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Crisis climática
Repsol destina el 82% de sus inversiones a más combustibles fósiles mientras aumenta sus emisiones un 16%
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Un nuevo informe deja a las grandes petroleras europeas muy mal paradas en lo que respecta a sus compromisos y su contribución para frenar la crisis climática. Repsol, como principal multinacional española dedicada al negocio fósil, es una de las más señaladas por Greenpeace. La organización medioambiental acaba de publicar su informe Las sucias doce. El blanqueo en verde de 12 petroleras europeas, en el que sale a la luz que, a pesar de las promesas de descarbonización, las empresas europeas dedicadas al negocio fósil proyectan una falsa imagen y siguen, en pleno 2023 de récords climáticos, invirtiendo en más combustibles fósiles.
El caso de Repsol es paradigmático. Nada menos que el 82% de sus inversiones realizadas en 2022 se ha dedicado al negocio de las energías fósiles, principalmente extracción y refino, según los datos que maneja Greenpeace. Además, lejos de decrecer las áreas más contaminantes y cruciales para frenar la crisis climática, la previsión de volumen de producción de petróleo y gas hasta 2030 se mantiene estable.
Es algo que choca con la realidad en un mundo que acaba de registrar su mes de julio más cálido de la historia, y una España en plena ola de calor —y azotada por la sequía— que vivió el 2022 más cálido desde que hay registros, al igual que ocurrió en la primavera de 2023. También se estampa contra la imagen que la multinacional, como suele ser habitual en el sector, lanza al mundo, con imágenes de paneles solares abriendo sus webs y anuncios dedicados a su sector de renovables.
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Respecto a esto último, la ONG ambientalista resalta que solo el 0,82% de la producción energética de Repsol en 2022 fue renovable. Son cifras que hacen de la multinacional presidida por Antonio Brufau y que tiene a Josu Jon Imaz como consejero delegado haya ascendido al primer puesto de las llamadas Big Polluters en España, las empresas con mayores emisiones de gases de efecto invernadero. De hecho, los gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera por Repsol en 2022 aumentaron un 16% en 2022, lo que afianza una trayectoria creciente al respecto.
Humos y beneficios
El informe Descarbonización 2023, publicado en mayo por el Observatorio de Sostenibilidad (OS), que analiza las grandes contaminadoras del Estado español, dejó claro que Repsol no se salía de la senda, pues repetía por segundo año consecutivo como la empresa que más emisiones de gases de efecto invernadero emitió en 2022. Es un puesto que en 2021, y por primera vez en muchos años, una petrolera arrebataba a una empresa dedicada al mercado eléctrico en España, una posición que había ocupado Endesa históricamente, en segunda posición del ranking de la polución.
Con 12,4 millones de toneladas de CO2 emitidas a la atmósfera solo en 2022, la contribución de Repsol es una de las claves para que España incrementase nada menos que un 9% sus emisiones en dicho año, tal como apunta el último informe al respecto del OS, pues las empresas más contaminantes son responsables del 20,5% de las emisiones registradas en el mercado de carbono.
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Con beneficios del 70% —4.251 millones de euros— respecto al año anterior y con datos como los publicados hoy por Greenpeace, nada hace creer que la compañía vaya a entrar en la senda de la descarbonización a pesar de la que está cayendo y de que fue la primera de las doce petroleras europeas analizadas en el estudio en comprometerse a ser una empresa cero emisiones en 2050. Lo hizo en 2019, aunque desde entonces las previsiones de cómo será el mundo en 2050 no han mejorado precisamente.
Para el portavoz de la Campaña de Combustibles Fósiles y Cambio Climático de Greenpeace, “los beneficios milmillonarios de las petroleras no pueden seguir traduciéndose en más crisis climática, en daños a la salud y al bolsillo de las personas”. Frente a ello, pide a los Gobierno que dejen de dar subsidios a estas empresas y promueva “una regulación firme para reducir a más de la mitad las emisiones en 2030 y llegar a una descarbonización total en 2040”.