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Gabriela Wiener, Rocío Bardají y Jaime Rodríguez forman una familia en la que caben, además de su relación poliamorosa, dos hijos de 13 y 4 años, Coco y Amaru. Hace unos años, el delicado equilibrio familiar se quebró poco después del nacimiento del pequeño. De eso va Qué locura enamorarme yo de ti, una obra de teatro que firma la escritora Gabriela Wiener, que además es el vértice de esta relación que pone en tensión al amor romántico y sus biblias.
Aseguran que les han preguntado mil veces cómo es follar en una relación de tres, pero no tantas cómo es la relación entre “dos sudacas y una euroblanca”, en sus palabras. De eso, de poliamor y sudaquismo, va la novela de Wiener que será publicada este año por Penguin Random House. Pero esa es otra historia. La de hoy la explican Gabriela, Rocío y Jaime en su habitación, en un sofá en el que Wiener se sienta en el centro. Al fondo hay una cama de la que se ha dicho que mide cinco metros, aunque no es del todo cierto. Pero ellos cuentan mejor esta historia de deconstrucción amorosa y familiar, que es también una historia sobre cómo imaginar nuevas formas de quererse. Y de llevarlas a la práctica.
Vamos primero a lo fácil y a lo que nos ha juntado hoy aquí. Qué locura enamorarme yo de ti se estrena este jueves en el Teatro del Barrio. ¿Qué es y de dónde sale?
Gabriela: Qué locura enamorarme yo de ti es una obra de teatro ahora mismo, pero en algún momento fue un texto y también una performance que comencé a hacer en espacios más o menos literarios hasta que Mariana de Althaus, que es una directora de teatro peruana, me propuso hacer este montaje. La historia es la de una crisis de nuestra relación de los tres, que ocurrió hace un tiempo y que desbarató absolutamente todos nuestros principios e ideales, y puso francamente en riesgo todo nuestro proyecto de deconstrucción amorosa. Lo que hice fue contarlo a modo de catarsis para liberarme de la historia y reírme de ella. Así que es una tragicomedia también. Y también son las preguntas de una escritora acerca de lo que debe ser contado y por qué, sobre de dónde vienen sus propias historias. Yo siempre he escrito temas muy autobiográficos, así que mi literatura y escritura, y también estas cosas cuando me salgo del texto, van reflejando un poco cómo va mi vida. Y en ese momento iba muy mal.
En esta historia, ¿quién se enamora primero de quién y cómo?
Jaime: Gabriela y yo somos pareja desde hace casi 20 años. Luego conocimos a Rocío, hace seis años, juntos, el mismo día. Fue muy divertido, porque fue en momentos distintos de la misma fiesta un 8 de marzo.
Gabriela: No puede ser más simbólico.
Jaime: Hubo mucha onda y empezamos a vernos juntos desde el principio. Luego la cosa ha ido evolucionando y ha cambiado con el tiempo, pero en el origen fue así. ¿Corroboras?
Rocío: Correcto.
Entonces Rocío llega un 8M en una fiesta de un centro social y viene a poner patas arriba una relación heterosexual...
Gabriela: ¡Noooooo, eso nunca! Pero sí monógama en el papel.
Vale, una relación más o menos estándar: pareja con hijo. ¿Enamorarse es político?
Rocío: Depende de cómo lo hagas. Enamorarse puede ser muy político pero también puede ser lo mismo de siempre. En mi caso, siempre he intentado que lo sea. Para mí las cosas siempre han sido políticas en general. Yo venía de todo el proceso de intentar llevar las prácticas amorosas a otros lugares, por supuesto sin ningún tipo de referentes o formación. Digamos que eso no siempre salía de la mejor manera posible. No me gusta pensar en el amor en términos de éxito o fracaso, en función de si la relación progresa o se rompe. Pero sí en cuanto a como tú te terminas sintiendo y cómo se terminan sintiendo las demás. Enamorarse es político, pero lo político requiere un trabajo que se tiene que hacer en colectivo.
Gabriela ha dicho ser “la de en medio” en la relación. ¿Qué deberes y obligaciones comporta ese lugar?
