We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Cómic
La voz a trazos de las mujeres del cómic en Granada
Granada es una ciudad históricamente ligada al noveno arte. Un buen puñado de artistas plásticos, bien de la ciudad o residentes en ella, se han hecho fuertes y notorios en la industria. De un tiempo a esta parte, han surgido una serie de voces femeninas, muy heterogéneas entre sí, que muestran la buena salud por la que pasa el cómic y la ilustración en esta ciudad andaluza.
Cuando un foráneo piensa en Granada, lo habitual es que piense en los rincones más icónicos de la capital nazarí —la Alhambra, el Albaycín— atestados de una marabunta caótica de turistas desorientados y perdidos a lomos de esas monturas del siglo XXI que son los segway. La ciudad proyecta hacia el exterior multitud de eslóganes —“la Liverpool del sur de España”— y un sinfín de retruécanos que pretenden posicionarla como producto de mercado. Entre todo ese ruido, desde un tiempo hasta esta parte, una serie de voces femeninas han surgido con discursos muy heterogéneos entre sí, a través de un vehículo concreto, el cómic o la ilustración, un arte —el noveno— ligado históricamente a Granada.
A Juanjo Guarnido —Premio Nacional de Cómic en 2014 y ganador del Premio Eisner en 2015—, José Luis Munuera, Sergio García —que ha trabajado para The New York Times— y a tantos otros dibujantes —Enrique Bonet, Rubén Garrido, Jorge Jiménez—, se les han ido sumando ilustradoras y dibujantes como Belén Ortega, Ana Belén Rivero, Irene Márquez y Ana Müshell, entre otras tantas.
El origen de la vinculación de Granada con el cómic es incierto. La humorista gráfica Ana Belén Rivero (Granada, 1982), colaboradora habitual de El Jueves, en tono jocoso y con su sentido del humor característico, señala que es debido a que “antes hacía mucho frío y tocaba encerrarse a dibujar”. Rivero añade a continuación otro posible motivo: el hecho de que Granada es uno de los “destinos favoritos” de los estudiantes universitarios: “Tiene una buena escuela de arte, una facultad de Bellas Artes con un máster en ilustración y cómic, el Salón, el FicZone y tapas gratis, que para lo tiesos que solemos estar los dibujantes, es algo a tener en cuenta”.
Aunque las temáticas que abordan sean muy diferentes y sus discursos visuales sean distintos, las autoras sobre las que versa este reportaje tienen algunos aspectos en común. Uno de ellos, que empezaron a dibujar en edades muy tempranas. “Desde que tengo uso de razón”, señala Ana Belén Rivero. “Todos dibujamos de pequeños, ¿no? Yo seguí haciéndolo porque me divertía mucho”, sostiene Irene Márquez, manchega de Valdepeñas que ha fijado su residencia en la ciudad. “Desde pequeña, y nunca he dejado de hacerlo”, secunda Ana Müshell, jerezana de nacimiento.
El oficio del dibujante no es precisamente un campo abonado con euros. “Yo aún ando en la cuerda floja. Hay meses que va bien, entran varios trabajos, colaboraciones y publicaciones. Y luego hay otros que son de sequía total. Además, en este sector se cobra a los meses de haber entregado el trabajo o la factura”, señala Ana Müshell, colaboradora habitual de GQ España y que recientemente ha trabajado para Zara para una colección limitada llamada Women in Art Collection. “Definitivamente, no es una profesión fácil”, dice al respecto Ana Belén Rivero, que cuenta ya con tres libros en su haber, el último, Señora (Penguin Random House, 2018). Por su parte, Irene Márquez —colaboradora habitual de El Jueves como Rivero y profesora de guion de cómic— sostiene que “es una profesión que te pone a prueba, es dura y no puedes dormirte. A pesar de ello, cuando te dedicas a lo que te gusta es una maravilla. Compartes tu trabajo con tu vocación. Joder, no quiero ponerme cursi plasta, pero es lo mejor que hay”.
La importancia de las redes
Para todo creador y autor, las redes sociales son claves para el posicionamiento de sus trabajos. Ana Belén Rivero, que cuenta con más de 50.000 seguidores en Instagram, se muestra cauta, aunque afirma que han sido “fundamentales” en su trayectoria. Sin embargo, considera que las redes son un arma de doble filo: de la misma manera que pueden ayudarte a obtener trabajos, también te condicionan y limitan. “Cada vez me autocensuro más porque tengo que hacer el esfuerzo mental de pensar a quién puedo ofender y la turra que me tocará aguantar, y es una pena, porque es tan fácil como dejar de seguir algo si no te gusta”, cuenta.Ana Müshell cuenta con más de 10.000 seguidores en Instagram, una red comprada hace siete años por Facebook y que no ha dejado de crecer. “Para mí es una herramienta de trabajo fundamental. Casi todo lo que me ha entrado de colaboraciones y encargos a nivel profesional, todo el contacto con empresas y agencias de publicidad, ha sido a través de Instagram”, comenta.
