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Aborto
Justyna Wydrzyńska: “Mi condena por ayudar a abortar a una mujer es una condena política”
Justyna Wydrzyńska recibe a El Salto con una camiseta que en letras doradas grita “El aborto es normal”. Esta doula y activista en defensa de este derecho en Polonia visita España de la mano de Amnistía Internacional y tiene una apretada agenda de medios que acoge con una sonrisa. Expresa sentir ganas de contar lo que sucede en su país, donde ha sido condenada a ocho meses de trabajos para la comunidad por facilitar pastillas abortivas a una mujer víctima de violencia machista, pero no solo ya que alerta: una condena así podría darse en cualquier lugar.
En Polonia la ultraderecha puede perder el poder con un cambio de gobierno facilitado por los resultados de las elecciones del pasado 15 de octubre. En ellas, la Coalición Cívica (KO), liderada por Donald Tusk, consiguió el 30,70% de los votos y rozó los pies al partido de extrema derecha Ley y Justicia (PiS) que alcanzó el 35,38%. Junto con Tercera Vía (14,40%) y Nueva Izquierda (8,6%) pueden dar el giro en el Parlamento. Pero Justyna avisa, esto no significa que el aborto se vaya a convertir en legal aún con un cambio de gobierno, en un país donde ahora mismo solo se puede realizar una interrupción voluntaria del embarazo bajo dos supuestos: por violación o por riesgo vital para la madre.
Así las cosas, confía en la fuerza del movimiento feminista polaco, que salió a la calle en tromba en 2020 cuando el Tribunal Constitucional prohibió el aborto por un tercer supuesto que antes sí estaba contemplado, la malformación del feto. Un movimiento, protagonizado por la plataforma Mujeres en Huelga, que ha hecho un llamamiento masivo al voto en las últimas elecciones. Saben que se pueden ir consiguiendo pequeños logros hasta llegar a despenalizar el aborto o, por lo menos, impedir que se retroceda aún más.
Aborto
“La única manera de que acaben las protestas es lograr que en Polonia una mujer pueda decidir sobre su cuerpo”
El pulso entre la ciudadanía y el partido ultraderechista PiS continúa en todas las ciudades polacas y abre la puerta a otros reclamos sociales como acabar con la vinculación del Ejecutivo y la Iglesia o el respeto por los derechos LGTB.
Justyna, parece que las últimas elecciones en Polonia plantean un escenario abierto en el que la ultraderecha podría perder el poder parlamentario. Hubo una alta participación en estas elecciones. ¿Qué responsabilidad podría tener el movimiento feminista en estos resultados?
Yo creo que el movimiento feminista tuvo una gran importancia en conseguir esta elevada participación, no solamente de las mujeres, sino también de los jóvenes.
Desde el año 2020, cuando se publicó la decisión del Tribunal Constitucional sobre la prohibición total del aborto, se observa un auge de los movimientos feministas. Un movimiento que iba encaminado no solamente a implicar a las mujeres, sino sobre todo a los jóvenes. Durante estos años, y sobre todo antes de las elecciones, las organizaciones feministas han sido muy activas, han organizado muchos encuentros y han animado a los jóvenes para que fueran a votar teniendo en cuenta lo que se jugaba en estas elecciones, es decir, los derechos de las mujeres y también el futuro de los jóvenes.
Como dices, en 2020, cuando el Tribunal Constitucional anuló la posibilidad de abortar por malformación del feto, las mujeres os echasteis a las calles en grandes manifestaciones. ¿En qué momento se encuentra este movimiento?
Esa implicación de la gente no es una constante, varía dependiendo un poco de la situación, de los acontecimientos y decisiones políticas. Por supuesto, el movimiento estaba en su punto máximo justo después de la decisión del tribunal.
Luego, a continuación, cuando esta sentencia se convirtió en una ley y ya se publicó, parece que el movimiento ha disminuido, porque esto es normal, la gente se acostumbra a lo que ya es un hecho.
En el año 2021 hubo otro momento de aumento de actividad del movimiento feminista en Polonia, porque propusimos la modificación de la ley del aborto. Entonces nos hicimos más visibles porque íbamos recogiendo firmas y parece que esto anima a la gente y la implica más.
Tú perteneces a la organización Abortion Dream Team ¿Qué hacéis y cómo os organizáis?
