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Arte
Cristina Peña: “Mi referente es la artesanía que nos dieron nuestros antepasados”
Entre platos, jarrones y mudanzas anda Cristina Peña (Málaga, 1995), alma y cuerpo de Casa Peña Slow Atelier, un espacio donde los tiempos se respetan y no cuadran con las producciones a las que nos arroja el turbocapitalismo. El barro es exquisito y exige paciencia, lo que no quita que el trabajo cese y que Peña pare. Todo lo contrario: encontró aquí lo que necesitaba en lo laboral, dando alas a creaciones que conjugan tradición y modernidad, el trazo de lo de siempre con la chispa de frases populares o letras que se agarran y no te sueltan durante un tiempo.
El diálogo con la ceramista transcurre en dos compases. El primero se da cuando hacemos esta entrevista, Peña nos recibe en su taller de local a primera hora de la tarde en Churriana, un barrio periférico con alma de pueblo dentro de la gentrificada Málaga que comienza a estallar en jacarandas. Hay una calma nada sospechosa: aquí la tranquilidad sigue siendo la norma y no la excepción. Cristina me espera en la puerta de su local, un espacio que ella misma ha ajustado a lo que necesita y donde a la vista quedan sus platos, jarrones y cuencos. También aguardan al fondo las piezas que el alumnado que asiste a sus talleres deja a la espera de recibir el toque mágico. Nos adelanta, sentadas alrededor de una mesa coronada por una explosión de flores frescas y radiantes, que prevé una mudanza a pesar de toda la inversión que ha realizado en este espacio.
Y el segundo. Cuando esta entrevista salga a la luz, Casa Peña Slow Atelier ya estará ubicada en Úbeda: “Debido a la subida del alquiler, después de un año trabajando y desarrollando a diario mi taller, me he visto obligada a tener que buscar otro lugar donde continuar mi trabajo porque me querían subir el alquiler. No podría mantener ese local con una subida, así que me puse en la búsqueda de un nuevo espacio. Tal y como están las cosas en Málaga, me fue imposible buscar un nuevo local en alquiler acompañado de una vivienda. Los precios no se ajustaban, al menos, a mi realidad, no me lo podía permitir, así que pensé en lugares donde me apetecería trabajar. Busqué en Córdoba, Sevilla, Granada, Almería… y acabé en Jaén.”
Elegiste arrancar montando tu taller en la periferia absoluta, en el barrio de Churriana
El centro de Málaga es invivible. Pero en Churriana había una parte de raíz y yo realmente no estaba buscando un local. Apareció un día mientras daba un paseo, vi que se alquilaba, me llamó la atención y me cuadró. Decidí quedarme en mi barrio por la tranquilidad de un sitio donde me apetece estar. Me apetece trabajar donde siento que lo he podido hacer mío y quizás la tranquilidad que daba eso no es lo que te da el centro de Málaga. Eso te da otras cosas que se alejaban mucho de lo que yo estaba buscando en ese momento.
Peña nos actualiza su situación: no es fácil dejar atrás a amigas y familia, una red que soporta lo cotidiano. La subida del precio del alquiler en locales comerciales y la expulsión de una ciudad que da la espalda a sus vecinas, ¡rompen cualquier intento de enraizamiento, de forma que ha sido en Úbeda donde ha podido encontrar el sitio donde continuar su trabajo. “Es una ciudad artesana por antonomasia, con una larga historia alfarera y cerámica. Sentí una calurosa acogida por parte de Tito de Úbeda, amigo y alfarero ubetense, por parte de los caseros y por parte de la gente con la que me he cruzado por allí. Todo es cariño y buena cara. En Úbeda he sentido por primera vez una acogida bonita y una recepción en la que todos están dispuestos a ayudarme en mis inicios, y eso no lo he tenido nunca en Málaga. Así que, ahora, entre mudanzas y platos, sigo trabajando”
La cerámica, lo que haces, ¿es arte o artesanía?
Los ceramistas de toda la vida te van a decir que artesanía, pero yo creo que mi tipo de trabajo implica mucho diseño y lleva esa parte artística. Artística en el sentido de plástico. Para mí una artesanía es arte también. La alfarería ya de por sí, aunque sea una pieza que no está dibujada ni pintada, es arte para mí . Se le llama alfarería a la parte de producción de la pieza, y cerámica a la parte que implica su decoración y esmaltado. Yo realmente me encargo de ambas partes. El tema de dibujo, de la caligrafía, va un poco más allá.
