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Coronavirus
A distancia de la universidad
Desde el inicio de la pandemia, las estrategias de las universidades españolas para adaptarse a la nueva situación y proseguir la actividad docente han sido de lo más diversas.
El lunes 9 de marzo fue una jornada como otra cualquiera para los miles de estudiantes universitarios residentes en Madrid. Sin embargo, esa noche los teléfonos móviles comenzaron a sonar: la Comunidad de Madrid había decretado el cierre de todas las universidades y demás establecimientos educativos, como consecuencia de la rápida expansión de contagios en la región. La Rioja y Vitoria fueron los primeros en sumarse a esta iniciativa, y al cabo de dos días, el resto de comunidades del país también cancelaron la docencia presencial por completo.
Desde que se anunció la suspensión de la actividad educativa, muchos estudiantes se apresuraron a marcharse a sus hogares de origen, contrariando las recomendaciones oficiales de permanecer en el domicilio habitual. “De un día para el otro, nos cancelaron las clases y las prácticas, y nuestras familias nos presionaban para que volviéramos. Había muchos rumores de que la ciudad podía cerrar, quedándonos aislados”, cuenta un alumno de la Universidad Autónoma de Madrid. Muchos otros se quedaron, esperando poder retomar sus estudios con normalidad pasados esos quince días. “Nadie podía imaginar la magnitud de la problemática ante la que nos enfrentábamos”, afirmó la presidenta de CREUP (Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas), en declaraciones a Europa Press.
No obstante, una vez declarado el estado de alarma fue evidente que lo que había comenzado como un simple ‘parón’ de un par de semanas iba a demorarse bastante más tiempo del que se había sospechado. Las autoridades estatales y comunitarias sugirieron que la docencia continuara impartiéndose por vías telemáticas y, una vez superado el desconcierto inicial, la mayoría de universidades se pusieron manos a la obra para adaptarse a la nueva situación. Han transcurrido dos meses desde la cancelación de las clases presenciales y, en este tiempo, las universidades han desarrollado distintos métodos para permitir a sus alumnos proseguir con su formación, aunque esta sea a distancia. Pese a todo, algunas universidades han tardado considerablemente más tiempo en poner en marcha la docencia online que otras, poniendo de relieve las diferencia de recursos de la educación universitaria española.
De acuerdo con una alumna de la universidad de Valencia, el problema no se limita a la organización de la universidad frente a la pandemia, sino que también afectan las carencias tecnológicas que existían previamente. “La intranet es la plataforma que utilizamos para las clases y es un desastre, está muy anticuada. Los métodos deberían replantearse, porque nuestra aula virtual y los foros no están preparados para esta situación”. Como consecuencia, la opción escogida por gran parte del personal docente ha sido el de aumentar la carga de trabajos, que se añaden a las fechas de entrega y exámenes ya existentes.
Los alumnos de las distintas universidades señalan una gran disparidad en los métodos para impartir clase del profesorado, así como en su nivel de implicación
“Al principio, nadie creyó que se debía seguir avanzando contenido porque pensaban que íbamos a volver en unas semanas a clase”, asegura la alumna de psicología. “Hemos perdido dos semanas 'viendo a ver qué pasa', tiempo que no se tiene en cuenta para los plazos de trabajos y evaluación”. En cambio, en universidades privadas como el CEU o Francisco de Vitoria, las clases en línea llevan impartiéndose prácticamente desde el inicio del confinamiento y, a pesar de que la carga lectiva se haya visto reducida, se ha podido seguir adelantando la materia prevista en el plan de estudios.
Los alumnos de las distintas universidades señalan una gran disparidad en los métodos para impartir clase del profesorado, así como en su nivel de implicación. “Algunos [profesores] imparten sus clases por videollamada o suben sus vídeos al aula de clase, otros se limitan a enviar a apuntes, y finalmente los hay que ni siquiera contestan a los correos electrónicos”, relata un estudiante de dirección de empresas de la Universidad Politécnica. A pesar de ello, este alumno reconoce que hay profesores que han hecho un gran esfuerzo para adaptarse a la docencia a distancia, superando las trabas tecnológicas a fin de facilitar el aprendizaje de sus alumnos.
Otra de las quejas que se repite entre el alumnado universitario es la falta de comprensión por parte del personal docente, que no tienen en cuenta las condiciones que los alumnos tienen en sus casas. Se presupone que todos los estudiantes cuentan con un ambiente adecuado para el estudio y un equipo de trabajo propio, cuando ese no es siempre el caso. Otros años, durante estas fechas las bibliotecas de todo el país se abarrotan de estudiantes que preparan sus exámenes finales, los cuales ahora no tienen más remedio que adaptarse a las nuevas circunstancias.
Se presupone que todos los estudiantes cuentan con un ambiente adecuado para el estudio y un equipo de trabajo propio, cuando ese no es siempre el caso: en estas fechas, las bibliotecas suelen estar llenas
Para superar la brecha digital entre aquellos estudiantes que no tienen acceso a los recursos necesarios para el seguimiento de las clases telemáticas, la mayoría de las universidades españolas han puesto a disposición de los alumnos servicios extraordinarios de préstamo de ordenadores portátiles y tarjetas SIM. Sin embargo, los equipos son limitados, y en el caso de alumnos cuyos lugares de residencia no dispongan de acceso ilimitado a Internet, la situación se complica enormemente. “En mi caso, la conexión a Internet es bastante inestable, por lo que la posibilidad de que esta se interrumpa mientras hago un examen me produce bastante estrés y ansiedad”, expone otra alumna.
