We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Argentina
Hambre de democracia
Cuando la dictadura más sangrienta que vivió Argentina comenzó, a los secuestros, torturas, asesinatos, violaciones, robos de bebés se sumaron las topadoras que arrasaron con los barrios marginados y las villas de emergencia. Desalojos, reubicación y desarticulación de organizaciones vecinales, a través de la desaparición de sus referentes y militantes, fueron algunas de las acciones llevadas a cabo de 1976 a 1983.
Las villas, cómo le decimos en Argentina a los asentamientos de emergencia, eran el lugar que muchos de los 30.400 desaparecidos que dejó la dictadura, eligieron como trinchera de lucha y como afirman alguna de las entrevistadas, “esos derechos por los que ellos peleaban aún no están ganados en este sector de la población”.
En los siete años de dictadura y en el presente de emergencia alimentaria son las mujeres villeras las que “alimentan la memoria y sostienen la democracia”, eso que suena poéticamente en el grito de los militantes se traduce en mujeres que realizan una triple jornada por la que no son reconocidas. Trabajan en la casa, trabajan fuera de casa y sostienen los comedores. Esos comedores son 44 mil en todo el país, según el informe de Renacom (Registro Nacional de Comedores y Merenderos Comunitarios de Organizaciones de la Sociedad Civil ). Diez millones de personas se alimentan gracias a mujeres de organizaciones sociales que entregan las horas que le quedan de su vida para paliar el hambre del barrio.
El gobierno niega el trabajo de miles de mujeres, niega el hambre y niega también que hayan sido 30.000 las personas desaparecidas en la dictadura
Desde diciembre que estos comedores no están recibiendo alimentos por parte del estado debido a que desde la cúpula del gobierno de Javier Milei declararon que había que auditar todos los comedores porque las organizaciones “hacen política con ello”. Incluso la ministra de Capital Humano (antes ministerio de Desarrollo Social) Sandra Pettovello instó a que venga cada persona individual con su documento a su oficina que iba atender uno por uno sin mediadores. Días después se negó a recibir a las más de dos cuadras de cola de personas que fueron a reclamar el alimento.
El gobierno niega el trabajo de miles de mujeres, niega el hambre y niega también que hayan sido 30.000 las personas desaparecidas en la dictadura. Durante el mismo 24 de marzo al mediodía el gobierno publicó un video institucional del gobierno reivindicando a las víctimas de la guerrilla en los 70, donde ponen en duda la cifra de desaparecidos a través de un testimonio de Luis Labraña, un ex guerrillero ex militante de Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) que dice que fue él quien puso el numero en Holanda. En otra entrevista para el medio Destape web, el mismo Labraña reconoció que no tiene testigos ni pruebas, que quien elija creer le creerá. Ante ello, datos concretos, los que organizaciones de Derechos Humanos y reconocidos periodistas cómo Hugo Alconada Mon dieron a conocer en un informe en el año 2006 que demostraba que la junta militar le hizo llegar a la inteligencia chilena, información que afirmaba que entre 1975 a 1978 habían desaparecido 22.000 personas. Faltaban aún cinco años para que la dictadura acabara.
Algunos datos que la dictadura militar dejó además de 30.000 personas desaparecidas: Durante el periodo dictatorial de 1976 a 1983 la deuda externa pasó de 8.085 millones de dólares a 45.903, se quintuplicó. La inflación acumulada llegó a un 1700 %. Cerraron 20.000 fábricas dejando 140.000 personas despedidas.
El índice de pobreza pasó de 4 % a 25%, cifra que nunca más dio marcha atrás. Y cómo si todo esto no fuera poco se estatizó la deuda privada de Grupo Macri, Techint, Fiat, Ford, Citibank, Banco Francés, etc.