¿Cómo comienzas Casa Peña?
Los orígenes tienen que ver un poco la huida de lo que era mi vida, de la situación en la que me he encontrado. Estaba supersaturada de todo. Realmente soy diseñadora gráfica y he estado en agencias y estudios. Lo último en lo que estuve fue en una empresa de ingeniería aeroespacial con todo el tema de marketing. Cosas que te comían porque al final no desarrollabas tu creatividad: haces lo que quiere a tu jefe o lo que quiere el cliente y eso te cierra mucho al estilo que se lleva en ese momento. Sentía que mi creatividad estaba muy limitada y también estaba muy saturada de lo digital y de los niveles altísimos de la inmediatez que te da: si te equivocas en algo, lo borras con un comando; si quieres cambiar el color, coge el cuentagotas y lo sacas en un segundo. En Churriana, donde empecé, hay un coworking de cerámica. Entre un día por curiosidad, me gustó y me quedé.
Y así empieza Slow Atelier...
Como era todo lo contrario a lo que yo estaba viviendo en ese momento me gustó, me llamó la atención y lo fui desarrollando en paralelo a lo que era mi trabajo como tal. Guardaba ahorros que luego podía invertir en la cerámica, claro, porque también sin una inversión inicial es bastante complicado. Lo empecé por mi cuenta en casa. Como hemos estado hablando antes, tuve que volverme a casa de mis padres por la subida de alquiler de las viviendas. Hubo un momento en el que no me renuevan en mi empresa. Hay veces que son sinceros y te dicen las cosas como son y hay otras donde te hacen pensar que tú lo has hecho mal, que es tu culpa, que no sirves para nada, que nada se te da bien. Entonces encontraba en mis ratos de cerámica esa realización personal y laboral que no encontraba en los comentarios de mi antiguo jefe. Y llegó un momento en que dije que ya estaba bien. Dije: “Bueno, ¿y si me planto en un mercadillo y las vendo y ese dinero me sirve para comprar más material para seguir trabajando?”.
Y eso hice. Empecé con el tema de los mercadillos, vi que a la gente le gustaba, que le llegaba. Me sentía bien trabajando en eso y me sentía realizada. Veía que era algo que aportaba a la vida de las personas y a sus casas, que tenía algo, aunque no sabía en ese momento exactamente el qué. Pero sí sabía que algo había y que tenía que seguir trabajando. También tenía esta cosa de los diseñadores que nunca terminamos de ver bien lo que hacemos. En el local de Churriana empecé en junio de 2023. Y hasta entonces había estado en casa de mis padres, en el garaje, entre el coche y la pared, trabajando en el suelo, trabajando en el patio y ensuciándolo todo. Cuando se me planteó la oportunidad del local lo vi también como una escapatoria para salir de casa porque al final te pasas todo el día en el mismo lugar, tanto para trabajar como para relajarte y desconectar y, por otra parte, por la necesidad de tener un espacio donde tener todo esto claro –señala la multitud de piezas que tiene en el local–.
Pero no has sido siempre Casa Peña. Hubo un cambio en tu identidad, antes eras Slow Ceramic
Sí, y mantengo el Slow Atelier porque recoge ese concepto del respeto a los tiempos de la cerámica, del respeto al proceso de creación de autor. No de una producción en serie ni con máquinas. Tenía una marca que tampoco la había desarrollado ni la había trabajado mucho, Slow Ceramic, que simplemente surgió por ponerle un nombre y empezar en los mercadillos. Hablé con un compañero antiguo de clase, diseñador en Brida, Manuel Fernández, y le comenté que me gustaría darle un cambio porque si quería profesionalizar lo que hacía tenía que ir acompañada de una identidad consolidada y que le diera forma todo. Fue él quien me propuso lo de Casa Peña, supo identificar también lo que yo buscaba y lo que necesitaba en ese momento y supo materializarlo todo, no le tuve tampoco que dar muchos cambios. Quería dejar la impronta de autor. De ahí que aparezca Peña, mi apellido. Casa es por cómo asocio mi trabajo a nuestro hogar, a nuestras raíces, a los entornos familiares.
