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Confines del suroeste
Las tormentas, siempre, mejor juntos
Hemos de construir en este vacío físico un magma de encuentro antes de que lo intenten llenar los capitanes del susto, los imbéciles, los reductores de cabezas y pensamientos.
La gente está colgando de las ventanas lindos e ingenuos carteles de ánimo que dan calor al breve tiempo de arrojar la basura al contenedor de la esquina (la basura como liberación y respiradero). No obstante, entre los capítulos de buenas intenciones, aparecen, sutiles y frías, las grietas del miedo. He visto vídeos de vecinos reclamando dureza a la policía desde sus ventanas con algunos transeúntes sospechosos de ser eso: transeúntes. He oído hablar de denuncias. En esto tan increíblemente extraño que un virus nos ha embarcado están, sin duda, alojadas semillas de ángeles y de diablos. En nuestra mano está distinguirlas y elegirlas, esa es ahora la tarea primera y principal, central, de toda política.
Asusta la facilidad de prendimiento dócil del espíritu securitario tanto como emocionan las muestras de solidaridad, de comunidad y de coraje. Hemos de construir en este vacío físico un magma de encuentro antes de que lo intenten llenar los capitanes del susto, los imbéciles, los reductores de cabezas y pensamientos.
Paso el día vestido como si en cualquier momento fuera a salir a la calle, como si la normalidad pudiera ser recuperada en un soplo repleto de tactos, de sonrisas y de abrazos
A veces, seguir las redes es la peor de las hipótesis. Cada espíritu triste comparece, no falta ningún asustador, ningún teórico de la estupidez y la conspiración, ningún patán del batallón del “ya lo decía yo”; son los mismos que nunca están cuando la comunidad intenta escribir algo de historia, aunque sea con minúsculas. También somos eso, y con esa triste dualidad llevamos peleando desde los tiempos de Espartaco. No se lo pongamos fácil.
He arreglado el patio y lo he hecho no como si fuera la primavera que aún no ha llegado, sino como si ya estuviera aquí el verano y, con este, los sudores, las conspiraciones, las elipsis ociosas, las tormentas bruscas que, de niños, nos recogían a toda prisa en casa oliendo a sudor infantil y a cerezas. Quizás así, recreando el espacio feliz del reencuentro, sea capaz de convocarlo de manera mágica.
Al salir a comprar he bromeado con un paseante de dos perros y dos mujeres han discutido agriamente por aproximarse más de un metro
Paso el día vestido como si en cualquier momento fuera a salir a la calle, como si la normalidad pudiera ser recuperada en un soplo repleto de tactos, de sonrisas y de abrazos. Vivo preparado como un preso lo está para una fuga inmediata, como un marinero para saltar del barco y, a nado, alcanzar la orilla o, finalmente, dejarse flotar hasta ser recuperado, entre susurros húmedos y sorprendidos por anónimas manos amigas.
Al salir a comprar he bromeado con un paseante de dos perros y dos mujeres han discutido agriamente por aproximarse más de un metro. Espero no haber pecado por charlar todo el tiempo posible con la pescadera. Estábamos los dos solos y me decía, sonriendo a través de su máscara, que tenemos que tener confianza, que esto nos hará mejores. Los soldados, patrullando serios por la calle, no parecían tener muy claro ni dónde estaban.
Vuelvo del estruendo de cada día a las ocho. Lo sigo desde la puerta porque en mi calle todas las casas son pequeñas y los portales dan, directamente, a una acera que, hasta hace nada, parecía que era lo único que nos unía. Hoy alguien cumplía años y se ha cantado en común un destartalado, cooperativo y conmovedor cumpleaños feliz. A veces, los pueblos se reconocen también sobre elementos sencillos de la memoria. Las tormentas, siempre, mejor juntos. Vamos a identificarnos para, el día después, mejor cuidarnos, porque todo el futuro va a pasar por nuestra voluntad y determinación. No nos van a regalar nada.
Decía Gabriel Celaya, y yo siempre recuerdo: “mostrar que pues vivimos, anunciamos algo nuevo”.
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Muy elocuente la imagen de estar vestidos y preparados para lo que venga después del confinamiento, para que no nos vuelvan a colocar el mismo vestuario y tengamos que interpretar los mismos personajes e idénticos papeles.
Interesante iniciativa. Yo querría publicar algo en esta sección . Cómo puedo hacerlo?
Gracias!