Zorrotzaurre, la isla del olvido

Los vecinos tratan de frenar el urbanismo segregador que se ha impuesto en la planificación de la Ribera de Deusto. El proyecto de urbanización se reactiva 15 años después de la presentación del primer Master Plan en otra zona de Bilbao abocada al olvido.

Bilbao urbanismo
Foto de archivo de la Ribera de Deusto tomada en 1910 y cedida por Txema Luzuriaga.

En 1927, el célebre arquitecto Enrique Loygorri de Pereda publicó en la revista de la Cámara de la Propiedad Urbana de Bilbao un artículo que llevaba como subtítulo “El complicado asunto del canal de Deusto”. Ya entonces, a juzgar por las palabras de Loygorri de Pereda, aquel faraónico proyecto aprobado inicialmente en 1928, y cuya ejecución arrancó en 1950, generaba enormes dudas y tenía visos de dilatarse en el tiempo. Han pasado casi cien años desde que la prensa servil al régimen de Primo de Rivera dedicara loas a un proyecto que —como canal y no dársena portuaria— fue concluido el año pasado, en lo que supuso el arranque definitivo de la ejecución del Master Plan a cargo de la arquitecta Zaha Hadid. Otro megraproyecto dilatado en el tiempo, colapso financiero mediante, que ha vuelto a dejar a los vecinos en un limbo vital, expuestos al mismo acecho urbanístico y especulativo al que fueron sometidos a lo largo del siglo XX.

Las fotos de la Ribera de Deusto de finales del siglo XIX y principios del XX llaman la atención por la diversidad arquitectónica y la nobleza de las viviendas y palacetes que se asoman a la ría. El muelle, despejado de farolas y otros obstáculos, permitía que la sirga pudiera remontar las embarcaciones ría arriba hasta el Euskalduna, donde se concentraba buena parte de la actividad portuaria. Los buques comerciales eran cada vez de mayor tamaño, hasta 20.000 toneladas, y la Junta de Obras del Puerto consideraba que la mala navegabilidad del tramo entre la curva de Elorrieta y Olabeaga requería una intervención en el cauce de la ría. Muchas viviendas aún hoy se erigen solemnes gracias al empeño de los vecinos que, contra todo pronóstico, han podido salvar sus casas y otros edificios notables de las embestidas de una planificación urbana que les abandonó a su suerte.

Las obras para aumentar del ancho y el calado de la ría, se dilataron 18 años y la actividad portuaria fue desplazándose al puerto exterior, en el mar, dejando la dársena de Deusto infrautilizada

Pasaron varias décadas desde aquellas primeras expropiaciones, discordias y atropellos vecinales hasta que dieron por concluidas las obras del canal en 1968. Las obras, que tenían como objetivo el aumento del ancho y el calado de la ría, se dilataron 18 años. E incluso antes de ser concluidas, los propios responsables del Puerto reconocían de forma sutil que el proyecto había quedado obsoleto. La dársena del Canal de Deusto atrajo para sí parte de la actividad portuaria que se concentraba a la altura del Euskalduna. Sin embargo, poco tiempo después la actividad portuaria fue desplazándose al puerto exterior, en el mar, dejando la dársena de Deusto infrautilizada, manteniéndose activa hasta 2006. Solo 38 años de actividad para una obra que había comenzado a proyectarse 80 años antes.

El plan de 2002

El anuncio a principios de este siglo de un “proyecto urbanístico de proyección internacional” volvió a captar la atención de propios y ajenos en la Ribera de Deusto. Fue en 2002 cuando el triunvirato compuesto por el Ayuntamiento de Bilbao, la Diputación de Bizkaia y la Autoridad Portuaria de Bilbao (APB) integraron a los principales propietarios privados de la Ribera en un comisión gestora que tenía como objetivo facultar la reurbanización de la isla-península mediante el Proyecto de Desarrollo Económico, Social y Urbanístico de Zorrotzaurre, con horizonte temporal no definido y acuñado poco después con la figura de Master Plan.

La Ribera de Deusto ocupaba una península con una superficie de 576.482 metros cuadrados —algo menos desde que es isla— entre la Ría de Bilbao y el Canal de Deusto. De esas 57 hectáreas, a la APB le pertenecen casi la mitad; el Ayuntamiento dispone de 8 hectáreas; la Diputación cuenta con la titularidad de una hectárea y media; los principales propietarios que integran la comisión gestora tienen 3,5, y los casi 600 propietarios de pequeñas empresas y viviendas disponen de unas 11 hectáreas, el 20% del terreno. Fue esta comisión gestora quién adjudicó a dedo el Master Plan a Zaha Hadid, la arquitecta angloiraquí que presentó en el museo de Bellas Artes su maqueta para la isla de Zorrotzaurre en 2004. Ibon Areso, el todavía hoy laureado artífice de la “exitosa” transformación urbana de Bilbao y entonces aún delegado de Intervenciones Estratégicas y Aparcamiento, se congratulaba por esa “apuesta muy arriesgada y transgresora”.

