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Cómic
Periodismo cómic, el arte de dibujar la actualidad
Siendo aventurados, se podría afirmar que ya hace dos mil años encontramos uno de los primeros usos del cómic para dar cuenta de la actualidad en la columna trajana y sus bajorrelieves, que ascienden en forma helicoidal formando una tira de 200 metros de arte secuencial en los que se va narrando la conquista de la Dacia por las legiones romanas.
Para Álvaro Pons, divulgador y crítico de la historia, “la relación de la imagen con el periodismo es tan antigua como el propio periodismo: se puede rastrear en las publicaciones de los siglos XVI y XVII, que se repartían en forma de estampas y utilizaban un lenguaje muy similar al cómic. Las de Francis Barlow en la Inglaterra del siglo XVII son ejemplos de esa vinculación; también la prensa satírica del siglo XIX”.
En todo caso, es evidente que la relación entre periodismo y cómic, tal y como lo entendemos hoy, se remonta al menos hasta la aparición en 1895 —simultáneamente en New York World y New York Journal— de las tiras de Yellow Kid, considerado el primer personaje de tebeo. También que las viñetas fueron arrastrando el estigma de ser “cosa de niños”, subproducto cultural, hasta 1992, año en el que Maus, con el que Art Spiegelman narra el horror del holocausto, se hace con el Premio Pulitzer. El galardón supone el pistoletazo de salida para que el medio deje de ser considerado arte menor y empiece a entrar en universidades, bibliotecas… y redacciones.
Es Art Spiegelman quien apuesta de manera más clara y meditada por la conexión entre el cómic y periodismo desde la revista ‘Details’, encargando temas de actualidad a sus dibujantes y exigiéndoles un tratamiento informativo
Es Spiegelman quien apuesta de manera más clara y meditada por la conexión entre el cómic y periodismo desde la revista Details, encargando temas de actualidad a sus dibujantes y exigiéndoles un tratamiento informativo. Y quien destaca sobre los demás en este empeño es, sin duda, Joe Sacco con una reconocida serie de reportajes: Palestina, En la franja de Gaza, El mediador o Gorazde… seguido por profesionales de la talla de Sarah Gliden, Susie Cagle, Mark Fiore, Dan Archer, Jorge Carrión o Sagar Fornies, por citar solo algunos autores.
Para Pons, “se suele señalar a Joe Sacco como el periodista que de alguna manera inventa el periodismo cómic, pero creo que no es correcto, no lo inventa, sino que realmente recupera una tradición previa y la vuelca dentro de lo que es ya un reportaje periodístico clásico”.
Cómic
El cómic para entender la revolución de Rojava
Estos periodistas heredan la experiencia de los dibujantes de batallas de Harper’s Weekly, The Illustrated London News o The Graphic, que, previamente a la extensión de la fotografía, se trasladaban hasta el lugar de los hechos armados de lápices y pinceles, tomaban apuntes y los enviaban a las redacciones para una artesanal reproducción en papel.
Sacco, en palabras que recoge Diego Matos en su Periodismo Cómic —primera y fundamental monografía publicada sobre el asunto en nuestro país—, nos recuerda que “la escuela de donde provengo tuvo sus pioneros. Los responsables del London Illustrated News enviaban dibujantes a las expediciones o a los conflictos que tuvieran lugar por el Imperio Británico. Durante la guerra de secesión americana, igual. Los periódicos publicaban ilustraciones de grandes batallas. Y en España, ¿qué hizo Goya, por ejemplo, con su serie de Los desastres de la guerra sino algo muy parecido a lo que quiero hacer yo?”.
Matos desgrana algunas características comunes a estos trabajos: “No se mueven en el terreno de la urgencia, como sí lo hacen otros productos más inmediatos (informativos televisivos, boletines radiofónicos, diarios, medios digitales…) u otros géneros (noticia, reportaje…). Un periodista de cómic no tiene que llegar a ningún cierre ni que rendir cuentas de forma concreta, diaria, directa, sino que se introduce en el lugar de los hechos, se acerca a los acontecimientos, como un antropólogo haciendo trabajo de campo, lo conoce todo de primera mano y se apoya, además, en una buena base documental. Spiegelman o Sacco han demostrado que saben colocarse cerca de los protagonistas. El cómic periodismo también es un periodismo de fuente y, como el Nuevo Periodismo, sigue en el camino de poner el discurso teórico establecido en duda”.