Buenos, somos tres personas. No somos una organización, somos un colectivo. Pero no estamos solas y no trabajamos solas. Nosotras tres somos las que damos la cara, hemos dicho abiertamente que tenemos experiencia en el aborto y estamos trabajando para normalizarlo en nuestro país, en nuestra sociedad.
La jueza en la sentencia dijo claramente que informar sobre el aborto no era delito. Entonces no consiguieron su objetivo de parar nuestra actividad
Te han condenado a ocho meses de trabajos para la comunidad por ayudar a una mujer víctima de violencia machista a abortar. ¿Han conseguido algo con esta condena?
La situación fue muy excepcional. Porque no solamente se trataba de víctima de malos tratos, era el momento del inicio de la pandemia del covid, a finales de febrero de 2020. Se sabía que nadie podría salir de Polonia porque se hablaba de cerrar las fronteras. Nosotras normalmente no mandamos a la gente las píldoras abortivas. Así que aquí hubo un cúmulo de circunstancias que condujo a esta condena y al hecho de que fuera juzgada.
Se veía desde el principio que mi enjuiciamiento era político, mi condena era política, y que alguien estaba manejando el proceso desde el punto de vista político. El procedimiento duró mucho, un año. Lo que querían hacer era prohibirnos nuestra actividad que es informar a la gente cómo tomar las píldoras, cómo y dónde ir al extranjero para abortar… En definitiva suministrar información sobre el aborto, que era lo que hacíamos. Pero la jueza en la sentencia dijo claramente que este tipo de actividades, es decir, informar, no era delito. Entonces no consiguieron su objetivo de parar nuestra actividad.
Esa sentencia pudo haber sido mucho más alta, podían haberme condenado a más, pero gracias al apoyo que recibimos por parte del Parlamento Europeo, de la ONU, de las embajadas extranjeras, de Amnistía Internacional y también gracias a la presencia de los representantes de todas estas organizaciones en el juicio, llegaron a la conclusión de que no les compensaba. Además, como el proceso se alargó tanto y llegamos casi a las elecciones, pues en ese momento no les pareció adecuado poner una sentencia desorbitada ni nada de eso. En realidad ese aborto no llegó a hacerse porque las pastillas las requisó la policía. Es decir, que sería condenar por algo que realmente no se efectuó.
Si alguien le da píldoras abortivas a una amiga o a una compañera, incluso en España, si hubiera voluntad por parte de la Fiscalía podría ser procesado
Con esta condena han contribuido a visibilizar vuestra lucha a escala internacional ¿no?
Bueno, no fue nuestro objetivo el darnos a conocer en todo el mundo, pero sí nos interesaba que se hablara de nosotras en Polonia, en nuestro país, porque queríamos que la gente supiera que existe nuestro colectivo, que hay una línea donde siempre se puede llamar para conseguir información, consejo y ayuda. Que también es importante, porque no solamente informamos sobre cómo y dónde se puede ir a abortar, ayudamos económicamente a las personas que necesitan abortar o bien porque es un embarazo no deseado o bien porque el feto tiene malformaciones o hay peligro para la mujer. Y eso sí que lo hemos conseguido, porque se habla mucho de nosotras. Nosotras podíamos habernos callado, y haber seguido el proceso en soledad, pero aprovechamos esto para que se hable de ello.
Activistas pro aborto hay en todo el mundo, no solamente en Polonia. Y una situación como la nuestra pudo haber ocurrido en cualquier sitio. También en España. Si alguien le da píldoras abortivas a una amiga o a una compañera, incluso en España, si hubiera voluntad por parte de la Fiscalía o del Gobierno o de quien sea, podría ser procesado.
Nosotras lo que queríamos hacer es visibilizar la cuestión de la criminalización del aborto y no solamente en los sitios donde se persigue y se castiga con cárcel o con lo que sea a las personas que abortan o que ayudan a abortar, sino en todos los países europeos, donde sí hay acceso a la píldora abortiva que sabemos que existe y que se usa y que se va a usar, y que es una herramienta que permite a las mujeres decidir sobre su cuerpo y sobre su vida. Y también lo que queríamos hacer es ver cómo reacciona la gente de diferentes países a lo que está pasando y ver dónde tenemos aliados en caso de que la situación se repita.