Los vecinos de la Ribera solicitaron entrar a formar parte de la comisión gestora, ya que consideraban que el barrio constituye un emplazamiento de patrimonio e identidad a salvaguardar y que integrarse en la comisión era la forma idónea de defender sus intereses frente a los del capital inmobiliario y los del aparato burocrático. La posibilidad de formar parte les fue, evidentemente, negada. Como ya anticipó el filósofo Henry Lefebvre en 1968, precisamente el mismo año que se dieron por concluidas las obras del canal, “el poder estatal y los grandes intereses económicos difícilmente pueden concebir una estrategia mejor que la de devaluar, degradar y destruir la sociedad urbana”.

La ciudad deseada

La asociación de vecinos Euskaldunako Zubia impulsó el primer Foro para un Zorrotzaurre Sostenible. Un encuentro en el que pretendió romper la imposición de un plan diseñado desde grandes despachos y afamados estudios de arquitectura. El foro fue un intento de poner la imaginación colectiva y el urbanismo a pie de calle a disposición del proyecto. Los vecinos Almudena Garrido y Robert Alcock hicieron de maestros de ceremonia de un encuentro que tenía como principales objetivos “promover la participación ciudadana; definir los principios y propuestas pragmáticas para el diseño de Zorrotzaurre; y concienciar sobre la importancia de la sostenibilidad”, explican.
Los vecinos han continuado impulsando foros, publicaciones, talleres y documentos oficiales en un intento de defender su territorio 

El foro reunió a voces de reconocido prestigio internacional, con los habitantes de la Ribera de Deusto que, con cariño y esmero, llevaban años poniendo en marcha iniciativas para la mejora urbana y reafirmar la identidad de barrio. El arquitecto bilbaíno Iñaki Uriarte reivindicó la historia e identidad de un barrio fluvial y su legado arquitectónico. Por su parte, el biólogo y vecino Robert Alcock imaginó un ecobarrio, una isla sin coches, un laboratorio para una ciudad más habitable, más sostenible y más democrática que irradiase al resto de Bilbao.

Ante la opacidad y la imposición de un urbanismo funcionalista que crea espacios segregados y artificiales destinados a la perpetuación de las sociedades de consumo dirigido, los vecinos organizados han continuado impulsando foros, publicaciones, talleres y documentos oficiales en un intento de defender su territorio e intereses a la vez que, junto a nuevos “usuarios” de la isla, han pretendido liberar el uso del espacio de su valor de cambio.

Panorámica Zorrozaude
Estado actual de la isla, lista para ser reurbanizada. Christian García

Modelo Abandoibarra

A pesar de que los principales damnificados por las imposiciones, opacidades y falta de participación en la toma de decisiones del proyecto de urbanización de Zorrotzaurre parecerían ser los vecinos de la Ribera de Deusto, y quizás también los de los barrios colindantes como San Ignacio o Deusto, la realidad es que el modelo urbano por el que apostó Bilbao desde su declive industrial aboca a una ciudad que vive en el olvido, en continua aceleración de una carrera que tiene como meta el colapso ecológico —como capital económica de una comunidad autónoma cuya huella ecológica supera ampliamente su territorio— y anclada en una cultura política profundamente antidemocrática.

La urbanización de la Ribera de Deusto tiene como objetivo disponibilizar una cotizada superficie urbana ocupada anteriormente por una enorme cantidad de capital fijo inmovilizado —como antes lo fueron Abandoibarra y Miribilla, otras degradadas zonas industriales y mineras— y que debían ser sustituidas por un nuevo arreglo espacial que privilegiara ese otro conjunto de actividades y demografía. Según los datos estadísticos, en 2006 el 74% de las familias de la Ribera vivía con ingresos inferiores a 24.000 euros. Nada que ver con los próximos 15.000 nuevos vecinos que habitarán en las 5.500 viviendas proyectadas (las primeras están previstas para el próximo año y las levantará la conocida promotora Jauregizar). El plan también prevé que el 25% de lo construido se destine a oficinas y usos comerciales, así como a entidades educativas privadas como el Centro Superior de Diseño de Kunsthal, con matrículas de 6000€, o Mondragon Unibertsitatea.

Este modelo se tambaleó tras el colapso financiero de 2008. De las grandes inversiones planificadas o ya en ejecución cuando la debacle económica las sacudió, la torre Iberdrola de Abandoibarra, cuya construcción comenzó en 2007, fue rescatada por Bilbao Bizkaia Kutxa con una inversión de 80 millones, sustituyendo al socio inicial de la eléctrica, Promotora Vizcaína (PV). En Zorrotzaurre, la inversión se paralizó y la entonces península volvió al abandono. Sin embargo, las instituciones públicas siguieron invirtiendo y disponiendo del suelo público para llevar adelante, 15 años después, la operación urbanística más ambiciosa de todo el nuevo Bilbao.

Operaciones urbanísticas
Urbanismo a la carta del Ayuntamiento de Bilbao para el Obispado

La AMPA del Colegio Cervantes denuncia un pelotazo urbanístico que puede acabar con la última oportunidad para tener un espacio de proximidad en el barrio, ya que desde el Obispado han anunciado la venta de la mitad del solar para construir una clínica privada.

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