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“El folklore documenta la historia, registra las revoluciones, las luchas de cada nación”

En esta segunda entrega de Palestina: El arte de la resistencia, nos centramos en la música. La cantautora palestina Rawan, junto al también músico, El Zuri, llevan meses haciendo de su voz y su guitarra instrumentos contra el genocidio. La joven, procedente de Cisjordania, cambió el Derecho por el folklore para enfrentarse a la ocupación.
Rawan y El Zuri
Los artistas Jorge Zurita, 'El Zuri' y Rawan Nairat

Rawan Nairat y Jorge Zurita (El Zuri) se conocieron en 2022 en un micro abierto del madrileño barrio de La Latina. Ella, abogada palestina, cantó algunos temas del folklore de su tierra. Él, cantautor boliviano, tocó sus propias canciones. El Zuri cuenta que le gustó mucho lo que escuchó. Intercambiaron sus números de teléfono. Después Rawan volvió a Cisjordania, y El Zuri siguió con sus proyectos musicales por Madrid. 

Un año después, El Zuri recibió un mensaje de Rawan. La palestina había vuelto a la ciudad, y se había encontrado en las redes con un vídeo en el que el cantautor tocaba uno de sus temas. Lo hacía en una concentración en el hospital madrileño del 12 de Octubre, sus trabajadores protestaban contra el genocidio perpetrado contra Gaza. El Zuri se había llevado su guitarra y se arrancó a tocar una canción sobre la resistencia de los pueblos. Al reconocerlo, Rawan le contactó. Desde entonces han acudido juntos, con la canciones de Rawan y la guitarra de El Zuri a decenas de manifestaciones y actos en solidaridad con Palestina.

“Me interesa revivir la música tradicional árabe de una forma contemporánea, añadiendo mi carácter, y mis experiencias personales”, explica Rawan en el centro cultural autogestionado la Horizontal, lugar de encuentro entre ambos músicos. Nacida en la ciudad de Jenín, en Cisjordania, los cinco años previos a abrir, en sus palabras “un nuevo capítulo de mi vida”, esta joven cantante, trabajó como abogada.

“Me interesa revivir la música tradicional árabe de una forma contemporánea, añadiendo mi carácter, y mis experiencias personales”

Ante la frustración de intentar ejercer la ley en un territorio bajo ocupación militar, donde “no importa cuánto intentemos desarrollar nuestro propio sistema legal, todo intento quedará subordinado al permiso de la ocupación”, Rawan optó por buscar otros caminos. “El hecho de que nos hayan privado de nuestras propias herramientas para desarrollarnos en cualquier ámbito de nuestras vidas”, le hizo indagar en otras vías que tenía a mano, como su propia voz con la que da vida al folklore. Piensa que la música popular palestina, no es solo una forma de documentar la vida o la cultura de su pueblo. “También documenta la historia, registra las revoluciones, las luchas de cada nación. Creo que el folklore es un guardián de la historia”, asevera.



Rawan regresó a Madrid justo antes del 7 de octubre. Desde esa fecha ha de soportar en la distancia presenciar el genocidio contra Gaza, pero también cómo la violencia sionista Cisjordania, que ya se había intensificado en los años previos, con el ejército de ocupación arrasando en varias ocasiones Jenín,  no deja descanso a su familia, que continúa allí. En este contexto es fundamental poder contar la verdad ante la propaganda israelí, a través de la cultura: no solo la música, también el bordado, o el dabke.

La cantautora quiere poner un ejemplo, y lo canta. Se tata de la canción tradicional “Ya Taali​’​een ‘ala el​-​Jabal”, uno de los temas con los que las mujeres palestinas se comunicaban con sus compañeros prisioneros durante la gran revolución contra la colonización británica. Era 1936, y cientos de palestinos estaban encerrados en las cárceles de las fuerzas de ocupación. Las mujeres desarrollaron una forma, a través de sus canciones, de informar a los prisioneros de que sus compañeros irían a liberarles. Explica Nairat que, añadiendo letras que formaban códigos,  las mujeres podían pasar mensajes que pasaban desapercibidos para los soldados británicos que no entendían la lengua. “Esto representaría una forma de lucha de las mujeres contra la colonización británica. Pero también estas canciones de alguna forma dan fe de nuestra herencia y nuestra historia”. 

