Autora del libro "Pleasure Activism. The Politics of Feeling Good"
25 sep 2019 15:09

Esta es una traducción del texto "From #MeToo to #WeConsented" que se puede encontrar en el libro Pleasure Activism. The Politics of Feeling Good (2019) de adrienne maree brown y también en la web bitchmedia.org.

En 2004, Tarana Burke empezó el movimiento Me Too [A mí También], a raíz del cual muchas mujeres negras han contado sus historias de agresiones y acoso sexual a manos de hombres. Tras la reciente exposición de las conductas depredadoras del magnate de Hollywood Harvey Weinstein, y la infraestructura que lo apoyaba, Alyssa Milano y otras mujeres del universo de Hollywood que habían sido agredidas por Weinstein se unieron también al movimiento con el hashtag #metoo.

Entonces, millones de personas de otros ámbitos sociales empezaron a sumarse al movimiento. Durante los últimos días, he leído historias de abusos sexuales a niñes, agresiones sexuales, acoso sexual, vejaciones, violencia sexual y violaciones. Historias donde los límites se traspasaron, donde se abusó del poder, donde se exigió silencio, donde se protegió a los perpetradores del daño.

Tras los pasos de este hashtag han ido apareciendo otras caras de la cultura de la violación, incluidas aquellas que, si bien tienen su base en una masculinidad tóxica, no están delimitadas por el género y no son solo hombres agrediendo mujeres. Personas de todos los géneros han sido agredidas, y han causado daño. Los hombres son agredidos y violados en cantidades asombrosas, pero la vergüenza y la homofobia de la cultura masculina se lo tragan todo. La dinámica se repite en las relaciones entre personas del mismo sexo y sus comunidades.

Las agresiones sexuales son una disfunción de la masculinidad que no está ligada a la genitalidad.

Algunas personas han cuestionado por qué estamos compartiendo historias de sobrevivientes, cuando son las personas que han causado el daño quienes deben dar un paso al frente y asumir la responsabilidad. Estoy segura de que el miedo y la vergüenza son factores fundamentales en este asunto, pero también creo que todavía estamos empezando a aprender cómo poner en práctica la justicia transformadora*. No me interesa exponer nombres, o exponer los momentos más dañinos de la vida de estas personas. Lo que me interesa es saber cómo transformamos esas circunstancias subyacentes que llevaron a provocar el daño. Creo que la verdad seguirá abriéndose paso con olas de denuncia como esta, con historias que mapean nuestro dolor y nos muestran dónde estamos como especie, en términos de ser capaces y estar preparades para enfrentarnos y poner fin a la cultura de la violación.

Es humillante darse cuenta de que la mayoría de nosotres estamos tratando de alcanzar el placer teniendo que lidiar a la vez con el complejo trauma de la vulneración de nuestros límites. Con la irrupción de esta ola de revelaciones, pensé que sería útil dar un paso atrás y abordar algo crucial: el placer del consentimiento.

Consentimiento significa decir que sí en tus propios términos. Aceptando o estando de acuerdo en que algo suceda.

Para muchas de nosotras se cruzaron los límites antes de que hubiéramos aprendido siquiera a decir sí y no; se cruzan cuando somos pequeñas, y por adultos en los que confiamos; se cruzan justo cuando estamos entrando en el reino del deseo. Muchas de nosotras vimos interrumpida nuestra liberación sexual por estas agresiones. Nos enseñaron a mantener la calma, incluso cuando otros nos hacían cosas que reducían nuestro poder y nuestra seguridad. En los programas de educación sexual nos enseñaron que el sexo da miedo, que el sexo significa bebés y enfermedades.

Yo quiero traer aquí una alternativa. Si nos centrásemos en enseñar acerca del consentimiento y de los límites, en lugar de asustar a la gente para que se aleje de la actividad más común y natural de nuestra especie, creo que podríamos hacer grandes avances para convertir nuestra historia colectiva de #metoo [a mí también] y #itwasme [era yo] en #notme [no a mi], e incluso #weconsentedanditwasdelicious [consentimos y fue delicioso].

