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Camino al paraíso
Este valle no se toca
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Lo reconozco, no he ido. Pero tengo pensado hacerlo, probablemente este verano. Hay un regusto extremadamente agradable en pasear por áreas que estaban sentenciadas a muerte, pero que hoy mantienen su vida y sus ecosistemas impertérritos, sobre todo cuando eso es fruto del empeño y la movilización de mis congéneres. Por aclarar, entiéndase por congéneres los sapiens con las capacidades humanas desarrolladas, homínidos en los que no prevalecen las características consideradas más “inhumanas” —seres despiadados, insensibles, insolidarios, incapaces de empatizar— tan de moda hoy en día. Ocurre lo mismo con esos espacios que han permanecido inertes durante décadas y que ahora se han recuperado. El río gris, estancado y muerto por el que paseó mi abuelo hoy fluye con alegría y en él habitan peces y aves que ya quisieran otros aprendices de río. No hay día en el que no se escuche el vivo chillido de algún sorprendido enano cuando avista alguna de las aves más grandes. También hubo que luchar por él, y ganamos, aunque ahora toca movilizarse de nuevo para frenar la última estupidez en forma de agresión lumínica a su ecosistema.
La Canal Roya se salvó, al menos de momento. Ese nombre de cauce fluvial se refiere en realidad a un gran valle glaciar del Pirineo Aragonés, en plena frontera con una de las joyas naturales francesas —el Parc National des Pyrénées— y a la sombra de un icónico pico, el Anayet. Me cuentan buenas fuentes que el lugar es especialmente rico en lo que se refiere a naturaleza, pues aunque los humanos hemos colonizado sus escarpadas fronteras, principalmente en el lado aragonés, está prácticamente virgen gracias a su complicado acceso. Con más de mil especies de flora en su seno, es territorio de quebrantahuesos, águilas reales, rebecos y marmotas, además de corredor ecológico con el vecino espacio natural. Sin embargo, parece que todo eso no le hace digno de poseer ninguna figura legal de protección.
Todos los intentos de proteger la Canal chocaron con un proyecto que pretendía invadirlo de torres y telecabinas para el beneficio —económico, no ecosistémico— de unos pocos humanos
“Ni siquiera es Red Natura 2000. Se le excluyó expresamente desde los años 70 y 80”, lamenta Paco Iturbe, de la Plataforma por la Defensa de las Montañas de Aragón. ¿Cómo es posible si la zona es tan rica? Porque la historia que nos atañe hoy no es nueva, y todos los intentos de proteger la Canal chocaron con un proyecto que pretendía invadirlo de torres y telecabinas para el beneficio —económico, no ecosistémico— de unos pocos humanos. En concreto, del holding aragonés de la nieve en Aragón, Aramón (Ibercaja y el Gobierno de Aragón), y los propietarios privados de Astún (Parque Residencial Miraflores, es decir, la familia del constructor Jesús Santacruz) y Candanchú (Ibernieve, o sea, las familias Yarza, Alierta, Forcén y Soláns).
La maldición de la Canal Roya es ser el espacio comprendido entre las estaciones de esquí de Astún y Candanchú, a solo tres kilómetros una de otra, y la de Formigal, a unos diez de estas pero a 80 por carretera debido a la orografía. “Desde el momento en que se creó Astún —en 1976— empezaron a plantear la posibilidad de crear una especie de megaestación a través de una interconexión”, cuenta Iturbe. El último intento vino de la mano de los fondos NextGeneration de la UE, creados para hacer frente a la pandemia y, en teoría, fomentar la descarbonización. El plan: anclar 37 pilonas de grandes dimensiones a lo largo de la Canal para sustentar un telecabina de ocho kilómetros que uniría Astún con Formigal, con al menos tres estaciones intermedias. El proyecto necesitaría, por supuesto, la construcción de una carretera de acceso a las obras que más tarde diese servicio a la infraestructura. Eso implica voladuras y grandes corrimientos de tierra, o lo que es lo mismo: acabar con la fisionomía del valle y, de paso, con el hogar de los seres que allí han encontrado refugio desde hace milenios.
Cuenta Iturbe que la Canal Roya y su área colindante están bajo la mirilla del capital especulador del Pirineo desde los años 70, especialmente para la construcción de apartamentos y urbanizaciones ligados al proyecto de interconexión y a un turismo de nieve que cada año constata cómo cae menos del cielo. “Aquí se han vuelto locos muchas veces y han hablado de unos delirios imposibles de cumplir, pero siempre fueron detrás de proyectos así”.
La última batalla por la Canal Roya se ganó cuando el anterior Gobierno renunció a los fondos para el proyecto. Y la paz siguió como siempre en este valle
Hay que decir que si el último intento de destruirlo fracasó, también lo hizo el de protegerlo indefinidamente. PP, Vox, PAR y PSOE tumbaron la moción autonómica que presentó Aragón-Teruel Existe para declarar la Canal Roya, junto a la vecina Canal de Izás y la sierra de la Partacua, parque natural. Pero cero desánimo, en esta historia triunfan los valores y el activismo ecologistas frente al beneficio inmobiliario. Iturbe habla de una campaña en la calle y en los medios; de manifestaciones multitudinarias históricas en Jaca y Zaragoza; de apoyo mediático de sectores científicos y deportivos; de viajes a Bruselas a exponer las razones por las que los NextGeneration no podían financiar tal proyecto; de apoyo de clubes de montaña, de organizaciones ecologistas y sociales, también locales; de pequeños ayuntamientos contra el gran capital regional aragonés; de cientos de acciones de protesta, desde un festival de música hasta la reciente Marcha a Canal Roya, pasando por miles de pancartas colgadas en pueblos y hogares de todo el Alto Aragón. La última batalla por la Canal Roya se ganó cuando el anterior Gobierno renunció a los fondos para el proyecto. Y la paz siguió como siempre en este valle por el que discurre el primer afluente del río Aragón por su margen izquierda.
Una advertencia de Paco para terminar, no vaya a ser que nos despistemos, que desde algunos sectores del nuevo Gobierno aragonés de PP y Vox no acaban de ver enterrado del todo el plan: “El proyecto está bloqueado, pero no está cerrado del todo hasta que la zona no se declare parque natural”. Ya sabéis, ojo avizor.
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Hemos llegado a los límites del crecimiento. Sin embargo, unos pocos ricos (como los que nombra el artículo) se empeñan en seguir creciendo (ellos sólo, los demás no podemos), y eso ya sólo lo pueden conseguir a costa de decrecer a los demás, decrecer la Naturaleza protegida, saquearla, y saquear nuestros cuerpos.
Es La Canal Roya, en aragonés es femenino, como La Canal de Berdún