Drones, inteligencia artificial y narrativa perpetúan tres décadas de externalización de fronteras en la UE

Desde 2014, según la Organización Internacional de Migraciones (OIM), al menos 34.187 personas migrantes han muerto intentando llegar a algún país de Europa.
Caravana feminista trabajadoras transfronterizas Ceuta 2021 04
Rafa del Barrio La valla de Ceuta en el tramo cercano al puesto de El Tarajal

Desde que a principios de los años 90 se comenzaron a construir vallas como la de Ceuta y Melilla, los países de la Unión Europea han emprendido un camino para desresponsabilizarse de la gestión de sus fronteras y que se encarguen terceros países. El Estado español tiene tres países socios, como exponen desde Cear, con los que ha firmado decenas de acuerdos bilaterales en las últimas tres décadas para el control fronterizo: Marruecos, Mauritania y Senegal. En este sentido, Marruecos tiene un papel prioritario en estas políticas, que se traduce en el patrullaje marítimo compartido entre la Gendarmería Real y la Guardia Civil. El país se encarga además de la detección e interceptación de personas migrantes que quieren llegar al Estado español, una interacción entre ambas autoridades que se ejemplifica en casos tan dramáticos como la masacre del Tarajal de 2014.

En cuanto a Mauritania y Senegal, el Gobierno español mantiene acuerdos de “control” de personas migrantes con ambos países por sus posiciones estratégicas y por ser lugar de origen de muchas de las personas que intentan llegar al país. El Estado español no es una excepción; otros países como Grecia e Italia tienen acuerdos vigentes similares con Turquía y Libia, respectivamente.

“No solo se han externalizado las fronteras, también el conocimiento; Europa ve la migración como un problema”, reflexiona el sociólogo de la Universidad de Túnez, Ahmed Jemaa.

Estos procesos de externalización de fronteras tienen consecuencias en los tránsitos de las personas migrantes hacia distintos puntos de la Unión Europea, como expone un informe de la Fundación Por Causa. Debido a estas políticas, se producen “violación sistemática de los derechos humanos a lo largo de las rutas, distorsiones al interior de las regiones africanas y financiación indirecta de mafias y grupos armados no estatales” y el apoyo a “autocracias con dinero de la UE”, entre otras cuestiones. Unas apreciaciones que se traducen en números: desde 2014, según la Organización Internacional de Migraciones (OIM), al menos 34.187 personas migrantes han muerto intentando llegar a algún país de Europa; la mayoría, 32.763, lo han hecho en la región del Mediterráneo, convirtiéndola en la ruta migratoria más mortal a nivel mundial. 

Tecnología en las fronteras

El investigador del Instituto de Humanidades en África en la Universidad de Ciudad del Cabo (Huma), Nabil Ferdaoussi, expuso durante el seminario Externalización inteligente de los espacios fronterizos, organizado por el colectivo Border Resistance, la implicación de las nuevas tecnologías en el control fronterizo, una tónica habitual de los últimos años: “Están aprovechando cada vez más la tecnología y la inteligencia artificial para el control fronterizo, lo que aumenta la externalización de la frontera. Por ejemplo, en Melilla se ha conseguido aumentar la altitud de la valla y se utilizan drones, cámaras con reconocimiento de IA”.

Unos gadgets que, como expone Ferdaoussi, se están utilizando para la identificación de personas migrantes: “Con el uso de las bases de datos y la biometría, están identificando los rasgos de la gente que tiene intención de migrar”. El investigador reflexionó acerca de poder utilizar este tipo de tecnología para localizar personas desaparecidas en el tránsito migratorio; sin embargo, expone que habría una problemática en este sentido: “El machine learning tiene un sesgo racista; habría que adoptar una perspectiva abolicionista para crear nuevas tecnologías”.

El 40,3% de los cuerpos de las personas migrantes fallecidas no han sido identificados y devueltos a sus familias, como indica la OIM.

Para la activista del colectivo No Name Kitchen en Ceuta, Francesca Fusaro, la implicación de estas tecnologías y de estas políticas forma parte de “la burorepresión” ejercida por la UE, que “no es una mala praxis, sino una voluntad política”. Más allá de la fisicalidad de las vallas, el sociólogo de la Universidad de Túnez, Ahmed Jemaa, plantea que la externalización emprendida por la UE tiene una arista discursiva que influye en la sociedad: “No solo se han externalizado las fronteras, también el conocimiento; Europa ve la migración como un problema; nuestra comprensión de la movilidad está moldeada por un conocimiento producido por el Norte”.

Miles de desaparecidos

El 40,3% de los cuerpos de las personas migrantes fallecidas no han sido identificados y devueltos a sus familias, como indica la OIM. “Son cientas las familias que están viviendo las consecuencias de la falta de unas políticas que ayuden a la recuperación de estos cuerpos; viven a la espera de información desde su país y desde las organizaciones internacionales”, explica Latifa Walhazi, activista tunecina presidenta de la Asociación de Madres de Migrantes Desaparecidos.  Muchas de estas madres se manifiestan continuamente frente a las embajadas y organismos internacionales esperando una respuesta que nunca llega, por lo que las obliga a hacer una búsqueda por su cuenta: “Las familias lo que hacen es ir de hospital a hospital y de morgue en morgue e intentan identificar a su familiar por la ropa o los tatuajes porque están irreconocibles”. 

Al desamparo institucional se une la acción de seudo organizaciones que piden grandes cuantías de dinero a los familiares por aportarles información, que resulta ser falsa. A Latifa, un supuesto abogado le pidió cuatro mil euros por dar información falsa sobre el paradero de su hermano. Para la antropóloga Sofia Stimmatini, estos fraudes vienen propiciados por la falta de implicación de las instituciones: “La ausencia de marco legal claro junto a la poca atención política compromete la recuperación de los cuerpos y supone un desdén a la memoria de las familias”.


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