Chiapas
El desplazamiento forzado en Chiapas: metáfora de la vida desnuda

Conversamos con la investigadora América Navarro sobre el desplazamiento forzado en Chiapas, más allá de un drama local y nacional, constituye una consecuencia global del capitalismo más voraz y enemigo de la vida.
Chiapas EZLN
Ocosingo, Chiapas. Fotos de Nacho Fradejas García.
5 jul 2025 06:00

El desplazamiento forzado es una tragedia que miles de personas sufren actualmente en diversas partes del mundo. Según cifras del ACNUR, el número de personas desplazadas por persecución, conflicto y violaciones de derechos humanos alcanzó los 123,2 millones en 2024, una cifra que se ha duplicado en la última década y que apenas logró disminuir en un uno por ciento en abril de este año, por primera vez en más de una década. En el caso de México, la misma agencia de las Naciones Unidas se refiere a las estadísticas de 2020 del Censo de Población y Vivienda del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), que contabiliza más de 262.400 personas desplazadas por inseguridad o violencia entre 2015 y 2020, y a la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2024 (ENVIPE), que estimó en 320.700 el número de hogares que se vieron obligados a desplazarse dentro del territorio nacional para protegerse de la delincuencia.

América Alejandra Navarro López, doctora en Geografía e investigadora del Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur de la Universidad Nacional Autónoma de México (CIMSUR-UNAM), ha dedicado gran parte de su trabajo profesional al análisis de este fenómeno. Nos reunimos un sábado por la mañana en un lugar de la ciudad de Morelia para hablar sobre el desplazamiento forzado en Chiapas, tema al que dedicó su artículo «Cincuenta años de desplazamiento forzado de indígenas en Chiapas, México. De los conflictos político-religiosos a los conflictos entre cárteles», publicado en la Revista de Geografía Latinoamericana en 2024. Una perspectiva de medio siglo basta para constatar la complejidad de un fenómeno cuyos aspectos locales, vinculados a la historia contemporánea del país, son a la vez una expresión de la lógica del capitalismo global que muestra la fragilidad del Estado (si no su complicidad) ante las violaciones sistemáticas de los derechos humanos de individuos y comunidades enteras.

En su trabajo como investigadora, relacionado con la geografía cultural de Carl O. Sauer, y más aún con la geografía histórica, la académica destaca la noción de frontera, tanto la política y más visible como la cultural y más difusa, pero sobre todo destaca lo que ella misma llama la frontera colonial, que entiende como “un espacio en sí mismo, distinto de la línea”. En su opinión, el signo colonial aún se detecta hoy en día en ciertas prácticas que implican una naturalización de la dependencia del exterior, como sucede con el propio conocimiento, dirá, “en el que somos malinchistas porque, para validarme, recurro a una revista extranjera”. Apoyándose en el concepto a largo plazo del historiador Fernand Braudel, no ve fácil escapar de esta forma de proceder, internalizada durante siglos, y ya de forma estructural. Sin embargo, rechaza el victimismo y aclara su desacuerdo con el anterior presidente, “que culpaba a España de todo y exigía cosas absurdas. El objetivo consistiría más bien en hacernos conscientes de que arrastramos ese pasado, que todavía hoy nos hace muy coloniales”.

A lo largo de la historia —explica la investigadora—, el argumento del espacio vacío ha sido el que ha servido para la ocupación ilegítima y la colonización. Un argumento basado en una invención, ya que “normalmente, siempre hay alguien, alguna comunidad o grupo social, pero eso incomoda al gobierno de turno. En Chiapas, son los indígenas”. Esa referencia al vacío y a la colonia me recordó el libro de Eduardo Subirats, El continente vacío (Ed. Siglo XXI, 1994), una obra marginada en España debido a su crítica demoledora a la colonización, en la que el autor hace una hermosa descripción de la experiencia que tuvo en San Juan Chamula, un lugar cercano a San Cristóbal de las Casas, en 1992, cuando presenció cómo el interior de la iglesia estaba habitado por personas que realizaban cultos locales y ofrendas a los dioses indígenas mientras, al mismo tiempo, se celebraba la misa. La investigadora también vio algo muy similar en el templo mencionado, donde, me cuenta, “no hay bancas, sino curanderos con gallos, gallinas, huevos, y todo está lleno de velas en el suelo. Ahí es donde realizan las purificaciones. Se ve a los indígenas hablando en tzotzil y al padre dando misa en español. Allí, la gente sigue realizando estos rituales. Van a pedir por los enfermos, por el niño, por el que ya falleció. Y algo muy interesante: en las purificaciones, a veces ya no se usa agua, sino Coca-Cola”.

