Análisis
El debate tramposo sobre el salario mínimo, la inflación y el poder adquisitivo

El aumento de los precios ha sido sustancialmente más grande en aquellos bienes y servicios que más adquieren los grupos de población de menores ingresos, lo que altera sustancialmente el diagnóstico.
Pilar Alegría PSOE
La ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría, durante su comparecencia en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros. | Pool Moncloa/José Manuel Álvarez.

@Fluengoe
Economista

14 feb 2025 07:00

No discuto, por supuesto, la relevancia del debate sobre las políticas a aplicar en relación al salario mínimo. Todo lo contrario, ese debate y esas políticas son trascendentales, porque lanzan, o deberían lanzar, un mensaje nítido en relación a la lucha contra la desigualdad. Pero lo que hemos contemplado estos últimos días es la dimensión mediática y truculenta de ese debate. Así se hace política en estos tiempos, en el escenario de los medios de comunicación y las redes sociales… y poco más.

Ahora, otro paso en esa dirección: el enfrentamiento público (para mí, un espectáculo circense; no sabría decir si había sido preparado entre bambalinas) protagonizado por dos ministras del gobierno: Pilar Díaz (Ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes y portavoz) y Yolanda Díaz (Ministra de Trabajo y Economía Social, Vicepresidenta Segunda y cara visible de Sumar).

La primera defendía la posición oficial del gobierno ¡del que también forma parte Yolanda Díaz! de que, tras la última subida del salario mínimo, de 50 euros, a los perceptores del mismo se les aplicarán retenciones con cargo al Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. La posición del PSOE es que quienes estén en esa situación deben pagar lo que les corresponda, mientras que Yolanda Díaz ha mostrado su desacuerdo… ¡y lo ha manifestado en la misma rueda de prensa!

En el periodo 2019/2024 el precio de los alimentos ha subido de media un 34%, el de la vivienda nueva un 45,8% y el de segunda mano un 27,1%

Algunos datos útiles para situar el punto en que se encuentra el salario mínimo. De acuerdo con la información proporcionada por la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat), entre el segundo semestre de 2019 y el de 2024 (por lo tanto, sin contabilizar la reciente subida de 50 euros) aumentó un 26%; y si el cálculo lo hacemos a partir del segundo semestre de 2021 ese aumento ha sido del 19,4%. En ambos casos, por encima del incremento experimentado en la tasa de inflación, medida por el índice de precios al consumo, que fue, respectivamente, del 18,7% y 12%.

Así pues, podríamos decir que los perceptores del salario mínimo han ganado capacidad adquisitiva. Pero ¡ojo! porque el aumento de los precios ha sido sustancialmente más grande en aquellos bienes y servicios que más adquieren los grupos de población de menores ingresos, lo que altera sustancialmente el diagnóstico: en esos años, en lugar de una mejora en el poder de compra se ha producido una pérdida. Algunos ejemplos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE): en el periodo 2019/2024 el precio de los alimentos ha subido de media un 34%, el de la vivienda nueva un 45,8% y el de segunda mano un 27,1%.

El mensaje lanzado por un gobierno que se autoproclama de izquierdas es demoledor: que paguen los de abajo, incluidos los que están en situación de extrema precariedad

En esta situación, ¿acaso no es una indecencia pretender que una parte de estos trabajadores estén obligados a pagar en el IRPF? El mensaje lanzado por un gobierno que se autoproclama de izquierdas es demoledor: que paguen los de abajo, incluidos los que están en situación de extrema precariedad. Los dineros obtenidos por este procedimiento serán escasos, pero no importa tanto el volumen de recursos movilizados como el mensaje.

El que recibe la ciudadanía es que un gobierno y unos partidos pretendidamente de izquierdas renuncian a gravar a los de arriba; me refiero con este término a los beneficios de las corporaciones, las rentas del capital, los dividendos percibidos por los accionistas y las retribuciones de los altos directivos y ejecutivos. Más bien al contrario, la parasitación y ocupación de lo público por parte de las oligarquías continúa su curso.

Más allá de las declaraciones bienintencionadas (o mal intencionadas cuando tan sólo se trata de levantar cortinas de humo), ¿se ha hecho algo al respecto? La respuesta a esta pregunta es NADA (más allá de algunos gravámenes coyunturales a las energéticas y los grandes bancos). Y habría que hacerlo, no sólo porque, como es sabido, el sistema fiscal vigente en nuestro país en muy regresivo, sino porque, y esto es lo verdaderamente decisivo, la defensa y fortalecimiento de los servicios sociales, la reducción de la desigualdad y la reconfiguración, en clave de sostenibilidad, del modelo productivo, la activa y decisiva intervención de los poderes públicos en esta dirección, precisa de un volumen sustancial de recursos y una parte fundamental de los mismos hace necesario enfrentar con decisión los privilegios cada vez mayores las elites. Abrir esa puerta, y está es la clave de todo, el “pollo del arroz con pollo”, supone poner en el centro de la acción política la movilización ciudadana.

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josefdezp
14/2/2025 17:33

Es un tema a debatir, con argumentos y números. Si bien es razonable que "todos" debemos contribuir, la cuestión es que elevar el primer tramo para que contribuya el SMI, hace que los que cobran sustancialmente por encima, contribuyan menos. No es sencillo, pero para convencer a la gente sólo cabe reformular todo el sistema impositivo y demostrar, y explicar, que es realmente progresivo y justo, y que las grandes rentas, patrimonios y herencias pagan también lo que corresponde, con tipos marginales por envima o en el entorno del 80%.

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