Irene Márquez también comparte esta idea: “Soy muy activa en redes, y muy partidaria de que todas las personas que quieran dedicarse al cómic y la ilustración las utilicen. Son una plataforma publicitaria gratuita, sirven como porfolio online y también para descubrir y seguir el trabajo de personas de cualquier parte del mundo. También crean adicción y merman tu capacidad de concentración. Son todo ventajas”.
El trabajo de Ana Belén Rivero e Irene Márquez viene cargado de altas dosis de humor incatalogable. Rivero destaca que en sus dibujos hay una mirada hacia dentro, hacia el interior, una línea que “tira mucho de lo autobiográfico”. De hecho, su primer libro —Somos pobres en euros pero ricos en pelos del coño (autoeditado, 2014)— surgió de una broma que acabó haciéndose viral. A partir de ahí empezó a improvisar viñetas sobre situaciones cotidianas que se pueden vivir con la vulva. “Es más fácil ponerte en el ojo del huracán para no ofender a nadie que no seas tú mismo. Pero si me toca hacer humor político, me apetezca o no, lo hago”.
Por su lado, Irene Márquez destila a galones humor negro en su tira cómica “Te has pasado” en El Jueves: “Siempre me ha gustado el humor negro de forma inconsciente. Creo que cumple una función catártica. Es una especie de risa nerviosa ante algo que nos aterroriza, lo hacemos para quitarle carga”. Sin embargo, le ocurre algo distinto con las viñetas que tocan asuntos de actualidad política, que enfoca hacia la sátira. “Una caricatura agranda los defectos para que todos los vean. En ese caso, veo el humor como un arma que sirve para despreciar algunas cosas, para mostrar mis dudas sobre otras y, sobre todo, para intentar sacar al debate público estos temas”.
Ana Müshell publicó en 2017 su primer libro, la novela gráfica Pink Mousse (Ediciones Hidroavión, 2017), escrito e ilustrado por ella. Müshell suele retratar personajes que se sienten perdidos, le gusta hablar de los días raros y los momentos en los que hay algún tipo de introspección o búsqueda, habitaciones desordenadas llenas de discos, libros, ventanas y personajes aislados del exterior. “Estos personajes suelen ser mujeres porque me identifico con muchas de las figuras femeninas que dibujo, sus problemas, lo que piensan... me comunico a través de ellas, de sus miedos, sus problemas y de la ansiedad que demuestran”, explica.
Feminismos sin clichés
Un aspecto que no comparten es cómo responden a la ola feminista que se vive desde 2018. Ana Belén Rivero se muestra ilusionada con el auge del feminismo y que haya llegado para quedarse, aunque critica que haya quienes lo usen como si fuera “su cortijo para capitalizarlo y vivir de él, tote bags y camisetas con consignas de todo a cien mediante”. Existe el riesgo, afirma, de que “la lucha se disipe y se convierta un poco en chiste”. Ana Müshell habla de algo que realmente siempre ha existido, pero que ahora tiene una visibilidad “brutal y necesaria”. Por su parte, Irene Márquez esboza una visión crítica: “Yo, lo cierto, es que no soy una feminista ejemplar, vivo más en la duda y la discordia que en la afirmación y la pancarta. No tengo las cosas nada claras y me gusta hacer el esfuerzo de pensar, aunque no llegue a nada. Y me parece que el humor gráfico siempre ha sido una forma brillante de poner de manifiesto reflexiones, callejones sin salida, dudas... Yo prefiero seguir ahí”.Ana Belén Rivero, Irene Márquez, Ana Müshell son muestras de la heterogeneidad, diversidad y buena salud por la que pasa el cómic y la ilustración en Granada y, por extensión, en Andalucía. Sin embargo, hay muchas más, como Irene Díaz y Laura Moreno (Xian Nu Studio), Lolita Aldea o Belén Ortega. Esta última cuenta con una proyección imparable en la industria del cómic y una trayectoria que comprende Himawari (2017, Planeta), un trabajo de influencia japonesa que trata sobre la venganza, pasando por el tebeo Marc Márquez: la historia de un sueño (2016, Norma) y Millenium (2017, Norma).