“Madres de la plaza, la villa las abraza”
La Villa 21 – 24 surgió cómo un pequeño asentamiento a principios del siglo pasado y hoy es la villa más grande y con más habitantes de Argentina, su población ronda las 100.000 personas, gran parte de ellas descendientes de paraguayos, lo que hace que en sus calles sea normal escuchar el idioma guaraní, comer chipá o sopa paraguaya. Su suelo está abrazado por el riachuelo más contaminado de Latinoamérica y su cielo es un paisaje de telarañas de cables que causó numerosas muertes y que hoy tiene una causa judicial por riesgo eléctrico que llegó al juzgado pero nunca a los oídos de los gobernantes.
Caacupé es el nombre de una de las iglesias más populares de la villa, un espacio literal de puertas abiertas adelante y a los costados, en el galpón una bici colgada del techo se mezcla con muebles viejos para homenajear a al padre Daniel De La Sierra, “nuestro ángel de la bicicleta” quien tiene su tumba en la misma cúpula de la iglesia, al lado del atril del actual padre. En Latinoamérica la tradición de curas tercermundista es larga, en muchos rincones de esta tierra la religión y la militancia jugaron un papel fundamental en la resistencia, una de las personas más recordadas por su labor en Argentina es el Padre Mujica. Dentro de esta iglesia funciona la comisión de derechos humanos, encargada de sostener la memoria y homenajear a los desaparecidos de antes y asesinados de hoy. Carlos Desagües, perteneciente a la comisión, nos dice que dejemos la iglesia libre porque ahora se va a llenar de niños y nos hace pasar al fondo, un poco incómodo acepta darnos una entrevista.
“Cada vez que hubo una dictadura en la Argentina, siempre intentaron que las familias, los pobres no vivieran en la ciudad, la ciudad era para quienes la merecen y quienes pueden pagarla”, dice Carlos y trae un recuerdo no vivido pero escuchado muchas veces: “venían directamente con la policía montada de caballo, y con topadoras, y tiraban las casas abajo, donde veían que una familia había salido a trabajar y no había nadie, aprovechaban ese momento, o cuando solo había alguien débil, una mujer sola. Así que la solidaridad natural de las mujeres del barrio que quedaban con chicos a cargo era intentar frenarles ellas con chicos y todo, meterse en las casas de vecinos para frenar eso”.
“¿Qué vino a hacer la dictadura?” pregunta y nos mira, Carlos además de formar parte de la comisión es profe de un bachillerato popular que funciona también en la misma sede de la iglesia, por eso su pedagogía. “Vino a quitar de encima a quienes eran líderes. Y acá hubo sobre todo cuatro personas que llevaron la peor parte. El 29 de abril de 1976 hubo un allanamiento, una redada, un operativo muy grande de la policía y en apoyo del ejército, en el cual se llevaron a muchos vecinos y vecinas. Algunos los devuelven, a otros los torturan unos días más y después también los largan y a tres de los muchachos directamente luego de torturarlos los fusilan y dejan los cuerpos en el Parque Centenario que queda un poco lejos de acá. Y en las noticias de los diarios sale algo así como que delincuentes subversivos que habían querido atacar una comisaría fueron abatidos, porque las vecinas y los vecinos habían visto cómo fueron arrancados de sus propias casas. Ellos fueron Teodoro Urunaga, Ricardo Gamarra Ortiz y Oscar Salazar. Muy jóvenes los tres, el mayor 27 años, 24 y 23. Y también estaba María Ester que supimos más adelante estaba embarazada”.
Nuestro interlocutor sigue: “Y María Ester era una persona muy simpática, amable, cariñosa y solidaria, después de tener las reuniones y hacer las actividades organizaba fiestas que le llamaban tertulias, en la cual se disfrazaban, escuchaban música y ahí sí tomaban y compartían el rato”.
Todos estos relatos se conservan en el Barrio gracias a Celia, una sobreviviente del terrorismo de estado que hoy vive en el barrio y es quien se encarga de mantener viva la memoria. Faltó a la entrevista por tener Dengue, una epidemia que azota la villa y ya tiene más de 200.000 contagiados en todo Argentina en este momento. El gobierno no realizó ninguna campaña por poner en dudas la eficacia de las vacunas.
