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Agricultura
El futuro está en La Habana
El modelo agrario dominante en Extremadura no nos alimenta, tiene secuestrada la capacidad de decisión de nuestro pueblo y embargada la cuenta corriente de nuestros agricultores y agricultoras.
Hace unas semanas escribía en este mismo medio La agroecología en Extremadura, la alternativa a la agricultura colonial, en el que contextualizaba el modelo agrario dominante en Extremadura. Esta es la herencia que nos dejó la “revolución verde” que, como dije entonces y repito ahora, no es más que una estafa de proporciones gigantescas y consecuencias dramáticas tanto a nivel global como local. Una estafa de proporciones gigantescas porque prometía alimentar al mundo y sin embargo este tipo de agricultura, que ocupa el 76% de la tierra agraria, tan solo produce el 30% de la comida mundial y una parte importante de lo que produce acaba en la basura.
Una estafa gigantesca porque ha encadenado a las personas que cultivan la tierra a unos pesticidas, fertilizantes, semillas, maquinaria y energía que ni necesitan ni pueden pagar. Según datos del Ministerio, la agricultura española tenía en 2017 un endeudamiento de 19.255 millones de euros, lo que suponía el 69,2% de la renta agraria. Es decir, que los agricultores y agricultoras dedican casi el 70% de su renta a engordar los bolsillos de empresas que ni necesitan ni mejoran su producción.
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Una estafa de consecuencias dramáticas porque en Extremadura, con 2,5 millones de hectáreas de superficie agraria, ocupamos los primeros puestos en riesgo de pobreza y desigualdad social y miles de personas recurren a bancos de alimentos de diferentes movimientos sociales y ONGs. El modelo agrario dominante en Extremadura no nos alimenta, tiene secuestrada la capacidad de decisión de nuestro pueblo y embargada la cuenta corriente de nuestros agricultores y agricultoras.
Con este panorama, y unas expectativas de futuro que auguran que en torno a 2050 las reservas de petróleo y elementos minerales utilizados en la agricultura intensiva estarán a niveles de 1950 -y bajando-, podemos pensar en un horizonte oscuro pero, como dije en aquel texto, la agroecología es la alternativa a la agricultura colonial en Extremadura y el resto del mundo.
Al mismo nivel de consumo energético la agricultura ecológica es más productiva que la química y sus alimentos más saludables
Algunos informes pagados por gigantes multinacionales -que controlan la investigación, la química agrícola y las semillas- como Bayer-Monsanto aseguran que los métodos agroecológicos son menos productivos que los químicos. Sin embargo, estudios de Clara Nicholls, Gloria Guzmán o José Manuel Naredo han demostrado sobradamente que la agricultura ecológica es más eficiente energéticamente, es decir, que para un mismo rendimiento necesita menos energía que la agroquímica y, por tanto, al mismo nivel de consumo energético la agricultura ecológica es más productiva que la química y sus alimentos más saludables.
Otro de los mantras que recaen sobre la agroecología es que solo es viable en pequeñas parcelas o pueblos pero no sirven para alimentar a grandes urbes, lo cual presentaría un problema urgente en un horizonte sin petróleo en apenas tres décadas.
Parece difícil encontrar en todo el mundo algún caso de grandes ciudades que vivan y se alimenten de forma saludable sin petróleo. Esto no es más que el resultado de las campañas de desinformación financiadas por empresas, políticos y medios de comunicación interesados en que se crea que no hay alternativa y por ello es necesario invadir países, generar guerras y muertes para saquear el petróleo que aún queda en algunos lugares y que sigue siendo insuficiente para mantener un modelo de agronegocio agotado más allá de 2050.
Por suerte, la realidad dista mucho de esa ficción. No es una finca ni un pueblo ni siquiera una gran ciudad, sino un país de once millones y medio de habitantes que desconectó su agricultura del petróleo al cerrarle el grifo Estados Unidos con un bloqueo injustificable que se mantiene desde 1.960. Estoy hablando, lógicamente, de Cuba.