Tienes una forma de trabajar la cerámica con un estilo muy marcado y reconocible. ¿Cómo ha sido ese proceso de búsqueda?
Divido en varias partes el tema del diseño. Por un lado, lo de introducir frases y mensajes en las piezas me vino por el encargo de una chica. Me comentó que le habían diagnosticado cáncer de mama y quería un plato que ella pudiera poner en su casa a modo de mantra que pudiera recordar siempre. Me pareció tan importante el utilizar tu propio lenguaje y tu propio trabajo para transmitir y llegar a la gente que por esa parte se creó como un árbol. Y por esa rama me pareció interesante investigar qué comunes hay entre las personas, hallarlo y compartirlo. Eso me llevo a nuestros orígenes, a canciones antiguas, a frases que se están perdiendo, expresiones populares, para cuando la memoria falle, mi trabajo está ahí para materializarlo y recordarlo. Y luego está la ornamentación. Pinto y dibujo desde los 6 añitos y el tema de la ornamentación floral me ha llamado mucho la atención, es algo con lo que me siento muy cómoda trabajando.
Es verdad que si ves mis primeras piezas son todas más de ese estilo, más florales. Y sí que hay un momento de inflexión en el que veo esa flora representada en la cerámica andaluza antigua. Investigando un poco más di con tipos de ornamentación que se estaban perdiendo. Lo que hago es recuperar esa ornamentación de piezas antiguas de cada provincia de Andalucía, que ya no existen y que encuentro en libros, museos o casas de gente de pueblo a las que voy a estudiar. Lo hago bajo un punto de vista más contemporáneo y de ahí sale esa mezcla, creando al final una sola unidad bajo el mismo lenguaje que es el que uso para comunicarme
¿Eres entonces todo en Casa Peña?
Sí, y me está costando formarme en tantos campos a la vez. No me gusta decirlo porque pierde un poco la magia, pero al final esto es una empresa, un pequeño negocio, o gran negocio como me gusta llamarlo, porque realmente de pequeño este trabajo no tiene nada. Por muy personal y por muy mío que sea, es una empresa y tienes que funcionar como empresa. Yo no sabía lo que implicaba desde tener el local (que no es solo alquilar el local y entrar a trabajar): es el aparejador, los planos, rellenar un extintor. Cosas que parecen tonterías, pero que sin ellas no te dan una licencia de apertura. O tocar temas relacionados con la fotografía de producto, los flashes, el esquema de luces; luego están las redes sociales, contestar todos los días porque me pueden llegar al día 200 mensajes. ¡Tengo mensajes desde el año pasado, pero es que no puedo responder! Además, muchos son mensajes del mismo tipo: los de intentar comprar productos donde aparece “sold out”. Es verdad que luego hay muchos muy bonitos, pero al final te los pierdes porque te tienes que sentar un rato a para contestar a la gente y se te hace una bola increíble. O te sientas a contestar o te sientas a hacer fotos o te sientas a editar la foto o te sientas a ver el stock de cajas que te quedan porque el mes que viene tienes que hacer un restock y quizás no tienes caja suficiente. O pegatinas. Si te pones a desmenuzarlo, son muchos campos a los que atender una sola.
Cada vez hay más demandas, cada vez intento crear más piezas, pero eso también conlleva sacar adelante otros campos de trabajo
Ahora mismo estoy un poco agobiada porque es verdad que Casa Peña está creciendo bastante. Cada vez hay más demandas, cada vez intento crear más piezas, pero eso también conlleva todos esos campitos chiquitos, trabajarlos mucho más... y yo ahora mismo estoy en un momento en el que no doy abasto porque intento, a la vez, cambiar el enfoque que tiene el consumidor a la hora de comprar. Estamos malacostumbrados a la inmediatez.
¿Cómo se traduce esto en el día a día?
Llego a trabajar a las 9 y dependiendo del día me voy sobre 22 o 23. Echo todo el día, como, meriendo, todo, y luego los fines de semana tengo los talleres. Es que si no hago los talleres en mi día libre, ¿cuándo los hago? Porque el quitarme un día entre semana es un día que me quito de trabajo y se me descuadra toda la agenda. También me pasa cuando me dicen que quieren tener una reunión… vale, pero te puedo dar 20 minutos tal día y a tal hora. No darte una mañana entera porque ya me estás quitando una mañana entera de trabajo.