Recientemente, el Ministro de Universidades Manuel Castells realizó unas polémicas declaraciones en las que acusaba a los universitarios que habían regresado a sus domicilios, y que no disponen de los materiales imprescindibles para el estudio, de “haberse marchado a lugares más divertidos que el lugar donde estaban estudiando”. En respuesta a las cientos de peticiones, Castells anunció que los expertos del Ministerio de Sanidad no podían autorizar la movilidad de los estudiantes que se encuentran en esa situación, debido a la gravedad de la emergencia sanitaria. En un principio, algunas universidades como la Rey Juan Carlos proporcionaron a sus alumnos un documento justificativo de desplazamiento, pero estos fueron suspendidos unos días más tarde por indicación ministerial. Coral Latorre, secretaria general del Sindicato de Estudiantes, tachó de “indignante” la actitud del ministro con el alumnado universitario, “cuando precisamente estamos frente a un abismo académico por su total abandono. [ …] No se nos está dando ninguna solución, ni alternativa, ni medios materiales”.
A las dificultades técnicas y logísticas se añade la incertidumbre, producida por la ausencia de criterios firmes para evaluar las asignaturas y los constantes cambios en la guía docente. Un miembro del sindicato estudiantil de la Universidad de Valencia señala que mucha información no se transmite directamente al alumnado, de modo que les corresponde a ellos comunicar las novedades a sus compañeros, además de actuar como intermediarios entre el profesorado y los alumnos.
Las universidades a distancia parten con ventaja a este respecto, puesto que ya estaban adaptadas para impartir sus programas exclusivamente a distancia, y tanto alumnos como docentes están habituados a interactuar por medio de la plataforma. En sustitución de los exámenes, el único procedimiento estrictamente presencial, los estudiantes realizarán tareas con tiempo limitado de entrega. “Al poder utilizar los apuntes y búsquedas en Internet para elaborar los trabajos, se te quedan mejor los conceptos”, manifiesta un alumno de Sociología de la UNED, añadiendo que prefiere este método al examen tradicional.
La facultad de medicina de la Universidad Complutense de Madrid, que insiste en la realización de exámenes presenciales a pesar del desacuerdo de muchos de sus alumnos
En lo que casi todas las universidades coinciden es en que la evaluación se realizará de manera exclusivamente telemática. No obstante, este no es el caso de la facultad de medicina de la Universidad Complutense de Madrid, que insiste en la realización de exámenes presenciales a pesar del desacuerdo de muchos de sus alumnos. Estos han dirigido un escrito al Rectorado para que este les permita realizar los exámenes a distancia, como el resto de universidades del país. El Vicedecanato de estudiantes sostiene que “las calificaciones finales basadas en evaluaciones no presenciales carecerían a priori de validez jurídica, y podrían suponer un problema para los estudiantes”, a menos que estos fueran validados por el rectorado, cosa que de momento no ha sucedido. El decano de medicina, Javier Arias, defiende que los exámenes se mantengan presenciales con las medidas de protección pertinentes, aunque ello suponga un retraso de dos meses con respecto a la convocatoria ordinaria.
Y es que en cuestión de exámenes, cada universidad ha adoptado una estrategia distinta, aunque a rasgos generales la mayor parte de docentes optan por la evaluación “tipo test”. Un alumno de la Politécnica de Valencia celebra la decisión de su universidad de aumentar el número de exámenes cortos, de manera que la nota final está mucho más diversificada y “no te arriesgas a suspender la asignatura en un único examen”.
La obligatoriedad de la vigilancia por cámara ha sido cuestionada por algunos estudiantes, que consideran que al otorgar permisos para la grabación de imágenes y audio desde su dispositivo, podría verse comprometido su derecho a la privacidad
Eso sí, el tiempo disponible para realizar el ejercicio se reduce considerablemente, a fin de evitar posibles plagios e intercambios de información. Además, los alumnos de algunos grados deberán instalar programas de última tecnología para garantizar la validez de la prueba, con funciones como de bloqueo de pantalla y vigilancia por cámara. La obligatoriedad de este sistema ha sido cuestionada por algunos estudiantes, que consideran que al otorgar permisos para la grabación de imágenes y audio desde su dispositivo, podría verse comprometido su derecho a la privacidad.
En definitiva, las dificultades y deficiencias de la educación telemática son cada vez más evidentes, motivo por el cual los estudiantes universitarios han volcado su descontento en las redes sociales. A pesar de la manifiesta desigualdad entre los alumnos de las diferentes universidades españolas, casi todos coinciden en la falta de flexibilidad en las entregas y contenidos a evaluar, sumado a la desatención por parte del personal docente y universitario, y a la falta de medios. “Aunque aprobemos las asignaturas, este cuatrimestre lo hemos perdido entero”, se lamenta un estudiante de tercer año. Aún está por ver cómo será el futuro de la docencia en ‘la nueva normalidad’ universitaria, que comenzará previsiblemente en septiembre.