Tras la caída del bloque soviético en los noventa el país quedó sin petróleo y sin químicos para mantener la agricultura intensiva
En esos primeros años la producción de las grandes extensiones de caña de azúcar, hasta entonces propiedad estadounidense, fueron utilizadas como moneda de cambio con la URSS, pero tras la caída del bloque soviético en los noventa el país quedó sin petróleo y sin químicos para mantener la agricultura intensiva. Es el llamado “Periodo Especial”, que desencadenó la desconocida revolución agroecológica cubana. El reciente documental “Agroecología en Cuba”, de J.P. Lepore y N. Van Caloen, o diversa producción literaria y científica de Miguel Altieri o Peter Rosset así lo atestiguan.
A lo largo de todo este tiempo se ha creado una red de centros de capacitación de campesinos y campesinas, han proliferado las pequeñas empresas agrícolas, puntos de distribución de alimentos, se han desarrollado biopesticidas e ingeniosa maquinaria adaptada a las necesidades de cada parcela, y todo asegurando la presencia de la mujer al frente de buena parte de las tareas y el relevo generacional a través de programas de acompañamiento infantil. Una parte importante de la producción la compra el gobierno para destinarla a lo que llaman “consumo social”, es decir, comedores escolares, hospitales y demás centros públicos con personas vulnerables (no sé qué pensaran los agricultores y agricultoras extremeñas de que cada año tengan asegurada la venta de sus productos a través del gobierno). El resto lo venden a través de canales cortos proporcionando alimento saludable a las poblaciones cercanas.
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Todo ello hace que más del cincuenta por ciento de los productos frescos que se consumen en la ciudad de La Habana, con más de dos millones de habitantes, procedan de menos de cinco kilómetros (contrasta con el reciente rechazo de la Junta de Extremadura a la inclusión de alimentos de cercanía en los comedores escolares extremeños). En otras ciudades cubanas ese porcentaje aumenta hasta el setenta por ciento.
Siendo importante esta experiencia podría parecer escasa, pero por suerte existen ejemplos similares en grandes ciudades como Rosario (Argentina) y otras en Ecuador, Venezuela o Bolivia.
El modelo cubano ilumina el camino. En aquel momento lo hicieron por necesidad y ahora por conciencia. Tenemos tres décadas para construir la transición postpetrolera y debemos comenzar de forma urgente para que sea gradual y no traumática. Tenemos tres décadas para implementar lo que Cuba lleva realizando tres décadas.
El futuro está en La Habana. El futuro está en ejemplos por todo el mundo. El futuro está en nuestros pueblos. Está en Mengabril, en Carcaboso, en el proyecto Mosaico, en Sierra de Gata, en Extremadura Sana, en Mamá Cabra, en Cáceres para comérselo, en el Jerte, en Reforest-Acción, en Valdepajares de Tajo, en decenas de pueblos extremeños que llevan años haciendo una agricultura responsable adaptada al terreno.
La agricultura tiene más de diez mil años. La estafa de la revolución verde solo sesenta. El modelo del agronegocio pasará y la agroecología será sí o sí. Será por necesidad o por conciencia, pero será. Lo que no se sabe es el daño social que supondrá, por lo que es obligación de nuestro pueblo plantear y pelear una transición gradual de comienzo inmediato que debe ser apoyada por todo gobierno que se considere decente.
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Nuestro sector agrario en Extremadura tendría un gran potencial se si organiza de manera diferente, y en este artículo se dan buenas ideas
Estupendo artículo sobre este tema que tan poca importancia se le da. Como afectada de enfermedades medioambientales (3 de las 4 que existen, SQM, FM y SFC) es un puntito al final de este túnel tan tortuoso que nos toca vivir, de no cambiar a nivel general la manera en que tratamos la tierra vamos a empeorar y aumentarán los casos de estas enfermedades.
Gracias Eugenio Romero Borrallo...😊