Opinión
Equipajes

En el libro “La maternidad de Elna” está escrita la memoria de algunas mujeres que fueron rescatadas de los campos de concentración republicanos de Argelès-sur-Mer, Saint-Cyprien y Rivesaltes, en Francia, donde la vida, a menudo, se hacía imposible. La persona que fundó ese lugar fue Elisabeth Eidenbenz, una maestra suiza que, entre 1939 y 1944, consiguió sacar de los campos a mujeres embarazadas para que parieran en condiciones dignas y que sus bebés pudieran vivir bien alimentadas durante los primeros meses. Nacieron 597.
En el libro, cuando habla del exilio republicano en Francia, hay una imagen que muestra el sufrimiento del camino. Cuenta que los bordes de las carreteras se llenaban de cosas que las refugiadas y refugiados no podían transportar. Cunetas llenas de objetos que fueron transportados hasta allí porque tenían el valor de servir para algo o de recordar a alguien. En esas cunetas, en las lindes de las carreteras y los caminos, se quedaron, también, personas que ya no podían más. En esos márgenes se quedó parte de la memoria de lo que sucedió.
Varias décadas después, al igual que otras miles de personas, Safura, una mujer afgana, hizo su viaje migratorio hacia España sin un pasaporte capaz de abrirle las fronteras. Caminó con una hija de cinco años, un hijo de cuatro y una bebé que llevó todo el tiempo pegada a sí misma. Cuenta que en muchas de las fronteras por donde pasó, los caminos también están llenos de cosas tiradas por las cunetas. Camisetas. Pañales. Zapatillas. Abrigos. Cosas que son necesarias para el viaje pero que, en determinados momentos, son imposibles de cargar. Cuando ya no puedes más del cansancio de caminar y caminar o cuando te persigue la policía fronteriza y tienes que tirarlo todo para poder correr. Para ponerte a salvo.
A menudo, en época de vacaciones o antes de cualquier viaje. Cuando pienso en qué llevar, en qué es necesario, en qué no se me puede olvidar, imagino cómo será hacer ese otro equipaje. Como un ejercicio de pensar en todo lo que, pareciendo imprescindible, en realidad es superfluo. Pienso en el equipaje que preparan las personas que no van a regresar a sus casas. El que hicieron las refugiadas y refugiados republicanos. El que hacen las personas migrantes. En qué cosas son las imprescindibles. Y en qué objetos, cuando el cansancio o el riesgo son sofocantes, se dejan tirados en la orilla de cualquier camino. En qué es lo último que se tira de un equipaje ya de por sí minúsculo en relación a todo lo que, en otro momento, parece necesario.
Memoria histórica
Luisa Casulleras, recuerdos en la Casa de Elna durante el horror de la guerra
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