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Mikel Laskurain: “Aceptar un trabajo como Patria crea grandes dudas”
           
        
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Mikel Laskurain (Bergara, 1965), actor de teatro y televisión, es una de las caras más conocidas en los programas de humor de la televisión vasca. Formado en la escuela de teatro Antzerti, sus primeros pasos frente a la cámara fueron en las patas traseras de un burro, con Txirri, Mirri y Txiribiton, y como teclado de María del Mar Monet, en un especial de nochevieja. Más de 25 años después, el actor posee un currículum envidiable en teatro y televisión. Ahora, su papel en la serie Patria le ha nominado como mejor actor de reparto en los Premios Feroz.
Goenkale,  el programa con mayor audiencia de ETB 1, fue tu primer trabajo televisivo  importante. ¿Empezar así te abrió las puertas para lo que vino después?
Todo ayuda, pero tampoco  creas que me abrió la puerta grande. Cada vez hacen pruebas a gente distinta,  pero seguro que alguna puerta sí que abriría. Además, estuve en los primeros  años, del 94 al 98, que es donde más boom tuvo y cuando más autógrafos  firmábamos en la calle. Con una cara conocida, en un cartel de teatro siempre  es más fácil de vender el espectáculo. El programador lo que quiere es que la  gente vaya para poder enseñar los números a su concejal, y eso con caras  conocidas es más fácil.
Tras Goenkale, Wazemank.  Demostrasteis que también se podía triunfar con el humor en euskera, como había  hecho Vaya Semanita en castellano.
Se introdujo un euskera  rural, salvaje, que no era un euskera batua. La gente rural se vio más  reflejada por ese idioma y por los personajes. Arregitarrak, el mecánico,  Patxi… todos eran tal para cual. Humor en euskera ha habido toda la vida, los  bertsolaris mismos con Lazkao Txiki y compañía ya lo demostraban. Ellos eran  humoristas para nuestros padres. A Wazemank le dio un buen empujón el estilo  de euskera y el humor, que no eran tan académicos. Allí había un equipo de  guionistas bueno y eso en el producto se nota.
¿Cómo eran esas  grabaciones?
Nos lo pasábamos bien. Hacíamos  muchos exteriores y eso se hace un poco duro por el tiempo, la gente que te  mira mucho, estás estorbando… Pero a la vez conocimos un montón de  localizaciones por todo Euskadi. Estuvimos hasta en las Bardenas. Y en Hendaia simulamos  que era un pueblo del Oeste. Nos llevábamos muy bien y fue un placer. 
Has hecho también teatro  de calle.
He estado 19 años en 19  espectáculos y puedo decir que mi escuela ha sido la calle. Allí se aprende  mucho porque tienes que estar con todos los sentidos despiertos. Puede pasar un  perro, una ambulancia, se te puede caer algo, una señora que se ríe… tienes que  pillarlas todas al vuelo. A mí la calle me gusta, pero es muy exigente porque  tienes que estar a cien y estás desprotegido todo el rato. En un teatro sabes  que no te va a venir nadie ni por la derecha ni por la izquierda, no te va  sorprender nunca nadie. Pero en la calle pueden pasar muchas cosas que tienes  que solucionar al momento. Solíamos sacar de la mano voluntarios obligados, la  de gente que habré sacado a la mitad de la plaza del pueblo, y todavía me paran  diciéndome que pasaron vergüenza.
Mi escuela ha sido la calle
En el programa Barre  Librea, de ETB 1, mezclan el humor con la crítica y los temas cotidianos, con  gran repercusión en las redes sociales. ¿Por qué es tan exitoso este modelo de  humor?
Aitziber Garmendia y Jon  Plazaola arrastran mucha gente, se trabajan las redes sociales, y luego se ha juntado  un grupo de gente muy preparada para hacer monólogos de 5 minutos, algunos con  más gracia que otros.  Es un formato que  no se había hecho nunca en euskera, pero ha funcionado en España y aquí  también.
Tu última obra de teatro  es Ene ba!, junto a Ane Gabarain. ¿Te sientes más cómodo que delante de  las cámaras?
Me siento más suelto en  el teatro y en euskera. Pero ya le estoy cogiendo el gustillo a las cámaras. Al  final la base de la interpretación es la misma, hacer creíble lo que dices. Hay  matices, porque en la cámara es como si tuvieses al espectador en un primer plano,  a medio metro de tu cara. Lo importante tanto en el teatro como en la televisión  es creértelo y que te lo crean.
¿Cómo influye ahora no  poder ver la cara a los espectadores?
Depende del estilo de teatro  que sea. En los espectáculos en los que te relacionas con el espectador, yo  ahora no estoy en ninguno así, imagino que se notará, porque le miras a la  gente y no notas si sonríen. La opción de apoyarnos en las reacciones mudas del  público la hemos perdido. Un público receptivo es el que nos lleva para  adelante y creo que la gente con la mascarilla se ríe menos, te saluda menos…  Estamos interiorizando más, pero pasará pronto y volveremos a disfrutar de las  caras de los demás.
¿Cómo ha sido volver al  escenario tras tantos meses sin actuar?
Hemos tenido suerte,  porque, mientras estábamos confinados, mi mujer y yo hemos estado grabando un  programa para EITB, Etxekoak. Al final, hemos trabajado dos meses  gracias a eso. En el teatro hemos recuperado las obras que se suspendieron y  ahora el problema es que no salen fechas nuevas. Espectáculos nuevos hay pocos,  nadie se atreve a invertir.
¿Ha sido complicado ser  Joxian en Patria? ¿Cómo has preparado al personaje?