Los placeres del consentimiento son innumerables. He aquí algunas claves para acercarse al placer basado en el consentimiento.

Auto-conciencia


Es un regalo estar en contacto con tu propio deseo, saber cuándo quieres y no quieres algo. Para las que somos supervivientes de abusos sexuales y agresiones puede ser muy difícil conectar con nuestros propios deseos. Podemos llegar a continuar con una situación porque pensamos que no tenemos la posibilidad de elegir, porque queremos aparentar normalidad, porque la depresión de la supervivencia te aísla y el contacto físico te pueden aliviar temporalmente la soledad, o porque somos injustamente conducides a una profunda inseguridad y pensamos que deberíamos sentirnos afortunades por recibir atención sexual.

El primer paso hacia el consentimiento es conectar con tu propio deseo, ser capaz de sentir un claro sí o no en tu organismo. En mi caso, necesité tener un periodo de celibato elegido, parar por completo y salir de la atención de las demás, para así poder escuchar mis propios anhelos. Quizás tú seas capaz de llegar a ese punto sin un periodo de celibato, pero la clave es que puedas identificar tres señales diferentes, emocionales o físicas, que indiquen que estás sintiendo un sí hacia une posible amante. Señales como la respiración acelerada, la cara enrojecida, una presión en la ingle, sudor en las palmas de las manos, un hormigueo en la columna vertebral, temblor en las rodillas, y muchas cosas más.

Esta auto-conciencia te ayudará a navegar dando y recibiendo consentimiento.

Los niveles del consentimiento


El consentimiento puede abarcar muchos ámbitos. No se trata solo del consentimiento de un cierto contacto o acto sexual, sino que también puede abarcar el campo de los límites y la comunicación – ¿Podemos ligar? ¿Estás disponible para construir una conexión íntima entre nosotres? ¿Puedo mandarte fotos? ¿Puedo sacarte fotos? ¿Puedo compartir nuestra conexión con otras personas, en público, en redes sociales? ¿Podemos follar? ¿Estás abierte a jugar con el culo? Además, desvelar el historial sexual y hablar de riesgos también forma parte de una conversación sobre consentimiento. De la misma manera, algunas personas también necesitan exponer el estado de sus relaciones y parentalidades en una conversación de consentimiento. A medida que he ido explorando mis habilidades para transformar lo que significa consentimiento, también suelo introducir en mis conversaciones sobre este tema cosas como: “¿Puedes tener cuidado con mis rodillas? Me rompí el menisco hace un tiempo, así que no me tires por ahí”.

Pedir este tipo de cosas ayuda a construir un espacio de confianza. Con el tiempo quizás ya no necesites tener que pedir consentimiento para cada uno de estos asuntos, porque habrás desarrollado un espacio de confianza, donde sabes que el consentimiento importa y se puede navegar según sea necesario.

Pedir consentimiento


Esto requiere mucha práctica. A muchas de nosotres se nos enseñaron prácticas anti-consentimiento cuando éramos niñes, como abrazar y besar a cualquier adulto que se nos acercara pidiendo afecto, que es de mala educación no hacer el contacto que se nos exige. Esta cultura del acceso basada en el poder crece con nosotras. El poder da un supuesto acceso total de las personas mayores sobre los cuerpos de les más jóvenes, de les blancos sobre los cuerpos de las personas racializadas, de los hombres sobre los cuerpos de las mujeres, de las personas cis sobre los cuerpos trans, de las personas que tienen más recursos sobre las que tienen menos, de las que tienen más fuerza física sobre las que tienen menos. Es la forma en la que los sistemas de dominación, jerarquía, patriarcado, misoginia y capitalismo convergen en el reino de la carne.