Carlos retoma: “con el tiempo nos dimos cuenta que en la villa la violación de los derechos humanos era algo permanente, que permanecía en el tiempo y que abarcaba mucho más que la dictadura militar, que no tener trabajo, no tener acceso a agua potable, no tener cosas básicas como tener luz en tu casa o un piso en tu casa, o una conexión de desagüe cloacal, eran violaciones a los derechos humanos”.
“No van a preguntar ellos, van a dañar a toda la sociedad argentina y sobre todo a los más desprotegidos. Así que no hay que dudar en unirse para enfrentar esto y derrotarlo”
Al preguntarle si quería agregar algo más responde: “En este momento las diferencias que podamos tener, metodológicas, ideológicas, políticas, hay que dejarlas de lado, dice siempre la compañera Celia, cuando venía la represión no preguntaba si vos eras de un partido, de una organización religiosa, social, artística, no, te llevaba. Era después... que intentaban saber quién eran. Es decir, no preguntaba. Y lo mismo hay que pensar ahora. No van a preguntar ellos, van a dañar a toda la sociedad argentina y sobre todo a los más desprotegidos. Así que no hay que dudar en unirse para enfrentar esto y derrotarlo”.
Johanna Bordon también es parte de la comisión de Derechos Humanos, elige no salir retratada porque le incomodan las fotos, al preguntarle por la situación actual del país y de la democracia responde: “Es un momento muy delicado, entendiendo que esta es una democracia para unos pocos, que es una democracia burguesa, pero es la que tenemos y hay que salir a protegerla. ¿Quisiéramos otro tipo de democracia? sí, por supuesto, necesitamos como sociedad otra democracia más equitativa e igualitaria”.
Argentina
Derechos humanos Milei avala el secuestro y la agresión sexual a una activista de derechos humanos de HIJOS
Agrega en relación a los puntos en común con aquellos militantes desaparecidos en dictadura: “Todavía se siguen pidiendo cosas básicas que pedían ellos, luz, agua, educación. Y nada ha cambiado desde entonces, eso es tremendo. Tenemos desde el 2012 una sentencia por el riesgo eléctrico en el barrio. Cada vez que llueve, cada vez que caen tres gotas, seguimos diciendo a los vecinos, bueno, corten la térmica de su casa para que no haya gente electrocutada, hay vecinos asesinados, el punto de unidad es la lucha con aquellos compañeros y compañeras que militaron, que se jugaron la vida acá en el barrio, en la 21”.
El pasado 5 de marzo Sabrina Bölke, militante de la agrupación de derechos humanos “Hijos” formada por hijos de desaparecidos y militantes de la causa, ingresó a su casa y se encontró con dos personas armadas. La torturaron, abusaron de ella, le dijeron que deje de hablar y dejaron las siglas de la frase que más dice el actual presidente: “Viva la libertad carajo”. Le preguntamos a Johanna sobre esto: “Es tremendo, desde nuestro lugar en el mundo, que es la 21-24, repudiamos el accionar y el horror que ha vivido la compañera de Hijos, entendiendo que esto es un plan sistemático y que nos quieren instalar el miedo. Buscan desmovilizar, decir no marches, no te expongas, no te juntes con amigos, no milites, porque mira lo que te puede pasar. Y eso es lo que buscan: secuestrar nuestro estado de ánimo, hacernos no solamente mierda laboralmente, sino psicológicamente y desgastarnos y bueno, no hay que permitir eso”.
En uno de los bordes de la villa 21 -24, en un sector denominado San Blas, se encuentra el comedor tacitas poderosas también sostenido por la organización la Garganta Poderosa “La mayoría somos descendientes de paraguayos, acá se habla mucho guaraní” dice Otilia mientras hace torta fritas y agrega : “hoy nos toco a nosotras llevar para la merienda de todxs los compas y de todas las personas que tengan hambre”.
El comedor “tacitas poderosas” trabaja de lunes a sábado sirviendo la merienda, y viernes y sábado sirviendo almuerzo para 250 personas, nos muestran una pequeña habitación donde se ven algunos paquetes de arroz y puré de tomates y nos dicen “eso es lo que nos queda quien sabe hasta cuando, ya no nos envían más del gobierno”.
