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Violencia sexual
La violencia sexual en el sector del cine es estructural y forma parte de la dinámica de trabajo

El sector del cine y el audiovisual adolece de una naturalización de las violencias sexuales, que están integradas como parte del entorno laboral, lo que hace más difícil identificarlas porque se perciben como inevitables. Para la experta en violencia sexual Nerea Barjola, es una de las principales conclusiones del informe ‘Después de silencio, investigación sobre el impacto de los abusos y las violencias sexuales contra las mujeres en el sector del cine y el audiovisual’, de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), presentado este jueves.
Barjola, coautora del informe junto a la también experta en violencia sexual Bárbara Tardón, ha destacado también que las mujeres jóvenes sufren doble vulnerabilización en un contexto donde se da una dificultad para definir el consentimiento. Además, estas violencias tienen un impacto “brutal” en la vida profesional, hasta el punto de que muchas abandonan la industria o, si no lo hacen, modifican sus conductas.
Las mujeres jóvenes sufren doble vulnerabilización en un contexto donde se da una dificultad para definir el consentimiento
Para Tardón, la aportación del informe no solo da una dimensión masiva de las violencias sexuales en el sector (la cifra para titular bien podría ser que el 63,3% de las mujeres del cine y del audiovisual han sufrido violencia sexual en el sector) sino que aporta una serie de recomendaciones de diferentes organismos: el Ministerio de Cultura, de Igualdad y de Trabajo, así como a las comunidades autónomas, las academias de Cine y las empresas que se dedican al sector con recomendaciones específicas para abordar la violencia sexual en el sector.
Entre las recomendaciones está la necesidad inicial de definir un marco conceptual claro sobre las violencias sexuales en el sector, incluyendo todas sus expresiones (miradas, comentarios, tocamientos no consentidos, insinuaciones, jerarquías y abuso de poder, etc.).
Otras recomendaciones son implementar programas de formación, campañas para las dinámicas de poder que facilitan las violencias sexuales, protocolos de prevención, actuación y sanción en todas las fases de producción audiovisual, guías específicas para blindar el acceso al cuerpo de las actrices en las negociaciones sobre el vestuario y los cambios del mismo, normalización de la figura de coordinación de intimidad en las escenas de contenido sexual, entre otras.
Las cifras
El 63,3% de las mujeres entre 20 y más de 50 años entrevistadas declaran haber sufrido algún tipo de violencia sexual en los espacios relacionados con la industria del cine y del audiovisual y el 92% de las mujeres que han enfrentado violencia sexual no han denunciado la violencia sexual enfrentada. Son algunas de las principales conclusiones del informe Después de silencio, investigación sobre el impacto de los abusos y las violencias sexuales contra las mujeres en el sector del cine y el audiovisual, de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), presentado este jueves.
Las conclusiones cuantitativas se basan en una encuesta en la que participaron más de 300 mujeres de diferentes áreas del sector: interpretación, dirección, arte, maquillaje y peluquería, sonido, guion, producción y posproducción.
Las principales formas de violencia sexual enfrentadas por las mujeres profesionales en la industria del cine y del audiovisual son el acoso verbal, que han sufrido el 81,4% de ellas, el acoso físico, que ha soportado un 49,5% de las mujeres, y el acoso digital, por el que ha pasado un 22,3% de ellas.
Un 92% no han denunciado la violencia sexual enfrentada. Sólo el 6,9% la ha denunciado ante un cuerpo de seguridad del Estado, Policía autonómica, juzgado u otra institución
Pese a los altos porcentajes de violencia sufrida, un 92% no han denunciado la violencia sexual enfrentada. Sólo el 6,9% la ha denunciado ante un cuerpo de seguridad del Estado, Policía autonómica, juzgado u otra institución, solo el 4,3% de las mujeres trasladaron lo sucedido a una institución o asociación especializada, solo el 13,6% se lo pudieron contar a una persona responsable.
La inseguridad, el temor a represalias o la creencia de que no serviría son las razones esgrimidas para no denunciar. Cuando sí denunciaron, la opinión sobre la atención atendida es mala en un 30,8% de los casos y muy mala en un 46,2%. Buena parte de la ausencia de denuncia se explica por el desconocimiento: casi el 64% de las mujeres desconoce la existencia de protocolos para prevenir y abordar la violencia sexual en el lugar de trabajo.
Otro dato significativo es que el 76,3% de las mujeres encuestadas consideran que las personas en posiciones de poder en la industria del cine y el audiovisual abusan de manera “frecuente” o “muy frecuente” de su autoridad para poder ejercer alguna forma de violencia sexual o que un 64,4% de las mujeres en todos los rangos de edad (que se eleva al 80 % en mujeres de entre 20 y 29 años) considera que las denuncias no son tomadas en serio.
Investigación cualitativa
El estudio incluye una parte cualitativa, basada en entrevistas en profundidad y con expertas, que lleva a concluir que “el ejercicio de las violencias sexuales está normalizado e integrado de manera estructural en las dinámicas del sector del cine y el audiovisual”. Además, Las violencias sexuales se ejercen en todos los espacios y fases de la actividad profesional y las sufren todas las profesionales en un contexto de impunidad “sostenida por el silencio institucional y de las empresas”.
La ausencia de mecanismos eficaces de denuncia o sanción, el hecho de que quienes ejercen la violencia pueden ser profesionales de alto prestigio, y las consecuencias negativas que sufren en sus trayectorias profesionales las que denuncian son algunos de los factores que “contribuyen a perpetuar un sistema en el que se cuestiona a la víctima o superviviente y de manera directa e indirecta se protege al agresor”.
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Además, las violencias sexuales afectan el bienestar emocional y físico de las mujeres y, también, condicionan profundamente sus trayectorias profesionales, llegando algunas a abandonar el sector.
El estudio también concluye que las mujeres jóvenes profesionales del sector muestran una autopercepción y mayor conciencia sobre la identificación de las violencias sexuales enfrentadas, con una mayor capacidad de revelación y denuncia, sin que esto se traduzca en una garantía de protección.
Además, la investigación constata un vacío de instrumentos efectivos en la industria del cine y del audiovisual, como son los obligatorios protocolos de prevención y actuación adaptados a los recientes marcos legislativos contra las violencias sexuales, a pesar de que la Ley de garantía de la libertad sexual establece que son obligados para instituciones públicas y empresas. Cuando sí existen, se convierten en mecanismo burocráticos ineficaces.
La escuela como origen de la violencia
El informe también permite observar cómo las escuelas de interpretación demarcan lo que después se van a encontrar en la vida laboral, ha explicado Barjola. “Al naturalizar la violencia sexual dentro de la escuela, esta se identifica como algo artístico y se van generando situaciones que dificultan establecer límites”.
El informe también permite observar cómo las escuelas de interpretación demarcan lo que después se van a encontrar en la vida laboral
Se produce así una dificultad para definir el consentimiento, que ha dicho la experta “debería ser revocable en todo momento”. “Hay que entender que todo trabajo con el cuerpo implica una interpretación política”.
Sobre las escuelas, Tardón ha recordado que el hecho de que no haya relación laboral entre profesorado y alumnado no exime de responsabilidad y que, como empresas, están obligadas a detectar estas violencias y ofrecer cauces para denunciarla.