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Economía feminista
“Las economías feministas abren caminos de transformación”
La economista ecuatoriana Magdalena León está especializada en economías feministas y buen vivir. Es parte de la Red Latinoamericana de Mujeres Transformando las Economías (REMTE), de la Fundación de Estudios, Acción y Participación Social (FEDAEPS), y del Grupo de Trabajo ‘Feminismos, resistencias y procesos de emancipación’ del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Para ella, “las economías feministas aportan la evidencia de lo posible y por tanto abren caminos de transformación”
Deuda, mercados de inversiones, acciones en Bolsa, Ibex 35, cotizaciones, puertas giratorias... Si se echa un vistazo a los contenidos sobre economía de los medios de comunicación generalistas, las llamadas “páginas salmón” de los periódicos en papel, estas son algunas de las palabras que conforman los titulares. Basadas en ofrecer un reflejo del comportamiento del actual sistema económico y financiero capitalista, estas páginas desdeñan una parte que es indispensable para el sostenimiento de este aparato, pero ha sido históricamente invisibilizada: la economía del cuidado y las diversas formas de producción e intercambio que funcionan según lógicas y objetivos distintos.
La economía del cuidado “comprende todas las actividades y relaciones económicas que permiten sostener la vida de los seres humanos y cuidar de la naturaleza. Se trata de actividades que han sido tradicionalmente protagonizadas por las mujeres, aunque en situaciones de injusticia y desventaja”, según advierte la economista ecuatoriana Magdalena León, de la Red Latinoamericana de Mujeres Transformando las Economías (REMTE).
Esta organización, nacida en 1997, busca que más mujeres se apropien de la economía de una manera crítica, y generar ideas, debates, acciones e iniciativas políticas. Está formada por colectivos de Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, México, Perú y Venezuela, y reúne a mujeres urbanas y rurales, organizaciones de base, ONG y académicas implicadas en la construcción de movimientos feministas.
Desde esta plataforma, León propone hablar de las economías feministas en sus dimensiones prácticas, de pensamiento y de movimiento. Así, señala que comprenden la economía del cuidado, pero van más allá.
“Incluyen diversas actividades de producción, intercambio y generación de ingresos que no se rigen por la lógica del mercado capitalista y que se asocian a la satisfacción de necesidades básicas de alimentación, vivienda, vestido, infraestructura básica. Involucran saberes, prácticas y tecnologías que hacen parte de los acervos culturales de diversas sociedades y comunidades”, afirma León.
No es de extrañar, así, “la feminización de otros procesos que plantean alternativas al capitalismo, como las experiencias de economía solidaria, comercio justo, agroecología, soberanía alimentaria o finanzas solidarias, entre otras, según apunta León.
La economía feminista “ha puesto en evidencia el carácter depredador del capitalismo y el neoliberalismo, y ha desarrollado herramientas tanto para la denuncia como para la visibilidad y valorización de los aportes fundamentales que se generan en procesos de trabajo y producción distintos pero aprovechados para la acumulación capitalista”, dice la economista ecuatoriana.
Si desde sus orígenes, “el sistema capitalista funciona como un modelo de acumulación basado en la explotación del trabajo y en el subsidio que representa el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, que se sostiene en un esquema de división sexual de trabajo”, en la actualidad opera además desde “un poder del mercado que se ha concentrado al máximo y que se despliega hacia todos los ámbitos, que ha llegado a configurar el fenómeno de mercantilización de la vida”, según expresa León.
De ahí que las economías feministas “apuntan al corazón del actual conflicto capital – vida, al poner sobre la mesa los trabajos y procesos asociados a amplias dinámicas de reproducción material en términos diversos, de generación de condiciones de vida, confrontado el despojo del capital”, según León.
Frente a la lógica del lucro y la competitividad, “ubican la vida como prioridad y se basan en principios de solidaridad, colaboración y reciprocidad, si bien con asimetrías que marcan desventajas para las mujeres”, afirma la integrante de REMTE.
Proponen, además, “una reinterpretación de todos los hechos económicos, un cambio de prioridades y políticas en función de la igualdad, la redistribución, el bien común, la justicia de género y la justicia para la Madre Tierra”, en palabras de Magdalena León.
Una fuerza de transformación
Pero las economías feministas no sólo plantean críticas y cuestionamientos desde el plano teórico. También se traducen en un movimiento que pretende “revalorizar los trabajos y aportes de las mujeres, cambiar las condiciones de explotación y desigualdad de clase y género, reivindicar derechos económicos colectivos e individuales y promover cambios profundos que permitan pasar de la mercantilización de vida a la sostenibilidad de la vida”, asegura León.El cambio de paradigma, según explica, se vuelve cada vez más urgente en el contexto actual de agudización de las crisis provocadas por el neoliberalismo, con estallidos sociales en todo el mundo y la evidencia del cambio climático que precariza las condiciones de producción y de vida a una escala cada vez mayor.
En este marco, las economías feministas se presentan como una fuerza transformadora que construye una alternativa a la realidad económica y social capitalista. “Las economías feministas aportan la evidencia de lo posible y por tanto abren caminos de transformación. Organizar el trabajo y la producción en función de la vida, de la satisfacción de necesidades y del cuidado del entorno está en la experiencia histórica de las mujeres hasta la actualidad", asegura León.
Y añade que “la economía feminista articula la fuerza social de las mujeres, motor fundamental para todos los procesos de cambio”.
Las economías feministas forman parte de las experiencias alternativas al capitalismo que pretenden confluir en junio de 2020 en Barcelona en el Foro Social Mundial de las Economías Transformadoras. León concibe este evento como “un espacio para reconocer las múltiples experiencias y visiones alternativas que avanzan en el mundo”, que permita “afirmar y ampliar su carácter transformador al estimular la articulación, las iniciativas y agendas comunes”.
La economista espera que del encuentro surja “una propuesta hacia el mundo sobre posibles caminos de transformación, que interpele y comprometa a colectividades, personas y gobiernos en acciones hacia un común horizonte de sostenibilidad de la vida”.
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