Argentina
Argentina Poderosas: las mujeres que alimentan las villas miseria de Argentina piden derechos
“Es esencial para nosotras, tener una organización” dice Otilia segura mientras toma un descanso de la cocina para hablar con nosotros y sigue “cómo mujeres no somos escuchadas, somos extranjeras, tenemos dos lenguas, vinimos a parar a un barrio de emergencia. Por ejemplo hay mujeres que no hablan bien el castellano y no le toman sus denuncias por violencia de género, entonces es importante estar organizadas”.
Al preguntarle qué siente al encontrarse con las demás compañeras de otras asambleas y otras ciudades responde: “Tengo una compañera que se recuperó de consumos, como yo que me recupere de estar en un lugar de violencia de pareja, soy una sobreviviente. Cuando la veo me emociono, porque siento que salva vidas, sin ellos yo no sé si estaría viva. Siempre lo voy a llevar en mi memoria porque me suena mucho de eso de desaparición, porque yo ya estaba a punto de desaparecer también pero por otros motivos”.
Parte de la campaña desde el gobierno de Milei fue instalar que muchas de estas personas cobran planes sociales sin trabajar, es por esto que cuando le preguntamos si quiere agregar algo Otilia no duda en decir: “Es muy fuerte porque los medios de comunicación nos llaman planeras, y nosotras estamos en una lucha día a día para salir adelante, nosotras somos trabajadoras y no pedimos plan, pedimos ser reconocidas porque estamos trabajando en un espacio para mantener a miles de personas, servir un plato de comida, que es responsabilidad del gobierno y no la cumple”.
Otilia nos sirve un plato de guiso y dicen coman rápido que tenemos que salir a la vigilia organizada por La Poderosa. “¿Nos acompañan no?”
Un 24 para la historia
Dicen que hay 300.000 personas por el micrófono cuando comienza a desconcentrarse la cabecera para dar ingreso a la segunda fila de manifestantes. En Argentina desde hace unos años existen dos marchas el 24 de marzo, si bien hay muchos puntos en común hay otros que ni el gobierno de Milei hacen que sean reconciliables. La primera liderada por Abuelas y madres de Plaza de Mayo y la segunda por la organización Encuentro Memoria, Verdad y Justicia y agrupaciones de izquierda. Tanto en capital cómo en muchas provincias es la movilización más grande que ha dado un 24 de marzo. Cuando lo básico está en riesgo el pueblo argentino sale a la calle, parece que el vídeo negacionista del gobierno dio mecha a los militantes antes que asustarlos.
Un 24 multitudinario que no salió en la televisión pública, que no pudo ser registrado por Télam, la reconocida agencia estatal argentina porque el gobierno la cerró dejando 700 desempleados.
“30 000 más vivos que nunca”, “30.000 alimentan la democracia”, rezaban los pasacalles de la Garganta Poderosa, quien se encargó de adornar las calles y toda la plaza con banderas, globos y divertidos juegos para grandes y chicos donde podías defender la democracia luchando contra Caputos y Sturzenegger. Desde una de esas postas habla Agustina Soto, de la asamblea Poderosa de Bahía Blanca : “Los que sostienen la democracia siempre es el pueblo, el pueblo siempre tiene que tener esa voz y ese espíritu de democracia, no de libertad cómo dicen ellos, porque la libertad que ellos expresan es solo para algunas personas. Yo dudo mucho que el presidente haya hecho alguna vez una olla popular o que alguna vez haya recorrido una villa preguntando y charlando con los vecinos viendo qué necesitan. A la gente ya no le alcanza para comer y eso aumenta la violencia en el barrio.” Agrega: “Hay más de 40.000 comedores en todo el país y el gobierno nos dejó de bajar alimentos que eran esenciales para sostenerlos. Nosotros desde La Poderosa siempre fuimos autogestivos, y en este momento estamos haciendo además de sostener el comedor, empanadas para juntar dinero y comprar un poco de carne para mezclar con la comida que tenemos y dar algo más contundente”.