Gabriela: Creo que hay un término, que es el de vértice. Pero es solamente un término para hacer unos cuantos chistes acerca de ser siempre la persona que está gestionando, haciendo el tráfico de cosas hacia un lado y el otro. Además, en este punto de nuestra relación, soy el medio total porque soy la pareja de ambos y ellos no son pareja. Entonces somos este tipo de trío que no sé qué tipo de triángulo sería porque iba mal en matemáticas. Me he metido demasiado para intentar arreglar cosas entre ellos y ese intervencionismo es tendencia de la gente que está en el vértice de las relaciones de tres, y sales bastante machacada a veces por intentarlo. El aprendizaje ha sido sustraerme a eso y dejar que las cosas fluyan entre los tres, porque ellos tienen su propio puente y no hace falta que yo me meta.
Nuestro proyecto no se puede entender sin nuestro proyecto con nuestros hijos; cuando nos conocemos, las tres ponemos en el punto de mira proyecto de crianza común
Si Gabriela está en el medio, eso te deja a ti, Jaime, y a ti, Rocío, en los márgenes. ¿Qué hay en los márgenes?
Jaime: No sé si estaría de acuerdo con el planteamiento de la pregunta porque precisamente, a pesar de que hablemos de figuras geométricas que tienen límites y ángulos más amplios o más cerrados, la idea es distinta. Cuando pensamos en términos de márgenes o centralidad, estamos jerarquizando. Y más que márgenes, se trata de plantearlo en términos de inventar cosas distintas y relaciones distintas. Me parece interesante la imaginación que requiere un tipo de relación como la que tenemos ahora, si quieres incluso nombrar el tipo de relación que tenemos con Rocío o el tipo de relación que tenemos con nuestro hijo pequeño, que tiene dos madres y un padre. Yo no me siento al margen de ninguna manera, me siento más bien que todo está muy bien repartido.
En la obra de teatro hay un parto. ¿De quién es ese parto? ¿Qué papel tiene el parto en esta obra poliamorosa?
Rocío: De nuestros dos hijos, hay uno que es biológicamente de Gabriela —no sé si eso está bien dicho— y otro que yo parí. La historia que se cuenta en la obra está situada justo seis meses después de que naciera ese bebé. El parto es una metáfora y un hilo conductor de la narración sobre revisar nuestras relaciones amorosas, afectivas o, incluso, románticas. Además, la obra intenta tratar el tema de la crianza, porque nuestro proyecto no se puede entender sin nuestro proyecto con nuestros hijos. Cuando nos conocemos las tres, no solamente empezamos una relación sexo-afectiva sino que además ponemos en el punto de mira un proyecto de crianza común, siempre con una proyección de amplitud.
Se trata de intentar acercarnos a la idea de comunidad desde donde cada uno podemos y, en nuestro caso, nuestros deberes nos han llevado a este lugar. Se trata además de un parto en el que estaban Jaime y Gabriela y había más gente, procedente de intentos anteriores de colectivización integral de la vida, digamos. El parto introduce [en la obra] el tema del posparto y de cuál es el lugar que nos deja las mujeres el hecho de gestar y parir. Y no solo de gestar y parir, porque en este caso Gabriela no era la gestante ni parturienta. El momento del parto que suele ser un momento de crisis donde muchas parejas se rompen y donde muchas personas, principalmente cishetero hombres, abandonan el hogar y se desentienden de lo que acaba de venir al mundo. La obra también habla de eso, que me parece una cosa de la que se habla poco.
Gabriela, tú no eres actriz, ni bailarina, ni cantante, pero actúas, bailas y cantas con esta pieza. Tú escribes. ¿Qué te lleva a meterte en un escenario?
Gabriela: Es verdad que la literatura es mi manera de contar, pero mi literatura es una literatura muy del cuerpo, es un tipo de escritura encarnada, así que encaja bastante bien en la idea de un teatro testimonial, donde hay actrices y actores no profesionales. De alguna manera creo que hace mucho tiempo que estoy buscando salir del libro, de los textos, de la escritura, porque todo lo que escribo tiene un poco de exposición y de performar cosas. Eso quiere decir exponerme, mostrar mi lado más vulnerable, mis vergüenzas, mis desvergüenzas. Quitarme cosas de encima, pesos, pudores, testimoniar la violencia y todo lo que nos atraviesa, que creo que es algo producto de estos tiempos. Venimos de todas estas corrientes de mujeres levantando la voz y visibilizando una serie de cosas que antes estaban soterradas y escondidas. Creo que mi escritura bebe de eso y el teatro es un lugar idóneo para visibilizar estas historias en primera persona.