¿Cuál es la pieza que más te ha gustado hacer?
La de Mu sentía. Es verdad que llegó un punto en el que dejé de hacerla porque, aunque repita la frase, el tema de la ornamentación nunca es igual. Nunca jamás he hecho dos piezas iguales, siempre algo he cambiado y son piezas totalmente diferentes, pero claro, es una pieza con la que muchas personas se sienten identificadas y tiene una demanda bastante alta. Llegó un punto en el que me planteé si estaba siendo ética conmigo misma y con lo que yo defiendo respecto al tema de la producción. Sentía que de tanto repetir la frase estaba produciendo y no creando la pieza. Entonces paré. Pero es la pieza a la que más le tengo más cariño, con la que empecé también: una taza que ponía lo de Mu sentía. De vez en cuando la hago pero no repito más de tres veces en un mes la frase porque siento que no estoy siendo acorde a lo que defiendo y no me siento bien haciéndola. Además, se me nota un montón cuando se me cruza algo, no me sale bien el trazo o se rompe la pieza (risas).
¿Y qué encargo es el que recuerdas con más cariño?
Me pidieron un plato para una pedida de mano, con una frase que yo no entendía, pero para ellas tenían mucho significado. Me pareció muy curioso porque dices “le va a pedir la mano con mi plato”. En ese momento sentí como “que está pasando, se me está yendo esto de las manos” porque ya no era algo que la gente compre como producto utilitario o como decoración, sino que va un poco más allá, de la unión de dos personas, de mostrar afecto, de mostrar, cariño, de mostrar amor a otra persona a través de una pieza que he hecho.
¿Cómo es tu proceso de producción?
Normalmente utilizó el torno. Las piezas se pueden hacer de muchas maneras, pero trabajo más la parte alfarera. Creas la pieza y tienes que esperar a que seque un poco, que se le vaya la humedad para lijarla y afinarla, que quede una superficie lisa. Depende si es verano sin invierno, esperas un par de días o menos . Una vez que se seca completamente se cuece en el horno y lleva una primera cocción que se llama bizcochado, cuando sale la pieza se lava con agua y un estropajo, la pintas, dejas que se seque, se esmalta y la vuelves a meter en el horno. Cada pieza lleva dos cocciones. Mi problema es que no tengo horno, es lo único que delego de mi trabajo.
También has abierto una línea de joyería
Es algo que siempre he tenido muchas ganas de hacer y por temas económicos nunca me he lanzado porque también era una inversión de materiales como la plata o las piedras preciosas. Tuve un huequillo en medio de todo el caos que me permitió hacerlo y no ha tenido muy buena acogida. Es lo que conlleva introducir un producto nuevo porque la gente que me sigue lo hace por la cerámica, no por la joyería, pero tengo claro que en algún momento llegará su oportunidad.
¿Hay piezas que te resulten más laboriosas de hacer? ¿Algunas con la que más disfrutes?
De lo que suelo trabajar quizás las tazas. La creación del asa es algo más complicado. Cuesta bastante pegarlas y que queden bien porque una vez que se seca la pieza puede tener alguna grieta en el vaso. Que las paredes queden homogéneas, finas, que no pesen mucho… es más laboriosa.
Y disfruto con los jarrones porque puedes jugar con la forma. Al final la taza es una taza y te la hace cualquiera, pero un jarrón con una forma rara, con un cuello estrecho, un cuello alto, me gusta mucho.
¿Tienes referentes en el mundo de la alfarería?
No tengo muchos, la verdad, porque las piezas que en el estudio cojo como referencia son tan antiguas que no tienen ni siquiera firmas, no tienen una casa. Es verdad que la cerámica granadina sí que se conoce y es un referente que utilizo bastante, pero hay otras piezas que son de Córdoba, que son de Cádiz, que son de Jaén, con la ornamentación muy parecida a la de Granada o la gente la asocia con Granada, pero son de allí. Como referentes tengo lo que nos ha dado la artesanía de nuestros antepasados.