Al pensar en las comunidades desplazadas que estudia la profesora Navarro, cabe preguntarse qué logran llevarse y conservar quienes no tienen más opción que desplazarse por el territorio, perdiendo el suyo propio. La profesora me da el ejemplo de los huixtecos, del municipio de Huixtán, en los Altos de Chiapas, quienes, al partir hacia un entorno geográfico diferente en la Selva de los Chimalapas, “se llevaron el templo, el Santo Patrón, la fiesta, la vestimenta, la lengua tzotzil. Las sociedades llevan consigo este tipo de identidad, nutrida por la cultura, por las prácticas: eso es lo que se llevan”. Una selección de rasgos identitarios forzados por las circunstancias del desplazamiento y no exentos de traumas duraderos. Esto es lo que sugiere la investigadora cuando, acertadamente, señala que lo hacen porque no pueden llevarse el cerro ni el cementerio. De hecho, enfatiza que “para las personas desplazadas violentamente, una de las peores tragedias es tener que dejar atrás a sus muertos”.

Etapas de la represión en Chiapas

Unos días antes de nuestra conversación, la académica había impartido una conferencia en el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana, donde mostró varios mapas que indican el agravamiento de los desplazamientos forzados en la zona de Chiapas, al sur del país. Era el resultado de medio siglo de violencia de diversos tipos, que se dividió en tres etapas. La primera, durante la década de 1970, estuvo vinculada a motivos políticos, religiosos y de control caciquil. Por otro lado, el segundo, de los años 90 a 2010, tuvo que ver primero con la activación de los paramilitares durante la presidencia de Ernesto Zedillo para combatir al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y luego con la militarización impuesta por el presidente Felipe Calderón, tras el Operativo Michoacán y la supuesta “guerra contra el narcotráfico”, que llevó la violencia a su máxima expresión, provocando “una explosión en todo México de desplazados, desapariciones, asesinatos, secuestros, cuerpos desmembrados”, y provocando que poblaciones enteras comenzaran a desplazarse por el país. “En Chiapas, al mismo tiempo que esto ocurría, se otorgaban concesiones para la extracción de hidrocarburos y minerales”, destaca el investigador.

La militarización siguió siendo una característica de la tercera etapa, que América Navarro ubica en el periodo de 2010 a la actualidad, algo que para ella justifica las críticas dirigidas al gobierno de la llamada Cuarta Transformación (4T) y al presidente Andrés Manuel López Obrador. “Es difícil dar crédito porque fue de izquierda, pero con López Obrador los militares salieron a las calles como algo normal. Su despedida del sexenio fue una modificación de la Constitución en la que se le otorgó mucho más poder a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA, actualmente Defensa) y en la que la Guardia Nacional pasó a formar parte de las Fuerzas Armadas. El país está militarizado de norte a sur. Eso es muy difícil para la población y, en términos de desplazamiento, intimida a las comunidades”. La investigadora también critica la simplificación que durante ese mismo sexenio hizo del narcotráfico el culpable de todo evento violento de cierta magnitud. “Obviamente -aclara-, no defiendo a los grupos criminales, pero digo que no son ellos solos, sino una diversidad de actores e intereses políticos los que están detrás de la violencia”.