Además, viene de la mano de una generación crecida en la cultura de la imagen y en la lectura de viñetas, que busca producir nuevas fórmulas informativas y que va dando forma a un periodismo multimedia: Sacco explora las posibilidades del videocómic en Sbrenica, Didier Lefèvre y Emmamuel Guibert se acercan al fotoperiodismo intercalando instantáneas entre las viñetas de El fotógrafo para contarnos la experiencia de un equipo de Médicos Sin Fronteras en la guerra de Afganistán, algo que Guibert repetirá con Keler, periodista, y Lemercier, fotógrafo, en Un viaje entre gitanos, crónica del viaje en Skoda a través de Europa para contar la historia del pueblo romaní.
En nuestro país, Ángel Sastre y Jon Sedano exploran el videocómic para contarnos la batalla de Mosul y Carlos Spottorno y Guillermo Abril experimentan con la fotografía en La grieta: “Guillermo y yo habíamos viajado durante muchos meses por toda la frontera exterior de la UE. Ese trabajo nos había dado muchas alegrías: una publicación multimedia muy profunda en la página web de El País e incluso un premio World Press Photo. En medio de todo ese proceso empecé a pensar que teníamos demasiado material archivado, demasiadas cosas que contar y caí en la cuenta de que había un idioma que mezclaba imágenes y texto, y con el que era posible abordar temáticas periodísticas, no ficción. Ese lenguaje era el cómic y había autores que yo ya leía de antes, como Guy Delisle o Marianne Satrapi, gente que contaba acontecimientos históricos y hacía un cierto tipo de periodismo en primera persona, a través de la experiencia personal. Eso me pareció interesante y traducible a lo nuestro. Yo no quería hacer una fotonovela y tardé bastante tiempo en encontrar un tratamiento adecuado, pero una vez que lo encontré, me convencí de que era posible producir una novela gráfica completa solo con fotos. El objetivo inicial era poder llegar a un público amplio. No quedarme en el nicho de los fotolibros, que es realmente pequeño”.
Fotografía
Fotografía ¿Es un libro?, ¿es un álbum de fotos?, ¿una revista? ¡Es un fotolibro!
La periodista Diana Moreno coincide en las posibilidades del medio: “Es muy útil, da visibilidad y llega a otra audiencia distinta de la que alcanzaría un texto habitual. Cierta información, cuando va acompañada de una imagen, adquiere otra fuerza, obliga a leer con otro ritmo más pausado. Además, está el plano artístico: la imagen te permite experimentar y expresarte de otro modo. Es lo que intenté con El viaje de Nama, donde transcribo una entrevista a un joven saharaui usando un estilo más narrativo y poético, con simbolismos y juegos de color o en La larga noche de la Cañada Real, donde hice la cobertura de las reivindicaciones de la Cañada cuando se cumplió un año del corte de luz”.
En Europa es Francia, donde el mundo de las viñetas ha disfrutado siempre de un reconocimiento y prestigio especiales, el país que más está apostando por el periodismo cómic con revistas especializadas como Revue Dessinée, Topo Revue o la XXI de Patrick de Saint-Exupéry, y diarios como Liberation suelen realizarse enteramente con ilustraciones o cómics coincidiendo con el Festival Internacional del Cómic de Angulema o para homenajear a Charlie Hebdo, una práctica habitual en medios anglosajones como The New Yorker, Time, New York Times o The Guardian.
En España todavía no se ha logrado una hibridación semejante aunque existen casos como el del diario ARA, que ha seguido la estela de Liberation durante el Salón Internacional del Cómic de Barcelona o los ya mencionados de El País Semanal. En El Día de Salamanca, Diego Matos y Manuel García hicieron mensualmente una pionera página de periodismo cómic local durante meses, y en El Norte de Castilla es revelador el reportaje publicado durante el confinamiento bajo el título de Charly y la otra pandemia. Por su parte, Jot Down Books, en una interesante apuesta transversal, publicó en 2014 Off the Record con dibujantes como Paco Roca, Javier Mariscal o Miguel Gallardo ilustrando crónicas de Soledad Gallego, Enric González, Rosa María Calaf Gervasio Sánchez y un largo etcétera.
“El periodismo cómic tiene una flexibilidad que no siempre está presente en otros géneros tradicionales”, valora Diego Matos
Para acabar, Matos sentencia: “El periodismo cómic tiene una flexibilidad que no siempre está presente en otros géneros tradicionales. La naturaleza multimodal del cómic hace posible un amplio rango de técnicas semióticas y narrativas. Múltiples voces y perspectivas pueden converger al mismo tiempo en un trabajo complejo y en un ambiente que combina lenguajes textuales y visuales. Ha llegado para quedarse. Está repleto de posibilidades y brinda una nueva manera de hacer periodismo, hibridando con las rutinas y los elementos del noveno arte”.