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Tras los ataques perpetrados por Hamás a Israel no he dejado de leer y escuchar todo tipo de opiniones sobre dicho conflicto, la mayoría de ellas bastante distorsionadas respecto a la realidad que se pretende analizar y comprender. Y esto se debe al éxito que la maquinaria sionista ha tenido en el imaginario colectivo mundial sobre este enfrentamiento y por la imagen intencionadamente generada sobre los palestinos. La victoria no se consigue solo en el territorio por conquistar sino en los corazones y las mentes de las personas, y la Verdad, por desgracia, siempre es la primera víctima. Y en ese sentido, estamos siendo testigos de una guerra que se intenta ganar a través de una desinformación insaciable y destructora de la dignidad del pueblo palestino. Lo que está sucediendo en el presente nos recuerda la importancia de reconstruir el pasado común e identitario de los palestinos tanto tiempo silenciado por los mitos sionistas.
Mientras se aplican diferentes criterios de actuación y apoyo total en la lucha contra la invasión de Ucrania, Palestina está bajo ocupación israelí y la comunidad internacional lo tolera y mira hacia otro lado desde hace 75 años. No solo eso, sino que continúa primando el mismo discurso sionista que permitió la creación de un Estado para “un pueblo sin tierra en una tierra sin pueblo”, a través de desacertadas declaraciones de dirigentes políticos de nuestro país y de una sociedad internacional escandalizada por lo que ha supuesto la mayor ofensiva contra Israel en su historia. En todos los altercados relacionados con este conflicto se ha percibido la hipocresía de Estados Unidos y Europa a la hora de denunciar los crímenes de uno y otro lado. Pero nunca se habían mostrado tan contundentes en la manipulación y la incongruencia que estos días reflejan noticias virales y comentarios en las redes sociales sobre la reciente contienda y sobre la historia del conflicto palestino-israelí en general.
Crece la idea creada de que el antisemitismo está regresando a Europa por criticar las acciones llevadas a cabo por Israel al mostrar el apoyo al pueblo palestino. Siempre se establece la palabra antisemita en un sentido unívoco e incorrecto como la discriminación contra los judíos. Si analizamos el término, semita se refiere a los pueblos y lenguas que convivieron en Oriente Medio. De las tres lenguas semitas que aún permanecen vivas y por el número de población que las habla, la primera es el árabe, la segunda el etíope, y el hebreo, la tercera. El sionismo se ha apropiado de la historia atribuyéndose este concepto cuando el hebreo solo representa el uno por ciento de la población semita si nos referimos a la lengua hablada hoy. Aun así se consideran antisemitas los que se muestran contrarios a los actos de Israel y defienden a los palestinos. Tras aclarar que los palestinos son también semitas, ¿quiénes son y quiénes actúan como antisemitas? y ¿por qué en varios países europeos se han restringido las manifestaciones en apoyo a Palestina?
La desinformación como arma de un relato sesgado ha tenido su mayor exponente en la publicación de lo que posteriormente se verificaría como un bulo, la de los 40 bebés decapitados que Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, difundió sin reparos. Y a pesar de las declaraciones del portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel, Roni Kaplan, en las que indica que “no podemos confirmar esta información”, Ayuso sigue insistiendo en su comparecencia en la Asamblea de nuestra Comunidad el día 13 de octubre: “… ya hemos visto las imágenes que están ahí de bebés decapitados, incinerados, madres embarazadas a las que les han abierto el vientre y han apuñalado al feto que llevaban dentro. Propio no de animales, no, de bestias”.
De la misma manera, Joe Biden aseguró ante los medios de comunicación que había visto imágenes de los bebés decapitados. “Nunca pensé que vería y confirmaría imágenes de terroristas decapitando a niños”, señaló en su discurso el 11 de octubre. Sin embargo, minutos después la Casa Blanca matizó al presidente. Según recogen medios como The Washington Post y CNN, un funcionario de la administración de la Casa Blanca, tras ser preguntado por los medios, aclaró que ni Biden ni la administración habían visto fotografías o informes confirmados de niños o bebés decapitados por Hamás elaborados “de manera independiente”. Según publican, el funcionario indicó que los comentarios del presidente se referían a los reportes públicos de medios de comunicación y funcionarios israelíes.
Pero lo peor es que de esta mentira se hicieron eco numerosos medios de información, muchos de ellos considerados serios, mientras las redes ardían horrorizadas. Y le dieron credibilidad a pesar de que la fuente fue un colono radical israelí, una periodista que no contrastó la información y una cadena de propaganda sionista, la cadena i24news. Al igual que también se le dio veracidad al bulo sobre el vídeo de unos niños enjaulados supuestamente capturados por Hamás.