El llamado crimen organizado y sus relaciones con las empresas trasnacionales que estaban interesadas en los recursos y el capital de la región

Los paramilitares, por ejemplo, fueron uno de esos actores ocultos que tuvieron impacto sobre el terreno. “Son grupos fuertemente armados que, en el caso de Chiapas, se han quedado. Muy pocos se atreven a decir que están ahí, sacando gente de los territorios”. Las cosas no eran nada sencillas. De hecho, resultaban complicadas al intentar separar la actividad de estos grupos de la del llamado crimen organizado, pero también al considerar sus relaciones con empresas transnacionales interesadas en los recursos y el capital de la región. “Esto está sucediendo a nivel mundial”, afirma el académico, “y lo vemos reflejado en Latinoamérica. Contratan a estos grupos criminales para que hagan el trabajo sucio, para “limpiar” el espacio o intimidar a la gente, con el fin de obtener titanio, por ejemplo, que es uno de los elementos, junto con la varita, que se encuentra en Chiapas. ¿Qué pasó en el norte del estado con las concesiones de hidrocarburos? Que Peña Nieto las detuvo en 2017, dado el activismo y la movilización política de la sociedad, al igual que en Acacoyagua. Pero están suspendidas, pero no canceladas. ¿Qué te dicen las personas que entrevistas en el campo? Bueno, están empezando a enviar grupos armados para intimidarlos. Pero no es algo que ocurra sólo en México”.

Por otro lado, el profesor detecta dos obstáculos principales que enfrenta el drama de los desplazamientos forzados en Chiapas y, en general, en México. Estos consisten, por un lado, en que no se respeta la ley del estado de Chiapas para atender a los desplazados y, por otro, en que no existe un marco general aplicable y que rija en todo el país. “Durante el sexenio de López Obrador, hubo varias leyes nuevas y reformas a la ley, pero no una ley general de atención a las personas desplazadas”, lamenta el académico, quien cree que para ayudar a frenar el problema, es urgente crear una ley general con una provisión de recursos que reconozca a los desplazados y prevea sanciones para quienes fuerzan el desplazamiento. La gente te dice: “¡Metan a la cárcel a quienes nos amenazan!”. Pero también, añade, “con base en esa ley, se le debe obligar a realizar un censo. La ONU lleva veinte años diciendo que faltan datos. Pero no se está haciendo, y no porque el gobierno desconozca el problema, sino porque no le interesa”.

Según la Fiscalía, existen más de 1400 registros de personas desaparecidas en Chiapas entre 2006 y finales de 2024

La investigadora aprovecha la oportunidad para aclarar que los datos que utiliza en su trabajo son públicos, obtenidos tanto de las Fiscalías Estatales como de la Federal. Lo que hace es procesarlos, extrayendo de cada expediente la información referente a la persona desaparecida (nombre, edad, hora de la desaparición, lugar, nivel de estudios...) y geo-referenciando la información, “ya que cada uno tiene una coordenada geográfica”. La integrante del CIMSUR-UNAM intenta actualmente cruzar esta información con la de las desapariciones forzadas, una de las peores tragedias que sufre el país, y que, según algunas organizaciones, alcanzó las 128,064 personas desaparecidas en 2025. Esto llevó a la ONU, a través del Comité contra las Desapariciones Forzadas, a emitir una resolución que califica las desapariciones en México como “sistemáticas y generalizadas”. La académica afirma que, según la Fiscalía, existen más de 1400 registros de personas desaparecidas en Chiapas entre 2006 y finales de 2024, desapariciones que se dispararon entre 2018 y 2024. “Estoy haciendo el análisis del mapa. Aún no he terminado, pero puedo decirles que donde observo que hay más desapariciones es en zonas urbanizadas y también donde hay coordinaciones de la Guardia Nacional. ¡Explícamelo!”.

La académica considera que debemos hacernos conscientes del impacto que tiene nuestro consumo global en comunidades como las que ella estudia