La historia de Ania, la mujer a la que ayudaste a abortar, está marcada por el maltrato ¿Qué te llamó la atención de su caso?
Nosotras sabíamos que ella quería abortar en el extranjero. Tenía concertadas las visitas para abortar en Alemania, pero canceló las visitas dos veces y contactó con nosotras. En aquel momento no sabíamos por qué había cancelado las visitas. Ella lo contó luego después, dio una entrevista muy extensa y contó toda la historia. Dijo que su pareja la chantajeaba porque ella para ir a abortar tenía que llevarse a su hijo de tres años. Él la chantajeaba diciendo que si ella se iba a abortar y se llevaba al niño, entonces iba a denunciarla por secuestro del menor. Contó también cómo era la convivencia con ese hombre que la controlaba sus correos electrónicos, el teléfono… vigilaba todo lo que hacía. Con esto yo, que sufrí esta experiencia en mis propias carnes porque viví una relación así, no necesitaba saber nada más para ayudarla.
En los últimos tres años ha habido seis casos de mujeres que acudieron a un hospital para abortar, no se les practicó el aborto y murieron
Ania utilizó un catéter para abortar. Finalmente no murió. ¿Existen datos de cuántas mujeres mueren intentando abortar en Polonia?
Nuestra organización atiende anualmente a 40.000 personas. Nosotras funcionamos desde el año 2006 y esos 40.000 casos son entre abortos en el extranjero y abortos en casa con las píldoras. Y no hemos tenido en estos años ninguna muerte. Donde sí han muerto las mujeres es en los hospitales por culpa de los médicos, que por unas razones que se escapan a nuestro entendimiento de defensa de su propio interés, no quieren practicar el aborto aunque sea legal por riesgo mortal de la madre. En los últimos tres años ha habido seis casos de mujeres que acudieron a un hospital para abortar, no se les practicó el aborto y murieron.
Lo cierto es que Polonia es de los países más restrictivos en cuanto al acceso al aborto. Las mujeres solo pueden acogerse al aborto bajo dos supuestos: cuando el embarazo es producto de una violación y cuando hay riesgo de vida para la madre. Ni siquiera estos supuestos se cumplen ¿no?
Las estadísticas oficiales del año 2020, por ejemplo, dicen que se han practicado 162 abortos por peligro para la vida de la madre y cero por la otra razón, es decir, como resultado de violencia sexual. Pero nuestros datos son diferentes, nosotras ayudamos a abortar a 40.000 personas al año.
Las mujeres que acuden a los médicos no encuentran apoyo y en realidad podríamos decir que son enemigos de las mujeres
¿Qué papel tienen los médicos en esto?
Los médicos podrían desempeñar un papel importantísimo como nuestros aliados, porque su obligación es defender la vida de las mujeres.
En todo el país ha habido dos médicos que dijeron en un foro público en el Parlamento que ellos practican abortos legales. Solamente dos. Luego hay miles de médicos que sí practican abortos, pero los ocultan bajo, por ejemplo, nacimientos de fetos muertos o abortos espontáneos y no dan la cara. Hay otros que se escudan detrás de la objeción de conciencia y directamente no lo hacen.
Las mujeres que acuden a los médicos no encuentran apoyo y en realidad podríamos decir que son enemigos de las mujeres, porque hay casos en que denuncian a las mujeres que acuden a ellos después de haber abortado o no informan sobre las malformaciones del feto y cosas así.
Después de cada caso de estas muertes de mujeres en los hospitales porque no han querido practicarlas un aborto, nosotras recibimos un montón de llamadas de personas que vivieron lo mismo y sobrevivieron o se encuentran en esta situación. Y entonces nosotras tenemos que tomar la decisión, aunque en mi opinión no somos nosotras las que debemos decidir sobre estas cosas. En muchos de estos casos, las embarazadas pierden líquido y se sabe que el feto y el embarazo son inviables, pero los médicos esperan para practicar el aborto hasta que muera el feto. Nos toca buscarles un sitio para abortar, mandarlas a Holanda o mandar pastillas. Pero no somos nosotras las que debemos decidir esas cosas. Es decir, no somos nosotras las que tenemos que solucionar el problema, en una situación que ha creado el gobierno de nuestro país.