Con este caldo de cultivo no es de extrañar la contundencia del mensaje “inequívoco, sin fisuras y sin ambivalencias” de “solidaridad, apoyo y cariño” en nombre del pueblo de Madrid transmitido por el Alcalde del Ayuntamiento de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, a la embajadora de Israel en España, Rodica Radian-Gordon. Al mismo tiempo que mandaba esta significativa demostración de afecto hacia el pueblo de Israel, el Alcalde tendría que haber tenido esa deferencia con la numerosa población hispano palestina que desciende de aquellos estudiantes de medicina y farmacia que a finales de los años 60 y 70 del siglo pasado vinieron a España, y principalmente a Madrid, a realizar sus estudios y se quedaron a vivir aquí tras casarse con españoles y españolas y formar sus familias. Sobre todo cuando sus propias palabras de “agresión de carácter terrorista, pero de escala militar” que Almeida ha calificado de “brutal e injustificada” se pueden utilizar también cuando Israel agrede a la población civil palestina indefensa.
O ¿cómo podríamos calificar el goteo diario de muertes de personas palestinas, las humillaciones ejercidas por los colonos israelíes, los asesinatos selectivos que acaban matando a toda una familia extensa, la represión continua, la confiscación de tierras, la judaización del territorio palestino, la demolición de casas y un sinfín de violaciones de los derechos humanos ejercidos sistemáticamente por el Estado de Israel hacia la población autóctona?
Y en su apoyo a Israel el Alcalde de Madrid reitera de nuevo el razonamiento sionista, ya que manifiesta que “es un Estado que tiene todo el derecho y el deber a defenderse”. “Tiene el derecho de vivir en paz y en libertad como el Estado de derecho y la democracia que es desde su fundación en el año 1948”. El Estado Israelí triunfará “como siempre lo ha hecho”. Su defensa exacerbada llega hasta el punto de señalar que valorará las propuestas registradas por Vox en el próximo Pleno del Ayuntamiento para conceder, entre otras cosas, la Medalla de Honor al pueblo israelí.
Efectivamente, Israel es un Estado, cuestión que se le niega al pueblo palestino. Las continuas anexiones de tierra expresadas en asentamientos judíos en territorio palestino ocupado que lleva realizando Israel desde hace años sin tener en cuenta las resoluciones de Naciones Unidas lo hacen funcionalmente inviable y configuran el territorio palestino como una serie de enclaves que no están conectados, lo cual premeditada y finalmente provoca un régimen de segregación de poblaciones.
Pero parece que los únicos que tienen derecho a la paz y seguridad son los israelíes que mantienen a ciudadanos israelíes de origen palestino como ciudadanos de segunda clase. El Estado de Israel se ha definido como la patria nacional de un grupo étnico específico privilegiando a los ciudadanos judíos y discriminando a los ciudadanos no judíos, (en especial a los árabes). Al crear beneficios por el servicio en el ejército israelí, que no es obligatorio para los árabes, está legitimando el régimen de apartheid ante la falta de responsabilidad jurídica de Israel como potencia ocupante.
De este modo, existen hechos que constituyen flagrantes atentados a los derechos fundamentales, tales como serían –en una enumeración no exhaustiva- el control que se ejerce sobre la Cisjordania ocupada que comprende el sistema de identificación y restringe la libertad de movimiento de los palestinos; los asentamientos israelíes; las carreteras separadas para los ciudadanos israelíes y palestinos alrededor de muchos de estos asentamientos; el muro entre israelíes y palestinos en Cisjordania; la ley de casamientos excluyente; el uso de palestinos como mano de obra barata; las desigualdades en las infraestructuras; así como las diferencias en los derechos legales, de acceso a la tierra y a los recursos entre los palestinos y los residentes israelíes en los territorios ocupados por Israel…
A pesar de toda esta retahíla de agravios, el subconsciente de algunos (y aun el consciente) categoriza a Israel como un Estado de derecho y democrático desde su fundación en 1948. Sin saber que el sionismo creó grupos fuertemente armados como la Haganah o el Irgún, preparados para poner en marcha un plan de expulsión forzosa de miles de personas (el Plan Dalet). Más de 700.000 personas palestinas se vieron forzadas a ser desplazadas e internadas en campos de refugiados de Cisjordania, Gaza y Jerusalén (la parte designada por la ONU para Palestina), o refugiadas en los países del entorno en Jordania, Líbano, Siria o Egipto. Actualmente, son 5,9 millones las personas refugiadas por el conflicto, según la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Próximo), siendo el único grupo de personas refugiadas que ha obligado a crear una agencia de la ONU exclusiva para su atención. Y las imágenes de caos y desesperación se repiten más de siete décadas después. Con el ultimátum de Israel en el que exhortó a 1,1 millones de palestinos a abandonar el norte de Gaza en 24h.