¿Y la cerámica ahora mismo, en qué situación está en Andalucía?
Por suerte y por desgracia ahora mismo es una moda. Y como moda, acabará pasando. A nosotras a nivel laboral nos perjudica porque está subiendo muchísimo el precio de los materiales, el barro está supercaro porque, claro, todo el mundo quiere hacer cerámica, ha subido una barbaridad. Por la parte laboral puede aprovecharlo al estar de moda. La gente está receptiva, quieren hacerlo y si sabes gestionarte sacas talleres de formación o das cursos. La verdad es que en mis talleres recibo tanto a gente que lo hace por hacer y está más tiempo haciendo fotos que trabajando la pieza. Luego tengo a gente a la que le interesa mucho lo que está trabajando, quiere conocer el material que maneja. Ahora hay un boom y mucha personas se está lanzando a alquilar locales y crear estudios en torno a la cerámica, algo que a mí personalmente me da un poco de susto porque muchas veces se toman unas licencias para explicar algo sin tener una formación o una capacidad de enseñanza que...
Ahora que está de moda y hay tanto taller, ¿cómo analizas la posibilidad de dedicar una parte a la formación?
Para lanzarse a abrir ese tipo de negocio primero tienes que saber, tienes que comprometerte a cumplir, porque vas a tener alumnos que requieren de tus conocimientos y de tu experiencia, tiene que haber ese compromiso. No sé si en algún momento daré ese tipo de formaciones. Ahora mismo, por mi situación y por la cantidad de trabajo que tengo, no me podría comprometer hasta el punto de estar enseñando al 100% . Lo que hago es dar clases de iniciación a la decoración cerámica porque es hasta donde puedo llegar ahora mismo, es con lo que me siento cómoda. Sé que ahí voy a responder bien y que al menos por mi parte la gente se va a ir con un aprendizaje
Empecé a dar esos talleres porque de alguna manera quería acercar la cerámica andaluza a la gente y, por otra parte, porque tenía la oportunidad de enseñar la entraña y la raíz de la cerámica. Yo parto de la experiencia porque todo lo que sé es autodidacta. Tampoco comprendo muy bien porque en el mundo de la cerámica hay tanto recelo y secretismo. Realmente nadie te enseña las cosas 100%. Nadie te enseña que si haces esto con esto pasa esto otro o cómo puedes arreglar aquello. Los trucos de la experiencia no se enseñan. Así que me hace gracia cuando veo estos talleres y el resultado que tienen en el alumnado. También me da mucha pena porque me siento muy identificada, yo he estado ahí, en talleres donde no sabía lo que estaba haciendo, dando un dinero al mes si aprender nada. Abren el local, te viene una persona que quiere hacer algo y no es que la persona no sea capaz de hacerla: es que tú no eres capaz de enseñarle.
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Has participado en eventos grandes, además, has hecho alguna colaboración también. Me gustaría preguntarte qué es lo próximo, pero siempre queremos más y más de las creadoras, saber qué viene después.
Mi último evento grande fueron los Premios Grammy Latinos. LLevó mucha carga de trabajo durante muchos días. El mismo día de los Premios no eres consciente de todo, tampoco te permites disfrutarlo al 100% y ya te está la gente diciendo: ¿y lo próximo que es? Y tú piensas: vamos a ver, déjame disfrutar de este momento porque con todo lo que llevo arrastrado ya, por fin ha llegado el día. Voy a disfrutarlo y a gestionarlo durante al menos una semana y, después, ya veréis lo que viene. Muchas veces te preguntan y no tienes nada y a mí al menos me genera mucha ansiedad decir: no tengo nada pensado o es que no tengo ningún proyecto planteado. También te pones la tesitura de decir “necesito buscarme algo porque la gente está esperando de mí un superproyecto”.
