Tribuna
Aquí vive gente

No hay minuto del documental El Apagón, de Bad Bunny, que no cuente algo que nos recuerde a procesos que se han vivido o se siguen viviendo también en las Islas Canarias.
Hotel La Tejita Tenerife - 5
Manifestación del sábado 20 de junio de 2020 en la playa La Tejita (Granadilla de Abona, Tenerife) rodeando la construcción que grupos ecologistas consideran ilegal. Luz Sosa
Irene Ruano Blanco

@irene_r_b

Es consejero de Sí Podemos Canarias en el Cabildo de Tenerife.

2 oct 2022 05:26

A raíz del estreno del corto documental El Apagón de Bad Bunny, elaborado por la periodista Bianca Graulau, se ha estado comentando por redes acerca de la situación en que se encuentra Puerto Rico. El documental es una fuerte crítica social a los problemas que afectan a la isla y señala especialmente la turistificación, la gentrificación y el expolio de la tierra como principales generadores de una gran desigualdad en la población puertorriqueña.

Viéndolo desde Canarias, resulta inevitable hacer la comparación con la situación que se está viviendo en estas islas. Y mucho se ha hablado también por aquí sobre el documental. No pocas personas han visto un claro paralelismo entre lo que se cuenta en él y lo que ocurre en Canarias. No hay minuto del documental que no cuente algo que nos recuerde a procesos que se han vivido o se siguen viviendo en estas islas. No sólo por encontrarse ambas como territorios insulares alejados geográficamente de la metrópoli o por diferenciarse claramente rasgos raciales y socioculturales de aquellos hegemónicos entre los habitantes del continente, sino por hacerse evidente una realidad colonial que nos une y demuestra puntos de conexión muy potentes.

En ciudades como Las Palmas ya es imposible encontrar un alquiler por menos de 550 euros, incluso fuera de los núcleos urbanos

En primer lugar, se habla del expolio que está dándose en Puerto Rico por parte de grandes empresas estadounidenses y canadienses sobre los recursos puertorriqueños. Luma Energy, al asumir el control de la electricidad en la isla, aumentó considerablemente los precios y empeoró el servicio, comenzando a producirse apagones por abaratamiento de costes al tiempo que se pagaban sueldos desorbitados a los directivos de estas empresas. Mientras, Endesa o Red Eléctrica descuidan las instalaciones en Canarias y en algunos barrios se dan apagones cada vez que hay algún tipo de inclemencia meteorológica. En esta última semana, con la tormenta tropical Hermine, quedaron algunas zonas desabastecidas de energía eléctrica desde el sábado, y a mediados de semana aún no habían recuperado totalmente el servicio. El caso de las energéticas es sangrante; pues estas empresas de capital extranjero o nacional (nunca canarias) se enriquecen con nuestros recursos pasando por encima de nuestro medio ambiente, como ya ocurrió con Repsol y las frustradas prospecciones petrolíferas o las recientes inversiones en eólica marina cuyas afectaciones al litoral aún no se han vislumbrado. En el caso de las primeras, se consiguió frenarlas gracias a los movimientos ecologistas —aunque la amenaza ha seguido siempre ahí.

Movimientos sociales
Movimientos sociales Los proyectos que hacen resurgir las movilizaciones sociales en Tenerife
Las movilizaciones contra el macroproyecto Cuna del Alma en Adeje y el Circuito del Motor en Granadilla de Abona han visibilizado las luchas medioambientales a las que se enfrenta la isla de Tenerife en torno al territorio. Mientras las administraciones aseguran que ambos proyectos van a servir para generar empleo, las lagunas respecto a la seguridad jurídica y la falta de protección de especies planean sobre ambos casos.