Y con este contexto, ¿confiáis en que un nuevo gobierno pueda ampliar el derecho al aborto?
No confiamos, y hay varios argumentos que lo apoyan. En el grupo de los partidos de la oposición que ganaron las elecciones hay un partido que desde el principio de la campaña decía que estaba en contra de la ampliación. Han soltado una cortina de humo diciendo que habría que organizar un referéndum, que la sociedad debería decidir sobre la ampliación del derecho al aborto. Pero era en campaña y no quisieron decir directamente que ellos estaban en contra.
Y ahora, como están hablando entre ellos para formar un gobierno de coalición, ya están diciendo que la cuestión del aborto es una cuestión ideológica, por tanto no va a ser un tema de negociación y dicen directamente que ellos son contrarios a la ampliación de las causas del aborto.
La Iglesia tiene mucho poder en Polonia e influencia en la esfera política, que a la vez influye en la esfera judicial.
Yo creo que la Iglesia ya no tiene tanto poder y tanta influencia sobre la política como hace cinco años. Estamos viendo que a raíz de la sentencia del Constitucional de 2020 mucha gente joven se implicó en el movimiento a favor de los derechos de las mujeres y también estamos viendo que mucha gente joven está saliendo de la Iglesia. El gobierno que se va a formar ya está hablando de sacar las clases de religión de los colegios, por ejemplo.
¿Qué tendría que cambiar en Polonia para que el aborto fuera libre y gratuito?
Hay una cosa que hay que hacer ya. La izquierda presentó en el Parlamento una propuesta de ley para descriminalizar el aborto. Es para reformar el artículo 152 del Código Penal que penaliza la ayuda a abortar, que es el artículo por el que me condenaron a mí. Y por el mismo artículo se condena a muchas personas, como familiares y amigos que fueron denunciados, por ejemplo, por los médicos. Esto va a ayudar a muchas cosas. En primer lugar, los padres que ayudan a abortar a sus hijas no van a poder ser condenados por ello. Y quizás los médicos tengan menos miedo de practicar abortos legales en los hospitales. Además, nosotras podríamos trabajar con más tranquilidad, sin temer que nos van a entrar en casa para buscar las píldoras. Esto es lo que se puede hacer ya, porque hay ya una propuesta de ley. Basta con que se presente, se debata y que se vote en el Parlamento.
La siguiente cuestión es legalizar mifepristona y misoprostol que son los principios activos de las píldoras abortivas. Si se legalizan esas sustancias, sería la vía para que nosotras podamos distribuir las píldoras, para que la gente tenga acceso con receta y en un futuro que sean totalmente accesibles en la farmacia, que cada quien pueda comprarlas libremente, porque esta es una herramienta para ejercer la libertad de decidir sobre nuestro cuerpo.
Bueno, ya para finalizar, en España no conseguimos una ley de plazos hasta 2010. Hubo una lucha previa muy parecida a la vuestra. En 1977, 11 mujeres en Basauri (Bizkaia) fueron condenadas por ayudarse mutuamente a abortar. Hasta 2010 no hemos tenido una ley que universaliza un poco más el acceso y esa ley, cada vez que la derecha sube al poder, se pone en cuestión. El aborto es un derecho que se conquista, pero es difícil retenerlo. ¿Qué opinas?
Sí, es que cuando las cosas están bien, la situación está bien, nos acostumbramos a ello y podemos decir que bajamos la guardia. Creemos que ya no tenemos que hacer nada más porque hemos conseguido nuestro objetivo y esta conquista es para siempre. Sin embargo, estamos viendo, por ejemplo, en los Estados Unidos y en Polonia, que es muy fácil que una decisión que puede parecer poco relevante cambie totalmente la situación. Cuando los jueces empiezan a dictar este tipo de sentencias perdemos el derecho que creíamos que teníamos.
Hay que estar muy vigilantes, en cualquier momento pueden quitarnos ese derecho que nosotras considerábamos ya conquistado
Hay que estar muy vigilantes, siempre en guardia, sobre todo cuando sabemos que gobierna la derecha o incluso que hay una persona entre los gobernantes que tiene ese tipo de opiniones, porque en cualquier momento pueden quitarnos ese derecho que nosotras considerábamos ya conquistado.