Opinión
Alfredo Aguilera, el alcalde de Malpartida condenado por golpear a su mujer, se niega a dimitir
La causa ya estaba abierta cuando fue propuesto como candidato a la alcaldía municipal. Aguilera no solo ha decidido no dimitir, sino que además cuenta con el apoyo de más de cien personas.

El pasado 17 de julio, el Juzgado de lo Penal número 2 de Cáceres condenaba al alcalde de Malpartida de Cáceres, Alfredo Aguilera, a 9 meses de prisión por un delito de violencia machista. La sentencia 159/2019 dictada por la jueza considera probado que el alcalde golpeó a su expareja y que en más de una ocasión se dirigió a ella con expresiones como "hija de puta", "sinvergüenza", "miserable" o "eres patética". La causa ya estaba abierta cuando fue propuesto como candidato a la alcaldía municipal.
Alfredo Aguilera, sin embargo, no solo ha decidido no dimitir sino que además cuenta con un séquito de más de un centenar de personas que se reúnen en las inmediaciones del Ayuntamiento de Malpartida en su apoyo. Por su parte, el PP le ha suspendido de militancia y le ha retirado los cargos que ostentaba en el partido y en la Diputación de Cáceres, de la que era portavoz del Grupo Popular. En cambio, sigue manteniendo su investidura como alcalde con el apoyo de los concejales del PP, a pesar de que el PSOE ha ofrecido sus votos para que prospere una moción de censura y así poder elegir a un nuevo alcalde popular.
Que Alfredo Aguilera siga siendo alcalde supone consentir que las instituciones se conviertan en refugio de condenados por violencia machista, normalizando que un agresor sea el responsable de ejecutar e implementar políticas contra la violencia de géneroQue Alfredo Aguilera siga siendo alcalde supone consentir que las instituciones se conviertan en refugio de condenados por violencia machista, normalizando hechos tan contradictorios como que un agresor sea el responsable de ejecutar e implementar políticas contra la violencia de género. Un maltratador no puede liderar un Ayuntamiento, una institución que debe ser un espacio de protección y apoyo para las víctimas. Me cuesta creer que una persona en su sano juicio considere que el mejor alcalde para su localidad sea un misógino. Solo encuentro una explicación: que los que le apoyan también lo sean. Las manifestaciones en su apoyo son apología de la violencia machista.
Cambiando de perspectiva, imagino que la víctima o las víctimas que contemplen este espectáculo lamentable sentirán una absoluta indefensión en contraposición con la impunidad con la que el agresor sigue manteniendo sus privilegios como alcalde, mientras quizá observen estupefactas cómo parte del pueblo, en lugar de apoyarlas, deslegitima su derecho a la denuncia y las revictimiza frente a la violencia machista. Que se haya creado en Malpartida de Cáceres una plataforma en defensa de la libertad de expresión porque hay quien se siente cohibido en su posición de apoyo a un condenado por violencia machista nos da una idea del nivel de conciencia feminista de parte de nuestra región. ¿En serio la libertad de expresión tiene algo que ver con la defensa de un maltratador condenado? Cualquiera con una mínima sensibilidad y formación en el asunto conoce la dificultad que supone denunciar en el entorno rural y conseguir probar que existe violencia machista, para que después el héroe del pueblo sea el maltratador.
Es como si los malpartideños que se manifiestan en apoyo del alcalde maltratador, salidos de la escena más absurda de Amanece que no es poco, hicieran suyas aquellas surrealistas palabras de Rajoy: "Es el vecino el que elige el alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde". Sería hilarante si no fuera tan triste, porque si queremos una tierra libre de violencias machistas las instituciones deben ser el espejo en que mirarnos.
Acabemos con el silencio y la complicidad. El Partido Popular de Extremadura debe exigir la dimisión inmediata de Alfredo Aguilar como alcalde de Malpartida de Cáceres y expulsarlo del partido. Eso, o permitir que los maltratadores campen en las instituciones.
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