Antiespecismo
Delfines en el zoo: el sufrimiento tras la sonrisa
Malnutrición, estrés, hematomas… Activistas por los derechos de los animales denuncian las condiciones de vida de delfines como los que viven en el Zoo Aquarium de Madrid, tras una denuncia del Proyecto Gran Simio basada en información de la organización internacional Sea Shepherd Conservation Society.

Son las cinco de la tarde de un día extremadamente caluroso. El público, formado en su mayor parte por niños y niñas y sus progenitores, espera impaciente a que arranque el espectáculo. Como cada domingo, los delfines del Zoo Aquarium de Madrid realizan cuatro pases a lo largo del día (12, 14, 17 y 19,30 h), que se suman a los otros 14 que tienen lugar a lo largo de la semana. Saltan a gran altura, pasan por el interior de los aros, pasean a toda velocidad a sus cuidadores. Y sonríen. Al menos, así lo interpreta el público, que aplaude con ganas cada nueva y sorprendente pirueta de los mamíferos.
Entre los asistentes, un grupo de diez mujeres interrumpe el espectáculo. Encadenadas entre sí y luciendo una camiseta azul en la que se lee la frase “tu entrada paga su prisión” junto a la imagen de un delfín, reparten fotocopias entre el público en las que denuncian las condiciones en que viven los cetáceos. Lo hacen durante unos breves instantes antes de ser desalojadas de las instalaciones.
“Esta es una protesta pacífica”, explica Claudia, una de las participantes en la acción. “Denunciamos todo tipo de maltrato y explotación de animales inocentes. Los delfines del Zoo Aquarium de Madrid sufren malnutrición, problemas en la piel, hematomas y estrés”, explica. “Encadenarnos es una manera de simbolizar la esclavitud a la que son sometidos para la diversión de unos pocos”.
“En España vamos despacio, pero en casi todos los países de Europa y en EE UU están cerrando delfinarios, que además contribuyen de manera decisiva a la caza de delfines”
La protesta se fundamenta en la denuncia interpuesta por el Proyecto Gran Simio ante el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona), tras una investigación de la organización internacional para la defensa de los animales Sea Shepherd Conservation Society, que considera probado que se está cometiendo un presunto delito de maltrato animal, recogido el artículo 337 del Código Penal. En concreto, y siempre según la denuncia, el Zoo de Madrid incumple la Ley 31/2003 sobre conservación silvestre en los parques zoológicos.
El veterinario malagueño Agustín González ha sido el encargado de elaborar un completo informe sobre las consecuencias del cautiverio de los delfines, que ha sido incorporado a la denuncia del Proyecto Gran Simio. “La ley de zoológicos especifica claramente que los animales no pueden realizar espectáculos para diversión del público, por lo que un delfinario como este ya estaría incumpliendo la ley”, asegura González.
“Los delfines nadan 100 kilómetros diario cuando viven en libertad, mientras que aquí apenas tienen unos pocos metros para hacerlo. Y comen 25 kilos de sardinas al día. Cuando están en un delfinario defecan en la propia piscina, que además es el lugar donde duermen. Eso lleva a que los responsables de los zoológicos utilicen agua clorada, lo que les provoca infecciones y problemas en la piel. En el caso del Zoo Aquarium de Madrid hay varios de ellos enfermos, algo reconocido por el propio zoo. Uno de ellos tiene graves lesiones en la nariz, que es donde tienen el sentido del tacto, y otro tiene heridas por todo el cuerpo. No lo han puesto ni siquiera en reposo, y sigue trabajando”, denuncia. Son problemas, indica González, “extrapolables a cualquier otro delfinario del mundo”.
UNO DE CADA TRES
Los problemas psicológicos son otra de las consecuencias derivadas del cautiverio que denuncian los defensores de los animales. “Los delfines necesitan comunicarse y forman sus propios grupos”, explica González. “Cuando permanecen en cautiverio viven mucho menos tiempo que si estuvieran en libertad a causa de los graves trastornos de estrés que sufren, que provocan una bajada de las defensas. Además, los partos en cautiverio son complejos, porque en el mar tienen lugar a gran velocidad: en un zoológico apenas sobrevive uno de cada tres, que será separado de su madre nada más nacer para poder ser adiestrado. Un adiestramiento que se realizará a través de castigos y premios. Si no trabajan, no comen. Así de sencillo”.Por anecdótico que pudiera parecer, hay un elemento que juega en contra de los delfines: su mandíbula, cuya morfología hace parecer que sonríen permanentemente. “Mucha gente entiende que esos delfines son felices, pero no es así. A lo largo de mi carrera he tenido que sacrificar delfines que estaban sufriendo una agonía tremenda y, pese a ello, en todo momento siguen manteniendo esa singular expresión que lleva a la gente a engaño”, reconoce González.
“Los delfines nadan 100 kilómetros diario cuando viven en libertad, mientras que aquí apenas tienen unos pocos metros para hacerlo”
Las cosas podrían estar cambiando. “En España vamos despacio, pero en casi todos los países de Europa y en EE UU están cerrando delfinarios, que además contribuyen de manera decisiva a la caza de delfines. Varios de los que viven en el Zoo Aquarium de Madrid fueron capturados en el mar de Cuba”, cuenta González. “Es allí, en el mar, donde tienen que estar los delfines, y no en una piscina. Si alguien quiere verlos, que se suba a un barco y salga a su encuentro en el mar”.
El Salto ha intentado, sin éxito, hablar directamente con los responsables del Zoo Aquarium de Madrid para conocer su versión ante las acusaciones de maltrato. La empresa remite al comunicado que emitió el pasado mes de junio, en el que asegura que las denuncias son “totalmente falsas” y que la prioridad del Zoo de Madrid es “garantizar el bienestar y la salud de todos los animales bajo su cuidado”.
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