Nuestra conversación termina llena de desplazamientos, vacíos y desapariciones. Esto plantea una pregunta: ¿es el capitalismo hoy más que nunca un enemigo de la vida? La investigadora responde mencionando a Agamben y su noción de “vida desnuda”, que apunta a “aquellos sujetos —dice— que no tienen nada más que vida, y a quienes se les puede arrebatar porque son desechables. Sobre todo, se trata de la población joven”. Luego, añade: “¿Qué hizo Donald Trump? La misma gente que votó por él y que tenía ciertos programas sociales, de repente se los quitó porque los odiaba. Y ese discurso de “¡ay, nos traen fentanilo y nos hacen mucho daño!”, cuando en realidad parece que odia a esa pobre gente, que su existencia le molesta. En Chiapas, sólo el 8.1% de la población en 2023 no era pobre ni vivía en condiciones precarias. ¡Eso es gravísimo!”. Pronuncio la palabra exterminio para comprender la lógica que subyace a este deseo de muerte, de la muerte del otro. La profesora Navarro lo encuentra muy fuerte -y lo es-, pero admite que, “aunque es una lógica sutil, sí que extermina”.

A sus ojos, la industria extractiva que anida detrás de ciertos consumos no lleva al final nada bueno a las comunidades

Finalmente, la académica cree que debemos tomar conciencia del impacto que nuestro consumo global tiene en comunidades como las que ella estudia. Me pone el ejemplo del titanio, que, según su investigación, se utiliza principalmente para producir el color blanco. “Vivimos en un mundo muy frío, con espacios diseñados de cierta manera, y parece que no hay relación entre una cosa y otra, pero la hay”, dice. En su opinión, la industria extractivista que se esconde tras ciertos consumos no aporta nada bueno a las comunidades. “Solo reciprocidad negativa, como dice el antropólogo Claudio Lomnitz, a quien conoces. Lo veo desde la colonia, pero también lo veo hoy. Mis entrevistados viven en una reciprocidad negativa: siguen siendo pobres; por el contrario, ahora son más pobres y tienen cáncer por trabajar en las minas. ¿Y qué ha pasado con la comunidad? Nada. Les ofrecieron una escuela o les dieron el concurso de Señorita Maquiladora en el norte de México. ¿Y qué? Es absurdo”.

Por desgracia, es en este absurdo donde vegetamos actualmente, en un nuevo tiempo de oscuridad apenas iluminado por la luz estridente, artificial y pulsante que hierve en un batallón de pantallas para autómatas. Desde allí, es desde donde vemos genocidios mezclados con el entretenimiento más vulgar, la repugnante trivialización de la guerra y los cortocircuitos de una sensibilidad —la nuestra— en medio de un proceso de autodestrucción. Un colapso total que nos lleva a consumir la visibilidad de objetos que solo sirven para invisibilizar el sufrimiento real de los desplazados y el rastro de los ya desaparecidos. Con ellos, lo que desaparece es la sensación de una vida plena y decente, de una existencia digna de ser vivida al abrigo de la ambición y la violencia que tiñen de luto el planeta y atan el nudo de la vida desnuda —la vida en carne viva— alrededor del cuello de millones de personas, hasta el punto de matarlas. ¿Y entonces no sienten lo difícil que nos resulta respirar?

AGANTRO
O desprazamento forzoso en Chiapas: metáfora da vida núa

Conversamos coa investigadora América Navarro sobre o desprazamento forzoso en Chiapas, alén dun drama local e nacional, constitúe unha consecuencia global do capitalismo máis voraz e inimigo da vida.
Chiapas EZLN
Ocosingo, Chiapas. Fotos de Nacho Fradejas García.
5 jul 2025 06:00

O desprazamento forzoso é un drama que actualmente padecen milleiros de persoas en varias partes do mundo. Segundo cifras de ACNUR, o número de desprazados por mor de persecucións, conflitos e violación dos dereitos humanos ascendeu a 123,2 millóns de persoas en 2024, unha cantidade que se duplicou na última década e que apenas logrou diminuír o un por cento en abril deste ano, a primeira vez en máis dun decenio. Para o caso de México, o mesmo organismo de Nacións Unidas remite á estatística de 2020 do Censo de Poboación e Vivenda do Instituto Nacional de Estatística e Xeografía (INEGI), que contabiliza en máis de 262,400 as persoas que se desprazaron por mor da inseguridade ou a violencia entre 2015 e 2020, e á Enquisa Nacional de Victimización e Percepción sobre Seguridade Pública 2024 (ENVIPE), que estimou en 320,700 o número de fogares que foron levados a mudarse dentro do territorio nacional para protexerse da delincuencia.