Israel se comprometió a no bombardear las carreteras por donde pasan los desplazados, pero ya ha habido un ataque en una de esas carreteras rumbo al sur que ha dejado un saldo de 70 muertos, en su mayoría mujeres y niños. Y se espera una debacle humanitaria en una región en la que sobrevivir ya era un desafío por el bloqueo que sufren desde hace 16 años, unido a la tragedia de estos días en la que Israel ha decidido cerrarles el grifo, dejarles a oscuras, tirar la llave y abandonarles a su suerte. ¡Qué más da acrecentar la tensión mientras el sentir de la opinión pública israelí y la de fuera de sus fronteras les avale, cuando ya más del 65% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, según la ONU, y el Programa Mundial de Alimentos considera que el 63% de la población de Gaza está en “inseguridad alimentaria”!
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ha afirmado que todas estas personas son “animales humanos” y que por ello “están actuando en consecuencia”, cortándoles la electricidad, el gas y los alimentos. Simultáneamente, la Unión Europea, lejos de condenar estas acciones criminales de Israel contra el derecho internacional humanitario, ha dejado entrever que puede suspender y revisar las ayudas económicas al desarrollo que los 27 aportaban a Palestina, uno de los países económicamente más pobres del mundo. Y ha expresado su apoyo incondicional al gobierno fundamentalista de Netanyahu a través de su máxima representante institucional, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
¿Por qué se asume la barbarie como modus operandi de los palestinos por el inconsciente colectivo? Porque nos enfrentamos al sionismo, una ideología excluyente arraigada en la conciencia general desde finales de la II Guerra Mundial, que deshumaniza a la población palestina convirtiéndola en terrorista para insensibilizar a la opinión internacional y poder así cometer las mayores atrocidades contra ellos de modo impune. Porque el sionismo siempre ha mostrado al palestino como el otro, el retrógrado, el bárbaro pertrechado de fusiles, el irracional… Y le ha venido muy bien la islamofobia presente en todos los ámbitos para identificar la causa palestina con el ISIS (Estado islámico de Irak y Levante). Como declara Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, después de los ataques a Israel: “Al igual que las fuerzas de la civilización se unieron para derrotar al Estado Islámico, las fuerzas de la civilización deben apoyar a Israel en la derrota de Hamás”.
Habría que analizar detalladamente a quién ha beneficiado este ataque contra Israel. Por todos es conocido el sistema de defensa y seguridad israelí. La lista incluye, entre otros, al ejército, agencias gubernamentales, la policía de fronteras, la guardia civil, la policía militar israelí y las agencias de inteligencia (el Aman, Shabak, y el Mossad). Por todo ello, es extraño que hayan podido infiltrarse milicias de palestinos y cohetes en su territorio sin apercibirse de ello.
Una vez más somos espectadores de las acciones impunes israelíes. Lo mismo que ocurrió en 1948, donde las más aterradoras se han ocultado a propósito. La expulsión sistemática de los palestinos y la judaización de lo que habían sido pueblos y barrios palestinos. Habría que recordar también que estas acciones podrían volver a repetirse fácilmente si no se actúa y se hace cumplir el derecho internacional, antes de que sea demasiado tarde. El ataque de Hamás les ha proporcionado legitimidad suficiente para volver a atacar Gaza y anexionarse nuevamente ese territorio por la fuerza. Aquí no hay buenos ni malos, no hay un conflicto religioso sino una ocupación en la que todos perdemos cuando la violencia entra en juego y las víctimas son la población civil de ambos lados y la Verdad.
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Samira, en el mundo reislamizado, del Caribe hasta Filipinas, hay un apartheid contra las mujeres, contra los que no creen en un Dios autoritario y contra los que rechazan el patriarcalismo.
Estamos hablando de más de mil millones de personas sólo en países musulmanes.
De verdad crees que el gran enemigo de las mujeres es Israel?
Hay más de 400 feminicidios cada año en la Turquía de Erdogan, neo-islámico aliado de Netanyahu contra los armenios. Hubo más de 200 mil mujeres violadas durante la independencia de Bangladesh por milicias paquistaníes. Marruecos, aliado de occidente, ocupa el Sáhara por sus recursos minerales y mantiene a su población, mayormente joven y musulmana, prisionera. A los armenios como a los anarquistas curdos y asirios los siguen masacrando los turcos y sus aliados, con apoyo de Netanyahu. A diferencia de los palestinos, pocos le dan una mano a las feministas curdas, a los cristianos de oriente o a los pueblos nativos pacifistas. Justamente, porque son feministas y conciliadores.
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El machismo y la avidez de poder y dinero suelen ir de la mano.
Si no te has dado cuenta, hay enemigos que se parecen demasiado.