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Biodiversidad
Sin animales ni biodiversidad, moriremos
La comunidad científica lleva años alertando: si destruimos la vida silvestre, el ser humano se extinguirá. La XIV Conferencia sobre Biodiversidad de las Naciones Unidas pretende ser la antesala de un gran acuerdo global para proteger la naturaleza que se firme en 2020. El informe Planeta Vivo 2018 de WWF señala que la población animal y vegetal decrece a un ritmo alarmante: el 60% de la vida silvestre ha desaparecido entre 1970 y 2014.
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
“Esto es lo que va a pasar: al destruir los ecosistemas, las especies y la diversidad cultural, automáticamente estamos asegurando nuestra propia extinción”. La frase la pronunciaba la directora ejecutiva de Convención de Diversidad Biológica de las Naciones Unidas (CBD, por sus siglas en inglés), Cristiana Pasca Palmer, el pasado julio. Ahora, el último Informe Planeta Vivo del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) deja una cifra desoladora: las poblaciones de vida silvestre han disminuido un 60% en menos en poco más de 40 años.
Un grupo de 28 científicos, liderados por el Stockholm Resilience Centre, un instituto de investigación independiente especializado en desarrollo sostenible, presentaba en 2009 los nueve límites que no se debían traspasar bajo ningún concepto si queremos que el sistema Tierra se mantenga sin alteraciones importantes que acaben con su equilibrio y, por tanto, con la vida tal como la conocemos. Son las bases mínimas para mantener “un espacio operativo planetario seguro”, tal como lo enuncian. Cuatro ya están comprometidos peligrosamente, según un estudio del propio director del SRC, Johan Rockström. La biodiversidad, por supuesto, es uno de ellos.
Soporte vital
“La biodiversidad es de crítica importancia para nuestra existencia, es nuestro único sistema de soporte vital. Nuestro mundo está en tal cambio constante que podemos ser la primera especie que se extinga mientras documenta su propia extinción”, señalaba Pasca. La responsable del CBD tiene este mes la importante misión de coordinar a los gobiernos de los 196 países que se van a reunir en la XIV Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP14).
La cita tendrá lugar en Sharm el-Sheikh, Egipto, entre el 13 y el 29 de noviembre, y tiene como objetivo terminar de definir las bases para firma de un gran acuerdo global para proteger la biodiversidad, al estilo de los Acuerdos de París respecto al cambio climático. Sin embargo, la responsable se queja de la falta de interés de los gobiernos, a pesar de que este es un problema del calibre del calentamiento global. Estados Unidos, por ejemplo, no formará parte de la COP14.
“Llamo a todos los gobiernos a mandar un mensaje claro en la COP14 que proteger las biodiversidad es fundamental para nuestra supervivencia y el bienestar de todo el mundo, en todas partes”, apuntaba Pasca a finales de Septiembre desde el encuentro preparatorio de la conferencia que tuvo lugar entre el 24 y el 26 de septiembre en Apia, Samoa. La exministra de Medio Ambiente de Rumanía remarcaba además que “la ambición y visión de éxito para un marco de biodiversidad global post 2020 serán críticas en las discusiones sobre los preparativos para este proceso”.
El objetivo último de Pasca es conseguir un amplio consenso global sobre la protección del medio ambiente para 2020 durante la COP15 que tendrá lugar en China. Sería un marco que sucedería al Plan Estratégico de Biodiversidad 2011-20, actualmente en vigor, que contiene las Metas de Biodiversidad de Aichi adoptadas en 2010 durante la COP10 de Nagoya (Japón). Objetivos que, a todas luces, no han conseguido frenar la llamada Sexta extinción masiva de biodiversidad, el mayor y más rápido proceso de pérdida de vida sobre el planeta desde el evento que se vivió en el Cretácico y que acabó con los dinosaurios.
DESASTRE PLANETARIO
El informe de WWF señala que el Índice Planeta Vivo —la unidad que registra el estado de la biodiversidad global al medir la abundancia poblacional de miles de especies de vertebrados en todo el mundo —“muestra una disminución general del 60 por ciento en el tamaño poblacional, ocurrido entre 1970 y 2014”, algo especialmente pronunciado en los lugares con mayor abundancia de especies: los trópicos. En regiones como América del Sur y América Central la cifra aumenta dramáticamente hasta el 89%.
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Respecto a tipología de hábitats, el índice de Agua Dulce, que mide el estado de este tipo de ecosistemas, más frágiles y con menor tolerancia a cambios y contaminantes, presenta una disminución de nada menos que el 83% desde 1970.
Es un desastre sin precedentes que supone inmensas alteraciones de la cadena trófica —o alimenticia—, el proceso de transferencia de sustancias nutritivas a través de los diferentes seres vivos. La pérdida de poblaciones y la extinción de especies supone la muerte de otras de las que se alimentan o de las que dependen, en una sucesión de consecuencias en cadena que finaliza con un desierto vital, Homo sapiens incluido.
Humano responsable
Para WWF, el consumo humano desenfrenado “es el motor detrás de los cambios planetarios sin precedentes que estamos presenciando, debido al aumento en la demanda de energía, tierra y agua”. Así, sin olvidar el cambio climático, los principales motores de la disminución de la biodiversidad siguen siendo la sobreexplotación de especies, la agricultura y la conversión del suelo.
Así, la organización conservacionista “queda claro es que sin un cambio drástico que traspase los límites del escenario acostumbrado, continuará la disminución severa actual de los sistemas naturales que sustentan las sociedades modernas”. Sin embargo, remarcan que “actualmente hay una ventana de oportunidad única para revertir esta tendencia”, precisamente con el establecimiento de las metas posteriores a 2020 del Convenio sobre Diversidad Biológica y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Con esta pesada mochila la COP24 se centrará en cómo integrar la visión de la CBD sobre la pérdida de biodiversidad en sectores globales clave para el medio ambiente como la minería, las infraestructura, la industria, el consumo o la alimentación. Nada fácil en el mundo del capitalismo galopante del siglo XXI. Próxima estación, Sharm el-Sheikh.
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En la nueva sociedad de lo simbólico, hemos reemplazado la acción por la representación.
Las reuniones con un gasto exorbitante de aviones, de comida, de hoteles ya deberían de prohibirse para estas reuniones, no es posible que sigan en las mismas. Por otra parte, es necesario ya bloquear el consumo de las transnacionales que son las que están ocasionando este problema Planetario, sin embargo, son las que aportan también financiamiento para la "conservación", dejar de consumir carne y alimentos que se producen a gran escala es urgente, no se habla claro, los organismos internacionales quieren seguir obteniendo privilegios económicos, su entendimiento es económico solamente.