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Tribuna
Pública, por supuesto
Planificar un sistema educativo es, sin duda, una tarea complicada, al ser algo condicionado por muchos factores y agentes implicados. Y este proceso todavía resulta más arduo cuando hablamos de llevarlo adelante en las naciones sin estado. No hace mucho, vimos las consecuencias en el sistema catalán de inmersión lingüística por la embestida del Tribunal Supremo, imponiendo un modelo contrario a los deseos, no solo de la Generalitat, sino también de las familias, la comunidad educativa y la sociedad catalana.
Es evidente que la división estatal y autonómica de nuestro pueblo tampoco facilita las cosas, y esto nos lleva a pensar en proyectos a largo plazo; pero, también, desde luego, nos obliga a adoptar estrategias adecuadas a la realidad actual, aunque siempre desde la perspectiva de un modelo educativo propio.
Sin duda, las condiciones socio-políticas de cada época, así como las políticas públicas en vigor, condicionan el modelo educativo. Aquí conocemos de primera mano las consecuencias de sufrir un modelo educativo “nacional-católico” fiel reflejo de la dictadura franquista. Un modelo que, tras el golpe de estado de 1936, dejaron en manos de la Iglesia Católica, deshaciendo todas las propuestas progresistas implementadas por la República, y con la consiguiente purga de enseñantes.
El movimiento popular de las ikastolas
Al igual que en otros sectores sociales, en la educación también se alzaron movimientos y luchas contra la dictadura franquista. Ante la prohibición de la enseñanza en euskera, surgió el movimiento popular de las ikastolas que, en muchas ocasiones en situación de semi-clandestinidad, dio respuesta a la necesidad de un modelo educativo desarrollado en euskera. Al mismo tiempo, el movimiento a favor de una nueva escuela pública fue creciendo y fortaleciéndose, reivindicando una escuela pública de calidad, laica y euskaldun. En la denominada Transición, enseñantes, asociaciones de madres y padres, asociaciones vecinales, sindicatos, etc. compusieron un movimiento que iba más allá de la enseñanza, reivindicando al mismo tiempo un cambio educativo y social, entendiendo que los dos iban de la mano.
En la construcción y la evolución de una sociedad, los acontecimientos históricos, junto a la gestión de los mismos, tienen una influencia considerable en el sistema educativo. Un refrán vasco dice que el de atrás enseña a bailar al de delante. En Euskal Herria, la cuestión de la educación ha traído debates, desencuentros, conflictos y tiranteces entre distintas maneras de entender los modelos educativos. Entre otras cuestiones, un tema que encendió duros debates fue la opción de la publificación de las ikastolas, que la ley de educación de 1993 de la CAPV proponía; una antigua reivindicación, por otro lado. Ha llovido mucho desde entonces, tanto en la educación como en la sociedad vasca, y ahora el Gobierno Vasco ha puesto sobre la mesa la propuesta de una nueva ley de educación. Esto ha reavivado el debate sobre el modelo.
En nuestra opinión, el eje de cualquier modelo educativo solo puede construirse desde lo público, y la escuela pública solo puede ser aquella gestionada y organizada por la administración pública, que ha de ser forzosamente titular de la misma. La discusión sobre las distintas significaciones de servicio público y modelo público, o afirmar que distinguir entre público y privado es algo anticuado, solo responde a la estrategia de las escuelas privadas/concertadas en defensa de sus intereses. La administración pública, a la hora de organizar un sistema educativo, tiene que tomar como base los centros que son de su titularidad. Porque es responsabilidad de la administración, junto con la comunidad educativa, desarrollar un modelo innovador, mejorado y de calidad, poniendo para ello los medios necesarios para su red.
El proceso deberá ir de la mano de las y los educadores, de las Ampas, los sindicatos y de resto de agentes sociales. Entre todas y todo tenemos que construir la escuela que necesita y exige la sociedad vasca
Segregación
Acabar con la segregación, implementar la enseñanza en euskera, ofrecer igualdad de oportunidades y ofertas de calidad en los centros públicos independientemente de dónde se encuentren; establecer ratios adecuados de alumnado y dotar de estabilidad al profesorado; desarrollar políticas de movilidad y cercanía al lugar de residencia, diseñar políticas educativas antirracistas y feministas; todo ello exige una centralidad de la enseñanza pública con las consiguientes inversiones que fortalezcan dicho sistema.
Porque queremos, necesitamos y merecemos una escuela pública de calidad, construida desde abajo, que no haga distinciones entre las personas por razones económicas, de procedencia o de cualquier otra índole. Una escuela que, desde aquí, se abra al mundo, con el euskera como eje vertebrador y plurilingüe; laica, feminista y gratuita. Somos conscientes de que, en la sociedad de mercado que vivimos, y dependiendo de Estados que nos impiden el derecho a decidir sobre el modelo de sociedad que queremos desarrollar en Euskal Herria, este es un camino complicado, pero eso no debe impedirnos el empezar a transitarlo.
Estas reivindicaciones acompañan a los movimientos populares desde hace mucho tiempo, y por eso cualquier modelo educativo, cualquier nueva ley o actuación sobre la escuela, tiene que tener lo público en su esencia. La defensa y el desarrollo de una Escuela Pública Vasca son uno de los ejes principales de la línea política de Alternatiba, por eso, siendo como somos parte de EH Bildu, la mayor herramienta de la izquierda política para la transformación social de nuestro país, creemos fundamental aportar al proyecto común en esta misma línea. Además, en el proceso de debate interno de la propuesta educativa, hemos encontrado un fuerte apoyo de la militancia de EH Bildu hacia estas mismas reivindicaciones.
Desde luego, este proceso deberá ir de la mano de las y los educadores, del resto de personas del sistema educativo, de las Ampas, los sindicatos y de resto de agentes sociales. Entre todas y todo tenemos que construir la escuela que necesita y exige la sociedad vasca. Una escuela que sea un bien común, para todas y todos, que no deje a nadie atrás. Una escuela pública vasca. La nuestra.