América Alejandra Navarro López, doutora en Xeografía e investigadora do Centro de Investigacións Multidisciplinarias sobre Chiapas e a Fronteira Sur da Universidade Nacional Autónoma de México (CIMSUR-UNAM), dedicou unha grande parte do seu labor profesional a analizar este fenómeno. Citámonos un sábado pola mañá nun local da cidade de Morelia, para falar acerca dos desprazamentos forzados en Chiapas, tema ao que dedicou o seu artigo «Cincuenta años de desplazamiento forzado interno indígena en Chiapas, México. De conflictos político-religiosos a conflictos entre cárteles», publicado na revista Journal of Latin American Geography en 2024. Unha perspectiva de medio século que basta para comprobar a complexidade dun fenómeno cuxos aspectos locais, ligados á historia contemporánea do país, son á vez expresión de lóxicas do capitalismo global que amosan as fraxilidades do Estado (cando non a súa complicidade) perante as violacións sistemáticas contra os dereitos humanos de individuos e comunidades enteiras.

No seu traballo como investigadora, relacionada coa xeografía cultural de Carl O. Sauer, e máis aínda coa xeografía histórica, a académica salienta a noción de fronteira, tanto a política e máis visíbel como a cultural e máis difusa, pero sobre todo destaca o que ela mesma chama a fronteira colonial, que entende como “un espazo en si mesmo, diferente á liña”. Ao seu xuízo, o sinal colonial aínda se detecta hoxe en certas prácticas que implican naturalizar a dependencia con respecto ao exterior, como ocorre co propio coñecemento, dirá, “no que somos malinchistas porque, para que me validen, recorro a unha revista estranxeira”. Apoiándose no concepto de longa duración do historiador Fernand Braudel, non ve fácil escapar desta forma de proceder, interiorizada durante séculos, e xa nun certo xeito estrutural. Con todo, rexeita o vitimismo e aclara a súa discrepancia co presidente anterior, “que de todo culpaba a España e reclamaba cousas absurdas. O obxectivo consistiría máis ben en facernos conscientes de que cargamos con ese pasado, o cal aínda hoxe fainos ser moi coloniais”.

Ao longo da historia -explica a investigadora-, o argumento do espazo baleiro fora o que servira para a ocupación ilexítima e a colonización. Un argumento baseado nunha invención, pois “polo regular, sempre hai alguén, algunha comunidade ou grupo social, pero que lle incomoda ao goberno en funcións. En Chiapas, son os indíxenas”. Aquela referencia ao baleiro e a colonia lembroume ao libro de Eduardo Subirats, El continente vacío (Siglo XXI,  1994), obra marxinada en España pola crítica tan devastadora que fai da colonización, no que o autor realiza unha fermosa descrición da experiencia que tivo en San Juan Chamula, un lugar preto de San Cristóbal de las Casas, en 1992, cando presenciou como o interior da igrexa era habitado por persoas que realizaban cultos locais e ofrendas a deuses autóctonos mentres, ao mesmo tempo, se celebraba a misa. Algo moi similar vírao tamén a investigadora no devandito templo, onde, me di, “non hai bancas, senón curandeiros con galos, galiñas, ovos, e todo está cheo de velas polo chan. Aí levan a cabo as limpias. Ves a indíxenas falando en tzotzil e ao pai dando a misa en español. Aí a xente segue levando estes rituais. Van pedir polo enfermo, polo fillo, polo que xa morreu. E algo moi interesante: nas limpias, ás veces xa non se utiliza a auga, senón Coca-Cola”.

Ao pensarmos nas comunidades desprazadas que estuda a profesora Navarro, pode xurdir a pregunta sobre o que acadan a levar consigo e a conservar aqueles que non teñen máis remedio que moverse polo territorio namentres perden o seu. A profesora dáme o exemplo dos huixtecos, do municipio de Huixtán nos Altos de Chiapas, que, ao marchar a un medio xeográfico distinto na Selva de los Chimalapas, “levaron o templo, ao Santo Patrón, a festa, a indumentaria, a lingua tzotzil. As sociedades levan consigo esta especie de identidade, nutrida de cultura, de prácticas: iso é o que levan”. Unha escolma de trazos de identidade obrigada polas circunstancias do desprazamento e non exenta de traumas duradeiros. É o que suxire a investigadora cando apunta, con razón, que o fan así porque non se poden levar o cerro nin o camposanto. De feito, subliña que, “para as persoas desprazadas violentamente, unha das peores traxedias é que teñen que deixar aos seus mortos”.

