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Cárceles
Denuncian desigualdades y vulneración de derechos de las mujeres presas en la cárcel de Puerto III
Módulos mixtos, falta de acceso a recursos y programas laborales, deficiencia de atención especializada para situaciones de drogodependencia y de salud mental entre otras irregularidades son las que tienen que enfrenar día a día las 100 mujeres presas en la cárcel de Puerto III. Ante esta situación la APDHA ha interpuesto una queja ante el Defensor del Pueblo Español basado en el testimonio de presas y familiares, con el objetivo de denunciar “la situación totalmente injusta y discriminatoria” que viven estas mujeres.
Una situación que vulnera lo establecido en la Ley Orgánica General Penitenciaria en su artículo 16 que recoge que “Cualquiera que sea el centro en el que tenga lugar el ingreso, se procederá, de manera inmediata, a una completa separación, teniendo en cuenta el sexo, emotividad, edad, antecedentes, estado físico y mental y respecto de los penados, las exigencias del tratamiento”.
“El hecho de que sean menos en número no tiene que conllevar que su cumplimiento de la pena sea más duro y con menos recursos”, comenta la abogada Marta Horno
Puerto III es una cárcel tiene en la actualidad 1.279 personas reclusas, lo que la convierte en el centro más poblado del estado español. Del total 100 son mujeres reclusas. Esta institución penitenciaria cuenta únicamente con un módulo para las mujeres presas: el Módulo 13 y un módulo productivo mixto, que alberga a las personas que acceden a un trabajo remunerado. La Asociación de Derechos Humanos ha denunciado, en la carta que ha enviado al Defensor del Pueblo Español a la que El Salto Andalucía ha tenido acceso, que en el Módulo 13, donde se encuentran la mayoría de mujeres presas, hay una ausencia de programas, formación, cursos, talleres y actividades.
Además, este módulo se trata de un espacio conflictivo “que alberga a todas las internas con independencia de su situación procesal (penada / preventiva), perfil delictivo (primaria / reincidente), edad, estado de salud mental o exigencia del tratamiento, situación”. La denuncia recoge que debido a esta falta de medios la única opción que una mujer tiene “de evolucionar” es a través del acceso a un trabajo remunerado “y de sobra sabe esta institución a la que nos dirigimos de las pocas posibilidades de acceso a un puesto de trabajo remunerado en prisión”, incide el texto.
Cárceles
La cárcel: mujeres en un mundo de hombres
Marta Horno, abogada de la sección de cárceles de la APDHA comenta que en el módulo “no se destinan recursos de ningún tipo, están olvidadas, apartadas”. Una situación en la falta de recursos general en los centros penitenciarios se une a que “hay una desigualdad evidente y una discriminación”, comenta Horno a lo que añade: “El hecho de que sean menos en número no tiene que conllevar que su cumplimiento de la pena sea más duro y con menos recursos”.
Esta falta de infraestructuras para las mujeres que se encuentran cumpliendo condena en Puerto III infringe además de la normativa penitenciaria la Constitución Española, específicamente el art. 14 relativo al trato igualitario de las personas y el art. 25 que expone que “Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social. En todo caso, tendrá derecho a un trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social, así como al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad”. Horno insiste en que esta vulneración afecta en el desarrollo de las mujeres presas: “Si tú entras en prisión con una serie de carencias y problemas que te llevan a delinquir, se supone que el fin es la reinserción social no al castigo. Si cumples todos los años de condena sin acceder a esos recursos no tiene sentido”.
"Las mujeres que entran en prisión tienen menos atención con respecto a la familia, cuando el hombre entra en prisión recibe visitas de la madre, la novia, la prima, etc. Cuando entra la mujer en prisión se ve muy sola”, expone la abogada María Luisa Díaz.
Además, las opciones de formaciones laborales a las que acceden las presas no “nos cuentan que están muy marcados por los roles de género”, comenta Horno, “los talleres a los que optan los hombres tienen más salidas laborales”.
Mujeres en prisión
La población de mujeres encarceladas en los 92 centros penitenciarios del estado español supone tan solo un 7,7% del total. Una cifra que aunque sea mucho menor que la población masculina se encuentra por encima de la media europea según el Informe SPACE I del Consejo de Europa de 2021 que recoge que la media de mujeres presas en la UE es de tan solo un 4,4%.
Las más de 4.518 mujeres que se encuentran privadas de su libertad en el estado español lo hacen entre los tres centros penitenciarios exclusivos de mujeres en Alcalá de Guadaíra, en Madrid y en Ávila, y en otras cárceles mixtas que tienen módulos de mujeres. Lo que en muchos casos supone que las mujeres se encuentren a distancia de su lugar de origen en este sentido María Luisa Díaz Quintero, abogada de Federación Liberación, comenta que esta realidad “Desestructura a las mujeres de su arraigo familiar”.
Este desarraigo incide en la soledad que las mujeres que se encuentran en prisión: “las mujeres que entran en prisión tienen menos atención con respecto a la familia, cuando el hombre entra en prisión recibe visitas de la madre, la novia, la prima, etc. Cuando entra la mujer en prisión se ve muy sola”, expone Díaz.
Cárceles
Encerradas
Es importante ajustar el sistema penitenciario, diseñado por y para hombres, a la realidad de las mujeres presas para garantizar los derechos básicos de cualquier ser humano y para favorecer su posterior reincorporación a la sociedad.
Al estado vulnerable en el que se encuentran las mujeres en prisión por la falta de infraestructuras y protocolos que se adapten a sus necesidades se añade la cuestión de las maternidades en prisión. Las mujeres pueden tener a sus hijes en prisión hasta los tres años en el estado español, después la relación madre e hije se desarrollan en encuentros mediados por cristaleras. “Sienten mucha angustia cuando van pasando los días y saben que tiene que despedirse de sus hijos”, comenta la abogada. El sistema penitenciario no cuenta con la población de mujeres presas teniendo como consecuencia esta problemática invisibilizada en la que casos como el de Puerto III no es algo inusual.