La auto-conciencia nos ayuda a descubrir que cada una tiene soberanía sobre su propio cuerpo, su tiempo, sus intereses, sus límites y sus deseos. Y la práctica hace que esta (auto)conciencia sea transformadora - preguntar si alguien está abierta al contacto físico, a un abrazo, al contacto íntimo, al sexo, es empezar a crear las bases para el consentimiento, un camino para crecer más allá del sistema enfermo en el que hemos sido moldeades.

El placer que tiene saber que le estás ofreciendo a alguien algo a lo que esta persona dice que sí con todo su corazón, es sagrado. Demuestra que cada una de nosotras somos milagros andantes, que cada una de nosotras tiene poder, y que cada una de nosotras tiene la responsabilidad de compartir y hacer crecer ese poder en nosotras mismas y en las demás.

“No” es una frase completa


Tu fuerte y sólido “no” abre el camino a tu profundo y auténtico “sí”. Tardaron en enseñarme esto en la vida: “”No” es una frase completa". No tienes que decir que no disculpándote, y no tienes que explicar tu no. Practicando tu no, cultivarás un sí arraigado en tu agencia, tu poder y tu respeto por tus propios límites.

Dar consentimiento


A pesar de que te enseñaron de mil formas que tu no tienes derecho a negar o dar tu consentimiento, o a navegar por los límites de tu cuerpo, sí que lo tienes. La cultura del acceso que dice que alguien puede ejercer poder sobre tu cuerpo por cualquier otra razón distinta a tu “sí”, es una mentira.

Cuando quieres decir que sí, cuando decides dar tu consentimiento, estás haciendo uso del poder que tú tienes.

Tu consentimiento no es de piedra. Puede que sientas un sí a que alguien te preste atención o a un beso, pero luego puede ser que sientas un límite que dice "ir más despacio" o "parar" cuando se va más allá (tocar, tener relaciones sexuales, etc.). Tienes que estar conectada con ese consentimiento.

El consentimiento que está apuntalado por la verdadera opción de un fuerte no, por unos límites respetados y bien trazados, y por un sí visceral que inunda todo el cuerpo, es una experiencia pre-orgásmica. Sienta las bases para unas conexiones íntimas apasionantes, libres de las sombras de la manipulación y el abuso.

Tarea para casa (caliente y molesta)


Elije un contacto físico que des por sentado en la actualidad: abrazos, apretones de manos, meter mano, mamadas, sexo, y haz un seguimiento de tu consentimiento en esta actividad durante una semana. Puedes seguir haciendo lo que haces normalmente, pero empezar a prestar atención a las señales de tu cuerpo – ¿Estás en un sí total para este contacto físico? Si no, ¿por qué lo estás haciendo? Si sí, date un aplauso interno. Descubre tu propio paisaje del consentimiento.

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* La justicia transformadora va más allá de exigir castigo o incluso de restablecer las circunstancias originales, que a menudo ya eran de base desequilibradas e insanas. La justicia transformadora requiere que nos adentremos de lleno para comprender y transformar las condiciones subyacentes que permitieron que el daño se produjese

Nota de las traductoras:

Esta no es una traducción profesional y puede contener errores. El uso del femenino y de la "e" como lenguaje neutro se intercambia a lo largo del texto y es a elección de las traductoras, en el original en inglés no se presenta este debate. Se cuenta con la autorización de la autora para la traducción y publicación en este blog.

Traducción de Martu y Espe Xen. Revisión de K e Inés.

Sobre o blog
Hoy, en medio de una de las tantas tormentas de la lluvia ácida del capital, mezclamos voces, deseos y miradas feministas para interrogar la realidad desde otros lugares que no sean el sujeto obrero-blanco-heterosexual-urbano que hace tiempo dejó de representarnos. Aquí nos encontramos amaia orozco, Haizea M. Alvarez, Martu, Sara LF y Silvia L. Gil, partiendo de nuestros cotidianos para conversar entre nosotras y con otras en las fugas y resistencias que visibilizan conflictos y generan otras formas de vida.
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