Etapas da represión en Chiapas

Poucos días antes da nosa conversa, a académica dera unha conferencia no Instituto de Investigacións Históricas da Universidade Michoacana na que mostrou varios mapas que indicaban o agravamento dos desprazamentos forzosos na zona de Chiapas, ao sur do país. Era o resultado de medio século de violencia de distinta tipo, que ela dividía en tres etapas. A primeira, durante os 70, estivera vinculada a motivos políticos, relixiosos e de control caciquil. Pola súa banda, a segunda, dende os 90 ata o 2010, tivo que ver primeiro coa activación dos paramilitares na presidencia de Ernesto Zedillo para combater ao Exército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), e despois coa militarización imposta polo presidente Felipe Calderón, tras o Operativo Michoacán e a suposta «guerra contra el narcotráfico», e que levou a violencia á súa máxima expresión, provocando “unha explosión por todo México de desprazados, desaparecidos, asasinatos, secuestros, corpos desmembrados”, e facendo que poboacións enteiras comezasen a moverse polo país. “En Chiapas, ao mesmo tempo que acontecía iso, outorgábanse concesións para a extracción de hidrocarburos e minerais”, salienta a investigadora.

A militarización seguiu sendo un trazo da terceira etapa, que América Navarro sitúa no período que vai do 2010 ata hoxe, algo que para ela xustifica as críticas dirixidas ao goberno da chamada Cuarta Transformación (4T) e ao presidente Andrés Manuel López Obrador. “Custa dar crédito porque era dende a esquerda, pero con López Obrador saíron os militares ás rúas como algo normal. A súa despedida do sexenio foi unha modificación da Constitución na que se lle outorgou moito máis poder á Secretaría da Defensa Nacional (SEDENA, actual Defensa) e na que a Garda Nacional pasou a formar parte das Forzas Armadas. O país está militarizado de norte a sur. Iso é moi difícil para a poboación e, en termos de desprazamento, intimida ás comunidades”. A investigadora critica tamén a simplificación que durante ese mesmo sexenio converteu ao narcotráfico no culpable de todo suceso violento de certa envergadura. “Evidentemente -aclara-, eu non defendo aos grupos criminais, pero digo que non son eles sós, senón unha diversidade de actores e intereses políticos os que están detrás da violencia”.

O chamado crime organizado e as súas relacións coas empresas transnacionais que estaban interesadas nos recursos e o capital da rexión

Os paramilitares, por exemplo, eran un deses actores ocultos que incidían sobre o terreo. “Son grupos fortemente armados que, para o caso de Chiapas, quedáronse. Moi poucos se atreven a dicir que están aí, sacando á xente dos territorios”. As cousas, pois, non eran nin moito menos simples. Complicábanse, de feito, ao tentar deslindar a actividade deses grupos da que executaba o chamado crime organizado, mais tamén ao pensar nas súas relacións coas empresas transnacionais que estaban interesadas nos recursos e o capital da rexión. “Isto está a suceder a nivel global -afirma a académica-, e vémolo reflectido en Latinoamérica. Contratan a eses grupos criminais para que fagan o traballo sucio, para que “limpen” o espazo ou asusten á xente, co fin de conseguir titanio, por exemplo, que é un dos elementos, xunto coa barita, que hai en Chiapas. Que pasou no norte do estado coas concesións de hidrocarburos? Que Peña Nieto as detivo no 2017, dado o activismo e a mobilización política da sociedade, o mesmo que en Acacoyagua. Pero están suspendidas, mais non canceladas. Que che di a xente que entrevistas en campo? Pois que están empezando a mandar a grupos armados para amedrentalos. Pero non é algo que sucede só en México”.