No me he preparado mucho.  Leo el texto, me lo aprendo, paseo, le doy vueltas en la cabeza y pruebo. Por  suerte, en esta ocasión hemos estado dirigidos interpretativamente. El actor  propone y luego el director corrige. A mí me han comprado todas las propuestas.  He tenido suerte porque Joxian ha sido un personaje muy agradecido. Como el  hombre tiene muchas contradicciones, eso hace rico al personaje. Creo que por  eso ha gustado tanto.
¿Consigues desconectar  del personaje?
Algo me quedará, supongo.  Los nervios, el estrés, la adrenalina… pero no, nunca me he metido tanto en un  personaje. En ningún momento se te tiene que olvidar que estás interpretando.  La técnica la tienes que hacer conscientemente. 
Una serie que narra una  historia dentro del conflicto vasco. ¿Crea dudas aceptar un trabajo tan  sensible?
Sí. Grandes dudas.  Estamos contando parte de la historia de nuestro pueblo, pero pienso que yo no  la cuento, la cuenta el que ha escrito la novela. Nosotros somos unos  monigotes, como nos llaman los técnicos de luces. Lo consulté entre amigos, en  casa, y todos me animaron a decir que sí. No me arrepiento. Me ha sorprendido  que a la cara no he recibido ninguna crítica severa. No he sufrido por la  polémica.
¿Un acierto que el  reparto haya sido íntegramente vasco?
Sí, por supuesto. Para  contar una historia de vascos traer a actores de fuera no lo haría tan creíble.  Cuando hablamos de preparar el personaje, es que casi se parece a mí. Soy yo,  pero en una situación en la que no he vivido y me imagino cómo reaccionaría, esto  lo hace todavía más humano. Con este personaje, al ser tan cercano a mí, no he  tenido que inventar situaciones complicadas. Si un hijo mío se alista en ETA,  ¿qué hago yo? He tenido que pensar cómo hubiese reaccionado y dejarme llevar.
Para ti y para el resto  de intérpretes habrá sido como retroceder años atrás.
Sí, un poquito sí. No lo  tenemos olvidado. Cuando estás trabajando, yo por lo menos, no soy tan  consciente del enfoque global, voy momento a momento en la interpretación.  Cuando ves la serie es cuando te das más cuenta.
¿Te gusta ver tu trabajo?
No. He visto Patria  una vez y no creo que la vuelva a ver. No me gusta ver ni lo mío ni lo de mi  mujer [Ríe]. A mis hijos tampoco les gusta verme, se siente un poco de  vergüenza ajena cuando ves a alguien tan cercano interpretando. Comprendo cuando  se ponen nerviosos, porque tengo la misma reacción que suelen tener ellos al  verme a mí o a mi mujer. Es incómodo y lo evito, aunque debería de verme porque  así también se aprende.
Los silencios y miradas  de Joxian han logrado transmitir el sufrimiento y reflejar el miedo. ¿Cómo ha  sido desprender toda esa emoción frente a las cámaras?
Todo eso es técnica. En  todo momento sé cuanta emoción estoy dando hacia fuera. Te dejas llevar, pero  eres consciente de lo que haces frente a la cámara. Preguntas al cámara por los  planos y respecto a eso trabajas de una forma o de otra. Esto varía la forma de  interpretar.
Estás nominado como mejor  actor de reparto en los Premios Feroz. ¿Un reconocimiento a la  perseverancia y al trabajo?
No, tanta importancia no  le doy. Hoy en día pasan las cosas rápido y para que me den trabajo tendré que  seguir haciendo pruebas. Ha habido gente a la que le han dado el premio y luego  no ha trabajado nada en dos años, es muy imprevisible el trabajo en este  oficio. Que se dejen de premios y que me den trabajo. Lo importante es asegurarse  unos ahorros para la jubilación, pagar las universidades y ese tipo de cosas.
Que se dejen de premios y que me den trabajo
¿Hay pique por el premio  con Eneko Sagardoy?
En Patria somos  padre e hijo. “Mikel, ¿te importaría que fuésemos agarrados de la mano?”, me  dijo. Eneko es estupendo y, aunque prefiero ganar, si no gano yo, que lo gane  él. También está Willy Toledo, que me cae bien pero no le conozco más que de  vista. Eneko es una maravilla de persona y muy bueno para la edad que tiene el  cabrón. A ver si vamos de la mano.
¿Has recibido alguna  oferta interesante tras el éxito de Patria?
Ahora me estoy  aprendiendo el texto para un casting que tengo que hacer desde casa. Es una  serie, un trabajo para varios meses, está muy bien. Y tengo un estreno de  teatro en agosto, pero queda un poco lejos todavía.
¿En qué punto estáis los  actores vascos?
Hemos aprendido mucho desde  la primera generación que salió de la escuela de antzerki, con personas como José  Ramón Soroiz, Elena Irureta, Ane Gabarain… Hoy en día, hemos demostrado en Patria  que no tenemos que ir fuera a buscar actores porque aquí hay una buena escuela.  Ahora tenemos hasta actores que pueden hacer de abuelos, antes era lo que  faltaba, no había esa gente mayor. Se ha trabajado mucho en euskera, aquí hay  mucho nivel y no tenemos nada que envidiar a otra lengua. Hay cantera y tenemos  gente joven preparada y seria. Esto es todo un oficio, lo entienden así y se lo  curran muchísimo. A ver cuántos llegan a la jubilación sin cambiar de oficio [Ríe]. 
Conflicto vasco
        
            
        
        
¿Todo por Patria?
        
      
      
La serie Patria, basada en la exitosa novela de Fernando Aramburu, se convierte en la primera ficción popular sobre ETA y ahonda en la guerra por el relato del conflicto vasco.
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