Hay días que pesan más que otros. Y lo que más me está pesando últimamente es estar sola, pasar mucho tiempo sola
Pero después de unos Latin Grammy, ¿qué proyecto va a venir? Intento hacer el ejercicio de, organizarme por semanas. De aquí al mes que viene tengo que sacar un restock de 260 piezas. Esas piezas me las divido entre los días de la semana: cada día hago tantas piezas. Por semana también me planteo todo: qué día hago la foto y cómo las voy repartiendo. Así me organizo. También, soy mi gestor y llevo todo el tema de contabilidad, al día. Hay días que dices: pararía aunque sea media hora, pero… ¿Qué hago? Hay días que pesan más que otros. Y lo que más me está pesando últimamente es estar sola, pasar mucho tiempo sola. Siempre he trabajado en equipo, en agencias o en estudios, así que, claro, no es lo mismo echarte tus 8 horas con compañeros a estar contigo misma como compañera. Tú te contestas a ti misma, tú te cuestionas a ti misma y tú te tienes que responder a ti misma, y eso es lo que más me pesa. La soledad. Sí que se agradece que de vez en cuando se pase alguien a saludar, pero claro, volvemos lo mismo de la producción: me encantaría echar un rato contigo, pero tengo que seguir y continuar trabajando.
Pero pasar todo el día aquí, con tantas horas, tantos días… ¿Cómo lo ves a medio plazo?
Es un poco contradictorio, pero a la vez también es la única manera que estoy encontrando de poder sacar un beneficio económico y mantener esto porque es que si no lo hago así… Ahora mismo, tal y como la infraestructura que tengo, el personal que tengo y la manera que tengo de hacerlo, me da para sacar lo mínimo. Hay muchos meses que cuesta y yo sé que a la larga esto no lo voy a poder mantener de esta manera. Pero también soy una persona que se reinventa y sé que en algún momento, cuando sienta que esto ya puede conmigo, voy a saber enfocarlo de otra manera. Voy a estar en otro proceso, en otro momento vital distinto al de ahora, y voy a saber encajarlo de otra manera, pero ahora mismo es lo que hay. Y sí, me siento afortunada porque luego lo pienso y digo, al menos estoy haciendo lo que quiero. He trabajado en muchos sitios, he tenido la experiencia de hacer cosas que no me gustaban, cosas que más hacían sentir mal. Y aun así, no pienso eso de “no es trabajo porque hace lo que quieres”. Es trabajo, es trabajo y una putada, pero totalmente vaya. Aun así me puedo permitir libertad creativa que es lo que es a mí más me frustraba y gestionar también mi tiempo porque, bueno, trabajo así durante la semana, pero si un día necesito, paro. Me voy a Almería, me voy a Jaén o me voy a donde sea y ese día ya lo recuperaré. Creo que al final la cuestión es gestionar el tiempo bien y no parar de trabajar, el resultado merece la pena.
¿Qué experiencia te traes de haber trabajado en un evento internacional como los Grammy Latinos?
La verdad es que la experiencia que estoy teniendo cuando me salen clientes es que no te buscan a ti, ni buscan tu trabajo; buscan a alguien que haga lo que ellos tienen en mente y en este caso buscaban una ejecutora de ideas. Por suerte también he tenido clientes grandes que me buscaban por mi trabajo en sí, y cuando llegan esos encargos es muy bonito. Empezó todo muy bien, el planteamiento muy bien. Hubo muchos cambios y había una empresa intermedia: de 100 platos pasaron a 500 platos. A cuatro días del evento me cambiaron los colores, estuve sin dormir pidiéndole al dueño del horno para que me abriera el fin de semana y, claro, tienes que llenar el horno entero. Tuve que hacer un mogollón de piezas en dos días para cargarlo y se rompieron un montón de veces. Me quitaron frases y al final directamente no querían palabras, solo querían dibujos. Entonces, si mi trabajo es esto y me estás quitando la identidad, no quieres lo que yo hago. Quieres alguien que te haga
La cerámica artesana de Casa Peña Slow Atelier no iba a escapar de la turistificación. Hacemos esta entrevista en el local que Cristina Peña tiene en Churriana (Málaga) pero verá a la luz cuando su taller haya encontrado un nuevo espacio en Úbeda, ciudad de tradición artesana que ha acogido la marca, los utilitarios, sus ideas, los talleres y a la propia artista.
un dibujito, que te quede mono. Y luego está la infraestructura porque soy una sola y en un mes no puedo hacer 500 piezas. Fue todo una lucha bastante agobiante. Estuve unos meses trabajando solo en eso, pero al final el trabajo que presenté estuvo a la altura y estoy muy orgullosa de lo que hicimos.