We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Violencia machista
La violaron hace 20 años y lo descubrió la semana pasada
Seguramente rondaban las 6:00 de la madrugada porque salía del metro dirección a su casa y posiblemente cogió el primero. Él salió con ella; cree recordar que habían compartido unas copas en el último antro que cerraba aquel sábado y que la siguió hasta el vagón de manera más o menos consciente. Eso es lo que la memoria le devuelve de aquella noche. También asegura que no hubo violencia física y que, en su cabeza, todo fue producto del alcohol. Él no la empujó detrás de un seto, no lo necesitó. Ella, ausente de equilibrio, recuerda que todo sucedió rápido. Y, sin más, lo sepultó en su memoria. El siglo XXI apenas se desperezaba y faltaban aún algunos años para el tsunami feminista.
Nunca se ha considerado una mujer violada, hasta la semana pasada. Esta agresión sexual, que siempre ha guardado en el cajón más profundo de sus recuerdos, quedaba justificada por las copas de más. Ella llevaba muchas y él alguna llevaría, pero lo que quedó claro es que dominaba la situación. Como el amigo del Xocas, fue buscando a la mujer que se tambaleara para sacudir su pulsión de sábado noche.
El amigo del Xocas no bebía, su agresor sí. Pero eso da un poco igual. El bastón de mando estaba en el lado de siempre. La sumisión, en el lado contrario. El respeto, ausente.
El amigo del Xocas no bebía, su agresor sí. Pero eso da un poco igual. El bastón de mando estaba en el lado de siempre. La sumisión, en el lado contrario. El respeto, ausente. Por supuesto que la palabra denuncia no estaba entre las opciones de ella. Lo único que ha querido siempre es que ese instante permaneciera en la noche más profunda. Que se fuera desvaneciendo como una montaña de arena que se lleva el viento.
Solo así ese incidente no traería ninguna consecuencia psicológica. Lo olvidaría y jamás habría existido. Pero la semana pasada, después de escuchar en alto como los tíos verbalizan y justifican las agresiones sexuales y, sobre todo, después de leer a todas las mujeres feministas que salieron en tromba a ponerle nombre a un delito, se dio cuenta de que había sido violada y de que ese instante tuvo consecuencias.
De repente, se vio aligerando el paso cuando volvía a casa. Repasó mentalmente sus salidas de adolescente, pero, con especial atención, sus llegadas. Rememoró el frío tacto de las llaves en una mano y del móvil en la otra. Volvió a sentir como se aceleraba su pulso cuando adivinaba una presencia masculina a sus espaldas. Todo esto me explicaba este fin de semana. Quería contarlo, necesitaba contarlo. Se había dado cuenta de que la estrategia del avestruz había lastrado todos sus años de juventud.
“Cuando Xocas confunde ligar con violar muestra la necesidad de educación sexual obligatoria”, declaraba la Secretaria de Estado de Igualdad Ángela Rodríguez Pam. “Que lo aprendamos todos es garantía para la libertad sexual de las mujeres”, añadía. Para mi amiga, que se creía formada en feminismos, leída e instruida, la rajada del Xocas ha servido para poner en orden su historia. Y da las gracias una y otra vez a todas las mujeres feministas que han plantado cara al discurso y que lo han evidenciado como lo que es: un cercenador de juventudes. Una losa para la libertad sexual de todas.