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Antimilitarismo
¿Invierte tu banco en armas?
El Estado español ocupa el 6º lugar en financiación de la industria armamentística a través de entidades bancarias. Destaca el BBVA con 2.733 millones de euros aportados, pero también hay otras entidades más locales que ocupan un lugar en el ranking de Banca Armada
“Encontrar un banco que no invierta en armas de alguna manera es difícil, ya que se puede dar a través de muchos productos financieros”, afirma Jordi Calvo, investigador y coordinador del Centro Delàs de Estudios por la Paz. Este observatorio se encarga de elaborar los informes Banca Armada sobre inversiones de entidades financieras en la industria armamentística, en cuyo ranking el Estado español ocupa el 6º lugar.
Según el último informe, que recoge el apoyo financiero a las diferentes empresas de armamento entre 2011 y 2017, el principal financiador es el BBVA, con un total de 2.733 millones de euros aportados. Le sigue con 2.241 la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales) y el Banco Santander con 1.643 millones de euros. A nivel de entidades relacionadas con Euskal Herria, Caixabank —entidad que absorbió a Caja Navarra—, ocupa el 8º lugar con 87 millones, Caja Rural el 17º lugar con 16 millones y Kutxabank el 21º con una financiación a la industria armamentística de 2,73 millones.
En concreto, los 16 millones de Caja Rural son la suma de los 15,3 millones que otorgó en diciembre de 2012 en forma de créditos a Maxam, una de las mayores empresas de explosivos civiles y militares que produce y exporta municiones de todo tipo, entre las que se encuentran minas anti-persona y bombas de racimo. También, más recientemente, en 2015 otorgó un crédito de 443.000 € a Oesia e invirtió en forma de fondos de inversión, acciones y bonos un total de 697.000€ en la multinacional Indra.
En Euskal Herria, Caixabank, que absorbió a Caja Navarra, ocupa el 8º lugar en financiación a la industria armamentística con 87 millones, Caja Rural el 17º lugar con 16 millones y Kutxabank el 21º con 2,73 millones.
Por parte de Kutxabank, ha financiado a empresas armamentísticas con un crédito de 2,27 millones en 2011 a Sener —líder en el desarrollo de sistemas de misiles en el Estado español y especializado en aplicaciones de Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento aplicados a misiles— y con la participación mediante un fondo de inversión en Indra en 2015 por valor de 465.000 euros.
El gigante Caixabank suma 87 millones en el ránking, sin embargo, si nos retrotraemos a la ya desaparecida Caja Navarra integrada en el grupo catalán, el informe Banca Armada de 2012 cifraba la inversión en armamento de Banca Cívica —participada mayormente por Caja Navarra con un 29,1% junto a Cajasol, Cajacanarias y Caja Burgos— en 34,2 millones a través de fondos de inversión en empresas como Tecnobit, CAF, Amper, Alestis, Aernnova o Aciturri.
Además de las propias entidades, el informe más reciente relata cómo participan en empresas armamentísticas fondos de inversión que están relacionados con bancos y cajas, como es el caso de “Madrigal Participaciones, Liquidambar, Carisa, Grupo Isolux Corsan, Oesia Network, Vector Capital, Técnicas reunidas, Inmize Capital, Synergy Industry and Technology, Hiscan Patrimonio y Clave Mayor”. Clave Mayor, que fue la gestora que invirtió y perdió sus inversiones en Superleague Formula, está muy relacionada con Caja Navarra, que también participaba en Hiscan, Oesia e Isolux, esta última vinculada ahora a una trama internacional de sobornos.
Banca
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Por último, respecto a Caja Laboral, según el informe ‘Inversiones que son la bomba’ editado en 2012 por Setem y el Centro Delàs de estudios por la Paz, invirtió 36.105 € en la armamentística Indra mediante un fondo de inversión el 30 de junio de 2011. Además, como publicó Hordago, Caja Laboral también invirtió y perdió 1,5 millones de euros en Superleague Formula, la empresa que ha sido imputada por blanqueo de capitales y que se utilizó en una trama en la que se vendían armas a Angola por parte de la empresa armamentística pública Defex.
“Resulta especialmente relevante que cuatro de las entidades financieras con una valoración más positiva en el ámbito de la sociedad civil desde un punto de vista ético (Caja Arquitectos, Caja Ingenieros, Caja Laboral y Caja Rural) aparezcan también como inversoras en la industria militar”, relata dicho informe.
Corrupción
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“Mas allá de los grandes bancos que lo hacen de manera consciente hay algunas cajas o bancos pequeños como Caja Laboral, Caja Rural o la Caja de Arquitectos o de Ingenieros que son cercanas, que podemos controlar más desde la ciudadanía pero que no tienen una política definida ni un sistema para evitar invertir en la industria armamentística”, relata Jordi Calvo del Centro Delàs de Estudios por la Paz, que afirma que al no haber una política clara, aunque no haya una intencionalidad “a veces se les puede colar alguna inversión en armas”. “Suele ser complicado rastrear las inversiones en armas porque muchas vienen camufladas en otras empresas”, relata a su vez Jon Narvaez de Setem Hego Haizea.
Dentro de las campañas para presionar a las principales entidades bancarias, desde Banca Armada se pide a los accionistas de Santander, BBVA, Bankia, Caixabank o Sabadell que no están de acuerdo con estas políticas que cedan sus acciones a activistas para que intervengan en las juntas de accionistas para poner de manifiesto estas políticas.
“No confío en que el poder de un cliente vaya a cambiar la política de un banco cuyas inversiones de este tipo son muy seguras. Para estar seguro la única manera es ser cliente de la banca ética, porque tiene un modelo de funcionamiento que mira con lupa cada una de las inversiones”, asegura Jordi Calvo
Sin embargo, el coordinador del Centro Delàs de Estudios por la Paz Jordi Calvo comenta resignado que esas campañas están orientadas a conseguir un impacto mediático, ya que si eres cliente de los grandes bancos “no hay nada que hacer”. “No confío en que el poder de un cliente vaya a cambiar la política de un banco cuyas inversiones de este tipo son fijas y muy seguras. Las respuestas a clientes son políticas de lavado de cara como ofrecer productos separados del resto que quizá sean sostenibles, pero dentro de un modelo que no lo es”, asegura. Sin embargo, donde confía en que pueda haber margen es en las entidades más pequeñas, donde los servicios de atención al cliente si que logran algunos cambios. “Tenemos conciencia de que los resultados del informe generaron respuesta por ejemplo en la Caja de Ingenieros o Caja Laboral”, afirma, aunque reconoce que “para estar seguro la única manera es ser cliente de la banca ética, porque tiene todo un modelo de funcionamiento que mira con lupa cada una de las inversiones y se descarta de pleno que una inversión en armas pueda ser financiada”.
Por último, desde el Centro Delàs de Estudios por la Paz están trabajando con diferentes instituciones como el Ayuntamiento de Barcelona o la Generalitat Valenciana. “Casi todas las administraciones han decidido que quieren promocionar paz y los Derechos Humanos, así que elaboramos informes para identificar con qué bancos trabajan y contrastándolo con nuestros datos decimos qué porcentaje se trabaja con banca armada. Lo que pretendemos es despertar conciencias para que se vayan tomando decisiones de cómo y con quién se gestiona el presupuesto público y qué tipo de economía produce”.