Doutra banda, a profesora detecta dous escollos principais cos que tropeza o drama dos desprazamentos forzados en Chiapas e, en xeral, en México. Consiste, por unha banda, en que non se respecta a lei do estado chiapaneco para atender aos desprazados, e, por outra, en que non existe un marco xeral que sexa aplicábel e rexa en todo o país. “No sexenio de López Obrador, houbo varias leis novas e reformas á lei, pero non unha lei xeral sobre atención ás persoas desprazadas”, laméntase a académica, quen considera que para axudar a deter o problema é urxente crear unha lei xeral con dotación de recursos que recoñeza aos desprazados e prevexa penas para quen force o desprazamento. A xente cho di: “Que os metan ao cárcere aos que nos ameazan!”. Pero tamén, engade, “a partir desa lei, debe obrigarse a censar. A ONU hai vinte anos que di que fan falla os datos. Pero non se fai, e non porque o goberno descoñeza o problema, senón porque non lle interesa”.

A investigadora aproveita para aclarar que os datos que ela usa no seu traballo son todos públicos, obtidos tanto da Fiscalía estatal como da Federal. O que ela fai é procesalos, extraendo de cada ficha a información referida á persoa desaparecida (nome, idade, hora da desaparición, lugar, grao de estudos...) e facendo unha xeorreferenciación, “pois cada un deles ten unha coordenada xeográfica”. A integrante de CIMSUR-UNAM tenta cruzar actualmente esa información coa das desaparicións forzosas, unha das peores traxedias que sofre o país, e que, segundo algúns organismos, acadou en 2025 as 128.064 persoas desaparecidas, algo que levou á ONU, a través do Comité contra a Desaparición Forzada, a emitir unha resolución que cualifica a desaparición en México como «sistemática e xeneralizada». A académica afirma que, de acordo coa Fiscalía, existen en Chiapas máis de 1400 rexistros de persoas desaparecidas entre o 2006 e o final de 2024, desaparicións que se dispararon no tramo do 2018 ao 2024. “Estou a facer a análise no mapa. Non rematei aínda, pero pódoche adiantar que onde observo que hai máis desaparicións é en lugares urbanizados e tamén onde hai coordinacións da Garda Nacional. Explícamo!”.

A académica considera que debemos facérmonos conscientes do impacto que ten o noso consumo global en comunidades como as que ela estuda

A nosa conversa chega ao seu fin enchida de desprazamentos, baleiros e desaparicións. Iso suscita unha pregunta: o capitalismo é hoxe máis que nunca un inimigo da vida? A investigadora responde mencionando a Agamben e a súa noción da «vida núa», que apunta a “aqueles suxeitos -di- que non teñen máis que a vida, e aos que esta se lles pode quitar porque son refugábeis. Sobre todo, trátase de poboación nova”. Logo, apostila. “Que chegou facendo Donald Trump? A mesma xente que lle deu o voto, e que tiña certos programas sociais, estallos quitando porque os detesta. E ese discurso de “ai, tráennos o fentanilo e fannos moito dano!”, cando nos feitos parece que detesta a eses pobres, que lle molesta a súa existencia. En Chiapas, só o 8.1% da poboación en 2023 non era pobre ou vivía en condicións de precariedade. Iso é gravísimo!”. Pronuncio a palabra exterminio para entender a lóxica que subxace a ese desexo de morte, de morte do outro. Á profesora Navarro parécelle moi forte -e o é-, pero admite que, “aínda que é unha lóxica sutil, si vai exterminando”.