Sexualidad
De conjugaciones relacionales
Tres personas conversan sobre cómo entienden los vínculos, la atracción o la confianza. No son expertas ni teóricas, pero tienen mucho que decir.
En la obra se menciona una “revolución hacia afuera” y una “revolución hacia adentro”... Creo que la idea de “revolución hacia afuera” la podemos tener cualquiera más o menos clara. ¿Cómo se hace la otra, la “revolución hacia adentro”?
Jaime: A veces es más difícil. Claro, en lo otro estás arropado por el colectivo, por la masa, por la gente. La revolución hacia adentro, al menos en mi caso, como hombre machista programado para ser una manera, tiene que ver con eso, con una desprogramación de todos estos conceptos que te vienen pregrabados desde el nacimiento. Mientras hablamos, estoy mirando mi estantería y pensando: ¡Qué machirula es esta estantería! Cuesta ir en contra de tus propios privilegios, de las cosas que te han enseñado a disfrutar. Y esa lucha es muy difícil. No sé si puedo ser optimista sobre que mi generación pueda hacer una desprogramación completa, pero yo lo intento, aunque fracaso el 90% de las veces.
¿Se puede hacer la revolución hacia adentro cuidando la revolución hacia afuera?
Rocío: No se puede dar la una sin la otra. No puedes hacer la revolución hacia adentro desde una perspectiva individualista. Toda la revolución que se está dando fuera apoya, y tenemos que confiar en ella. Son muchas cabezas y muchos cuerpos los que están intentando dar pasos, y no se puede desconectar la una de la otra. Ahora bien, es muy difícil hacer la revolución hacia afuera cuando estás por ejemplo en la revolución de la crianza. Hay ciertas cosas o cierta maneras de estar en el mundo, como puede ser la de estar con criaturas o las que tienen que ver con cuidados, no solo de niñas, niños, niñes, sino también de adultos o personas mayores que son bastante incompatibles con cómo se ha entendido y se ha puesto en práctica, en el sentido clásico, la revolución hacia afuera.
A veces, y es un término que ya ha puesto gente sobre la mesa, somos una retaguardia. Una retaguardia que sostiene, que prepara el terreno, que apoya, pero que no puede estar en la primera línea. Yo creo que hay que repensar ambos espacios, tanto esa vanguardia y quién puede estar ahí, como esa retaguardia y quién ocupa ese lugar, o quien nunca está en ese lugar. Poner prácticas novedosas, revolucionarias, valientes, transformadoras, cuando podamos, sobre la mesa, es lo que va a empujar nuestras teorías que, por sí mismas, no van a tirar del carro de nuestras vidas.
En esta ecuación hay otras dos personas, Coco y Amaru. ¿Qué opinan ellos de todo esto? ¿Cuál su espacio en esta retaguardia?
Gabriela: Coco es nuestre hije adolescente, que tiene 13 años, y es la vanguardia de esta familia, o de este núcleo que hemos construido. Elle quizá sea la persona que ha hecho el recorrido más radical porque venía de una familia tradicional, obviamente no bíblica, pero sí compuesta por un padre, una madre, una casa normativa... Su mundo cambia completamente cuando descubre, o le descubrimos, que nosotros somos esto y este es nuestro hogar. Era muy importante su opinión y creo que ha acompañado el proceso. Su propia transformación se ha vuelto uno de los temas cruciales y también el faro de lo que nosotros somos o queremos ser. Si esta obra refleja de alguna manera nuestro intento por cuidarnos mejor y por amarnos mejor, una de las cosas más importante es nuestre hije Coco y nuestro hijo Amaru, ellos van empujando todo esto. Es lo que queremos cuidar. Amaru ya llega a este nuevo mundo y para él esto es la normalidad. Los de Amaru son los ojos más transparentes que podemos encontrar, tiene otras cosas que enseñarnos y lo miramos todo el rato porque por ahí, en ellos, sabemos que están muchas de las respuestas. Somos bastante normales, caemos en los mismos errores que las familias normales, que las familias normales, que las padres y las madres normales, y solamente queremos que se nos vea como eso.