Este expolio de los recursos naturales va más allá. “Están desplazando al boricua latino para hacerse ricos a través de los de aquí”. Esta frase que aparece en el documental podría estarse proclamando en cualquiera de los barrios dormitorios del extrarradio turístico de las islas, porque las viviendas en zonas próximas a estos núcleos resultan inaccesibles para la población local, que se ve obligada a alejarse fijando sus domicilios lejos de sus lugares de residencia habitual o de sus puestos de trabajo. Pagar alquileres en según qué zonas resulta prohibitivo, mientras turistas, población del centro y norte de Europa, nómadas digitales, etc., acceden a esas mismas casas, ahora con precios desorbitados y condiciones inasumibles para la población local. Según los últimos datos, los precios de alquileres en Canarias se encuentran en máximos históricos sobre todo en las zonas metropolitanas y los litorales con mejor clima de las islas. En ciudades como Las Palmas ya es imposible encontrar un alquiler por menos de 550 euros, incluso fuera de los núcleos urbanos. Teniendo en cuenta los índices de desigualdad y pobreza que afectan a las islas, la situación es desesperante. Se está dando una expulsión sistemática de la población de las ciudades e incluso otras zonas de las islas, en favor de los extranjeros que son quiénes, a día de hoy, están habitando esos barrios.

Sin embargo, no sólo no se pone coto a estas brechas de desigualdad sino que se impulsan medidas que, en el caso de Puerto Rico, permiten a los estadounidenses no pagar impuestos en algunos bienes como criptomonedas o inmuebles al mudarse a la isla y, en el caso de Canarias, pasan por subvencionar a los ciudadanos alemanes para venir a Canarias a “refugiarse” del frío ante un invierno con escasez de recursos energéticos, o promocionan la isla como lugar ideal para la inversión y el teletrabajo por su calidad de vida. Pero esto es solo fachada: lo que de verdad atrae la llegada de población foránea dispuesta a invertir y teletrabajar desde aquí es la conocida como Zona Especial Canaria (Zona ZEC), un área de baja tributación fiscal para empresas que solo pagan el 4% en el Impuesto de sociedades (el más bajo de Europa) autorizada por la Unión Europea y vigente hasta el 31 de diciembre de 2026 (probablemente ampliable algunos años más), y que convierte a las islas en un paraíso fiscal de andar por casa.

En el sur de Tenerife no hay ni un sólo hospital público que pueda denominarse así, y la población de la zona tiene que trasladarse decenas de kilómetros para recibir atención especializada

La llegada de esos “invasores/colonizadores” —así llamados en el documental— supone incluso el cierre de escuelas para convertirlas en apartamentos Airbnb. Las mismas escuelas que luego no tienen los servicios necesarios o que finalmente se convierten en escuelas guetizadas, con decenas de “niños de la llave” de multitud de nacionalidades que apenas conviven con sus familias pues los largos y complejos horarios del sector hotelero no permiten ni de lejos soñar con la conciliación.

Es llamativo cómo en estas zonas de afluencia masiva de turistas existen servicios públicos tan precarios. En el sur de Tenerife no hay ni un sólo hospital público que pueda denominarse así, y la población de la zona tiene que trasladarse decenas de kilómetros para recibir atención especializada o realizarse una intervención quirúrgica, sobrecargando las carreteras y los hospitales del área metropolitana, mientras las clínicas privadas llevan décadas haciendo negocio con la población foránea.

Otro de los fenómenos que se dan tanto en Puerto Rico como en Canarias es el llamado “monocultivo del turismo”. La riqueza y el poder centralizados históricamente en pocas manos extranjeras, y la masa de trabajadores precarios produciendo bienes que no pueden disfrutar y que no permiten ni su soberanía alimentaria ni mejorar su calidad de vida. Pasaba con el azúcar en Puerto Rico, y pasó con el plátano o los tomates en Canarias y ahora se vive con la turistificación de la economía