Aos seus ollos, a industria extractiva que aniña detrás de certos consumos non leva ao final nada bo ás comunidades

Finalmente, a académica considera que debemos facérmonos conscientes do impacto que ten o noso consumo global en comunidades como as que ela estuda. Ponme o exemplo do titanio, que, segundo pescudou, utilízase principalmente para facer a cor branca. “Vivimos nun mundo moi cool, con espazos deseñados de certa maneira, e parece que non houbese relación entre unha cousa e outra, pero haina”, asegura. Aos seus ollos, a industria extractiva que aniña detrás de certos consumos non leva ao final nada bo ás comunidades. “Só reciprocidade negativa, como di o antropólogo Claudio Lomnitz, que ti coñeces. Véxoo dende a colonia, pero pódoo ver hoxe tamén. Os meus entrevistados viven nunha reciprocidade negativa: non deixan de ser pobres; ao contrario, agora son máis pobres e están enfermos de cancro polo traballo nas minas. E que chegou á comunidade? Nada. Ofrecéronlles unha escola ou lles deron no norte de México o certame Señorita Maquiladora. E iso que? É absurdo”.

Por desgraza, é nese absurdo onde vexetamos actualmente, nun novo tempo de escuridade que apenas aluma a luz estridente, artificial e pulsátil que ferve nun batallón de pantallas para autómatas. Dende aí é desde onde vemos os xenocidios mesturarse co entretemento máis vulgar, a noxenta banalización da guerra e os curtocircuítos dunha sensibilidade -a nosa- en pleno proceso de autodestrución. Un derrubamento integral que nos leva a consumir a visibilidade de obxectos que só serven para facer invisíbel o sufrimento real dos desprazados e o rastro dos que xa desapareceron. Con eles, o que se esfuma é o sentido dunha vida plena e decente, dunha existencia digna de ser vivida ao resgardo da ambición e a violencia que tinguen ao planeta de loito e cinguen o nó da núa vida -vida en cru- ao redor do pescozo de millóns de persoas, ata matalas. E logo non sentes o que nos custa respirar?

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Altri
Altri Galiza elixe o rumbo da loita contra Altri nas eleccións á directiva da plataforma Ulloa Viva
A veciñanza da comarca máis afectada presenta dúas listas separadas logo de non chegar a unha proposta de consenso. Por unha banda, concorre unha candidatura continuísta e, pola outra, unha alternativa que se achega máis o nacionalismo institucional.
Medio rural
Medio rural A esperanza da xestión colectiva fronte ao espolio: os comuneiros de Tameiga contra o Celta
Mentres varios proxectos industriais tentan privatizar e destruír os ecosistemas galegos, algúns grupos de veciños e veciñas organizadas fan oposición social construíndo alternativas comunitarias. Ás veces, tamén gañan ao xigante.
O Salto medra contigo
Crowdfunding O Salto Galiza abre un crowdfunding para empapelar Altri
Queremos investigar os responsables políticos e empresarias do que podería ser o maior atentado ambiental da historia recente de Galiza.
Ourense
Ourense Ourense organízase para loitar contra patrullas de extrema dereita nos barrios máis empobrecidos da cidade
A veciñanza e os movementos sociais responden ao discurso do medo promovido por Frente Obrero e sinalan a súa estratexia de criminalizar a pobreza e sementar odio en contextos de exclusión e abandono institucional.

Últimas

O Teleclube
O Teleclube 'O Teleclube' alucina no deserto con Óliver Laxe e 'Sirat'
Laxe leva o seu cuarto premio de Cannes, esta vez en competitición, polo seu novo filme que explosiona na gran pantalla.
Medio ambiente
Medio ambiente A loita polo monte galego: lumes, eucalipto e ameazas á propiedade común
Galiza concentra un terzo dos incendios forestais rexistrados no Estado. Mentres a Xunta apunta aos montes veciñais, comuneiros e ecoloxistas denuncian unha estratexia política para favorecer a privatización e a expansión da industria madereira.

Recomendadas

Feminismos
Feminismo Dous anos sen reparación tras sufrir lesbofobia nun Rexistro Civil de Pontevedra cando ían inscribir a seu fillo
Un funcionario negouse a inscribir ao fillo de Antía e a súa parella. Un erro de redacción na lei trans está detrás dos argumentos que o funcionario esgrime para defender a súa actuación.
Culturas
Erika Lust y Sara Torres “El deseo tiene una potencia inagotable para transformar la realidad si lo liberamos de las normas”
Sexo, deseo o ética del placer son algunos de los temas que hilan la escritora Sara Torres y la productora de cine porno Erika Lust en ‘La abundancia del deseo’.