(Gabriela se dirige a Rocío).
¿Sabes qué? Estoy sintiendo que el tema colonial, antirracista, el ser blanco, peruano... Como que parece que tú hubieras venido a conquistarnos con tus teorías del poliamor. No sé si en algún punto podríamos tener una conversación sobre este encuentro, porque tú traes unas teorías y nosotros traíamos una experiencias y unos afectos que también a ti te transforman…
Rocío: Es que vosotros no venís de un matrimonio clásico, sino que llevábais veinte años de trabajo, de investigación, de romper barreras.
Gabriela: Quisiera que hubiera algo que hablara de nuestro sudaquismo…
Pues mira, la última pregunta que tenía era esta: “Supongo que os han hecho muchas preguntas sobre vuestra relación, y que muchas veces serán las mismas preguntas o sobre los mismos temas. ¿Qué sentís que nunca os han preguntado?”
Rocío: Siempre nos preguntan cómo es ser más de dos, cómo follamos, cómo es la no monogamia, pero nunca nos preguntan cómo es una relación interracial entre gente euroblanca y gente que no lo es y cómo hemos vivido eso.
A veces se mira con racismo que nuestro apasionamiento es lo que lleva a los celos, a lo tóxico, cuando en nuestras culturas indígenas de mucho conocimiento ancestral acerca de lo comunitario
Gabriela: Hay alguna parte de la obra donde Roci dice: “Gabriela, me he dado cuenta de que no compartimos la misma idea de amor”. Y yo te digo: “Roci, el amor no es una idea”. Creo que eso refleja bien esas dinámicas que a veces se dan entre Jaime, tú y yo. Quiero decir: de tu parte hay una racionalización del amor muy constante, y en nosotros hay una dramatización. Vale que lo tuyo está ligado con una deconstrucción feminista sobre cómo amamos y cómo huir del amor romántico, y eso propone también una serie de cuidados, y estamos todos en la línea.
Por nuestra parte, a veces se mira con racismo nuestra sentimentalidad y nuestro apasionamiento como si fuera lo que llevara a los celos, a lo tóxico, a la violencia, cuando en nuestras culturas milenarias indígenas hay mucho conocimiento ancestral acerca de lo comunitario, de lo amoroso y de lo afectivo. Hay una afectividad de tocarse, de sentirse, de mirarse… que es lo bonito de encontrarnos, poder hacer ese encuentro y poder reflexionar sobre lo que nos une y nos separa, que es también todo lo que tiene que ver con el amor.
(Silencio. Miran a cámara. Risas.)
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Gabriela Wiener hablando de sí misma en su última creación. No importa cuando leas esto.
Jaime, el patriarcado te saluda. Seguiremos tu ejemplo. Si lo disfrazamos de progresismo conseguimos un win-win
La poligamia en los países árabes es machista y retrógrada. Pero lo hacemos aquí, lo llamamos "poliamor" y es todo maravilloso y chipendilerendi, además de muy progresista, moderno y libérrimo. Semos de traca.
http://www.drchinchilla.es/consulta-psiquiatrica/?gclid=EAIaIQobChMI7PrS8aqp5wIVRMreCh0Z7g1fEAAYAiAAEgLj2fD_BwE
os vendrá bien
Dejé de leer el artículo al llegar a "nuestre hije adoslescente", de traca vamos
(Ah qué pasa, que te parecería un mejor ejemplo de crianza negarle la identidad de género a une hije que sale del armario como persona no binaria? Afortunada esa personita de que su familia respete quién es. Y qué desagradable que tengas energía como para malgastar comentando para insultar de esta forma. Cuando se dice esto de "no leáis los comentarios para no embajonaros" hablamos de gente como tú.)
Respecto a la entrevista, muchas gracias, qué buena pinta la obra :)
Creo que es pasarse de frenada cuando se quiere normalizar o fomentar orientaciones que son totalmente respetables aunque en la practica a quien confunden son a los niños que estan a tras cosas como jugar con niños y niñas por igual sin mas preocupaciones