También aquí, al igual que en Puerto Rico, tenemos playas públicas —que por ley no pueden ser privadas— a las que es imposible acceder y sólo se puede llegar alquilando un lujoso apartamento o una noche de hotel 5 estrellas, como ya pasa en el Hotel Abama y quieren hacer en Adeje con el megaproyecto de Cuna del Alma. En concreto lo que está ocurriendo con este megaproyecto turístico es otro caso de expolio, destrozo y exclusión de la cultura e identidad local para satisfacer los intereses económicos de dos familias belgas de constructores, Vandermarliere y Van Biervliet. Una megaurbanización de 460.000 m2, con una carga de más de 4.000 nuevas camas que pretende convertir un pequeño núcleo pesquero de apenas 20 casas y una de las últimas playas vírgenes del sur de Tenerife en un resort de lujo, que nunca podrá ser disfrutado por la población local de la isla y que en su construcción está dañando irremediablemente patrimonio arqueológico, y especies de flora y fauna protegidas.


Y todo esto, como se aprecia en el documental, no sería posible sin la connivencia de las clases políticas con las élites económicas. Políticos puertorriqueños que han estado recibiendo dinero y donaciones de empresarios beneficiados por sus leyes, al igual que los políticos canarios enriqueciéndose con la cons(des)trucción sin control en las islas y con pelotazos sonados como el de Las Teresitas, que acabó llevando a la cárcel al alcalde nacionalista de Coalición Canaria de la capital tinerfeña, Miguel Zerolo.

Sin embargo y pese al panorama desolador que se transmite en algunos momentos, el documental finaliza haciéndose eco e inspiración acerca de aquello que los pueblos que somos y fuimos tradicionalmente expoliados podemos y debemos hacer. En esta y aquella tierra, gracias a la movilización ciudadana, se han parado proyectos descabellados como el Puerto de Fonsalía, que incluía cinco líneas de atraque para grandes buques, una dársena pesquera, 200 plazas de dique seco y 467 plazas en la zona deportiva, y que los promotores ubicaron precisamente en una Zona Especial de Conservación (ZEC) marina dentro de la Red Natura 2000 y primer Lugar Patrimonio de Ballenas de Europa, o el Tren del Sur con un coste que superaba los 2.200 millones de euros para un recorrido de apenas 80 km.

Hay que continuar con las movilizaciones, como la que se está llevando a cabo para parar el proyecto de Tumba del Alma, como lo han rebautizado las decenas de personas acampadas que consiguieron paralizar las obras adueñándose de una pala mecánica y realizando diversas acciones de resistencia no violenta que van ganando la simpatía de la sociedad tinerfeña. Si no es ahora, no habrá isla para el futuro; porque como dice una vecina boricua en el corto documental de Bad Bunny, “Cuando los de abajo se mueven, los de arriba se caen”.

No podemos acabar estas líneas sin hacer referencia al hilo conductor del documental. La música del artista de P FKN R acompaña las imágenes de las movilizaciones sociales de la isla como una banda sonora de rebeldía, alegría y resistencia. Sus letras y su actitud remarcan la realidad de una sociedad diversa, mestiza, orgullosa de sus raíces y dispuesta a poner los intereses comunes sobre los propios, a poner el cuerpo para parar el expolio. Como expresa la canción “El Apagón” que da título al corto: “Lo que me pertenece a mí, se lo quedan ellos… ¡Que se vayan ellos!”

Y aquí, finalmente, también encontramos caminos convergentes. Eran otras décadas y otros ritmos marcaban la tendencia, pero aquellas estrofas que cantaba el Taller Canario de la Canción, en la voz de Rogelio Botanz, y extraída del maravilloso poema de Pedro Lezcano “La Maleta”, estaban impregnadas de la misma actitud orgullosa y de pertenencia de un pueblo que dice basta:

¡No quiero más maletas en la historia de la insular miseria!
Ellos, ellos, que cojan ellos la maleta.
Los invasores de la paz canaria
que cojan la maleta.

Los que venden la tierra que no es suya
que cojan la maleta.
Los que ponen la muerte en el futuro
que cojan la maleta!

¡Que cojan la maleta,
que cojan para siempre la maleta!

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