados y renta básica
Pensamiento
Guy Standing “La izquierda debe reinventarse o tendremos otro periodo fascista”
No es necesario ninguna reforma fiscal para la RBI...Cualquiera que conozca un sistema monetario fiduciario encontrará en esto otra falacia del Estado-Mercado...El caso que nos ocupa, el IMV, es una guerra de nervios entre el Estado y el perceptor. NO se lo aconsejo a nadie sin una conciencia política o sin amparo en una comunidad (familia, amigos etc).
Como no contiene benevolencia sino que se trata de un automatismo para evitar la revuelta, es preciso una ética para resistir sus revisiones por sorpresa y las arbitrarias normas; sufrir el repudio de nuestros iguales del fascismo sociológico y los “liberales” de tropa, devotos del trabajo —ídolo que, junto con el dinero y el Estado, compone su moral totalitaria— y que profesan lo que el Estado-Mercado enseña: que les despojan para asistir a parásitos inmorales (ignorantes del sistema monetario vigente).
El IMV es necropolítica, bajo diseño de las consultoras, con excusas paternalistas, “adaptar” al pobre al Mercado o empujarlo al suicidio.