República Democrática del Congo
Claves para entender la guerra en la República Democrática del Congo, más allá de sus recursos

El análisis de este conflicto se ha centrado en la avaricia de estos actores armados ante las riquezas congolesas, obviando e invisibilizando el resto de cuestiones en la génesis de este complejo conflicto.
Soldados de las Fuerzas Armadas realizando patrulla en el Congo, 2015. Fuente: Beyond Nuclear International
Soldados de las Fuerzas Armadas realizando patrulla en el Congo, 2015. Fuente: Beyond Nuclear International Linda Pentz Gunter
Escola de Cultura de Pau
6 mar 2025 06:00

La captura de Goma, la capital de Kivu Norte, por parte del grupo armado M23 en las últimas semanas ha multiplicado la cobertura internacional de este conflicto olvidado. No obstante, la cobertura mediática de este conflicto sigue utilizando los mismos marcos analíticos, sugiriendo que esta ofensiva está impulsada únicamente por el deseo de saquear los ricos recursos minerales de la región.

La situación en el este de la República Democrática del Congo (RDC) en los últimos años ha estado marcada por la ofensiva del grupo armado M23 y de Ruanda en territorio congolés iniciada a finales de 2021, ofensiva de la que ya se había alertado en numerosas ocasiones. Las iniciativas diplomáticas regionales, lideradas por Angola en nombre de la Unión Africana (UA) han fracasado en su intento de frenar el avance del grupo armado, que ha tomado el control de parte de las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur, además de sus capitales, Goma y Bukavu, ante la pasividad regional e internacional, causando al menos 7.000 víctimas mortales desde finales de enero y provocando el desplazamiento forzado de centenares de miles de personas, elevando a siete millones la cifra de población desplazada en el país a finales de 2024. Todas las partes en conflicto han cometido graves violaciones de los derechos humanos y la violencia sexual ha sido utilizada como arma de guerra. 

Raíces del conflicto

Pero esta guerra no se inicia en 2021, ni su fin último es la avaricia de los actores armados enfrentados. La RDC es un país que durante el siglo XX ha vivido inmerso en una situación de despotismo, ausencia y desintegración del Estado y explotación de sus recursos naturales, que se remonta al periodo colonial belga y continuó bajo la dictadura de Mobutu Sese Seko. Las dimensiones de este país, de 2,34 millones de km², son un reto de cara a garantizar la gobernabilidad y el estado de derecho. Además, algunos de sus vecinos se han visto amenazados por rebeliones que tenían sus santuarios en RDC (Angola, Uganda, Ruanda y Burundi) ante la incapacidad en unos casos, y la complicidad en otros, para atajar estas situaciones por parte del Gobierno congolés. En 1996 una rebelión liderada por Laurent Kabila, con el apoyo de Ruanda y Uganda y el beneplácito internacional, entraba en las provincias orientales de Kivu Norte y Kivu Sur. Su objetivo era desmantelar los campos de refugiados huidos del genocidio ruandés de 1994, desde donde se estaban reorganizando miembros del antiguo Gobierno y ejército ruandeses –las futuras ALiR, posteriormente rebautizadas como FDLR– y dar un golpe de Estado contra Mobutu, al frente del Gobierno del por entonces Zaire, y consiguió derrotarlo. Posteriormente, grupos armados apoyados por Ruanda y Uganda iniciaron una nueva rebelión para intentar derrocar a Laurent Kabila, el nuevo líder congolés, la llamada segunda guerra del Congo o guerra mundial africana (1998-2003), en la que acabaron participando estos y otros países de la región. En ese momento se consolidaron las dinámicas de violencia en el este del país que resurgen periódicamente y que adquirieron, de forma artificial, una perspectiva étnica entre ruandófonos, tutsis y hutus, por una parte, y población “autóctona” por otra, lo que influye pero no explica en sí mismo el conflicto.

El fin de la guerra mundial africana en 2003 no resolvió las causas que se encuentran en la génesis de este conflicto, con dinámicas locales, nacionales, regionales e internacionales

El fin de la guerra mundial africana en 2003 no resolvió las causas que se encuentran en la génesis de este conflicto, con dinámicas locales, nacionales, regionales e internacionales, entre las que se encuentran los importantes recursos naturales que atesora este país pero también dinámicas vinculadas a la propiedad de la tierra, a la reforma del sector de seguridad, a los límites de la gobernabilidad en el país, al recurso estructural a la violencia para perseguir cambios políticos, a agravios y tensiones artificiales de carácter etnopolítico, a la injerencia de Ruanda y Uganda y al papel que juega la región en las dinámicas regionales y globales.

¿Quién es el M23? 

El grupo armado M23 toma su nombre de la fecha de la firma de un acuerdo entre el antiguo movimiento político-militar CNDP y el Gobierno congolés el 23 de marzo de 2009, por el que este grupo se comprometía a desmovilizarse a condición del reconocimiento de los derechos y la protección de la minoría a la que defiende y de la que forma parte, la comunidad tutsi banyamulenge de RDC, así como la desarticulación y repatriación –según acuerdos previos, incumplidos– de las Fuerzas Democráticas de Liberación de Ruanda (FDLR), parte de cuyos responsables participaron en el genocidio de Ruanda de 1994. Acusaban al Gobierno congolés y las Fuerzas Armadas congolesas (FARDC) de actuar en connivencia con este grupo.