De Nuestra América, Maribel Salazar responde a la pregunta de cómo se sostiene la democracia : “La democracia es algo que se viene luchando hace muchos años. Y cuando uno piensa que al fin llegó a un momento donde estamos bien, es como que viene una marea nuevamente donde te dice que tienes que seguir luchando”. Suma entusiasmada: “Lo importante es que estamos organizados y estamos unidos y hoy en día se habrán dado cuenta que toda esta gente seguimos luchando y estamos de pie y lo vamos a seguir haciendo. ¿Por quién y por quiénes?, por esas personas que vienen luchando hace mucho tiempo. Quizás hay personas que hoy en día no pueden estar.”
Desde hace unos años que muchas organizaciones levantan la bandera de 30.400 compañeres. Se refiere a los 400 compañeres disidentes que no estuvieron incluidos en el informe de los treintamil de la Conadep y a quienes les dio luz el luchador y escritor Carlos Jauregui en su libro La homosexualidad en Argentina. Quien nos historiza es Marcela Tobaldi, fundadora de la organización “Rosa naranja” orientada a travestis y trans y a mujeres que sufren violencia de género. Explica: “La patria son todas las minorías, todos los segmentos más oprimidos y discriminados, los pobres, la comunidad lgtbi, los afroamericanos, los jubilados, las maestras, muchos sectores entran en este combo que ataca el presidente Milei, todos sabemos que es fascista”.
“Participamos de la militancia de todas las leyes inclusivas que hubo, ley de identidad, de matrimonio igualitario, ley de cupo laboral travesti trans, y ahora estamos luchando fuerte para lograr una reparación de la violencia institucional y persecución estatal a las travestis en época de dictadura y democracia”, concluye.
Las fuerzas del suelo
El bus tiene el buche lleno, tatamis, tambores, ollas y tapers gigantes llenos de comida.
Dentro emprende su regreso La Poderosa de Chalet, Santa Fe una de las asambleas barriales de las más de cien que tiene la organización “La garganta poderosa” en Latinoamérica. La Poderosa en la ciudad de Santa Fe es una de las asambleas que con presión social logró ser la primera ciudad que consiguió la declaración de la emergencia alimentaria.
“Lo más lindo, lo más poderoso que tenemos es el encontrarnos, el abrazarnos y saber que uno sigue en la lucha”
“Hace 40 años que estamos en democracia, somos las mujeres quienes estamos en las ollas y hoy también como cocineras somos las que nos falta el plato de comida. Exigimos justicia porque sabemos la verdad y porque tenemos memoria. Nosotros somos parte de esos 30 mil porque las abuelas y las madres vienen luchando para encontrar sus hijos, sus nietos. Y nosotros somos quienes hoy seguimos esa lucha”, dice Patricia Inguis mientras toma mate en el colectivo de vuelta, agrega: “Hoy, más que nunca, me di cuenta de que el pueblo salió a defender lo que es la democracia. Y me siento muy feliz, muy emocionada de poder haber llegado a Buenos Aires y encontrarme con esta gran... marcha que tuvimos hoy, me di cuenta que nuestros derechos no van a ser vulnerados si nosotros somos quienes salimos a pelearlos”.
Cuando le preguntamos acerca del gobierno actual nos responde: “Nos quieren amedrentar diciendo que van a ir a los comedores para saber la realidad, si es real que el comedor está funcionando. Nosotros le decimos que sí, que vengan a auditar, porque tenemos registros de las personas que retiran la comida y sabemos en las condiciones que están esas familias, en las situaciones que viven y el porqué van a retirar la comida”.
La Pato, como le dicen sus compañeras, toma su historia personal, quiebra su voz y cierra la entrevista con un mensaje: “Yo llegué a La Poderosa hace cinco años con muchas problemáticas personales y cada vez que abrazo a una compañera me fortalece el alma. Lo más lindo, lo más poderoso que tenemos es el encontrarnos, el abrazarnos y saber que uno sigue en la lucha”.