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Palestina: El Arte de la Resistencia (1) “La poesía es la memoria de los árabes, tal y como es hoy la memoria del pueblo palestino”
VV.AA.
El arte en todas sus expresiones constituye para el pueblo palestino una forma de transmitir la memoria de su sufrimiento, pero también de su lucha.

Si bien su viaje hacia la reapropiación del folklore como resistencia ya había empezado antes de aquel 7 de octubre, lo que comenzó a vivir en ese momento le cambió: “me dio más fuerza para intentar cantar mis sentimientos, porque sentía que me comían por dentro, y que necesitaba expresarlos”.  Recuerda que la primera vez que cantó en una manifestación, fue así, por azar, se hizo con un altavoz de los que tenían quienes organizaban y se largó a cantar una de las canciones palestinas tradicionales más conocidas, “Yomma Mweil El-Hawa”.

Desde entonces no ha parado, y para ella es duro. No hay muchos músicos palestinos a mano, con su voz potente, y su gusto por revisitar canciones que son casi himnos, Rawan es muy demandada. Eso le dijo El Zuri, cuando se reencontraron, que no la iban a parar de llamar. Y en efecto: “en muchos eventos en solidaridad con Palestina hay mucha gente que hace música con muy buenas intenciones, pero es ella la que tiene una verdad de primera mano y yo pensé que sería guay que la escucharan. Pero llega un día y me dice, ‘sí, pero esto agota’”. 

Con todo, la vida musical y de denuncia de Rawan, junto a El Zuri, no se detiene. Así como ella es abogada, su compañero de canciones y batallas es médico. Dos personas que vinieron de lejos profesional y geográficamente, para encontrarse empuñando su voz y su guitarra contra el genocidio. 

“Lo que pasó tras el 7 de octubre me dio más fuerza para intentar cantar mis sentimientos, porque sentía que me comían por dentro, y que necesitaba expresarlos”

En primavera, con la masacre de fondo, y la urgencia por denunciarla, Rawan empezó a juntar canciones propias, y con El Zuri, y Toni Cabo, un músico amigo de ambos, se pusieron a ensayarlas. “Toda esta situación me empujó a escribir mi propia música, expresando mis sentimientos con mis palabras”, recuerda que es la primera vez que compone, y agradece el respaldo de sus compañeros.  Rawan siente que todo ha cambiado mucho desde que llegó a Madrid, que aquí encuentra posibilidades para ensayar o tocar, que en Cisjordania no podía ni imaginarse. “Allí no hay casi oportunidades para los artistas no en general. Eso limita nuestras opciones para hacer música o desarrollar una identidad musical más amplia”. 

Dice El Zuri, que cuando Rawan le escribió tras ver aquel vídeo en el hospital 12 de octubre, le dijo “me gustó mucho tu canción”, y a él esto le pareció curioso, porque ella no entendía la letra. Sin embargo, consideran, la música se entiende a otro nivel, es quizás, piensa Rawan, esa herramienta de transformación que buscaba desde la Cisjordania ocupada, una transformación que años de trabajo como abogada, no habían podido conquistar. 

“Aunque venimos de países diferentes y la gente nos ve en el escenario y dice ‘¿qué hacen un boliviano y una palestina?’, ha sido perfecto, pues por las experiencias de nuestros países, bajo el sistema opresor mundial, tenemos muchos puntos en común”. El Zuri matiza, explica que se trata, obviamente, de realidades diversas. En todo caso, concluye mientras prepara su guitarra para tocar otra canción: “la canción social, la canción con cierta temática reivindicativa, es muy importante para nosotros y para nuestros pueblos”.

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