El M23 ya tomó el control de Goma en noviembre de 2012 para presionar a RDC, y tras una mediación de Uganda, se retiró de la capital de Kivu Norte, con el compromiso del Gobierno congolés de desmovilizar a las FDLR. El CNDP, a su vez, surge de las cenizas del RCD-Goma, la insurgencia tutsi proxy de Ruanda que durante la segunda guerra del Congo llegó a controlar un tercio de RDC, y que se había integrado en las FARDC en los acuerdos de 2002-2003 que pusieron oficialmente fin a la segunda guerra del Congo. Las FDLR, aunque no tienen la capacidad militar de los años noventa, continúan presentes en el este de RDC y sirven de argumento al M23 y también a Ruanda para justificar sus actividades en términos de seguridad nacional, ya que las FDLR plantean la necesidad de un cambio político en Ruanda que este país no está dispuesto a aceptar. El Gobierno autoritario de Paul Kagame ha perseguido a este grupo y a todas las voces críticas con su gestión al frente del ejecutivo ruandés.

¿Qué papel juega Ruanda en este conflicto?

Ruanda ha negado sistemáticamente estar apoyando al M23, aunque desde 2012 la ONU la ha acusado de apoyar militarmente al grupo y en 2024 denunció la participación directa de tropas ruandesas en territorio congolés (entre 4.000 y 7.000 soldados). Sin embargo, las denuncias no derivaron en presiones creíbles que modificaran la situación –el M23 también ha recibido apoyo y entrenamiento en Uganda, según el Grupo de Expertos de la ONU. RDC, EEUU y la UE también han denunciado el apoyo y la presencia de Ruanda en territorio congolés. En 2023 la organización regional EAC envió una misión para intentar apoyar un alto el fuego que fue aprovechado por el M23 para avanzar sus posiciones, y ante su fracaso, en diciembre de 2023 esta operación fue sustituida por una misión sudafricana, la SAMIDRC, con un mandato de apoyo a las FARDC para combatir al M23, aunque sin resultados. Este conflicto, como otros, deberá resolverse en el ámbito diplomático, no en el campo de batalla. Sin embargo, el peso de la culpa de Occidente frente a la inacción ante el genocidio ruandés de 1994 sigue frenando una política activa de la comunidad internacional para construir alternativas diplomáticas y presiones y sanciones a Ruanda para cambiar el status quo. Además, el turbulento contexto geopolítico global sitúa en un segundo plano la resolución de este complejo conflicto y de otros. En este contexto internacional, además, prima el unilateralismo belicista y las políticas de doble rasero, contribuyendo a que también Ruanda decida hacer caso omiso a estas presiones, situándonos en un peligroso escenario de consecuencias regionales. 

El turbulento contexto geopolítico global sitúa en un segundo plano la resolución de este complejo conflicto y de otros

Las negociaciones entre Ruanda y RDC, facilitadas por Luanda y que fracasaron en diciembre de 2024, giraban en torno a la implementación de un posible acuerdo en el que se incluía la neutralización de las FDLR y un alto el fuego entre RDC y el M23, la retirada de las Fuerzas Armadas ruandesas de RDC y la posibilidad de involucrar a Ruanda en una operación militar contra las FDLR, con la supervisión de Angola. Hasta ahora ni la misión de la ONU (MONUSCO) ni las FARDC han sido capaces (y en el segundo caso tampoco ha existido voluntad política) de neutralizar al grupo, al contrario, el objetivo ha sido instrumentalizarlo en beneficio propio, armándole para utilizarlo contra Ruanda y el M23. Otras reivindicaciones del M23 –sean más o menos reales– entroncan con demandas de otros grupos armados congoleses, como son el regreso de los refugiados ruandeses a Ruanda, los derechos de ciudadanía, el acceso a la tierra, el control de los recursos naturales y la falta de autoridad gubernamental en el este de RDC, demandas que llevaron a otros grupos locales a unirse al M23, pasando a llamarse Alianza Río Congo (AFL/M23, en francés) a finales de 2023. RDC se niega a reunirse con el M23. Cabe destacar, también, la responsabilidad de la propia RDC en las graves vulneraciones de los derechos humanos contra la población civil, incluida la población tutsi congolesa, lo que da alas a las reivindicaciones de Ruanda y del M23. 

El control y la expoliación de los recursos naturales contribuye a financiar la existencia de los grupos armados y la propia corrupción del Gobierno congolés, y ha contribuido a la perpetuación del conflicto en RDC y de la presencia directa o indirecta extranjera, en especial de Ruanda, negocio en el que han participado diversos países vecinos, según documenta la ONU desde hace más de 20 años. Sin embargo, a menudo el análisis de este conflicto se ha centrado en la avaricia de estos actores armados ante las riquezas congolesas, obviando e invisibilizando el resto de cuestiones en la génesis de este complejo conflicto, y que serán determinantes para su resolución. 

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Hodei Alcantara
Hodei Alcantara
7/3/2025 7:23

Básicamente, tanto el gobierno congoleño como el ruandés tienen sus propias milicias s las que usan como fuerzas de choque y desestabilización mutua.
Visto lo visto, ni un gobierno ni el otro tiene ni la verdad de su lado y mucho menos el interés de lograr la paz, prisa significaría renunciar a sus vasallos.
Por otro lado, creo que sin la intervención neocolonial Belga con el asesinato del primer ministro Lummumba, el verdadero líder demócrata y popular, esto no hubiera siquiera ocurrido.

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